Celos excesivos

Juan quiere mucho a Julia, su novia, y como no quiere que se busque otro novio se enfada, e incluso se pone agresivo, si sale de fiesta con sus amigas sin él y le prohíbe ponerse determinados tipos de ropa. Además, no le gusta que hable con otros chicos, ni siquiera los de clase.

Pedro también quiere mucho a su novio y, en ocasiones, siente celos sin saber muy bien por qué. Él sabe que su novio tiene amigas y amigos y que coincide con ellos sin necesidad de que él tenga que estar también. Cuando siente celos intenta disminuirlos concentrándose en alguna tarea.

María, al igual que Pedro y Juan, siente celos pero los oculta porque le han dicho que eso es cosa de personas tóxicas. No tiene motivos reales para tener celos de su pareja, pero, a veces, siente o imagina que su pareja le es infiel. Los celos le causan mucha tristeza, ansiedad e inseguridad.

Juan, Pedro y María sienten celos, pero cada uno gestiona y reacciona a ellos de una manera distinta. Juan limita a su novia, lo que seguramente cause múltiples emociones negativas a ambos. María no tiene la suficiente confianza con su pareja para abordar el tema de los celos pero sufre mucho por ellos. En cambio, Pedro, es capaz de entender que su novio tiene otros elementos en su vida aparte de él, lo respeta y sabe gestionar sus celos.

¿Qué son los celos?

     Los celos incluyen un conjunto de emociones dolorosas que aparecen ante la amenaza (real o imaginada) de perder a la persona amada o la posición afectiva de uno ante dicha persona.

El sentimiento de celos es una emoción compleja compuesta de varias emociones simples negativas, tales como miedo, ira, sentimientos de humillación, ansiedad o tristeza.

Los celos se manifiestan no sólo a nivel emocional, sino que se acompañan de pensamientos negativos (“seguro que está tonteando con alguna”, “ya no le resulto atractiva”, etc.) y pueden llevar a conductas vigilantes e intrusivas (p. ej., revisar su móvil, Facebook, etc.) e incluso hostiles.

Los celos son uno de los problemas más frecuentes que se experimentan en las relaciones íntimas o románticas. También son habituales en cualquier tipo de relación personal, ya sea de amistad, familiar o laboral. Aquí nos centraremos en los celos que surgen en las relaciones románticas. Estos celos se han denominado también Síndrome de Otelo, en alusión a la obra literaria de Shakespeare.

Los celos que afectan a las relaciones íntimas pueden ser de carácter sexual (porque creas que tu pareja quiere tener relaciones sexuales con otra persona) o de carácter emocional (por creer que tu pareja tiene un vínculo especial con otra persona).

En algunos estudios, se observa que los hombres son más proclives a celos de tipo sexual, sintiéndose especialmente amenazados por el estatus y los recursos de su contrincante, mientras las mujeres tienden más a celos emocionales y a amenazas relacionadas con la juventud/atractivo de su rival, aunque no se puede generalizar.

Al abordar este tema es también importante tener en cuenta que la consideración de los celos varía según las normas y valores de cada cultura.

¿Qué causa los celos?

     El origen de los celos no siempre está claro y pueden verse influidos por muchos factores. A continuación se mencionan algunos de los más importantes:

  • Experiencias familiares infantiles que llevaron a establecer un tipo de apego inseguro/ambivalente con las figuras de apego.
  • Una historia de engaño en relaciones pasadas que lleva a tener una actitud de desconfianza en la relación actual.
  • Inseguridad personal y baja autoestima (p. ej., no creer que seas lo suficientemente bueno para tu pareja).
  • Baja calidad de la relación de pareja en la que no existe confianza o habilidades para abordar adecuadamente estos temas.
  • Los celos delirantes pueden tener en su origen un problema orgánico (p.ej., demencia), abuso de sustancias o alcohol, o presencia de trastornos psicológicos graves como problemas psicóticos o trastorno obsesivo-compulsivo.

¿Celos normales o excesivos?

     Los celos son una condición compleja y diversa que va desde lo normal a lo patológico. Por ejemplo, los celos de Pedro serían “celos normales”, mientras que los de Juan y María serían “celos patológicos”.

