Pintor francés del Barroco:
Archivos mensuales: febrero 2017
Sonetos religiosos 2
Sonetos Religiosos 1
Antonio de Rojas (1585-1650)
Salamanca y Unamuno
Salamanca.SalamancaCiudaddelPensamiento_Turismocultural
Informacion pagina web Catedral de Salamanca
Mi Salamanca de Miguel de Unamuno:
Alto soto de torres que al ponerse
tras las encinas que el celaje esmaltan
dora a los rayos de su lumbre el padre
Sol de Castilla;
bosque de piedras que arrancó la historia
a las entrañas de la tierra madre,
remanso de quietud, yo te bendigo,
¡mi Salamanca!
Miras a un lado, allende el Tormes lento,
de las encinas el follaje pardo
cual el follaje de tu piedra, inmoble,
denso y perenne.
Y de otro lado, por la calva Armuña,
ondea el trigo, cual tu piedra, de oro,
y entre los surcos al morir la tarde
duerme el sosiego.
Duerme el sosiego, la esperanza duerme
de otras cosechas y otras dulces tardes,
las horas al correr sobre la tierra
dejan su rastro.
Al pie de tus sillares, Salamanca,
de las cosechas del pensar tranquilo
que año tras año maduró en tus aulas,
duerme el recuerdo.
Duerme el recuerdo, la esperanza duerme
y es tranquilo curso de tu vida
como el crecer de las encinas, lento,
lento y seguro.
De entre tus piedras seculares, tumba
de remembranzas del ayer glorioso,
de entre tus piedras recojió mi espíritu
fe, paz y fuerza.
En este patio que se cierra al mundo
y con ruinosa crestería borda
limpio celaje, al pie de la fachada
que de plateros
ostenta filigranas en la piedra,
en este austero patio, cuando cede
el vocerío estudiantil, susurra
voz de recuerdos.
En silencio fray Luis quédase solo
meditando de Job los infortunios,
o paladeando en oración los dulces
nombres de Cristo.
Nombres de paz y amor con que en la lucha
buscó conforte, y arrogante luego
a la brega volvióse amor cantando,
paz y reposo.
La apacibilidad de tu vivienda
gustó, andariego soñador, Cervantes,
la voluntad le enhechizaste y quiso
volver a verte.
Volver a verte en el reposo quieta,
soñar contigo el sueño de la vida,
soñar la vida que perdura siempre
sin morir nunca.
Sueño de no morir es el que infundes
a los que beben de tu dulce calma,
sueño de no morir ese que dicen
culto a la muerte.
En mi florezcan cual en ti, robustas,
en flor perduradora las entrañas
y en ellas talle con seguro toque
visión del pueblo.
Levántense cual torres clamorosas
mis pensamientos en robusta fábrica
y asiéntese en mi patria para siempre
la mi Quimera.
Pedernoso cual tú sea mi nombre
de los tiempos la roña resistiendo,
y por encima al tráfago del mundo
resuene limpio.
Pregona eternidad tu alma de piedra
y amor de vida en tu regazo arraiga,
amor de vida eterna, y a su sombra
amor de amores.
En tus callejas que del sol nos guardan
y son cual surcos de tu campo urbano,
en tus callejas duermen los amores
más fugitivos.
Amores que nacieron como nace
en los trigales amapola ardiente
para morir antes de la hoz, dejando
fruto de sueño.
El dejo amargo del Digesto hastioso
junto a las rejas se enjugaron muchos,
volviendo luego, corazón alegre,
a nuevo estudio.
De doctos labios recibieron ciencia
mas de otros labios palpitantes, frescos,
bebieron del Amor, fuente sin fondo,
sabiduría.
Luego en las tristes aulas del Estudio,
frías y oscuras, en sus duros bancos,
aquietaron sus pechos encendidos
en sed de vida.
Como en los troncos vivos de los árboles
de las aulas así en los muertos troncos
grabó el Amor por manos juveniles
su eterna empresa.
Sentencias no hallaréis del Triboniano,
del Peripato no veréis doctrina,
ni aforismos de Hipócrates sutiles,
jugo de libros.
Allí Teresa, Soledad, Mercedes,
Carmen, Olalla, Concha, Bianca o Pura,
nombres que fueron miel para los labios,
brasa en el pecho.
