Academia de Ciencias Matemáticas, Físico-Químicas y Naturales


Discurso de despedida del Excmo. Sr. D. Enrique Hita Villaverde




   Excelentísimo Sr. Presidente del Instituto de Academias de Andalucía,
   Excelentísima Sra. Rectora Magnífica de nuestra Universidad,
   Excelentísima Sra. Presidente del Consejo Social,
   Ilma. Sra. Decana de la Facultad de Ciencias,
   Excelentísimo Sr. Presidente electo de esta Academia,
   Ilustrísimo Sr. Secretario General de la misma,
   Excmos. Sres. Presidentes de las Academias Iberoamericana de Farmacia y Real de Medicina de Andalucía Oriental,
   Excmo. Sr. General de División del MADOC,
   Excmas. e Ilmas. Autoridades Civiles y Militares,
   Excmos. e Ilmos. Sras. Y Sres. Académicos,
   Señoras y Señores:

Soy consciente de que un elevado número de los hoy asistentes están aquí para recibir a nuestro flamante Presidente y por eso quiero ser muy breve en mi intervención, ello para dar entidad a la máxima universitaria de que hay que mirar siempre hacia adelante dando protagonismo al futuro y no caer en la siempre posible bisoñez del pasado.

A lo largo de mi vida académica he podido asistir a un elevado número de tomas de posesión y despedidas de compañeros que se incorporaban, o cesaban, en cargos académicos y he podido observar, en el caso de las despedidas, que las mismas se enfocaban de formas muy diversas aunque siempre interesantes; entre ellas: valorando la actividad realizada, justificando las decisiones tomadas, aclarando posturas e iniciativas, etc.

Al respecto, yo entiendo que la valoración de nuestra actuación en la tarea desarrollada corresponde ya a la comunidad y no a nosotros.

Pero claro, en un momento como este de despedida, se tiene siempre la tentación de volver la cabeza atrás y reflexionar un poco sobre el pasado, no para buscar una complacencia ridícula basada en la actividad desarrollada, eso nunca pues lo llevado a cabo no lo consideramos, en modo alguno, ni siquiera como suficiente, ya que siempre queda mucho por hacer, sino más bien para tratar de ver qué asignatura se nos puede haber quedado algo pendiente y que pueda servir esta reflexión, si así se considera, de orientación para responsables futuros.

Al respecto entendemos que, entre otras muchas cosas, se hace cada vez más necesario conseguir, al menos, una mayor visibilidad de nuestras instituciones.

Creemos que es necesario proyectar aún más, si cabe, la actividad y la potencialidad de nuestras Academias hacia el entorno en el que se ubican.

Pensamos que es necesario que se nos conozca en profundidad, que se nos perciba como algo útil con la potencialidad que se deriva de nuestra formación, que se nos vea de otra forma distinta a la que con frecuencia se nos interpreta, de que se entienda, en definitiva, a las academias como algo necesario.

Y ello hay que hacerlo, esa es la esencia de nuestras instituciones, sin esperar otra recompensa que la de hacer las cosas por las cosas, como diría el filósofo (Seneca) y apostillaría nuestro poeta (Miguel Ruiz del Castillo).

Hay que hacerlo estando allí donde se crea necesaria nuestra intervención sin esperar a que la intervención sea demandada, aunque esto pueda ser algo procedimental.

Se ha hablado mucho, y en todos los sentidos, sobre “qué son las Academias” y “para qué sirven”, con pronunciamientos más o menos oficiales ligados a sus reglamentos constituyentes, pero existen otros pronunciamientos, tal vez “menos oficiales” aunque más cercanos a la sociedad en general, que reflejan un fuerte desconocimiento de nuestra esencia más profunda y de la utilidad que le es subsecuente.

¿A qué se debe este posible desconocimiento? Y sobre todo ¿qué podemos hacer para reconducir esta situación?

Les confieso que he reflexionado mucho sobre esta circunstancia y sobre las posibles formas de reconducirla y he llegado al convencimiento de que se hacen necesarias iniciativas que tiendan, por un lado, a refrescar nuestra propia mentalidad lo que conduce a una necesaria vigorización en nuestra composición; se hace necesario también reconducir nuestra actividad, replanteándonos nuestras propias pautas de actuación y sobre todo de incidencia sobre los responsables de la actividad cultural y científica; y, se hace necesario, fortalecer nuestra conexión con el entorno.

