Anticoncepción, sexualidad y salud

Memorias de vida y prácticas sanitarias en España durante el franquismo y la Transición Democrática


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Josefina

Josefina (nombre ficticio) colaboró en la primera consulta de planificación familiar en el Hospital Virgen Macarena en Sevilla. Entrevista realizada en diciembre de 2010 en Sevilla por Eugenia Gil García.

“Se creaba una relación muy personal, muy íntima entre las mujeres y los médicos”

Fuimos voluntarios más. Él [José María Bedoya] nos hacía una entrevista, nos iba hablando, y después se iba quedando con los que le iban gustando. Entonces nos aceptó. Este era el proceso de antes de internado, durante la carrera. Se cogían internos por especialidades y tú te dedicabas más a esta parte. Ahora ya es de otra manera. Entones aceptó a 40. Pero de estos 40 seleccionó otra vez a quienes le interesaban, a quienes él vio que nos interesaba más la ginecología y sobre todo la planificación familiar. Y entonces nos habló de prepararnos para ejercer ya como planificadores… médicos de planificación familiar. Nos estuvimos preparando en el 1975… en el ’74 ó ’75 él ya lo estaba rumiando. Formó él la primera unidad de planificación familiar en el Hospital Macarena, y allí trabajábamos. Terminábamos las clases y nos íbamos corriendo allí a ver mujeres y a explicar y a trabajar. Y ya está. Y después habló con los ayuntamientos de Camas, de San Juan de Aznalfarache…

Y en Rochelambert. Y por el centro había otro centro de planificación familiar. En el centro había otro, en el Prado, o por allí. Y ya nos distribuyó. Yo me fui a Rochelambert. Así que allí empezamos. Era todo gratuito, por supuesto, nadie pagaba. Se ponía allí un botecito para la voluntad, para el mantenimiento. Pero no estaba la voluntad para eso. Ni mantenimiento… no nos daba ni para el autobús. Después ya empezó don José a hablar con la Junta. Y la Junta de Andalucía, lo nombraron a él como del programa de centros de planificación por toda Andalucía. Y entonces yo me fui con él a la calle Oriente, también trabajando gratis, por supuesto. Por las tardes nos íbamos a trabajar allí, y a organizar los centros de planificación que se fueron montando en toda Andalucía. Los fines de semana, el viernes, cogíamos el 600 [el coche], teníamos el 600 y nos llevaba a las ciudades a hablar con los organismos de allí para montar los centros y organizarlos. 

Hacíamos ligaduras de trompas. Por la ligadura de trompa se cobraban 15 pesetas porque había que justificar la estancia en la clínica. Entonces aunque no se quedaban a dormir ni nada… o si se quedaban [a dormir], era un día y la clínica tampoco cobraba. 

Me gustaba. Yo tenía claro desde principio que yo quería ginecología. Cuando empecé la carrera, quería pediatría, pero después, como vas pasando por alumnos internos… Yo cuando hice el internado en pediatría, que también era voluntario, tú vas, te apuntas y te aceptaba el catedrático. Antes todo lo decidía el catedrático. Entonces yo lo pasaba muy mal, porque ver los niños enfermos, terminales… Total, que se me quitaron las ganas de ser pediatra. Y ginecología fue, pues nada, fue el siguiente, y me gustó, y ya está. Y él, como hablaba con todos nosotros, pues nos fue metiendo un gusanillo, que no se salió. Vamos, de hecho yo no he trabajado en la Seguridad Social nunca.

El centro de Rochelambert… En el ’75 empezamos. Abrimos posiblemente en el ’76. Don José se agenció que el ayuntamiento regalara el local. Claro, no se pagaba el alquiler ni nada y entonces vio un local… De todo el material que había… tú sabes que en los hospitales, en el almacén se va metiendo todo lo que va sobrando… Pues él se llevó todo el material que quiso de… desechos. Entonces montó una consulta con todo el material del hospital, que lo trasladó allí. Habló con la asociación de vecinos de Rochelambert y entonces cogió también a 2 mujeres voluntarias de la asociación de vecinos… yo no me acuerdo de los nombres. Y se iban allí a trabajar por las tardes, que es cuando se abría el centro.

Abríamos por las tardes, y se iban a trabajar, pues empezábamos a las 3, o sea que terminábamos nosotros en el hospital… ya ves tú, no nos daba tiempo ni a comer. Y nos íbamos corriendo a Rochelambert, y ya había cola, eh [risa]. De verdad (…) Y éstas pues hacían las veces de auxiliar, de administrativa, de dar citas… vamos, cita no, porque allí conforme iban llegando, iban esperando y se iba atendiendo a todo el mundo, pero bueno, eran las que iban organizando. 

Y nosotras nos turnábamos al principio. Al principio íbamos cada día una de las estudiantes que estábamos allí pues y don José iba por supuesto. Él iba siempre. Y nosotras íbamos con él, íbamos trabajando con él, hasta que ya montó más centros entonces ya terminamos nosotros la carrera y ya nos distribuyó a cada uno. Y él iba supervisando cada día un centro. Que yo me acuerdo que a mí me tocaba los martes. Los martes venía don José. Y entonces se sentaba y pasábamos la consulta con él. Y entonces se veía cómo se trataba a la mujer, con el respeto que se trataba a la mujer, con el cariño se trataba a la mujer. Eso para él era fundamental, que la tratáramos con mucho cariño [risa] y mucho respeto. Esto era lo primero. Y después pues explicarle todo a la mujer, preguntarle, preguntarle, él se empeñaba siempre. Tenía mucho interés en sus relaciones, en cómo se llevaba con su marido, por qué tenía tantos niños, cómo mantenía estos niños… En fin, es que se creaba una relación muy personal, muy íntima entre nosotros… entre las mujeres y los médicos.