Ureña villa del libro

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Sabías que hay un pueblo en España con más librerías que bares-1

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En el dia de hoy, dia del libro….

11 librerias en un pueblo de 190 habitantes, con muralla, castillo y estructura medieval. Una maravilla en Valladolid…que se  ofrece tanto a viajeros como a bibliófilos del mundo entero. Este importantísimo recurso cultural se creó debido a la iniciativa de la Diputación provincial que en 2007 fundó esta villa literaria, la primera Villa del Libro de España, en la histórica y medieval villa de Urueña.

Este proyecto cultural se inspiró en otras villas del libro existentes en Europa como Hay-on-way, en el País de Gales, o Redu, en Bélgica. Todas tienen un denominador común, la dinamización económica, cultural y turística a partir de la recuperación de los espacios públicos como lugares de compraventa de libros y la celebración de eventos culturales ligados a la literatura.

Plano de Ureña

biblioteca. Yo contengo multitudes

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YO CONTENGO MULTITUDES

ED YONG

 

¡Somos un parque zoologico¡. Libro muy recomendable.En el futuro de la medicina la microbiota dará sorpresas importantes….

Resumen

Yo contengo multitudesya es considerado una obra fundamental de ciencia divulgativa -como lo fue en su momentoEl gen egoísta-. Un libro fascinante y rompedor que cambiará de mil millones de micromaneras nuestra percepción del mundo natural y el espacio que en él ocupamos.

El cuerpo humano alberga billones de microbios que conforman todo un mundo en simbiosis con su entorno. Estos microscópicos y multitudinarios compañeros vitales no solo moldean nuestros órganos, nos protegen de enfermedades, e influyen en nuestro comportamiento, sino que resultan clave a la hora de entender el funcionamiento de la vida.

EnYo contengo multitudesEd Yong nos abre los ojos y nos invita con su erudición y sentido del humor a mirarnos como algo más que individuos: como receptáculos interdependientes de losmicrobiomasque conforman todos los seres vivos.

Así, descubriremos la asombrosa e invisible ciencia detrás de los gigantescos arrecifes que construyen los corales, aprenderemos cómo ciertos calamares crean juegos de luces, y veremos el modo en que las bacterias pueden alterar nuestra respuesta en la lucha contra el cáncer, manipular nuestro sistema inmunológico, influir en nuestra evolución e incluso modificar nuestro genoma.

Lector: mientras lee estas líneas, billones de microbios y trillones de virus se multiplican en su cara, sus manos, y en las oscuras profundidades de su intestino. Cada vez que respira, cada vez que se mueve, está emitiendo al aire, al ritmo de unos 37 millones por hora, las bacterias que forman su aura invisible, su personal nube microbiana. Y, con cada gramo de alimento que toma, ingiere alrededor de un millón de microbios más.

Según los últimos cálculos, más o menos la mitad de sus células no son humanas, una proporción suficiente para que se pregunte de qué habla cuando dice “yo”. Sus células humanas proceden de un único óvulo fertilizado que contiene el ADN de su madre y de su padre. Los microbios empezaron a mezclarse con ellas incluso antes de su primer aliento, del primer beso de su madre, de su primer sorbo de leche. Esas células no podrían haber formado un cuerpo saludable sin la estrecha colaboración de los billones de microbios inmigrantes que constituyen su otra mitad.

“Soy grande, contengo multitudes”, declara Walt Whitman en “Canto a mí mismo”. Pero, ¿qué es ese “yo mismo”? Damos por hecho que el sistema inmunitario nos protege detectando y rechazando cualquier presencia en nuestro cuerpo que no sea “yo”. Y, sin embargo, el sistema está formado en parte, e incluso gobernado en parte, por microbios.

Anton van Leeuwenhoek descubrió que los microbios, a los que denominó “animálculos”, están en todas partes: en la piel, en la madera, en el pelaje, en los ojos. En 1683, raspó un poco de placa de su propia dentadura y la examinó al microscopio. Vio enormes cantidades de organismos vivos “que se mueven con enorme gracia”. Van Leeuwenhoek calculó, acertadamente, que en su boca nadaban más animálculos que habitantes tenía Holanda. Por desgracia, sus sensacionales descubrimientos resultaron difíciles de reproducir porque nadie más pudo ver los microorganismos con tanta claridad como él. Van Leeuwenhoek tenía tal maestría al microscopio que se podría decir que su mirada alcanzó el futuro lejano.
Doscientos años después, en la segunda mitad del siglo XIX, la vida de los microbios causó sensación por segunda vez. Louis Pasteur, Robert Koch y Joseph Lister, entre otros, llamaron la atención del mundo sobre la capacidad de provocar enfermedades de estos microorganismos.  La teoría de los gérmenes concordaba con la lucha por la existencia, con la supervivencia de los mejor adaptados. La naturaleza es cruenta, y el peligro acecha entre nuestros dientes.

