COLUMNA Granada Hoy, LEVEDAD FREUDIANA, 30-11

LEVEDAD FREUDIANA, Granada Hoy, 30-11

 Entiendes la gran fiesta en Miami. Las celebraciones, la alegría, las risas, los gritos, el entusiasmo, los bailes, el ruido, los desfiles rumberos en la calle Ocho y en el restaurante Versailles. Y claro, el odio, las maldiciones, los epítetos, las descalificaciones y las malas palabras. Se entiende mejor lo que pasa en Miami si giras la cabeza y miras al otro lado, a La Habana, ciudad anti-gemela de Miami, donde el luto oficial y obligatorio ha prohibido la música y el ron y se han suspendido los conciertos y todo asomo de mínima fiesta durante nueve días. La Habana, ciudad donde solo hay loas pomposas y donde los cubanos lloran desconsoladamente en la televisión, hacen colas enormes para despedirse de una foto y discuten si resulta adecuado, en las actuales circunstancias, darse o no los buenos días (¿cómo pueden estos días ser buenos para alguien?). Un pueblo al que no han dejado ver el cadáver, al que no le han dicho exactamente de qué murió el que murió, y al que tampoco permiten acercarse a las cenizas sagradas.

Piensas que si La Habana es el teatro del yo totalitario de la isla, ese yo zombi que nada pregunta y nunca duda, Miami es el refugio del inconsciente cubano, un inconsciente, más que reprimido, repudiado, hostigado y expulsado. Un inconsciente que tiene que salir y manifestarse en otra parte, y que lo hace sin límites, desbordado.

Entiendes la fiesta, sin duda. La fiesta del inconsciente libre, desbordado y solitario. Pero han pasado sesenta años y sientes, no puedes evitar sentir, ese cansancio de la historia del que habla Gustavo Pérez Firmat. Extremo cansancio del yo totalitario, pero también del inconsciente desbordado y solo. Y aunque no vivas, ni quieras vivir, en el país del primero, tampoco puedes vivir en la tierra del segundo. Así que tomas tu copa de champagne con una alegría sosegada, con un poco de mesura. Y piensas en qué decir. Y te das cuenta de que lo mejor son esas frases cortas, brevísimas, minimalistas, de alivio, de suspiro casi; esas frases leves de alegría. Preferiblemente, con el sujeto ya omitido, es decir, ya empezado a olvidar. Como esas mini-oraciones que algunos ya han escrito. Algo así como el titular de Diario de Cuba: “Ya murió”. O, acaso, como ese graffiti de El Sexto, donde el sujeto que no está se convierte, con levísima ironía, prácticamente en un contrarrevolucionario; ese delicado, casi inocente: “Se fue”.

Contraficciones, autobiografía (Reseña de Ángeles Mora), Granada Hoy, 20-11

[Ángeles Mora. Ficciones para una autobiografía, Madrid, Bartleby, 2015 [Premio de la crítica y Premio Nacional de Poesía, 2016]

Hace algunos años, en 2001, Ángeles Mora publicó un hermoso poemario con un título muy sugerente: Contradicciones, pájaros, con el que obtuvo el Premio Ciudad de Melilla. Con su más reciente libro, Ficciones para una autobiografía, Ángeles Mora ha conseguido los dos reconocimientos más relevantes para un libro de poesía en España, el Premio Nacional de la Crítica y, hace pocos días, el Premio Nacional de Poesía. En este nuevo poemario, y ya desde su título, la autora vuelve a insistir, vuelve a colocar en primer plano el mismo elemento sobre el que llamaba la atención en 2001, las contradicciones (en plural), que constituyen uno de los ejes fundamentales que sostienen sus poemas más recientes y que, me atrevo a decir, suponen uno de los núcleos centrales de su poesía. Del mismo modo que antes se yuxtaponían contradicciones y pájaros, son, ahora, las ficciones las que se sitúan enfrente, al lado, o quizás bordeando la autobiografía. La infancia y el presente, el ayer y el hoy, van alternándose o contraponiéndose en el libro, para conformar unos poemas de los que surgen esas que quizás podríamos llamar las contraficciones de Ángeles Mora; es decir, unas ficciones que no sólo pretenden contradecir el concepto ‘natural’ de autobiografía, sino que se configuran llevando también, en sí mismas y como motor, la propia contradicción; unas ficciones, también, que, precisamente al estar construidas sobre las contradicciones, consiguen revelar las verdades de nuestra existencia, porque, como escribe la poeta: “La alegría más alta / siempre esconde una sombra / invisible, / agazapada, de tristeza” (Nubes).

