Anticoncepción, sexualidad y salud

Memorias de vida y prácticas sanitarias en España durante el franquismo y la Transición Democrática


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Mónica

Mónica (nombre ficticio), activista feminista en Sevilla a finales de los años setenta y principios de los ochenta. Entrevista realizada en diciembre de 2009 por Eugenia Gil García.

“Nosotras estábamos creando una brecha muy fuerte dentro del  mundo patriarcal, donde hablamos de una sexualidad que no estaba orientada a algo rentable, a la reproducción”

Yo tengo recuerdos de Prímula. Era un espacio de todas las mujeres que teníamos inquietudes y queríamos tener una independencia del Partido, aunque algunas estábamos en el Partido. Pero teníamos una ansiedad sobre todo de formación. Había todo tipo de mujeres. Debatíamos y sacamos folletos, nos preocupábamos  del feminismo por el socialismo, o el feminismo de clase, el feminismo interclasista. Había un debate muy importante, pero al mismo tiempo nosotras no teníamos tanto tiempo para debatir, porque teníamos una realidad de romper con el pasado y crear una nueva experiencia. Y al mismo tiempo se notaba que había un eco fácil. La gente te entendía.

Y es que llegábamos a un barrio y no chocaba lo que decía la feminista. Y yo personalmente me estaba haciendo feminista. Y al cabo del año empezaba a tomar conciencia de que había necesidad de convencer a la mujer. Justo un poquito de venir a España. Porque antes tenía mis dudas. En Prímula, teníamos debate había unas cuantas antiguas feministas que existía ya como feminista de igualdad. Se ponía en cuestión el poder que no era solo la reivindicación social de la mujer.

Tuvimos una explosión de libros sobre el tema de la mujer…esto es el punto de partida, de encontrarte, de tener que romper. Pero la ruptura del pasado no era tanto en el mundo de la mentalidad de la mujer. Porque potencialmente había una sed de apertura en las mujeres. (…) Había ganas. Había ganas. De todo. Yo alucinaba, íbamos más rápido que lo que venía de Suiza o de Francia, y ya yo aquí aprendía cada semana más, más, más. Era terrible.

Porque que pasaba en aquel momento. Las mujeres teníamos mucha charla en barrio. Esto era la ventaja. que antes, bajo el Franquismo, al final del Franquismo, los partidos de izquierdas, principalmente el partido comunista, tenía una estructura creando espacio para la gente, los vecinos. Y dentro de esta estructura, pues se creó también estructura de mujeres, espacio de mujeres. Esto, nada más que final del Franquismo e inicio de la transición. Teníamos charlas, pero dos veces, tres veces por semana, no parábamos de tener las charlas. Y eran charlas donde se reunían  50, 60, 100 mujeres. Y siempre había unos cuantos hombres allí, con la voz cantante. Había una necesidad enorme de expresión, de escuchar y de comunicar, que tú no tienes hoy en día igual. Y entonces claro, había una base. La mujer salía para defender una causa de lucha sindical, la lucha de tema democrático general. Pero había todavía en la mentalidad un sentimiento de vergüenza de salir a la calle como mujer para mujeres. Esto era muy fuerte. Y curiosamente, las más atrevidas, que podían ir a la calle, poniéndose una, y esto es muy importante, ponerse “un sándwich” y decir: “yo aborté”. Pues que muchas ni habían abortado o habían abortado pero la que no habían abortado eran lesbianas. Que se atrevían porque no tenían nada que perder. Y dentro del movimiento feminista había… y se reían pero lo hacían para ayudar a visibilizar una reivindicación que las mujeres sentían, pero no tenían la fuerza de poder salir a la calle.

En el 1979, cuando hubo un encuentro en Granada, que teníamos tanto debate, se creó una división, que de hecho la OLM se ha ido abajo con esto. Y allí yo recuerdo que teníamos ya más concentrado el debate famoso sobre el tema de la sexualidad. La sexualidad no es reproducción. Y yo creo que el movimiento feminista en los años 78, 79, 80 ha sido no consciente en el momento, pero muy revolucionario, porque esta primera vez en la historia de la sexualidad del mundo occidental que hablamos de saber disfrutar de algo que sin que sea necesariamente rentable. Y nosotras estábamos creando una brecha muy fuerte dentro de este mundo patriarcal, donde hablamos de una sexualidad que no estaba orientada a algo rentable, que era la reproducción. Era la sexualidad es placer. Y es muy subversivo y muy, muy, muy importante. Y de allí que también empieza a haber un debate en el barrio, y, más tarde, en la escuela. La mayoría de las feministas estábamos todavía muy relacionadas al mundo social típico de la ciudadanía, de barrio. Empezar entrar en el mundo de lo que es la enseñanza, de ir a la universidad. Un poquito más tarde. Gracias a la aportación de las mujeres que ya son profesoras.