Los celos normales se caracterizan porque el estado emocional negativo es transitorio, de intensidad baja o moderada, sucede de forma infrecuente, y la persona afronta de forma adecuada y razonable la posible “amenaza” detectada (p. ej., distraerse y no darle importancia, hablarlo con la pareja, etc.).

Estos celos moderados funcionan como una respuesta anticipatoria que previene o intenta prevenir la posible pérdida de la pareja, y en ese sentido pueden incluso tener un papel positivo. Por ejemplo, ayudan a establecer las reglas básicas entre los miembros de la pareja. Cuando estos celos se expresan en el contexto de una relación de confianza, y son infrecuentes, pueden llevar a demostrar y sentir la interacción con la pareja como más positiva.

Los celos excesivos o patológicos se caracterizan por una preocupación irracional sobre la infidelidad de la pareja cuando no existen sospechas fundadas, que produce una intensa alteración emocional (p. ej., ansiedad y/o agresividad), y lleva a conductas dirigidas a controlar a la otra persona (p. ej., exigencias de seguridad o rituales compulsivos de comprobación).

Este tipo de celos pueden interferir con el funcionamiento cotidiano normal de la persona y dañan la relación, aumentando los conflictos y pudiendo generar una separación.

Los celos patológicos pueden llegar a ser de tipo delirante cuando implican total desconexión con la realidad como sucede en personas con problemas psicóticos o abuso de drogas (p. ej., la persona tiene la certeza de estar siendo engañada cuando en realidad no lo es).

Los celos excesivos pueden acompañarse de reacciones violentas. La violencia es más probable si la persona es impulsiva, poco empática, ya ha mostrado conductas violentas con anterioridad, y hay baja autoestima y falta de habilidades para resolver la situación de otro modo, o consumo de alcohol/drogas.

Señales de alarma de celos excesivos

  • Los celos son intensos y frecuentes, experimentándose mucha angustia emocional.
  • Hay una actitud de desconfianza hacia la pareja que no está justificada (p. ej., no ha dado pie a sospechas ni se la ha pillado en nada).
  • Existen conductas de control (p. ej., registra sus cosas, revisa el móvil y sus redes sociales, etc.).
  • Hay ideas muy rígidas y sexistas sobre el papel del hombre y de la mujer en una relación.
  • Se ve a la pareja como una posesión.
  • No se respeta el individualismo del otro (sus hobbies, sus amistades, etc.) y se eliminan  estos elementos de su entorno.
  • Ya se han mostrado enfados injustificados u hostilidad previa (verbal o física) al sentir celos.

     Cuidado si además de celos y conductas controladoras, hay descalificaciones, chantaje emocional, o amenazas de acabar con la relación pues esto constituye una forma de maltrato emocional.

Este tipo de dinámica ha aumentado de forma alarmante entre parejas jóvenes que suelen tener dificultades para darse cuenta de que están involucradas en una dinámica de maltrato, al no ser tan evidente como la violencia física. Una vez institucionalizada la relación y entre parejas adultas la situación tiende a empeorar.

¿Cómo abordar los celos?

     Es necesario llevar a cabo más estudios sobre la eficacia de las técnicas de tratamiento de los celos y sobre cómo funcionan no sólo en parejas heterosexuales americanas o europeas, que ha sido lo más estudiado, sino en otro tipo de parejas y países.

Hasta la fecha el enfoque con más aval empírico de su eficacia es la terapia cognitivo-conductual. El tratamiento combina diversas técnicas en función de las necesidades de cada caso. Las más habituales son las siguientes:

Psicoeducación sobre los celos. Muchas personas tienen ideas sobre el amor y las relaciones de pareja que pueden considerarse “mitos” por cuanto son falsas. Algunas relativas a los celos son “si de verdad me quiere, tendrá celos (más cuanto más me quiera)” o “una persona puede quererme y al mismo tiempo hacerme sufrir y tratarme mal”.

Cuando van más allá de los celos normales, los celos implican un tipo de desconfianza hacia la persona amada que puede erosionar la relación. En una relación de pareja donde predomina el amor y la confianza hay poco espacio para los celos.