Es, tal vez, el magnífico poema ¿Quién anda aquí? (“¿Quién vive aquí conmigo, / pero sin mí, / igual que si una sombra me habitara, / de mujer a mujer / sin que pueda tocarla / llenando de preguntas / mis largas noches de respuestas?”), uno de los que mejor pone en evidencia una contraficción que me parece central en el libro, la ficción (verdadera) del diálogo entre el yo y la otredad; poema que, como señala Juan Carlos Rodríguez en su excelente reseña sobre el libro (¿cómo escribir sobre este poemario después de que lo hiciera Juan Carlos Rodríguez?), supone un “diálogo con lo otro que nos habita”. En este poema, emerge, decía, la ficción (verdadera) del diálogo con la otredad, una otredad que se coloca en el ámbito de la existencia: la sombra que nos habita, pero también, y me gustaría subrayar este rasgo, en el ámbito de la propia escritura: “¿Quién va y viene sin ruido entre mis cosas, / penetra con sigilo / de noche en mis papeles / usurpando sus notas? / ¿Quién vierte la tinta que me roba el sueño?”. Es decir, el poema no sólo plantea la contradicción entre el yo y la otredad en sentido más general, sino también entre el escritor (la escritora) y su doble; doble que se escapa y que, más que responder, pregunta.

La contradicción (la contraficción) continúa manifestándose a lo largo de todo el poemario; la advertimos, así, en esa voz que nos dice que plancha en primavera “las camisas del invierno” (Planchando las camisas del invierno); o que se reencuentra “una vez ya perdida / en las sendas del bosque” (Contigo misma); o de quien se piensa peregrino “que no se queda quieto / ni va a ninguna parte” (Una forma de vida); o de quien declara: “he vuelto del viaje y sin embargo, no regresé del todo” (El hueco de lo vivido); o de quien invoca el tiempo pasado y dice de sí misma: “Y no eres tú, pero sí eres, la que aparece” (Con luz propia).

Me gustaría detenerme en otra de las contraficciones a las que aludí, de pasada, al mencionar el poema ¿Quién anda aquí? y que me parece también fundamental en este poemario; se trata de la contraficción entre ser mujer y ser escritora. Acaso esa ficción (verdadera) del deseo por la escritura, que se manifiesta desde la infancia en la voz poética, sea una de las que explican las contraficciones posteriores. Esa contraficción la muestra espléndidamente el poema Noche y día; en ese texto, la aparentemente contradictoria elección de la noche frente a la mañana, el día, su claridad y sus mandatos, está completamente condicionada, y justificada, por la condición femenina de la voz poética; y es que el día “femenino” supone para esa niña que la voz poética recuerda y/o construye, limpiar el polvo, hacer ganchillo, barrer; y sólo en la solitaria, sosegada noche, tiene la oportunidad de acercarse a los libros por leer, a los folios en blanco por escribir. La contradicción se nos revela, así, causada por el afuera. Podemos pensar entonces que las contradicciones en este poemario tienen un sentido doble; por un lado, son las que supone cualquier existencia, pero por otro, son también el resultado de elegir ser escritora cuando el día y sus medidas habían determinado otro destino. La misma contraficción aparece en otro poema, En el desván, donde, en el momento de la siesta, cuando todos duermen (esa parte nocturna del día), la niña puede escapar al desván y caer, como Alicia, “por laberintos escondidos de palabras sonoras” y guardar “sus borradores escondidos”. Y vuelve a surgir, de nuevo, con fuerza, en la adultez; así en Lugares de escritura, la voz poética nos dice que piensa sus versos “mientras lavo los platos (…) entre el jabón y el agua”.