Evidentemente, eso es lo que la mayoría de nosotros seguimos pensando de las bacterias hoy. Nuestra visión del mundo es adversa a esos seres. Ahí están. Hay que tirar a matar, construir una muralla. Lo cual es de lo más coherente cuando se trata del ínfimo porcentaje de microbios que provocan las enfermedades, pero pasa por alto la enorme mayoría que nos hacen lo que somos.

Fuente: El cultural

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Verdi Rigoletto (film)

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Giuseppe Verdi : Rigoletto Mollinari Pradelli Panerai Rinaldi Bonisolli

Dresda Opera House:Giuseppe Verdi: Rigoletto Mollinari Pradelli Panerai Rinaldi Bonisolli. Full opera

La  Opera

Estupenda versión en pelicula de esta gran opera. Rigoletto forma junto con El trovador y La traviata (ambas de 1853), la trilogía popular operística que compuso Verdi a mediados de su carrera, se ha convertido en un hito del repertorio operístico estándar y es una de las óperas más interpretadas mundialmente.

ACTO I

Cuadro primeroSalón en el palacio ducal

Se alza el telón y la escena se sitúa en un salón, en el palacio del duque de Mantua, donde se está celebrando una fiesta. El duque canta a una vida de placer con tantas mujeres como sea posible (Questa o quella – «Esta mujer o aquella»). Se vanagloria de su nueva aventura de conquista hacia una desconocida joven del pueblo, a la que ha visto en la iglesia, pero él también desea seducir a la condesa de Ceprano, a la vista de su marido. Rigoletto, el bufón jorobado del duque, se burla de los maridos de las damas a las que el duque está prestando atención, y aconseja al duque que se libre de ellos aprisionándolos o matándolos. Marullo comunica a los cortesanos que el bufón Rigoletto oculta a una «amante», y los nobles no se lo creen. Como casi toda la corte ha sido víctima de las burlas de Rigoletto, todos quieren devolverle las ignominias. Posteriormente, Rigoletto se burla del conde Monterone, otro a quien el Duque ha insultado a través de la deshonra a su hija y que entra en escena reclamando venganza. El Duque manda arrestarlo. Monterone es arrestado mientras proclama la famosa maledizione que traerá la perdición a Rigoletto. La maldición aterroriza a Rigoletto.

Cuadro segundoEn los suburbios, frente a la casa de Rigoletto.

Rigoletto vuelve a casa preocupado por la maldición. Se le acerca un extraño, Sparafucile, un asesino profesional que ofrece sus servicios a Rigoletto. Rigoletto contempla las similitudes entre ellos dos (Pari siamo! – «¡Somos parecidos!»); Sparafucile mata a los hombres con su espada, y Rigoletto usa «una lengua de malicia» para apuñalar a sus víctimas. Entra en la casa y allí encuentra a Gilda, su hija (a quien los cortesanos habían tomado como su amante). Gilda vive escondida y resguardada por su padre. Se saludan con afecto en el dúo Figlia!, Mio padre! – «¡Hija!» «¡Padre mío!», que muestra la relación entre ambos: Rigoletto es un padre cariñoso y temeroso de perder a su hija; Gilda es una niña ansiosa de conocimiento, aunque respeta mucho a su padre. Rigoletto ha estado ocultando a su hija del duque y el resto de la ciudad, y ella no conoce la ocupación de su padre. Puesto que él la ha prohibido aparecer en público, ella no ha estado más que en casa y en la iglesia y no conoce ni el nombre de su padre. Rigoletto insiste en que Gilda no salga más que a misa y que la acompañe su doncella, Giovanna.

Cuando Rigoletto se ha ido, el duque aparece y, escondido, se entera de que Gilda es en realidad la hija de Rigoletto y que se siente culpable por no haberle hablado a su padre del joven al que ha conocido en la iglesia, pero que ella lo amará todavía más si fuera un estudiante y pobre. Tras sobornar a Giovanna, el duque logra entrar en el jardín de la casa de Rigoletto y le declara su amor. El duque miente a Gilda sobre su identidad diciendo que es un estudiante (È il sol dell’anima – «El amor es el sol del alma»). Cuando ella le pregunta su nombre, él dubitativo se llama a sí mismo Gualtier Maldé. Afuera se oyen las voces de Ceprano y Borsa que planean el rapto de la supuesta amante de Rigoletto y Gilda teme que sea su padre de vuelta. Echa al duque después de intercambiar rápidamente votos de amor (Addio, addio – «Adiós, adiós»). El duque se marcha y Gilda se queda sola meditando por su amor por el duque, a quien cree un estudiante (Gualtier Maldè! … Caro nome – «Querido nombre»).

