Villancicos 13 Sor Juana

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SAN PEDRO APÓSTOL, 1680

Villancicos que se cantaron en la S. I. Catedral de la Puebla de los Ángeles, a los Maitines del glorioso Príncipe de la Iglesia el Señor San Pedro, el año de 1680, en que se imprimieron.

AL SUPREMO PRÍNCIPE DE LA IGLESIA, NUESTRO ESCLARECIDO PADRE, SEÑOR SAN PEDRO.
  Santísimo Pedro, Príncipe y Padre Universal de toda la Iglesia: Quien con divinos acentos llegó a oír engrandecidos sus elogios, cuando los percibió suavemente entonados por las voces del mismo humanado Dios, que dignamente le dio el título noble de Hijo de la Paloma celestial y Piedra preciosa de aquella Fábrica excelente, que se encumbra más allá de las cúpulas de las Estrellas, no es mucho que se merezca nuevos loores en las solfas de cánticos sonoros y armonizados Maitines, pues al compás que el Verbo Encarnado os dedicó en Cesárea superiores
  10alabanzas, también os solicita en esta Angélica y Cesárea Ciudad solemnes celebridades un afecto fervoroso en vuestras aclamaciones, para cortejaros a todas luces Luminar Mayor de la Iglesia entre nocturnos aplausos y laudes tan esclarecidas como a vuestro honor dedicadas. Crezcan vuestras glorias a lo inmenso, admitiendo vuestro agrado el obsequio que os ofrece nuestro desvelo amoroso, venerador muy vuestro a lo rendido.

PRIMERO NOCTURNO

VILLANCICO I

Estribillo
  1.—¡PLAZA, PLAZA, PLAZA,
que entra triunfante en Roma
el de la red y la barca!
2.—Porque sus hazañas
¡óiganlas,
cántenlas!
1.—En el huerto con Malco y las tropas
montanteaba.
2.—¡Proeza rara!
  103.—¡óiganlas!
  2.—¡Cántenlas!
1.—A aquel mago Simón en los aires
quebró las alas.
2.—¡óiganlas!
3.—¡Cántenlas!
1.—Los laureles, pimpollos del Orbe,
tendió a sus plantas.
2.—¡Víctor, Víctor el Pescador.
que por Dios que merece, por su valor
  20la Tiara!
  1.—¡Vivirá como un Papa,
como un Vice-Dios!
Coplas
  Para celestes lides
y empresas soberanas,
fue Pedro hombre de Piedra
y campeón del hampa.
  Aunque una vez la Ancila
ciertas le dio estocadas,
por su opinión volvieron
  30valientes ojos de agua.
  Trinchando en cuatro esquinas
de un lienzo sierpes bravas,
a todo el mundo le hizo
por los Cielos la salva.
  Mató con el aliento
de una sola palabra
a dos que halló traidores
en falsear la plata.
  En la Puerta Especiosa,
  40él y otro camarada,
  hacen saltar a un cojo
del suelo hasta las aras.
  Y entre sus bizarrías,
fue la mayor hazaña
plantar su red y trono
en la Curia Romana.

VILLANCICO II

  CON DECIR: TÚ ERES PEDRO, SU BIEN SUMO
le corresponde.
¡Oh qué poco, oh qué mucho
elogio y nombre!
Mas basta el poder de Pedro
para rendir a Roma
y dar entrada al Cielo.
Coplas
  En la imperial Cesárea,
que de la Romana Corte
  10las águilas bosquejaba,
  ya majestades del Orbe,
  el Hijo de la Paloma,
con bien entendidas voces,
divinidades cantaba,
por Dios Vivo, a un Dios y Hombre.
  Tú eres Cristo, le decía,
pues Unigénito noble
del Padre de lumbres, rizas
encarnados arreboles.
  20Sobre tanto mármol firme
  se fundan los torreones
de la Militante Iglesia
que a la Triunfante coronen.
Ni el Mundo ya, ni el Abismo
a este Diamante se opone,
porque en lo fino y lo amante
es Pedro piedra de toque.
Claviculario Celeste,
abre o cierra, por su orden,
  30los alcázares de Estrellas
  y coros de Ruiseñores.

