Anticoncepción, sexualidad y salud

Memorias de vida y prácticas sanitarias en España durante el franquismo y la Transición Democrática


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Miguel

Miguel (nombre ficticio), ginecólogo que trabajó en Sevilla durante la segunda mitad de los años setenta y en los ochenta. Entrevista realizada en enero de 2010 por Eugenia Gil García.  

“Para proporcionar anticonceptivos, había que mandar al laboratorio un informe de que esta mujer padecía una patología”

Yo tenía 23-24 años. Terminé la carrera y entré en el Departamento de Ginecología (…). Entonces, bueno, había que dar pastilla, había que poner los DIUs, que entonces se hacía de manera un poquito rara porque había que mandar al laboratorio un informe, un certificado de que esta mujer padecía una patología. La primera consulta de España|…Esta consulta se crea en el hospital Macarena en el Departamento de Ginecología y el Departamento de Microbiología.

[En la consulta de enfermedades de transmisión sexual] Esto sería del ’75 al ’77, en esta época… pura voluntad. Y bueno, estuve un tiempo. Tuve mis diferencias con cómo se planteaba aquello… Únicamente lo que valía era el microscopio, ya no había que mirar más nada. Lo cual no planteaba hablar de sexualidad, de las enfermedades de transmisión sexual, de información sexual… Pero yo no dejaba de hacerlo…

[El ámbito de la planificación familiar] estaba muy limitado, era el hospitalario. Que les daba hasta las pastillas y el DIU, los abortos y eso esto era muy tabú entonces aquí. Claro, lo de Los Naranjos era más que nada por la interrupción [del embarazo]. La planificación, pues por la gente que ya empezaba a tener acceso. Pero al aborto no tenía acceso ninguno. Tenían que irse a Lisboa, Faro, Tánger.

Y la idea de Los Naranjos pues esa: dar cierta cobertura (…). Estuve visitando ginecólogos y matronas de Faro, de Lisboa, de Tánger… para saber qué hacían y cómo lo hacían y tener información de aquello. Y fui para darles mi número de teléfono por si alguna de las que iban a abortar volvía a Sevilla y tenía problemas, que me avisaran. Era una forma para que la que lo hubiera hecho fuera, no se sintiera desasistida… Entonces yo las veía en el hospital. Y no pasaba nada, venían bastantes las que mandaban de Lisboa sobre todo, y de Faro… Y fue ya cuando nos metimos en el tema, en el tema de Los Naranjos.

Y luego pues también me enfrenté un poco en el tema del aborto libre y gratuito. Yo no he sido nunca partidario del aborto libre y gratuito. Libre sí, gratuito no. Pague poquito, pague una cantidad, pero que pague. Si no, que no, mire Usted, que no lo veo. No lo veo [risa]. Que como todo, no, que esto lo haya mandado Dios, Usted como dice. Le ha caído un ladrillo en la cabeza, vale, se lo pagamos, pero es que esto es voluntad tuya, haberte cuidado, que esto es dinero público. Y el dinero público no creo que deba relajarse así, sobre todo no dando pie a otras ideologías que digan: “ah, con mi dinero encima. Encima con mi dinero”. No. Plan de apoyo, de ayuda, de lo que Usted quiera, si Usted tiene dinero para pagar, Usted paga. La que no tenga, vamos a averiguarlo, lo que sea, y se resuelve.

Años más tarde, sobre los 80,me fui del hospital, me fui [a un pueblo] a montar una [clínica de] planificación familiar. El Ayuntamiento decide crear un centro. Aquello fue un centro de planificación. Y era, bueno, era para una cosa mucho más amplia. Querían poner un centro para la mujer, una cosa que no sabían darle forma. Para una cosa muy amplia: de educación de maternidad, control de parto, gimnasia, información sexual… Se daba un curso. Información sexual. Educación sexual se daba en los institutos. En el instituto del pueblo, allí a adultos, a maestros, a profesores y alumnos. Esto fue muy positivo. Y lo de la consulta funcionaba muy bien. Aquello era del Ayuntamiento del PC (no había todavía Izquierda Unida). Y empezó a querer controlarnos. Controlarlo todo. Y hablamos con la gente de UCD, pero UCD con los del CAP… en fin, ponernos en contacto con toda la gente del pueblo. Aquello no era exactamente de los comunistas. Y pues empezaron a perseguirnos y allí nos acusaban de cosas tan raras como que en las consultas incitábamos que las mujeres se masturbaran.

[En un centro de planificación cooperativo que se fundó a mediados de los años ochenta] A toda mujer que pasaba por la consulta en este tiempo, se hacía su historia sexual. Dos caras, no fue poco. ¿Para qué y por qué? Bueno, al principio, pues para enterarte. Enterarte te hacía aprender. No sabíamos nada, la sexualidad no se trabajaba en la facultad, lo que sabía uno era de un libro, vamos. Y allí aprendimos mucho, sin duda. Y claro, uno te daba una información más directa.