Anticoncepción, sexualidad y salud

Memorias de vida y prácticas sanitarias en España durante el franquismo y la Transición Democrática


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Reyes Hernández

Reyes Hernández, 1953 -. Enfermera del Hospital Clínico a finales de los años 70, trabajó en la consulta de Planificación Familiar de Sanidad en los años 1979-1980. Entrevista realizada en 2010 en Granada por Teresa Ortiz Gómez

“Ir a un ginecólogo una mujer que no estuviera casada era una cosa un poco traumática”

Así que en 1979-1980, en aquellos momentos que yo recuerde, no se podía ir a un ginecólogo. O sea, ir a un ginecólogo una mujer que no estuviera casada y no fuera acompañada de su marido, pues era una cosa un poco traumática. Tenías que elegir un ginecólogo que no te ofendiera. En fin, las mujeres tenían este tipo de carencias. Una mujer soltera con una infección no encontraba donde acudir, y tenía que dar una serie de explicaciones.

La gente se enteró de la creación de la consulta de planificación familiar de Sanidad (en 1979), sobre todo la gente joven, universitaria. Yo trabajaba allí por la tarde. Fuimos pioneras en explicarles a las mujeres cómo se ponía el diafragma. Teníamos una serie de diafragmas para hacerles a las mujeres la medición y explicarles la técnica. Y todo esto Amalia (la ginecóloga) lo dejó en mano de las enfermeras con muy buen criterio. O sea, que las enfermeras teníamos una autonomía grandísima.

Cuando abortaban, en aquellos tiempos, abortaban en Londres y cuando volvían no encontraban quien les hiciera una revisión. Entonces, si tenían una infección, si tenían fiebre, sí tenían algún problema, claro, tenían el miedo que cualquier ginecólogo al que acudieran incluso las podía denunciar. Y entonces la consulta diaria era atenderlo todo, absolutamente todo. Consulta de orientación, dábamos charlas, nos distribuimos el equipo para dar charlas de anticoncepción, que era un campo desconocido.

[…] Dábamos alguna dirección, que no podíamos darla oficialmente. De esto nos encargábamos así, sottovoce un poco, las enfermeras. Yo por ejemplo, yo no tenía ningún empacho en decirles a las mujeres a la salida de la consulta: “mira, tal dirección”. Me buscaba la gente para que la diera direcciones y se corrió un poco la voz ya en el trabajo mío por la mañana. (…) Iba la gente a buscarte, para pedirte: “mira, que tengo una sobrina”. Además, una cosa curiosa: la gente te explicaba toda su vida. O sea, cuando iban a pedirte una dirección, nadie pensaba que tuviera legítimo derecho.

Entonces te contaban: “que es que yo tengo un problema grandísimo, porque mira, no tengo dinero, o mi padre, o mi madre, si se enteran”. En fin, te contaban una serie de historias que justificaran de alguna manera que tenían derecho de hacer aquello.

Yo creo que la difusión del centro propiamente dicha no se hizo, la difusión fue el boca-boca y fue rapidísima. Además era una consulta gratuita. Para la gente era totalmente gratuita y corrió de boca en boca.