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WEB DE PEDRO PABLO FUENTES GONZÁLEZ

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lechuza de Atenea

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La escuela de Atenas

La escuela de Atenas

Rafael Sanzio, 1510-1511
Vaticano, Stanza della Segnatura

La escuela de Atenas

La escuela de Atenas

Pellegrino Tibaldi, 1588-1595
Monasterio de El Escorial, Biblioteca

Las páginas contenidas en este sitio describen mis principales líneas de investigación y otros elementos de mi curriculum vitae. El lema Diatriba con el que lo encabezo hace referencia al tema que más ha marcado mi investigación en el ámbito de la Filología Griega y que abordara en mi tesis doctoral sobre los fragmentos de las lecciones del moralista de inspiración cínica Teles (s. III a.C.) conservados en la Antología de J. Estobeo (s. V d.C.).

El concepto de “diatriba” referido a la literatura filosófico-moral grecolatina fue lamentablemente sometido por la crítica decimonónica a un tratamiento altamente confuso y arbitrario, que no en vano mereció a principios del siglo XX el calificativo de “diatribomanía”. En efecto, bajo el sugerente concepto de “diatriba” y a falta de suficientes documentos que permitieran su estudio riguroso y objetivo, se acabaron etiquetando las más variadas manifestaciones literarias, en griego y latín, vinculadas, muchas veces de un modo sólo superficial, a los temas de la llamada “filosofía moral popular” (de inspiración más o menos cínica o cínico-estoica) de las época helenística e imperial. Se fue perdiendo así de vista (y esta ha sido de hecho la tendencia crítica más extendida hasta nuestros días) la primitiva idea que encerraba el término “diatriba” en la Antigüedad, al referirse a una variada relación de frecuentación y de “roce” dialéctico entre un maestro y sus discípulos. Dicha relación podía tener una base más o menos ficticio-literaria, o más o menos real, y en este caso verificarse, por supuesto, de muy diversos modos: ya sea en el marco de una escuela filosófica institucionalizada (caso, por ejemplo, de la Academia de Platón o del Liceo de Aristóteles, o, más tarde, de la Estoa de Zenón o del Jardín de Epicuro), ya sea en el marco de una relación escolar mucho más abierta e informal protagonizada por un filósofo-maestro que podemos llamar en cierto sentido “popular” (y aquí podemos citar sobre todo a los filósofos cínicos o a ciertos cínico-estoicos).

Es a esta multiforme realidad pedagógica en el ámbito de la filosofía a la que invoco como lema de mi sitio, una realidad que aúna filosofía y retórica en un autor que, situado (real o ficticiamente) en el papel de “maestro” se plantea con su palabra influir sobre la formación (ante todo moral) de individuos con respecto a los cuales se sitúa en un plano de proximidad. Ni que decir tiene que no es en absoluto esa la intención de quien suscribe. Simplemente, elijo ese lema por constituir un tema central en mis investigaciones, el de las relaciones entre la retórica y la filosofía en la Antigüedad grecolatina en el marco de una realidad (o de una ficción) pedagógica y con una intención del mismo tipo.

Por lo demás, la cabecera pástica de esta página de Inicio representa la figura del filósofo más conocido en lo que a la diatriba en la Antigüedad se refiere: Epicteto (s. I-II d.C.), acompañado de su muleta (señal de la cojera causada por su malévolo antiguo amo) y de su célebre lámpara de barro con la que leía de noche, y por la que, según la leyenda, a su muerte, un admirador llegó a pagar una importante suma de dinero (3000 dracmas), en la creencia (basada en esa estupidez tan propiamente humana) de que heredaría sin esfuerzo la sabiduría de su anterior propietario (cf. Luciano, Contra un ignorante 13).

En fin, la diatriba de la que hablamos aquí no tiene en esencia nada que ver con el moderno concepto de “diatriba” como libelo polemista, un sentido (de hecho el que figura normalmente en los diccionarios de nuestras lenguas modernas) que, como tal, sólo surgió en la época de la Ilustración francesa, con obras como la “Diatribe du docteur Akakia” de Voltaire (1752). En este tipo de diatribas, la disposición caracterizada por la proximidad-familiaridad (amistad) que subyacía siempre en el concepto antiguo viene reemplazada por una postura abiertamente distante y hostil. Debemos en cualquier caso resaltar que en esta época de la Ilustración surgió también un nuevo cinismo (un cinismo moderno) que se centraba muy particularmente en algunos aspectos del antiguo pensamiento y disposición cínicos, aquellos que tenían que ver con la sátira de las opiniones y de las costumbres corrientes. Cinismo antiguo y cinismo moderno, aun teniendo elementos comunes, presentan en cualquier caso notables diferencias que tampoco conviene obviar. He aquí otro de los intereses fundamentales de mis investigaciones, y por ende del presente sitio web.