Así bajo los ojos la divisa del amor,
redentora del estudio,
y cuando el maestro calla, aquellos bancos
dicen amores.
Oh, Salamanca, entre tus piedras de oro
aprendieron a amar los estudiantes
mientras los campos que te ciñen daban
jugosos frutos.
Del corazón en las honduras guardo
tu alma robusta; cuando yo me muera
guarda, dorada Salamanca mía,
tú mi recuerdo.
Y cuando el sol al acostarse encienda
el oro secular que te recama,
con tu lenguaje, de lo eterno heraldo,
di tú que he sido.
Miguel de Unamuno
Pemán : poesias 2
José María Pemán :
Cargadores de la Isla mecedla con suavidad, que lleváis sobre los hombros a la Reina de la Mar!
Cargadores de la Isla: ésa que vais a sacar es la Virgen marinera, que huele a marisco y sal; (…) la que apacienta las olas los días de tempestad; (…) Tú, cargador, que no sabes rezar la Salve, quizás: si cuando lo saques, meces el paso con buen compás, aunque no sepas la Salve, Dios te lo perdonará…
2
Bendito seas, Señor, por tu infinita bondad; porque pones con amor sobre espinas de dolor rosas de conformidad.
¡Qué triste es mi caminar! llevo en mi pecho escondido un gemido de pesar y en mis labios un cantar para esconder mi gemido.
Mi poesía soñadora es agua murmuradora de corriente mansa y grave, que, al murmurar, no se sabe si es que canta o es que llora.
Y es que temiendo, Señor, que este temiendo, Señor, que ese mundo burlador se burle de mis pesares, voy ahogando entre cantares los ayes de mi dolor.
No quiero que en mi cantar mi pena se transparente; quiero sufrir y callar. No quiero dar a la gente migajas de mi pesar.
Tú sólo, Dios y Señor, tú, que con amor me hieres, tú que con inmenso amor pruebas con mayor dolor a las almas que más quieres.
Tú solo lo has de saber; que sólo quiero contar mi secreto padecer a quien lo ha de comprender y lo puede consolar.
Bendito seas, Señor, por tu infinita bondad; porque pones con amor sobre espinas de dolor, rosas de conformidad.
Será el dolor que viniere en buena hora recibido. Venga, pues que Dios lo quiere, ¿Qué me importa verme herido, si es i Dios el que me hiere?
Yo no me quejo, Señor, yo sé que es gozo el dolor, si se sufre por amor; y el padecer es gozar, se padece de amor.
Sé que para el peregrino que busca el placer divino de padecer por amores, las espinas del camino se van convirtiendo en flores.
Yo no me quejo, Señor, quiero por amor gozar la locura del dolor, quiero por amor gozar la locura del dolor; quiero hacer mi vida altar de un sacrificio de amor.
Vivir sin pena de Amores es triste vivir sombrío, como el del agua de un río que, sin árboles ni flores, va por un campo baldío.
Vida falsa alegría, yo no te envidio: que el día que fuera mi vida así, temblando de horror diría: “Dios se ha olvidado de mí”
No huyáis, penas y dolores con flaqueza de cobardes, ni busquéis falsos amores, que mueren como las flores con el morir de la tarde.
Saber sufrir y tener el alma recia y curtida es lo que importa saber. La ciencia del padecer es la ciencia de la vida.
No hay como saber sufrir con entereza el dolor, para saber combatir. Que el dolor es la mejor enseñanza del vivir.
El ayuda con su manto las empresas duraderas del vivir fecundo y sano; él sabe aventar del grano la suciedad de las eras.
El nos enseña a tener siempre el alma apercibida, y a esperar y a no temer, y a dar su justo valer a las cosas de la vida.
Nos enseña a caminar por la vida, y a luchar con ánimo bien templado, para no desesperar ni aún esperar demasiado.
Es saludable lección para las necias pasiones, cauterio del corazón, freno de las tentaciones y escuela de perfección.
Por eso, Dios y Señor, porque por amor me hieres, porque, con inmenso amor, pruebas con mayor dolor a las almas qué más quieres.
Porque sufrir es curar las llagas del corazón: porque sé que me has de dar consuelo y resignación a medida del pesar.
Por tu bondad y tu amor, porque lo mandas y quieres, porque es tuyo mi dolor.
