Memorias de vida y prácticas sanitarias en España durante el franquismo y la Transición Democrática
El cambio en mi vida de una manera muy clara fue la llegada a la facultad. Llegué a la facultad, soplan los vientos del 68, soplan los vientos de la transición política. El contexto histórico invitaba al cambio, y se produce un cambio, digamos, a nivel político pero también a nivel personal, muy fuerte. También el cambio que se estaba operando en nuestras relaciones, que se suponía que eran de igualdad. La cosa funciona de otra forma en tanto que hay miedo a la concepción. Porque no lo deseas en ese momento, empiezas a ver de qué manera puedes encontrar algún control de tu cuerpo, empiezan las lecturas de sexualidad.
Lo que fue mi sexualidad y la manera de relacionarme tuvo mucho que ver con el feminismo (…). Las mujeres del partido empezaron a demandarnos charlas sobre anticoncepción. Y después pues los libros de sexualidad, pero que iban desde una perspectiva más teórica. Se hablaba del diafragma, se hablaba del condón, se hablaba, pero vamos. Los chicos lo del condón lo llevaban fatal (….). ¿Cuándo empiezo yo a ver eso un poco más como una organización en donde la medicina empieza a tomar cabida? Pues de la mano de algunos médicos, el doctor V. por ejemplo, pues tuve la suerte de que con el seguro médico que tenía, fui a él, le dije “mire, yo no puedo tener hijos en este momento, yo necesito una planificación familiar”. No era el momento propicio para tener hijos. Y este hombre, magnífico, me dijo: “Ningún problema, yo te receto esto, te veo a ver cómo estás, la analítica”. O sea en el 1969-1970, por ahí, en ese curso es más o menos cuando conozco al doctor V. y él me receta la píldora. Desde mi primer curso [en la universidad] estuve tomando píldora porque me daba a mí la gana. Sin descanso (…). ¿Efectos secundarios de eso? No lo sé. El vello quizá. Eso que dicen que engorda, no. Eso, pues no lo sé. Y efectos secundarios… tampoco puedo aseverar que fuera por la píldora. No lo sé. Porque cuando también estuve descansando mis dolores de cabeza permanecían, o sea que yo creo que no. Yo no tenía miedo. Hombre cuando ya llevabas mucho tiempo, sí.
Yo me acuerdo [hablando] entre nosotras que “¿Cuánto llevas tú?”, “Pues yo llevo cinco años”, “¿Y no has descansado nunca?”, “¿Y cómo descanso?”. Y sí que optamos mucha gente por preservativo. Hombre, hubo gente que se puso el DIU. Yo no. [Los métodos naturales]. Bueno, eso es una tontada. Yo estuve tomándome la temperatura basal pero yo es que lo veía que era una tontada, eso no me lo he creído nunca. Mi cuñado era del [método] Ogino, o sea quiero decirte, que hubo una charla en el pueblo de donde era mi marido, a los padres y madres de familia enseñándole el método Ogino, y de esa charla salieron como 14 o 15 niños (…).