Pero, ¿por qué creo ahora tan necesarias estas iniciativas? En relación con lo que venimos diciendo, en la etapa que nos ha tocado vivir, solemos percibir que el tiempo vuela y los acontecimientos se precipitan, se aglutinan diría yo, y con ellos las presiones de todo tipo sobre los hombres de ciencia constriñendo el sosiego necesario para realizar sus tareas con la tranquilidad que requiere una labor eficaz consustancial con el desarrollo de las funciones que le son propias a las instituciones Académicas.

Pero, así son las cosas, y se sobreentiende que una de las cualidades de las que deben estar dotadas las personas llamadas a ser académicos es precisamente la de saber adaptarse a estas circunstancias.

Y es que, en un intervalo de tiempo aparentemente muy corto, estamos viviendo en nuestra sociedad en general acontecimientos que, se les mire desde donde se les mire, están generando cuando menos inquietud, sensación de inestabilidad, de inseguridad diría yo. Pero no es menos cierto que estas sensaciones tal vez vengan inducidas por una falta de capacidad para adaptarnos a nuevas formas de ver la vida y de vivirla.

Pero, tampoco es menos cierto, ya lo insinuaba el Físico Universal (A. Einstein), que en esas circunstancias es cuando el ser humano, y por supuesto el hombre de Ciencia, debe agudizar el ingenio para encontrar energía y pautas de comportamiento que le permitan salir de esa especie de “arenas movedizas” que parecieran querer engullirnos.

Se hace necesario pues, así lo veo yo, ser capaces de desprendernos de nuestros “ropajes externos de época” para conseguir que sean ellos los engullidos dando así libertad a nuestra esencia más íntima y fresca, esencia modulada por la experiencia de haber vivido, desde luego, pero ya sin “corazas” que nos impidan seguir fortaleciéndonos al incorporarnos al proceso evolutivo que también debe ser consustancial con nuestra especie de seres, se supone, que inteligentes.

Yo creo, queridos compañeros, que una de esas iniciativas consiste precisamente en no hacer estáticas las instituciones, sino dotarlas de un dinamismo que posibilite el enriquecimiento derivado de la integración de nuevos puntos de vista y de “otras perspectivas” en la resolución de los problemas que continuamente se van originando. Como diría Albert Einstein, “no queramos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo”, aunque yo matizaría diciendo..." los mismos hacemos siempre lo mismo". Se hace necesario ver esos problemas como un indicativo de las carencias sociales que muy posiblemente sean el origen de tantas y tantas injusticias como se van descubriendo y que pueden haber estado propiciadas por el egoísmo de responsables sociales de ética más que dudosa, siendo conscientes, a ciencia cierta, de que una de las tácticas más seguidas para afianzar esas situaciones perversas es el “cultivo de la ignorancia”.

Tal vez por ello, hemos procurado llevar a cabo en nuestra Academia un proceso amplio de vigorización integrando en la misma nuevos compañeros que, sin lugar a dudas, nos traerán nuevas formas de enfocar los problemas así como iniciativas para su resolución, rejuveneciendo nuestras instituciones y fortaleciendo su proyección social.

Porque creo, estoy convencido de ello, que si permanecemos estáticos y encerrados en una especie de "urna de cristal", a nuestras “ ideas” les sucederá igual que a los problemas derivados de la consanguineidad, que darán lugar a degeneraciones.

Pero, entiéndaseme bien, no se trata en modo alguno de destruir lo éticamente conseguido, yo creo que la historia y la evolución que le es subsecuente se construyen haciéndolas y perfeccionándose con su desarrollo, no destruyendo los logros alcanzados con la sola idea de cambiar pautas con el fin de conseguir resultados más lucrativos para individuos o ideologías como posiblemente pretendan ciertas tendencias que no tienen otro objetivo que esa destrucción para conseguir instalarse en nuevas formas de injusticia.

Por estas razones, este presidente que ahora les dirige la palabra para decirles “adiós” considera los actos de ingreso de nuevos académicos como motivos de júbilo, júbilo derivado de la esperanza que significa el refuerzo que suponen. Enriquecimiento, en definitiva, para la institución y como consecuencia para la sociedad que no para el individuo, pues se supone que el mismo viene a “dar más que a recibir”.

