Academia de Ciencias Matemáticas, Físico-Químicas y Naturales


Discurso del presidente entrante Excmo. Sr. D. Francisco González Lodeiro




   Rectora Magnifica de la Universidad de Granada
   Excelentísimo Señor Presidente del Instituto de Academias de Andalucía
   Excelentísimo Señor Presidente de la Academia de Ciencias Matemáticas, Físico-Químicas y Naturales de Granada
   Ilustrísimo Señor Secretario de la Academia de Ciencias Matemáticas, Físico-Químicas y Naturales de Granada
   Excelentísima Sra. Presidenta del Consejo Social de la Universidad de Granada
   Excelentísimo Señor General de División del MADOC
   Excelentísimos Señores Presidentes de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Andalucía Oriental y de la Academia Iberoamericana de Farmacia
   Excelentísimos e Ilustrísimos académicos, señoras y señores.

Quiero agradecer en primer lugar la presencia de todos ustedes en este acto que, dadas las circunstancias actuales, debemos hacerlo de manera semi-presencial. También quiero hacer extensivo mi agradecimiento a todos aquellos que asisten a la sesión de forma virtual. Espero que en un futuro próximo podamos tener una sesión presencial en la que cumplamos con los puntos que estaban previstos para esta sesión de apertura de curso como son el discurso de apertura del Excelentísimo Señor Don Francisco Cosentino y la imposición de la medalla de honor de la Academia al Excelentísimo Señor Don Ramón Gutiérrez Jáimez.

En segundo lugar deseo expresar a los académicos numerarios mi agradecimiento por confiarme la presidencia de la Academia de Ciencias para los próximos años.

En tercer lugar quiero agradecer al anterior Presidente, Don Enrique Hita Villaverde, la labor realizada a lo largo de los últimos años en la dirección de la Academia en favor del cultivo, del fomento y de la difusión de las ciencias y sus aplicaciones que -como establecen nuestros estatutos- es su objetivo fundamental. Gracias Enrique. Este agradecimiento lo hago extensivo a la labor realizada por los anteriores presidentes. Ellos han hecho posible que esta institución pueda cumplir cincuenta años desde que se iniciaron los trámites para su creación por iniciativa de esta Facultad de Ciencias y bajo el impulso de su Decano Don Juan de Dios López González.

Dicha iniciativa tuvo lugar en la reunión de la junta de numerarios de la Facultad de Ciencias del 30 de noviembre de 1970. En su informe, el Decano expuso la posibilidad de que la Facultad pudiera crear una Academia de Ciencias Matemáticas, Físico-Químicas y Naturales, cuyo objetivo fundamental sería encauzar y estimular la investigación. Para ello pidió la opinión de los profesores numerarios, que se pronunciaron por unanimidad a favor de su creación.

Desde ese momento se iniciaron los trámites correspondientes para la creación de la Academia. Se elaboró un borrador de reglamento que fue sometido a consulta de los miembros de la Junta de profesores numerarios para que introdujeran las modificaciones que consideraran oportunas. Una vez terminado el proceso de consultas se tramitó el expediente al entonces Ministerio de Educación y Ciencia para su aprobación. Tras complicadas y laboriosas gestiones, en palabras de Don Juan de Dios López González, el 24 de agosto de 1976 se promulgo un real Decreto (BOE de 6 de octubre 1976), siendo Ministro de Educación y Ciencia Don Aurelio Menéndez y Menéndez,.

El día uno de diciembre de 1976 se reúnen los doce miembros fundadores con objeto de constituir la Academia y se procede a la elección de los cargos de la Junta de Gobierno (presidente, vicepresidente y secretario) y los presidentes de las tres secciones que la componían.

La primera sesión pública se celebró el seis de mayo de 1978 bajo la presidencia del Excelentísimo Señor Don Fernando Chueca Goitia, Presidente del Instituto de España, que pronunció la Conferencia Inaugural con el título: “Las Academias ante las nuevas perspectivas de la cultura”.

El largo tiempo transcurrido entre la propuesta de creación, la promulgación del real decreto, la sesión constitutiva y la primera sesión pública se debió, sin duda alguna, al momento político por el que atravesaba el país. En 1970 se promulga la Ley General de Educación que tiene consecuencias importantes por la creación de seis nuevas universidades, con la consecuente repercusión en nuestra universidad. Esta situación llevó a que el equipo de gobierno de la Universidad de Granada, Rector y Vicerrectores presentaran su dimisión (entre ellos Don Juan de Dios López González que, en julio de 1971, había sido nombrado para dicho cargo y cesado como Decano de la Facultad de Ciencias). Como consecuencia de esta situación la Facultad envía un escrito en apoyo al equipo de gobierno de la Universidad protestando por dicha iniciativa y exigiendo que antes de invertir en nuevas universidades se debería resolver la precariedad económica por la que atravesaban las universidades existentes. En los años siguientes se iniciaron cambios importantes en las universidades, como la creación del cuerpo de adjuntos y la dotación de plazas de profesores agregados y catedráticos. Al mismo tiempo habían ido en aumento las movilizaciones estudiantiles (que ya se habían iniciado a mediados de los años sesenta del pasado siglo). A todo ello hay que añadir los cambios que conllevó la transición política. Todo esto explica el largo periodo que transcurrió para la creación de la Academia.

