Anticoncepción, sexualidad y salud

Memorias de vida y prácticas sanitarias en España durante el franquismo y la Transición Democrática


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Delia Blanco

Delia Blanco, activista feminista en la década de 1970, integrante de la Comisión de Planificación Familiar del FLM  y confundadora del Centro de Mujeres Federico Rubio. Entrevista realizada en mayo de 2010 en Madrid por Teresa Ortiz Gómez

“Con gráficos muy primitivos, explicábamos cómo era su cuerpo, cómo era la sexualidad y que no tenía nada que ver con la procreación”

«Empiezo a trabajar muy pronto, empiezo a dar clases particulares, gano dinero y me doy cuenta que no puedo abrir una cuenta corriente. Entonces por cosas muy simples, empiezo a despertar y tomo contacto, a través del Partido Socialista. Yo en este momento no formo parte del Partido Socialista, pero conozco a Elena Arnedo, a Pilar Jaime (…) y entro en el Frente [de Liberación de la Mujer] …era muy impulsiva, muy joven. Y la estructura era muy precaria y además no era legal, es decir, estábamos en la clandestinidad. Los partidos en donde militábamos aceptaban muy mal la doble militancia y nosotras defendíamos doble militancia y, ante la doble militancia, priorizar el feminismo y la lucha feminista sobre los partidos. Así que nos enfrentamos primero a los compañeros de los partidos, que pensaban que era muy pequeño burgués trabajar en feminismo, (…) y muchas de nosotras [antes de 1975] dejamos de militar en los partidos y nos metemos de lleno en el activismo feminista.

Entramos dentro del Frente, y el Frente, de alguna forma, me parecía demasiado teórico, porque yo había conocido ya los barrios de Madrid. Ya conocía los barrios, ya sabía cómo vivían las mujeres, ya sabía la cantidad de inconvenientes que tenían en la vida, lo difícil que era para ellas salir adelante, lo supervivientes que eran, y es donde descubro que el trabajo hay que hacerlo en barrios (…) Y se crea la Comisión de Planificación Familiar dentro del propio Frente. Con muchas dificultades y muchas discusiones hasta altísimas horas de la noche. Y empezamos a trabajar en barrios. Y tomamos contacto con las mujeres de verdad. Con las mujeres gitanas, con las mujeres chabolistas, con las mujeres del Pozo, de lo que era entonces el Pozo del Tío Raimundo que no es el Pozo de hoy [2010], de Entrevías, de todo el Madrid sur, que era un barrizal completo, de lo que es hoy Getafe, Leganés, Fuenlabrada, que en este momento eran casitas y barro, y mujeres que habían venido de Extremadura, de Andalucía, con una media de 6, de 7 hijos, destrozadas, trabajando en casas, asistiendo, y llevando todo.

Todo. Porque ellos iban al tajo, volvían, comían, se acostaban, vamos, cenaban, se acostaban y de vuelta a trabajar, pero quien llevaba todo eso, toda la casa eran ellas. No sabían nada sobre sus cuerpos, no sabían nada como controlar su sexualidad, los hijos llegaban y llegaban. Y allí empezamos a trabajar en las iglesias (…)
“Somos mujeres que venimos a ayudaros”. Y las mujeres nos abrían las puertas. Nos las abrían.

Después contactábamos con los párrocos, que eran normalmente gente muy implicada, que nos abrían las iglesias, sacaban el sagrario, y dejaban el espacio de las iglesias, que era el único que existía y allí dábamos las charlas. Allí juntábamos a las mujeres y, con gráficos muy primitivos, explicábamos como era su cuerpo, como era la sexualidad, como la sexualidad no tenía nada que ver con la procreación, como se podía impedir seguir teniendo hijos. (…) Y de allí, pensamos que teníamos que abrir un centro donde tuvieran atención. Porque la anticoncepción estaba prohibida legalmente, penalmente. Estaba penalizada. Y con el dinero que íbamos recaudando de amigos, porque es así, abrimos el primer centro, de Federico Rubio. (…) Si las mujeres no podían controlar su sexualidad, difícilmente podrían seguir estudiando, difícilmente podrían seguir avanzando, difícilmente podrían ser autónomas, difícilmente podrían elegir, así que primero era controlar su sexualidad, luego ya vendría lo demás.

Y decidimos también abrir camino hacia fuera para acceder a abortos seguros. Y sin más, otra compañera y yo, sacamos unos billetes a Londres. Y cuando nos dirigimos al hotel, sin ningún contacto en Inglaterra, excepto saber que en Inglaterra se podría hacer, vemos un cartel, esto es así, tal cual, en el metro, que dice “Pregnacy Advisory Service”. Y un teléfono al que llamamos. Y nos dicen que al ser españolas no podemos acceder al servicio nacional de salud inglés, pero que nos pueden dar un contacto de una clínica privada completamente legal. Y nos dan este contacto, en la calle Harley número 46 de Londres. Esta misma tarde nos presentamos, y decimos que somos españolas, activistas, luchadoras, y necesitamos un contacto en Londres para mandar mujeres que no pueden abortar en España, porque es de altísimo riesgo abortar aquí en condiciones clandestinas. Y sorprendentemente el jefe nos recibe (…)».