Además, en todas las relaciones personales opera un mecanismo psicológico muy potente denominado profecía autocumplida. Esto significa que las personas sobre las que tenemos mucha influencia tienden a comportarse según lo que pensamos de ellas (p. ej., el efecto en un hijo de pensar que es valioso y llegará lejos es totalmente diferente de pensar que es un “inútil” que no logrará nada).

Tener la expectativa de que tu pareja te será infiel aumenta las probabilidades de que esto pueda suceder, pues tu pareja acabará cansada de tu desconfianza y de los conflictos contigo. En cambio, creer de verdad que lo vuestro funcionará y confiar de corazón aumenta las probabilidades de un buen resultado.

Piensa además que las relaciones son algo libre, nadie puede obligar a nadie a estar con quien no desee estar.

Terapia cognitiva. Esta técnica enseña a la persona a tomar conciencia de la irracionalidad de sus pensamientos (que no se basan en los datos objetivos) y a sustituirlos por otros más realistas y adaptativos. Las ideas o imágenes de celos son irracionales y se basan en sesgos cognitivos o trampas mentales. Por ejemplo, el móvil de mi pareja lleva comunicando mucho rato y pienso “seguro que está hablando con su amante”. Al tener este pensamiento estoy llevando a cabo una “adivinación” de la realidad que no se basa en las pruebas pues existen otras muchas razones más probables que pueden explicar que esté al teléfono.

Exposición con prevención de respuesta. La exposición gradual es una técnica que sirve para ayudar a las personas a superar miedos irracionales. Si a un fóbico a los ascensores lo iríamos exponiendo a situaciones de dificultad creciente relacionadas con coger ascensores, a alguien con celos patológicos se le enfrenta poco a poco a las situaciones temidas (en imaginación y en vivo) (p. ej., que su pareja pueda ver a hombres o mujeres atractivas en TV o una revista, que su pareja pueda llamar por teléfono a un compañero/a del sexo opuesto para un tema de trabajo, que pueda desayunar con un compañero/a en el trabajo, que salga solo/a un día, etc.).

Si hay rituales de comprobación y control se aplica además prevención de respuesta. Es decir, después de exponerse las situaciones temidas, se impide a la persona efectuar comprobaciones de lo que teme (p. ej., no puedes seguir a tu pareja, no puedes llamarlo para controlar donde está, etc.).

También se le puede decir que piense en lo que su pareja estará haciendo en este momento para desatar las ideas de celos impidiendo las conductas de comprobación (ir a visitarlo, etc.).

Esto le permitirá comprobar que las consecuencias temidas no suceden lo que con el tiempo lleva a que su ansiedad disminuya y se eliminen las conductas de comprobación.

Entrenamiento en diversas habilidades a nivel individual. La persona que sufre celos excesivos puede necesitar efectuar un trabajo de mejora de su autoestima o requerir de un entrenamiento en habilidades de las que puede ser deficitario (p. ej., asertividad, relajación para el control de la ansiedad, etc.)

Terapia de pareja. Es importante ver como es la dinámica de la pareja y si todo el problema de celos es individual o las interacciones que se mantienen con la pareja de alguna forma propician o no ayudan a resolver los celos. Algunos de los elementos clave son desarrollar buenas habilidades de comunicación y resolución de problemas en pareja, así como cuidar del tiempo que comparten y de su implicación conjunta en actividades agradables.

Si tu o tu pareja sois una persona con celos problemáticos es importante que contactes con un profesional para que te ayude, ya que puede ofrecerte ayuda efectiva.

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Adicción al móvil

El «mágico» teléfono móvil

     La tecnología de la información y la comunicación desarrollada en las últimas dos décadas ha revolucionado nuestra forma de entender el mundo. Una nota distintiva de esta revolución es la cultura de la portabilidadrelacionada con la creación y democratización de los teléfonos móviles de altas prestaciones.