Con esta introducción he querido resaltar el origen universitario de esta Academia de Ciencias pues en él reside una de sus singularidades. Además, la distingue de la mayor parte de las academias existentes que fueron creadas por iniciativa de instituciones ajenas a la universidad como son los colegios profesionales, las asociaciones científicas, los gremios u otras que simplemente tuvieron su origen en tertulias médico-literarias como es el caso de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Andalucía Oriental.

La creación de academias científicas por iniciativa universitaria tiene antecedentes en nuestra Universidad. Entre 1840 y 1843 se crearon por la Universidad varias academias científicas con el objeto de estimular la vida universitaria mediante los debates científicos que se llevaban a cabo en las denominadas dominicales. Lamentablemente estas academias científicas tuvieron una corta vida debido a los cambios políticos y a la inestable vida universitaria en aquellos momentos.

Durante estos cincuenta años desde que se inició la gestación de esta Academia de Ciencias, nuestra Universidad ha experimentado cambios importantes y más concretamente nuestra Facultad. Estos cambios no solo se refieren al tamaño, en referencia al número de estudiantes, sino también al número de titulaciones de grado, de posgrado y de doctorado. Y por supuesto en lo que concierne a la investigación, que ha pasado a ocupar una posición central en la actividad universitaria. Por otra parte, la integración en Europa, la participación en proyectos de movilidad de los estudiantes, la cooperación en programas de investigación europeos e internacionales ha llevado a la internacionalización de la Universidad. Dicha internacionalización ha afectado a la docencia, a la investigación, a la gestión, a la acción cultural y a la propia vida universitaria.

También la Academia ha realizado cambios en su reglamento para adecuarse a las nuevas exigencias. Destacan el aumento en el número de académicos numerarios, en su conjunto y por secciones, la creación de la figura de académico supernumerario y otros cambios de menor entidad. Hoy nos corresponde tomar nuevas iniciativas que permitan adecuar la Academia a la nueva realidad universitaria.

En 1976 la Facultad de Ciencias tenía cinco divisiones y cinco titulaciones de grado y ha pasado a tener catorce, algunas de las cuales son de carácter tecnológico. Es en este ámbito de la tecnología y la ingeniería en el que nuestra Universidad ha incrementado sus titulaciones y consecuentemente las líneas de investigación. En este momento nuestra Universidad cuenta con excelentes grupos de investigación que desarrollan su actividad en el campo de la tecnología e ingeniería. La Academia no puede ser ajena a este hecho y de alguna manera debe incorporar este campo del conocimiento. La creación de una sección de tecnología en el ámbito de actuación de nuestra Academia, tal como propuso el Instituto de Academias de Andalucía en su momento, es cuestión a considerar para dar cabida a este campo de investigación tan emergente en nuestro ámbito de actuación.

La internacionalización es otra cuestión que la Academia debe abordar. La investigación se hace, cada vez más, en colaboración con grupos e investigadores de otros países. La Academia debe buscar la manera de que estas relaciones con investigadores extranjeros se reflejen en nuestra actividad. Promoveremos su incorporación a nuestra corporación como académicos correspondientes lo que la enriquecería y daría una mayor visibilidad.

La Academia, como se señala en el primer capítulo de su reglamento, debe ser un instrumento para fomentar y difundir las ciencias y sus aplicaciones, además de atender las consultas de las instituciones públicas y privadas de carácter científico. La Academia debe ser por tanto un instrumento al servicio de la sociedad y para ello debe incrementar su colaboración con las entidades locales y regionales para que el fomento y difusión de la ciencia lleguen a todos los sectores sociales y a todos los territorios de su ámbito de actuación. En este punto la cooperación y coordinación con la Universidad de Granada y con otras universidades, con los centros del CSIC, con los Organismos Públicos de Investigación (OPIs) y las otras Academias es fundamental para lograr los objetivos propuestos.

No quiero terminar sin referirme a la situación de precariedad en la que se encuentran muchos jóvenes investigadores y al papel tan importante que tienen: en el avance de la ciencia, en promover la investigación como opción profesional y en su participación en la política científica. Debemos buscar campos de actuación conjunta con los jóvenes investigadores para lograr que la investigación sea un elemento fundamental en el desarrollo de nuestra sociedad y para que las nuevas generaciones comprendan que no es posible alcanzar una sociedad mejor sin el concurso de la investigación científica.

Estas son, en mi opinión, las líneas en las que deberemos trabajar en los próximos años y que permitirán que la Academia pueda continuar sus tareas y siga siendo un actor importante en la difusión del conocimiento.

Muchas gracias por su atención.