Más tarde, en la oscuridad de la noche los hostiles cortesanos se encuentran con Rigoletto en la parte de afuera de la tapia del jardín. Creen que Gilda es la amante de Rigoletto, se preparan para raptar a la indefensa muchacha. Convencen a Rigoletto de que están preparando el rapto de la esposa de Ceprano, le tapan los ojos y lo usan para ayudarlos con el rapto. Están todos enmascarados y Rigoletto ayuda, sin percatarse que está ayudando a raptar a su propia hija Gilda. Cuando Rigoletto se da cuenta ya es demasiado tarde. Lleno de angustia, se derrumba, recordando «Ah, la maledizione!».

ACTO II

El palacio del duque

El duque está preocupado porque Gilda ha desaparecido (Ella mi fu rapita! – «¡Me la han robado!» y Parmi vedar le lacrime – «Me parece ver las lágrimas»). Entran los cortesanos y ofrecen al duque la supuesta amante de Rigoletto. El duque se da cuenta de que se trata de Gilda y va en su busca (Possente amor mi chiama – «El poderoso amor me llama»). Encantados por la extraña excitación del duque, los cortesanos ahora se divierten a costa de Rigoletto, quien entra cantando. Intenta descubrir dónde está Gilda pretendiendo que no le importa, pues lo que más teme es que haya caído en manos del duque. Finalmente, admite que de hecho está buscando a su hija y pide a los cortesanos que se la devuelvan; los cortesanos la niegan y el bufón encolerizado y desesperado dirige su Cortigiani, vil razza dannata – Raza maldita de cortesanos». Los hombres golpean a Rigoletto después de intentar entrar en la habitación donde retienen a Gilda. Entra en escena Gilda quien ruega a su padre que despida a toda esa gente. Los hombres se marchan de la habitación creyendo que Rigoletto se ha vuelto loco. Gilda descubre a su padre lo que le viene pasando desde hace algún tiempo: que se ha enamorado de un joven a quien veía todos los domingos en la iglesia, que la ha cortejado diciéndole que era un pobre estudiante (Tutte le feste al tempio – «Todos los días festivos»), y que al ser raptada ha descubierto que en realidad se trataba del duque. Rigoletto planea vengarse del duque, mientras su hija pide que le perdone (dúo: Sì! Vendetta, tremenda vendetta! – «¡Sí! ¡Venganza, terrible venganza!»).

ACTO III

Una calle afuera de la casa de Sparafucile

A orillas de un río, se ve parte de la casa de Sparafucile, con dos habitaciones abiertas para que el público lo vea. Es de noche. Rigoletto ha encargado a Sparafucile asesinar al duque, pero antes debe desengañar a Gilda mostrando su comportamiento licencioso. Rigoletto y Gilda, que aún ama al duque, llegan al exterior. Se puede oír la voz del duque cantando la famosa aria La donna è mobile, hablando de la infidelidad y la naturaleza voluble de las mujeres. Rigoletto hace que Gilda se dé cuenta de que es el duque quien está en casa del asesino y que intenta seducir a la hermana de Sparafucile, Maddalena (Bella figlia dell’amore – «Hermosa hija del amor»). Entra en escena Maddalena, hermana y cómplice de Sparafucile, quien coquetea con el duque y éste sucumbe a sus encantos fácilmente. Rigoletto llega a un acuerdo con el asesino, que está dispuesto a matar a su huésped por dinero, y le ofrece 20 escudos por matar al duque. Rigoletto ordena a Gilda que se vaya a casa, coja dinero y vestida de hombre huya hacia Verona y afirma que él planea seguirla más tarde. El asesino y el bufón deciden que tras su muerte, el cuerpo del duque será puesto en un saco y arrojado al río.

Cuando cae la noche, se desencadena una tormenta y el duque decide pasar la noche en la posada. Sparafucile le asigna alojamiento en la planta baja.

Gilda, que aún ama al duque a pesar de saber que es desleal, regresa vestida de hombre. Oye a Maddalena intentando convencer a su hermano de que no lo asesine a él, sino al bufón. Sparafucile no puede asesinar a un cliente, amén de mostrar su preocupación por los diez escudos que aún le debe Rigoletto por terminar con el encargo, pero promete cambiarlo por el primer hombre que se presente en la taberna, si esto ocurre antes de la medianoche. Gilda decide sacrificarse para salvar al hombre del que se ha enamorado. Entra en la taberna pidiendo asilo, haciéndose pasar por un mendigo. De inmediato, Sparafucile la alcanza con su puñal, cae herida mortalmente.

A media noche, acaba la tormenta y Rigoletto entra en escena con el dinero. Sparafucile le entrega el saco con el supuesto cuerpo del duque y se regocija en su triunfo. Cuando se dispone a arrojarlo al río, con piedras para que se hunda, oye la voz del duque desde el interior de la posada La donna è mobile. Horrorizado, abre el saco y, para su desesperación, descubre a su hija agonizante. Por un momento, ella revive y está contenta de morir en lugar de su amado (V’ho ingannato – «Padre, te he engañado»). Ella muere en sus brazos. La escena termina con el lamento desgarrador de Rigoletto en que recuerda la maledizione de Monterone.