Podemos acceder a dispositivos móviles que pueden realizar casi cualquier tarea, desde localizar un restaurante hasta compartir de forma inmediata un contenido en las redes sociales. El uso del teléfono móvil no ha dejado de aumentar y se ha convertido en una de las herramientas más necesarias para afrontar la vida cotidiana de forma “normal”. Casi el 90% de los adultos emplea Internet, en los adolescentes y jóvenes el porcentaje es de cerca del 100%, y en las personas mayores de 64 años se reduce al 53%.

     Este cambio ha traído muchos elementos positivos. Algunas de las ventajas del uso del teléfono móvil son las siguientes:

  • Permite obtener una gran cantidad de información de forma fácil y eficiente satisfaciendo múltiples necesidades de los usuarios.
  • El móvil es muy atractivo para la comunicación e interacción personal. Ayuda a superar limitaciones temporales y espaciales, y facilita la conexión con otras personas de forma instantánea.
  • El móvil es más ergonómico que los ordenadores tradicionales para ciertos usos. Incorpora la tecnología del ordenador y, además, posee características adicionales, como, por ejemplo, aplicaciones sensibles al contexto o la incorporación de sensores con retroalimentación en tiempo real.
  • El desarrollo de aplicaciones de tecnología móvil relacionadas con el cuidado de la salud ha crecido de forma rápida y está demostrando su utilidad para el diagnóstico a distancia, seguimiento y tratamiento de múltiples condiciones, así como para fomentar estilos de vida saludables (p. ej., promover el ejercicio físico). En el ámbito de los problemas psicológicos, Menon, Rajan y Sarkar (2017) revisan los estudios que utilizan Apps de móvil en problemas de ansiedad, depresión y adicciones, entre otros, concluyendo que las Apps son viables, aceptables y permiten obtener resultados positivos.
  • En ciertos colectivos, por ejemplo, personas con discapacidad, personas mayores con ciertas dolencias, etc., además de lo anterior aumenta la sensación de control, seguridad y libertad.

     Junto a estas innumerables ventajas, también ha habido un aumento de su uso problemático. La mayoría de los problemas no son causados por la tecnología en sí misma, sino por el uso que hacemos de ella.

¿Cuándo el uso del móvil se convierte en un problema?

     El uso problemático del móvil se define en función del tiempo y la atención que le dedican los usuarios en detrimento de otras actividades, e incluye todo aquello que hasta hace poco se relacionaba con la adicción a Internet.

La adicción al móvil afecta, según distintos estudios, a un porcentaje de entre 10-25% de los usuarios. Un estudio con adolescentes españoles (Moral y Súarez, 2016) encuentra un uso más problemático en las chicas y en los adolescentes de mayor edad.

     No existen criterios diagnósticos oficiales ni en la última edición del Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-V) de la American Psychiatric Association (2013) ni en la última actualización de la International Statistical Classification of Diseases and Related Health Problems (ICD-10) de la World Health Organization (2016).

No obstante, la mayoría de las definiciones insisten en tres elementos que caracterizan la adicción al móvil:

  • Usar constantemente el móvil o demasiado tiempo. No existe un número de horas igual para todo el mundo a partir del cual se establezca que ya existe adicción. En algunos estudios a partir de 3-4 horas se considera muy problemático y hasta 1-2 horas un uso más moderado. El tiempo debe valorarse en función de las circunstancias de cada caso (p. ej., no es lo mismo el caso de un adulto que emplea el móvil como parte de su trabajo que el de un adolescente en período escolar).
  • Mostrar ansiedad y comportamientos agresivos si no puede utilizarse el móvil. Se ha denominado nomofobia (No-Mobile Phone-Phobia) al miedo irracional y sentimientos intensos de incomodidad o angustia por no poder usar el móvil, estar desconectado o fuera de cobertura (ej. Kuss y Griffiths, 2017).
  • Deterioro de las actividades escolares, laborales o sociofamiliares. Uno de los principales elementos que definen la adicción al móvil es que debido al tiempo de uso del mismo la persona empieza a descuidar sus tareas académicas, domésticas, sus relaciones familiares, etc.

   La adicción al móvil tiene una dinámica similar a otras adicciones comportamentales (o sin sustancias) como el juego patológico, las compras compulsivas, el consumo de pornografía y/o la adicción al sexo. En cualquier conducta adictiva se pierde la capacidad de elegir si detener o continuar el comportamiento a pesar de sufrir consecuencias negativas. Es habitual la sensación de perder la noción del tiempo mientras se usa el móvil y sentir luego culpa por haber invertido mucho tiempo.

