Así que yo empecé a estudiar medicina porque cuando tenía unos 15 años fui a pasar unos días en verano en un hospital. Y pedí para estar en la sala de partos. No sé por qué. Y allí fue donde tuve un choque grande, al ver a una mujer parir que maldecía, y juraba y se desesperaba. Y me impactó tanto pensar que la maternidad no era esta cosa maravillosa que me estaban haciendo creer en el discurso del amor, sino que podía llegar a convertirse en una tragedia para una mujer mientras estaba pariendo. Y a mí esto me impactó.

Al acabar la carrera yo estaba con Ballabriga en pediatría, en prematuros. Entonces cuando hacíamos las visitas de los familiares, las madres de estos prematuros o de estos niños con problemas me decían: “doctora, ¿pero es que voy a quedar de nuevo embarazada?”. Y conectaba con aquel lamento que yo había oído en la sala de partos. 

Cuando las mujeres me preguntaban esto, porque yo era la residente, bueno la asistente que atendía… A mí no me habían formado [en temas de planificación familiar], no, no, no. Esta asignatura no existía y además yo lo veía como vital. Y me preocupaba este tema mucho y supongo que lo debí hablar con Elvira, y bueno, me enteré de que estaba prohibido y tal. Y ella me dijo: “mira, me han ofrecido una beca para ir a Londres con la Internacional Planned Parenthood Federation para hacer un curso de anticoncepción”.
Y yo, me lo pensé. Y pensé “pero si es que yo me tengo que casar en octubre”. Es igual, yo me fui a Inglaterra.

En 1971, en Barcelona montamos el primer centro de planificación familiar público en el Hospital Clinic. (…) Fue en la cátedra del profesor Conill. (…) Estaba yo sola, bueno sí, enfermera siempre, yo todavía he vivido la época en la que trabajaba siempre como enfermera. Que a veces era enfermera-enfermera, y otras veces era auxiliar. En San Pablo yo me encontré en un ambiente muy progresista, la gente muy joven. Y Víctor Conill nos dio carta blanca para poder actuar. Y realmente fue un soporte muy, muy, muy importante. Muy importante. 

La verdad, que en estos momentos yo era muy joven y entonces me llamaban para dar charlas por muchos sitios, que yo estaba muy dispuesta de ir a dar. Y ya iba un poco preparada para explicar que no se trataba de convencer a nadie de nada, que el médico no es la conciencia de nadie, que se trataba de dar ayuda a quien lo solicitara, en la línea que la solicitase. Porque si a mí me preguntan cómo funciona el método Ogino, o el método Billings, encantadísima, voy a ayudar en ello. Y que no se iba a obligar a nadie ni a interrumpir un embarazo ni a usar un método anticonceptivo. Pero sí que agresiones sufrimos. Llegamos a sufrir agresiones.