VILLANCICO III

Introducción
  TODAVÍA ESTABA PEDRO
lloroso de una Pasión
  que sucedió cuando el Gallo
a un León temblando dejó,
cuando, entre aquellos raudales,
un numeroso clamor
que escuchó a un tiro de piedra,
a la playa lo llamó:
—¡Hola, ah, Pescador mío,
  10llegue acá! ¡Será Pastor!
  Deje ya el flevit amare,
egressus foras, por Dios.
  A buen hora lo encontramos
como siempre, a la Oración.
Cantémosle las folías
y alegremos al Pastor.
Estribillo
  Éstas son folías
que folías son.
Éstas son folías,
  20Señor Pescador.
  Tenga este Cayado,
deje ya el Timón;
oiga las folías
que se cantan hoy.
Coplas
  Deje las marinas
obras, porque Dios
lo quiere entre hierbas
del prado Pastor.
Pise la ribera;
  30alégrese-nos,
  y por lo festivo
vaya lo llorón.
Venga a las arenas:
verá cómo Dios,
para consolarlo,
la Tierra le dio.
Noche es de gaudete,
no tenga temor,
porque ya no hay Gallos
  40que espanten al León.
  No tema en las ondas
triste inundación,
quien en tantas suyas
nunca se anegó.
Aborde a la orilla,
que hierbas le doy
donde Pastor sea
de gente mejor.
Dígale a las aguas
  50que lo dejen hoy,
  que otras ha pasado
y no se mojó.
Rompa a los cristales
todo su candor,
o vendrá aquel Ángel
que hierros quebró.
Deje la marina
vaga ocupación;
rompa los diamantes
  60quien grillos venció,
  pues cuando soñaba
que estaba en prisión,
por virtud de un Ángel
sin hierros se vio.
Dichoso tal sueño,
pues entre el rigor,
toda la soltura
en el sueño halló.
Venga, que lo espera
  70cantando el Amor,
  aunque desde el Gallo
músicas tembló.
¡Aquí de la Tierra
que el Cielo le dio!
Ya pasó las aguas;
¡Jesús, qué favor!
¡Salió de las ondas!
¡Dé gracias a Dios,
que quedó por puertas
  80con Llaves y honor!

SEGUNDO NOCTURNO

VILLANCICO IV

Estribillo
  1.—CON DESAIRE VUELA EN LOS AIRES
el mago Simón,
pues al eco de Pedro
se precipitó,
Ícaro nuevo
al rayo del Sol.
2.—¡Ay, que cayó
al impulso de aquel Pescador,
que a quien alas batía, los pies le quebró!
  10Todos.—¡Ay, que cayó! ¡Ay, que cayó!
Coplas
  Volaba poco versado,
pues con arte bien adverso
hizo en un peñasco terso
un verso de pie quebrado,
cuando Pedro acelerado
despeñándose lo vio,
Ícaro nuevo
al rayo del Sol.
Perdióse por la estafeta,
  20en la ocasión que quería
  subir con alas de arpía,
pasar con pies de poeta;
mas cual fogoso cometa,
en la Roca se estrelló,
Ícaro nuevo
al rayo del Sol.

VILLANCICO V.—JÁCARA

  AQUEL CAMPEÓN VALIENTE
y veterano Guerrero,
que después de haber cenado
aquel divino Cordero,
  se fue con dos camaradas
y asistiendo a su Maestro
por el rumor de un arroyo
a la amenidad de un Huerto,
  al ver que cierta canalla,
  10más que con valor, con miedo,
  ajar a su Amor quería,
prender quería a su Dueño,
desenvainando el alfanje:
“¡Aquí de Dios y de Pedro!”,
dijo zumbando antuviones
y avalentando portentos.
Riza hacía en la vil chusma
de cobardes judigüelos,
ya trinchando astas y picas,
  20ya trozos y armas rompiendo.
  Entre el horror de la noche
y la inquietud del estruendo,
le apuntó bien a la oreja
de un corchete lanternero.
  Cercenóle la melena;
y cimbrándole el celebro,
a Malco le hacía el plato
de orejones, cuando menos.
  Y si el Príncipe apacible
  30no le estorbara el empeño,
  traza el buen Viejo tenía
de acabar con todo hebreo.
  Envainó, pues, ya triunfante,
y retiróse al momento
discurriendo hacia Palacio
por ver el fin del suceso.
Estribillo
  ¿Quién pensara que habías,
valiente Pedro,
de temblar de una Ancila
  40y llorar a un temor tres desaciertos?