Entonces este momento, yo creo que muy importante, muy subversivo, y al mismo tiempo no olvidar que es el momento que creamos las mujeres de Prímula y luego las de OLM, participamos a crear la red estatal de mujeres, la red feminista estatal. Es que teníamos una necesidad de organizarnos y tener un debate de fondo sobre quién somos, a dónde vamos. Qué feminismo. Era muy intenso. Muy intenso. A todos los niveles. Y al mismo tiempo, pues había la primera expectativa al nivel de la institución, aunque las primeras elecciones fueron una catástrofe para las mujeres, porque no salieron apenas diputadas. O sea, fue un nivel muy bajo. Y nosotras estábamos al margen de todas las negociaciones de la transición, como mujeres. O sea, la habilitación de las mujeres, estaban relegadas en segundo plano, porque los temas son la nacionalidad y otros. Y nosotras allí en el medio, pero era una especie de revolución social, psicológica, cultural que iba de día a día, extendiéndose. No éramos el gran debate del parlamento, no éramos el debate de tal, pero estábamos creando un nueva realidad. Hasta los medios de comunicación en época de Suárez cuidaban más la publicidad no sexista que posteriormente (…)

Había un nacimiento de radios locales, municipales. Se nos invitaba a todo. Yo iba a muchas entrevistas por todos lados. Y había el nacimiento de la escuela para mayores, que de hecho son las mujeres que iban, la escuela de padres. No iban, nos llamaban para todo, para hacer una charla sobre la historia del movimiento de mujeres, como sobre temas de actualidad. En este clima muy horizontal. Pero hemos creado unas condiciones para que cuando hubo problema grave, como la detención de este centro, Los Naranjos, como el caso de Bilbao, es que teníamos una presencia aunque no teníamos un gran eco al nivel político.

Aunque no éramos muy representativas a nivel político, digamos, de poder. No teníamos poder. Pero poder con los carteles que hacíamos a mano, 300.000 mujeres mueren, se van a Londres a abortar, claro. Y iba a comprar grandes rollos de papeles. Yo que no podía ir a toda la manifestación porque no tenía nacionalidad, pues me dedicaba a hacer todos estos carteles y eran impresionantes, porque no era el pequeño cartel que se hace ahora. Eran de color y todo. Teníamos otro estilo, creamos un clima. Creamos un clima (…). Teníamos mucha energía, porque lo podíamos hacer sin tener un duro, sacrificando todo. Es que era nuestra vida. Era terrible.

Recuerdo que cuando nosotras estábamos en la Carbonería reunidas llamamos al centro Los Naranjos para un asunto. Queríamos información para dar charlas. Llamo y me doy cuenta que hay algo raro. Que me ha cogido alguien el teléfono. Y entonces allí que descubrimos que hay un problema. Que estaba la policía. Fuimos todos a escondernos. Yo primera. Yo fui a esconderme en un piso. Entonces de allí empezamos el contacto internacional para avisar que están detenidos, y se hizo asamblea mixta de todo el mundo… de toda la gente. En la calle Botero yo me acuerdo. Había que movilizar. Movilizar contra la detención. Eso fue lo primero. En la calle Botero este fue en aquella época el movimiento comunista que tenía un local.

Y en Barcelona yo recuerdo que tuvimos un encuentro con mujeres también internacional de Europa. Internacional europea. Esencialmente. Para organizar la resistencia por el tema del aborto. Porque te creas que es solo aquí que tenemos el problema. Pero tuvimos mucho apoyo de holandesas, de Francia, de Inglaterra. Mucho. Cuando hubo la detención de Los Naranjos… se desencadenó inmediatamente una red de apoyo extraordinario.

Y no te olvides una cosa muy bonita que hicimos. El 8 de marzo del 78 pusimos una pancarta sobre la Giralda. Aborto sí. Hicimos la campaña que yo creo que era estatal: “Yo también aborte”. Eso fue después de la detención de Los Naranjos.