Una conducta no adictiva produce un sentimiento de agrado o bienestar debido al reforzamiento positivo (p. ej., una mujer compra un vestido después de decidir de forma consciente que le hace falta y tiene el dinero para ello). En las adicciones los beneficios dejan de ser tan agradables como una vez lo fueron.

La conducta adictiva está gobernada por un proceso de aprendizaje llamado reforzamiento negativo. Es decir, lo que mueve a la persona no es el obtener un premio o beneficio sino escapar del malestar (p. ej., una compradora compulsiva compra de forma no consciente y más que divertirse acaba después experimentando culpa y otros sentimientos negativos por su acción). Esta dinámica es común a cualquier adicción (p. ej., un no alcohólico disfruta de una cerveza, una persona adicta al alcohol bebe para escapar del malestar o de los síntomas de abstinencia).

     El uso excesivo del móvil puede generar efectos negativos similares a los producidos por cualquier adicción:

  • Síntomas de abstinencia con ansia (craving) o deseo compulsivo e irracional de usar el móvil cuando no es posible su uso. Algunas personas pueden experimentar  alucinaciones auditivas de oír el terminal o táctiles de sentir su vibración.
  • Lo anterior puede acompañarse de conductas agresivas de distinta gravedad.
  • Estado de hiperactivación con dificultades para concentrarse y realizar tareas.
  • Problemas de sueño.
  • Síntomas de ansiedad y depresión.
  • Puede limitar el desarrollo de relaciones sociales y reforzar el aislamiento social.
  • Diversos problemas de salud como dolor de cabeza, pérdida de audición, afecciones oculares o dolor muscular en pulgares y muñecas.
  • Asumir conductas de riesgo como atender el móvil mientras se conduce.
  • Problemas financieros.

¿Qué hacer ante la adicción al móvil?

     Existen similitudes psicológicas y neurobiológicas en la base de todas las adicciones. Las personas que tienden a engancharse con los móviles, al igual que sucede con otras adicciones, pueden tener ciertas características de personalidad y/o buscar evadirse de sus problemas emocionales o familiares.

Distintos estudios han observado que hay mayor riesgo de adicción al móvil en personas con estados emocionales negativos, baja autoestima, baja capacidad de control de impulsos y alta necesidad de búsqueda de sensaciones.

La edad de más riesgo es la adolescencia, en esta etapa las relaciones sociales cobran más importancia y el adolescente intenta definir su identidad de forma autónoma distanciándose de sus padres. A veces, la adicción surge en el intento de afrontar un contexto interpersonal problemático, en alguien con malas relaciones sociales (y poco apoyo de los padres), pero el abuso del móvil sólo servirá para empeorar la situación.

Además, el fenómeno del policonsumo es un hecho demostrado. En las adicciones a sustancias el consumo de alcohol y cannabis aumenta el riesgo de consumir cocaína y drogas de diseño, y tener problemas con el juego. En el ámbito de las adicciones comportamentales el abuso del móvil y de los videojuegos, puede acabar asociándose a la compra compulsiva y la adicción sexual, o el consumo de alcohol, tabaco, cannabis y otras drogas.

La similaridad en la dinámica de todas las adicciones y el riesgo de policonsumo hacen conveniente, en algunos casos, centrarse no sólo en el uso del móvil en sí, sino también en esa serie de factores que aumentan el riesgo de adicción en general. Para ello el enfoque más aceptado es la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC) que se centra en trabajar con los pensamientos, aprender a regular las emociones negativas y las conductas inadecuadas.