¡Bendita sea, Señor, la mano con que me hieres!
José María Peman
3
Estaba la dolorosa
junto al leño de la cruz
¡que alta palabra de luz!
qué manera tan graciosa
de enseñarnos la preciosa
lección de callar doliente.
Tronaba el cielo rugiente,
la tierra se estremecía.
Bramaba el agua… María
estaba, sencillamente.
Obras completas, Madrid: Escelicer, 1947–1965, siete tomos. I. «Poesía» (1947). II. «Novelas y cuentos» (1948). III. «Narraciones y ensayos» (1949). IV. «Teatro». V. «Doctrina y oratoria» (1953). VI. «Miscelánea» (1953). VII. «Miscelánea» (1965).
Lírica De la vida sencilla. Poesías originales, M., V. H. Sanz Calleja, 1923 (con prólogo de Francisco Rodríguez Marín). Nuevas poesías, M., Voluntad, 1925. A la rueda, rueda… Cancionero, M., CIAP Mundo Latino, 1929. El barrio de Santa Cruz (Itinerario lírico), Jerez de la Frontera, Nueva Litografía Jerezana, 1931. Elegía de la tradición de España, Cádiz, Tip. Manuel Cerón, 1931. Salmo de los muertos del 10 de agosto, 1933. Señorita del mar, M., Sáez Hnos, 1934. Poesía (1923-1937), Valladolid, Santarén, 1937. Poema de la Bestia y el Ángel, Zaragoza, Jerarquía, 1938. Poesía sacra, M., Escelicer, 1940. Por Dios, por la Patria y el Rey, M., Ediciones Españolas, 1940 (Estampas de Carlos Saez de Tejada). Las musas y las horas, M., Aguilar, 1945. Las flores del bien, B., Montaner y Simón, 1946. Obras completas, M., Escelicer, 1947 (Tomo I: Poesía). La Pasión según Pemán. Edibesa, 1997. Poesía esencial. Granada, 2002. (Estudio preliminar y selección de José Enrique Salcedo Mendoza). Narrativa y cuentos Cuentos sin importancia, 1927. Romanza del fantasma y doña Juanita, 1927. Inquietudes de un provinciano, 1930. Volaterías, 1932. De Madrid a Oviedo, pasando por Las Azores, 1933. La vencedora, 1933. San Pedro, 1933. Fierabrás, 1935. El vuelo inmóvil, 1936. ¡Atención, atención!, 1937. Arengas y crónicas de guerra. Escelicer-Cerón, Cádiz, 1937. Historia de tres días, 1939. El paraíso y la serpiente, 1942. Señor de su ánimo, 1943. Un laureado civil, 1944. De doce cualidades de la mujer, 1948. Un soldado en la historia: vida del capitán general Varela. Madrid, 1954. Ensayo El hecho y la idea de la Unión Patriótica, 1929. Cartas a un escéptico en materia de formas de gobierno, 1935. Crónicas de antes y después del diluvio, 1939. La historia de España contada con sencillez, 1939. Ocho ensayos religiosos, 1948. Teatro Isoldina y Polión, 1928. La viudita naviera. El divino impaciente, 1933. Cuando las Cortes de Cádiz, 1934. Cisneros, 1935. Julieta y Romeo, 1935. La danza de los velos, 1936. Almoneda, 1937. De ellos es el mundo, 1938. Ha habido un robo en el teatro, 1938. La Santa virreina, 1939. Ella no se mete en nada, 1941. Por la Virgen Capitana, 1941. Metternich, 1942. Juan sin versos, 1942. El testamento de la Mariposa, 1942. Hay siete pecados, 1943. Como el primer día, 1943. Hablar por hablar, 1944. Si me quieres o me dejas, 1944. Yo no he venido a traer la paz, 1945. Diario íntimo de la tía Angélica, 1946. Todo a medio hacer, 1946. Antígona, 1946. La casa, 1947. En tierra de nadie, 1947. Vendimia, 1947. La verdad, 1947. Lo que debe ser, 1948. Semana de Pasión, 1948. Hamlet, 1949. Electra, 1949. El viejo y las niñas, 1949. El gran cardenal, 1950. Paca Almuzara, 1950. Por el camino de la vida, 1950. La muerte de Carmen, 1949; libreto de ópera con música de Ernesto Halffter.