Como antes decía, las ficciones (más si se plantean como contraficciones) acaban revelando verdades, conformando una autobiobrafía otra; más real, más auténtica. Esa autenticidad que Ángeles Mora no ha dejado de buscar en sus poemarios y que seguirá, seguro, buscando, como quien busca en sí misma (lo ha dicho la propia poeta) “las luces que más arden”.

COLUMNA GRANADA HOY, JAMAIS VU, 16-11

JAMAIS VU, Granada Hoy, 16-11

   Lo estamos viviendo cómo esa experiencia que se ha dado en llamar jamais vu; es decir, algo que no recordamos que haya sucedido antes, aunque, quizás, sí que haya ocurrido alguna vez.

Lo cierto es que nadie sabe cómo pero ha sucedido. El próximo inquilino de la Casa Blanca (la Casa más céntrica en el barrio más céntrico de ese país que se llama Mundo) será un impresentable absoluto. La novedad es que no se trata de un total impresentable al que descubriremos como tal algún tiempo después, en medio de su mandato, que ha sido lo habitual hasta ahora, y lo admisible y entendible en la conducta humana (ser engañados por alguien que parecía o fingía ser lo que no era, o al que no supimos identificar a tiempo como lo que era). No, en este caso el impresentable absoluto se ha presentado como impresentable absoluto desde el principio y no ha dejado de serlo durante toda su campaña electoral. Es más, ha presumido de ser un impresentable absoluto en numerosas, casi todas las ocasiones en las que ha podido.

Aunque parezca raro, dicen que mucha gente lo ha votado precisamente por ser lo que es. ¿Quién mejor que un impresentable absoluto -se dicen algunos, muchos- para incomodar a las élites -o castas- corruptas (¿no son acaso sinónimo?) que ostentan el poder político? Que al impresentable absoluto lo adornen el racismo, el machismo, la xenofobia, la ignorancia, la mentira, la grosería o la zafiedad parecen ser motivo para la simpatía y el aplauso, según indican los resultados de las elecciones. (Toda esa corrección o buenos modales que muestran los de arriba de las élites -o castas- políticas aburre; provoca, incluso, burlas).

No parece casual que en la era de los reality shows vayamos a tener un showman como inquilino de la Casa Blanca. En un reality show, ya se sabe, todas estas “cualidades” del próximo casablanquino son aplaudidas. Como lo son otras que también ostenta: el grito, la irracionalidad, el odio, la ofensa al contrincante.

Desde luego que hay motivos para la inquietud. Lo han dicho todos sus no-votantes, que siguen todavía protestando en las calles o se preguntan si ha llegado la hora de emigrar a Canadá. Pero también es tiempo de preguntarnos cuándo olvidamos palabras como educación, conocimiento, razón, humanidades, valores, cultura. Cuándo fue que esas palabras dejaron de importarnos, dejaron de tener valor. ¿Cuántos Trump hacen falta para que lo hagamos?

Día de las Librerías, Librería Picasso, Granada, 11-11-16

La Junta de Andalucía y la Federación Andaluza de Librerías (FAL) celebran el 11 de noviembre el Día de las Librerías. En la provincia de Granada, el acto se desarrollará en la librería Picasso, con la participación de Milena Rodríguez.

http://www.juntadeandalucia.es/presidencia/portavoz/cultura/116453/consejeria/cultura/fal/celebran/dia/librerias/actividades/ocho/provincias/andaluzas

 

COLOQUIO POESÍA CUBANA CONTEMPORÁNEA, Sevilla, 3-11

El Coloquio Poesía Cubana Contemporánea se celebra el jueves 3 de noviembre a las 8. P.M. en el Espacio Santa Clara (Sevilla), organizado por Emilio J. Gallardo (Universidad de Sevilla) y la Casa de los Poetas, con la participación de Manuel Díaz Martínez, José Pérez Olivares, Milena Rodríguez y Almelio Calderón.

http://www.elegirhoy.com/evento/conferencias/poesia-cubana-contemporanea