Pero también, como les decía, se hace necesario reconducir nuestra actuación haciéndonos más incisivos a la hora de exigir a nuestras autoridades que se propicien las condiciones necesarias para poder realizar las tareas que le son propias a los científicos y a los académicos, porque entiendo que cuando hablamos de Ciencia no sólo nos estamos refiriendo a su realización, sino también a su fomento, difusión y aplicación, entrando de lleno en la esencia de las academias: “apoyar a los académicos y científicos, ellos mismos en definitiva, en su tarea, tratando de impedir injerencias que, si no impiden la actividad, sí que, al menos, la perturban al pretender, tal vez sin darse cuenta de lo que eso supone, seamos optimistas, integrar la “realidad de qué es, cómo se hace y como se difunde la Ciencia y la Cultura”, dentro de los planteamientos de ideologías, de prisas o de intereses ocasionales. Debemos, así lo veo yo, exigir a nuestros responsables una apuesta en definitiva por la investigación denominada básica o fundamental y luego propiciar sus aplicaciones. Ya lo dijo, W. Churchil: “Protéjase la investigación y la Ciencia allí donde se haga sin preguntar para que sirve, eso vendrá, sin duda alguna, después”. Pero, entiéndase bien, esto no quiere decir que la investigación denominada aplicada no sea útil, por supuesto que sí, pero nunca debería desplazar a la fundamental o básica ya que esta última es la esencia del conocimiento y el fundamento de cualquier aplicación, ya lo dijo nuestro premio Nobel Santiago Ramón y Cajal: “No hay Ciencia Aplicada, hay Ciencia por aplicar”.

La Ciencia, como tal, no entiende de ideologías ni debería tener por qué verse condicionada por una u otra forma de pensar; ya lo dijo también el Prof. Casas, en su discurso de investidura como rector de Zaragoza, en un mensaje claro y directo a los políticos de turno: “dejen ustedes a los científicos hacer la Ciencia sin condicionar su actividad ya sea por motivos ideológicos, ya lo sea por premuras o intereses ocasionales”.

Yo pienso al respecto, queridos compañeros, que, aunque los científicos puedan entender estos planteamientos, la actividad científica no tiene por qué verse sometida a ellos. La Naturaleza es como es y la Ciencia sólo la estudia y la interpreta, pero ni puede condicionarla ni mucho menos obligarla en un sentido o en otro. Es más, ir en contra de la naturaleza, buscando un mal entendido bienestar, ya nos está acarreando problemas a todas luces complejos y, esperemos que no, irreversibles.

Y también se hace necesario, como les decía anteriormente, hacer un esfuerzo por conseguir un mayor acercamiento e interconexión con aquellas instituciones, organismos o entidades públicas o privadas que se integran en nuestra sociedad y tienen responsabilidades en el desarrollo evolutivo de la misma derivado de la actividad científica.

Y tantas y tantas cosas…

Pero me estoy alargando demasiado y les había prometido ser breve. Por ello creo que hoy, al decir adiós a una responsabilidad lo que, en realidad y bajo otra perspectiva, puede ser un hola a una posibilidad, lo que deben aflorar son sentimientos de HUMILDAD, GRATITUD, COMPROMISO Y ESPERANZA.

HUMILDAD, para reconocer que nos hemos podido equivocar, que hemos podido ser molestos innecesariamente, que hemos podido, sin querer por supuesto, herir la susceptibilidad de personas y, sobre todo, que deberíamos haber HECHO MÁS Y MEJOR por nuestra querida ACADEMIA, pues, esta nuestra Institución siempre se merecerá MAS Y MEJOR.

Quiero pues, hoy y ahora, pedir disculpas, y lo hago de todo corazón, a todas aquellas personas que se puedan haber sentido incomodadas con nuestro proceder.

GRATITUD, al ser conscientes de que si algo hemos conseguido se lo debemos a la generosidad de no pocas personas e instituciones que, estando detrás, han propiciado nuestra actividad enriqueciéndonos con su experiencia y su ayuda.

Y es que me marcho con la sensación de gratitud que despierta el enriquecimiento que este cargo, como otros que he desempeñado, me ha propiciado. Enriquecimiento tanto en lo personal como en lo profesional.

En lo personal por haber conocido a gran cantidad de personas, magníficos profesionales, que me han acompañado en esos momentos difíciles, que siempre los hay, y colaborado en las decisiones, a veces complicadas, haciéndome ver las cosas desde otros puntos de vista y, por ello, plantear la resolución de los problemas desde perspectivas mucho más amplias, y todo ello sin pedir nada a cambio, solo por ayudar a resolver los conflictos y por cariño a nuestra querida Institución, en definitiva por una condición humana entrañable.

En lo profesional por la experiencia adquirida en el desempeño de una función realmente noble y, como les decía, enriquecedora.

Por eso quiero públicamente agradecer a todos los que habéis estado siempre ahí, vuestra ayuda, comprensión y estimulo continuados.

En concreto:

A mis antecesores sobre todo los más inmediatos en el ejercicio de la función, Profs. Pardo y González Caballero, pues su trayectoria siempre nos sirvió de orientación.