Algunas recomendaciones para evitar el abuso del móvil serían las siguientes:

  • Intenta identificar qué factores preceden a los momentos en los que “te has pasado” usando el móvil. Pueden ser estados de ánimo negativos, como la ansiedad o depresión, o simplemente el aburrimiento. La mejor manera de abordar estos estados no es escapar con el móvil. Es importante que desarrolles recursos que de forma saludable te permitan lidiar con esos momentos (p. ej., practicar relajación, contactar con un amigo para quedar o hablar un rato es más saludable que pasar horas mirando Instagram o respondiendo Whatsapp). Hoy en día muchos padres actúan así con sus hijos: si se aburren en una reunión social le dejan el móvil. Cuidado con lo que enseñamos. Es más saludable que el niño busque cómo entretenerse.
  • Establece qué actividades son prioritarias para ti en función de tus metas de vida. Planifica realizar primero las actividades que son más importantes para ti y permítete un rato de móvil sólo si has cumplido con las actividades anteriores. Por ejemplo, no es lo mismo que una madre o padre dedique un rato a curiosear con el móvil una vez ha acostado a sus hijos, recogido la casa, etc. que usar el móvil de un modo que habitualmente retrase la dinámica del resto de la familia. Y si en ese momento el móvil fuera un sustituto de una buena conversación con su pareja tampoco sería la mejor opción.
  • El móvil como ocio, no es ocio de calidad. Como actividad lúdica dedicar tiempo a “vagar por el móvil” es parecido a hacer zapping por TV sin un plan concreto. A veces, puedes encontrar una buena peli y otras muchas sentirte vacío después de haber perdido el tiempo. Existen actividades mucho más satisfactorias que estar con el móvil (p. ej., hacer deporte, pasear, etc.). Recuerda que el móvil debe ser una herramienta a tu servicio, no un instrumento que se apodere de tu tiempo de forma aleatoria.
  • Si tienes oportunidad de estar cara a cara con otras personas en una reunión o encuentro del tipo que sea, minimiza el uso del móvil al máximo excepto para llamadas muy necesarias o emergencias.
  • Dormir con el móvil encendido y cerca de uno es el colmo de la permisividad respecto a ser controlado, bastante al azar, por el móvil. Si quieres tener un sueño de calidad y ser dueño de tu tiempo de descanso, deja el móvil en modo avión.
  • Toma la sana costumbre de “perder” de vez en cuando el móvil, estableciendo períodos de tiempo en los que desconectar absolutamente.
  • Si tienes hijos adolescentes jóvenes, acostúmbralos a desconectar el móvil o no tenerlo cerca mientras hacen los deberes. Cuando los hayan acabado, establece un tiempo de uso durante los días de clase que te parezca razonable (p. ej., desde ninguno a un máximo de 30 minutos). Ese tiempo puede aumentarse algo los fines de semana pero tampoco de forma exagerada.
  • Supervisa el uso del móvil que hacen tus hijos (que no lo tengan en su dormitorio de noche) y edúcalos para hacer un uso responsable sensibilizándolos con los peligros de compartir cierto tipo de información o participar en ciertas dinámicas (p. ej., el acoso cibernético) que pueden ser constitutivas de delito.

     El uso abusivo del móvil es un problema real que afecta de forma importante a quienes lo padecen. Puede acarrear problemas comparables a los que producen las drogas, afectando no sólo a adolescentes sino también a los adultos. Como de otras adicciones, se puede salir y ver mejorada sustancialmente la calidad de vida. Si no puedes lograrlo sólo no dudes en ponerte en manos de un profesional.

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Bruxismo

¿Qué es el bruxismo?

    El bruxismo o rechinar de dientes es un patrón rítmico de actividad durante el sueño en el que los músculos de la mandíbula se tensan y producen un contacto y rozamiento intenso entre los dientes superiores e inferiores.

Hay que distinguir entre el bruxismo del sueño y el bruxismo despierto o de la vigilia, pues se trata de manifestaciones con causas y características distintas.

El bruxismo del sueño se considera una alteración neuromuscular durante el proceso de sueño que produce movimientos rítmicos de la mandíbula asociados a una intensa excitación neuronal o microdespertares. La forma más frecuente del bruxismo del sueño es el rechineo, que produce sonidos desagradables de rozamiento entre los dientes, aunque también puede aparecer (aislado o combinado) un apretamiento silencioso de los dientes.

El bruxismo despierto o de la vigilia es una contracción muscular sostenida (no rítmica) de los músculos de la masticación y de la región cervical, sin propósitos funcionales, cuya manifestación preponderante es el apretamiento silencioso de los dientes.

