Anticoncepción, sexualidad y salud

Memorias de vida y prácticas sanitarias en España durante el franquismo y la Transición Democrática


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Humanae Vitae

Humanae Vitae

En la Encíclica Humanae Vitae, publicada en agosto de 1968, el papa Pablo VI rechazó todos los métodos anticonceptivos “artificiales”, incluida la píldora anticonceptiva. Inmediatamente tras su aparición en el mercado, la píldora anticonceptiva suscitó debates en la comunidad católica sobre la utilidad y la legitimidad del uso para los matrimonios católicos. Uno de los lugares para estos debates fue  del Concilio Vaticano II (1962-1965), donde se debatió sobre el concepto de “paternidad responsable”, o derecho de los matrimonios católicos a regular los nacimientos, las circunstancias que justificaban esta regulación de la natalidad y los métodos que se podían emplear para ello. Uno de los documentos concluyentes del Concilio, la constitución pastoral Gaudium et Spes, publicada en 1965, reconocía que la sexualidad dentro del matrimonio católico tenía otros objetivos fundamentales más allá de la procreación, entre ellos reforzar el amor conyugal. Además, el documento planteaba que los matrimonios podían generosa y responsablemente planear el número de hijos siempre y cuando rechazaran soluciones “no honestas” como el aborto o el infanticidio. Formalmente, la única solución “honesta” autorizada para ello por el Vaticano fue la de la continencia periódica, sancionada en la Encíclica Casti Connubii en 1930, aunque desde la introducción de la píldora, numerosas voces dentro de la Iglesia defendían también su “honestidad” y la rectitud moral de su uso. Sin embargo, el Concilio Vaticano II no se pronunció claramente sobre la legitimidad del empleo de la píldora, y para estudiar este asunto se convocó una Comisión Pontifica para la Población, la Familia y la Natalidad, en la que debatieron teólogos y matrimonios católicos. En 1967 se dieron a conocer los informes finales que concluían el trabajo de la Comisión. El informe mayoritario optaba por la autorización del uso de la píldora con el fin de practicar la paternidad responsable, mientras el informe minoritario insistía en mantener el método del ritmo como el único permitido. En la Encíclica Humanae Vitae, el papa Pablo VI, adhiriéndose al informe de la minoría, rechazó el uso anticonceptivo de la píldora, autorizándolo solo para fines terapéuticos. La encíclica no significó, sin embargo, el fin del debate sobre la píldora en el mundo católico. El retraso en emitir la decisión final sobre la píldora propició que un número elevado de matrimonios católicos la incorporaran a su vida sexual y reproductiva. Para algunos teólogos y matrimonios, el eje central del concepto de paternidad responsable era la libertad del matrimonio de tomar decisiones sobre el número de los hijos según sus circunstancias personales, siempre y cuando no cayeran en el “egoísmo”. Para ellos, el debate sobre los métodos anticonceptivos concretos para llevarlo a cabo fue una cuestión secundaria, y en todo caso a resolver dentro de la propia conciencia, con la encíclica como una indicación, pero no como una obligación vinculante. Sin embargo, otros teólogos más conservadores insistían en una interpretación rígida de Humanae Vitae como de obligatorio cumplimiento, alabando al mismo tiempo el método del ritmo como disciplinador de la sexualidad humana y expresión del amor mutuo dentro del matrimonio. Esta fue también la postura oficial del Episcopado español, que se adhirió totalmente a la Encíclica tras su publicación.

Para saber más: Felitti – Revolución de la píldora.