A un equipo de gobierno, realmente extraordinario, que, con su forma de proceder, ha terminado siendo mi “equipo de amistad”:

Así: nuestro Vicepresidente y Presidente de la Sección de Matemáticas, Andrés González, ha venido siendo un ejemplo de lealtad, eficacia y capacidad; nuestro Tesorero, Alfonso Romero, fue, y es, la meticulosidad, el rigor y el compromiso hechos oficio; nuestro Secretario General, Luis Fermín Capitán, un ejemplo de caballerosidad y lealtad, y nuestro bibliotecario, Pascual Jara, siempre caracterizado por su serenidad y dedicación.

Y ¿qué decir de los presidentes de las Secciones de Físico-Químicas y Naturales, Alberto Prieto y Luis Cruz, académicos ejemplares donde los haya, que nunca escatimaron esfuerzos para sacar adelante las iniciativas que se emprendían?

Pero, es más, hoy se encuentran aquí presentes, dando testimonio de ese talante que les caracteriza, nuestro presidente del Instituto de Academias de Andalucía, querido Benito, siempre dispuesto a arropar a todas sus academias, y en sobremanera a esta, no escatimando esfuerzos, a veces incómodos, para estar en todas sus iniciativas; nuestra Rectora Magnífica, nunca mejor dicho lo de magnífica, mi querida Pilar, un ejemplo de compromiso, de entrega, de empatía diría yo, con todas nuestras iniciativas y siempre cómplice de nuestras empresas; nuestra entrañable Decana, mi querida Maricarmen, primero mi alumna, luego mi compañera y finalmente mí directora, pero siempre mi amiga, que nunca ha dejado de arropar a la ya su Academia sin escatimar esfuerzos; nuestra Presidente del Consejo Social que, en muy corto periodo de tiempo, está dando muestras de un muy buen saber hacer y tomando iniciativas que reflejan su conocimiento e interés por el mundo de la Ciencia; y, ¿cómo no?, nuestro querido flamante presidente, Paco Lodeiro, como a él le gusta que le llamen, una persona entregada desde siempre, y, por lo que vemos para siempre, yo lo sé bien, al mundo del conocimiento, pues el haber aceptado esta nueva responsabilidad, máxime en los tiempos que corren y los que para él ya han corrido, es, cuando menos, muy de agradecer y una muestra de lo dicho.

A todos vosotros mi gratitud más entrañable y mi reconocimiento más profundo.

Y, por supuesto, a los compañeros académicos que, de una forma u otra, siempre estuvieron ahí para todo lo que fuese necesario.

Y como a mí no me gusta dejar de ser como soy, permitidme la licencia de perder un instante para expresar también mi gratitud, una vez más, a mi familia, evocando, como siempre, la memoria de Enrique y Mercedes que me fraguaron como soy, y a Encarnita, Cristina y Pilar que me han arropado siempre en las tareas a desempeñar, y ello sin dejar atrás a esos nietos que nos alegran el espíritu con sus sonrisas y continuas muestras de ternura.

COMPROMISO, les decía, para seguir poniendo al servicio de la Comunidad Científica la experiencia que ella misma nos ha posibilitado adquirir al incorporarnos al maravilloso cargo que hemos desempeñado. Compromiso para seguir poniendo al servicio de nuestra querida Academia y de nuestra sociedad en general la formación que hemos recibido de ella y que nunca hemos pagado.

Por ello quedo a vuestra disposición, por si en algo puedo ser útil, ahora y siempre, pues entiendo que el académico nunca se debe sentir jubilado en lo que a compromiso científico y social se refiere, y ello desde una idea de servicio marcada por la gratitud y la experiencia adquirida, pero, entiéndase bien, desde una perspectiva de colaboración solicitada y nunca como una injerencia bisoña.

Y finalmente ESPERANZA, en que todo vaya, seguro que va a ir, a mejor. Esperanza en que los valores humanos derivados del conocimiento científico calen profundamente en la sociedad y ayuden a erradicar de ella las lastras que todavía la hunden en las miserias de la pobreza, entre ellas la peor y posiblemente el origen de todas las demás: la ignorancia. Y para ello contamos con todos los que os venís implicando en mejorar las cosas, los que sois conscientes de que no se puede hacer un mundo diferente con gente indiferente, como decía Albert Einstein.

Estoy convencido de que con vuestro nuevo Presidente se vendrán a conseguir muchas de las metas que nuestra Academia tiene programadas y que se programarán en el futuro, por todo ello te deseo lo mejor para ti Paco, y te exijo lo mejor de ti para Ella, para nuestra querida Academia de Ciencias Matemáticas, Físico-Químicas y Naturales.


Muchas gracias a todos por vuestra presencia, vuestra atención y vuestro afecto.