El bruxismo del sueño suele aparecer durante la fase más ligera de sueño (fase 2) y en los momentos de transición entre distintas fases de sueño, especialmente en los momentos de transición al sueño REM. De forma previa al episodio de bruxismo, sin que la persona sea consciente, el sueño se vuelve más superficial (el electroencefalograma muestra microdespertares o intrusión de alfa) y aumenta la actividad simpática por lo que suelen acompañarse de movimientos corporales y taquicardia.

Por ello, un exceso de bruxismo de noche puede acarrear síntomas de alta activación del sistema nervioso autónomo como sudoración, palpitaciones o tensión alta. Al despertar son habituales las molestias en los dientes y la articulación temporomandibular, cefaleas y fatiga junto a una menor sensación de descanso.

Puede aparecer o no daño muscular, articular o dental, ya que existe gran variabilidad respecto a la intensidad y características del bruxismo nocturno o de la vigilia en cada caso como intenta clarificar un reciente consenso sobre este problema. La evaluación es compleja porque idealmente debiera realizarse un estudio del sueño (polisomnografía) con grabación de video, pero debido al coste de este tipo de prueba suele recurrirse al informe de la pareja o los padres en el caso de los niños.

El bruxismo del sueño parece ser un trastorno frecuente. Según diferentes estudios, la prevalencia media en la población general es de aproximadamente un 8%. Es bastante más frecuente en niños menores de 11 años, pero tiende a desaparecer solo a medida que crecen.

¿Cuáles son las causas del bruxismo?

     Las causas del bruxismo despierto se conocen mejor que las del bruxismo del sueño. El bruxismo despierto se considera que está causado principalmente por estrés asociado a responsabilidades personales, familiares o laborales. La existencia de alteraciones morfológicas puede contribuir a este tipo de bruxismo pero no es su causa. El bruxismo diurno puede observarse también en ciertas poblaciones especiales (p. ej., pacientes psicóticos) como efecto secundario de la medicación que toman.

Los mecanismos del bruxismo nocturno no se conocen por completo, pero se han identificado algunos factores que lo favorecen:

  • Alteración fisiológica. Una posibilidad es que el estado de hiperactivación cerebral y autonómica asociado al bruxismo se deba a alguna patología. Por ejemplo, tanto en niños como adultos con bruxismo del sueño se ha informado de niveles elevados de catecolaminas que pueden afectar la actividad muscular mandibular durante el sueño.  No obstante, en la mayoría de casos de la población general es poco probable que una alteración neurológica o metabólica sea la causa primaria ya que el poder tener algún episodio de bruxismo forma parte de la fisiología normal y muchas personas lo presentan en una época y no en otras.
  • Factores psicológicos. El estado de hiperactivación cerebral y autonómica puede ser en muchos casos una respuesta a factores ambientales. Un estado psicológico alterado puede inducir esa hiperactividad. El papel del estrés es importante (p. ej. el inicio o el agravamiento de los episodios de bruxismo coincide en muchos casos con situaciones vitales estresantes como estar en período de exámenes, casarse, etc.), aunque no suele asociarse con trastornos psicológicos. Puede actuar de la misma forma cualquier elemento que moleste durante el sueño activando a la persona (p. ej., muchos padres han observado episodios de bruxismo en niños con lombrices).
  • Factores morfológicos. Aluden a discrepancias oclusales (p. ej. mala oclusión dentaria debido a una interferencia entre las cúspides de los dientes, etc.) y a las relaciones anatómicas de las estructuras óseas de la región orofacial. La falta de equilibrio oclusal, por razones dentales o esqueléticas, puede activar los receptores periodontales con una respuesta muscular secundaria de tipo reactivo. Aunque, las personas con equilibrio oclusal y maxilar también son susceptibles de mostrar bruxismo y viceversa. Por ello, actualmente se considera que los factores morfológicos pueden contribuir pero no son la causa del problema.

¿Cómo se trata el bruxismo?