VILLANCICO VI

Estribillo
  l.—¡QUE SE ABRASA, SEÑORES,
la Mariposa!
¡Ay, Jesús, que se quema
y el aire sopla!
2.—¿No la veis cómo huye?
Ya se remonta.
¡Mariposa parece lo que es Paloma!
Coplas
  Desde aquellos arroyos
  10que mansamente bordan
  de perlas el peñasco,
origen de sus ondas,
después que se ha bañado,
hermosa más que todas,
cercada de azucenas
y de la nieve copia,
al aire se levanta,
tan limpia y tan hermosa,
que embarga del Esposo
  20las atenciones todas.
  ¡Que se abrasa, señores,
la Mariposa! &.
  Al agua, al agua, Pedro,
que es cosa misteriosa
tener siempre en el agua
las medras tan dichosas.
  Guardaos, guardaos del fuego,
  a cuya luz dudosa
errasteis el camino,
  30torcisteis la derrota.
  ¡Llorad, divina Piedra!
¡Volad, mansa Paloma
al pecho del Esposo,
al nido de su roca!
  ¡Que se abrasa, señores,
la Mariposa! &.

TERCERO NOCTURNO

VILLANCICO VII

  AL AGUA SE VA PEDRO VALEROSO,
mas ¡ay!, que ya se aniega;
pero dale su Dueño la mano
y en las palmas de Cristo navega.
¡Mirad, que es dicha nueva
nadar sin riesgo una Piedra!
Coplas
  ¿Qué importa que el golfo esquivo
engrife sus ondas crespas,
si ponéis, Pedro, la proa
  10al Norte de más belleza?
  Frustrar quiso el fiero golfo
las velocidades vuestras,
mas vuestro orgullo pisaba
tantas voraces bravezas.
Solio o sitial de cristales
os previno Dios en ellas,
o por Vice-Dios del mundo
o Árbitro de las estrellas.
Llegáis a Puerto seguro
  20con bonanza y con destreza:
  ¿qué mucho sí os dan la vida
rumbos de la Vida mesma?
  Por extraña bizarría
se arrojó vuestra fineza
a las espumas, buscando
un Brinquiño de mil perlas.

VILLANCICO VIII

Estribillo
  A LA BRISA SUAVÍSIMA
del Favonio Paráclito,
¡oh qué bien asegura Pedro el tránsito!
Coplas
  Aquel Piloto científico,
que su misterioso cáñamo
tiende a soplos del Espíritu,
vital aliento del ánimo,
  de este mundo en el océano
saca el Bajel Eclesiástico,
  10del Aquilón en sus cóleras,
  de las violencias del Áfrico.
Sólo recibe benévolas
(en las tempestades práctico)
inspiraciones del Céfiro,
soplos del divino Oráculo.
  Si le acometen coléricos
duros Piratas del Tártaro,
o en tempestades heréticas
o en torbellinos cismáticos,
  20sagradamente belígero,
  fulmina en breve relámpago
tanto terror, que del Líbano
tiembla el cedro más fantástico.
La Nave negra de Incrédulos
deshace en lucientes átomos,
y pára en calma beatífica
lo que empezó por escándalo.
Vencido el horror diabólico,
hecho el Bajel receptáculo
  30de seguridad al tímido,
  de serenidad al párvulo,
  surge en el Puerto Deífico,
donde en celestiales cánticos,
le hacen la salva marítima
los que ya gozan del Tálamo.