     El tratamiento del bruxismo está poco desarrollado, faltan estudios bien controlados y la mayoría de las estrategias que se utilizan son paliativas pero no resuelven el problema. Un monográfico del año 2015 sobre distintos aspectos del bruxismo y su tratamiento puede encontrarse en la revista ADM.

Como medida general conviene revisar la higiene del sueño (hábitos de vida y condiciones que rodean al sueño) por si se detecta algo que pueda estar agravando el bruxismo del sueño (p. ej., fumar o tener un horario de sueño irregular).

Igualmente, hay que tener en cuenta que a veces el bruxismo puede ser un efecto secundario de ciertos fármacos (p. ej, algunos antipsicóticos, antipdepresivos inhibidores de la recaptación de serotonina, bloqueadores de los canales de calcio, etc.).

El bruxismo infantil tenderá a desaparecer solo a medida que el niño crezca. Sólo se aconseja intervenir cuando los episodios son muy frecuentes, intensos y/o duran mucho tiempo para intentar evitar posibles consecuencias negativas.

     A continuación se describen las principales opciones terapéuticas disponibles para el bruxismo del sueño y de vigilia:

  • Intervención odontológica. Las fundas dentales u otro tipo de prótesis son útiles para prevenir o limitar el daño dental o morfológico provocado por el bruxismo pero no resuelven el problema, ni mejoran la peor calidad de sueño de estas personas. Por otra parte, corregir la mala oclusión dentaria puede ayudar en ciertos casos, aunque tampoco es un enfoque aplicable de forma general al bruxismo (de sueño o despierto).
  • Terapia farmacológica. No existen fámacos que específicamente traten el bruxismo. De hecho, se inyecta incluso botox en los músculos maseteros que mejora el problema (mientras dura el efecto de la sustancia). Los estudios bien controlados han informado de la ineficacia a largo plazo de la mayoría de los fármacos. En adultos, las benzodiacepinas o relajantes musculares pueden tener algún papel a corto plazo, en especial si hay dolor secundario al bruxismo (de sueño o despierto), pero cuando dejan de tomarse el problema reaparece. En el caso de los niños, los efectos secundarios de este tipo de fármacos (p. ej., somnolencia, relajación de musculatura no afectada, disminución de reflejos, etc.) son más marcados por lo que se desaconseja su uso.
  • Tratamiento psicológico. A nivel psicológico se han desarrollado tres tipos de estrategias:
  1. Técnicas de rejalación y reducción del estrés. Aprender cualquier técnica de relajación muscular, o mindfulness, que haga a la persona consciente de su exceso de tensión muscular y le enseñe a relajar los músculos correspondientes; así como mejorar las estrategias de afrontamiento de los problemas cotidianos con terapia cognitivo-conductual puede mejorar el bruxismo asociado a tensión emocional. Este es el tratamiento de elección en el bruxismo diurno pero también puede ser beneficioso en el del sueño. La hipnosis ha demostrado también en algún estudio mejorar el bruxismo del sueño a corto y largo plazo.
  1. Biofeedback. Es un dispositivo que da a la persona información sobre determinadas respuestas de su cuerpo, de las que habitualmente no se tiene un control voluntario, logrando a través de esa información que la persona aprenda a modificarlas (p. ej. tensión arterial, temperatura, etc.). En el caso del bruxismo del sueño se ha empleado biofeedback electromiografico (EMG) del músculo masetero. Cada vez que el equipo detecta un episodio de bruxismo (definido individualmente tras un período de evaluación) se activa una alarma (luz o sonido) que despierta a la persona. Después de un cierto número de noches, la persona logra que no vuelva a activarse la alarma, es decir, aprende a eliminar los episodios. Se ha informado de retrocesos al retirar el aparato y, además, el mayor coste de esta opción frente a la relajación la hace una solución menos eficiente.
  1. Técnicas conductuales. Rechinar voluntariamente los dientes durante un rato varias veces al día (práctica masiva negativa) logra a veces eliminar el bruxismo pero hay que investigar más como lograr que no se reinicie al suspender el tratamiento. Por otra parte, en algún estudio con niños se ha utilizado un procedimiento de despertar más sobrecorrección centrado en las primeras dos horas de sueño que mantenía la mejoría en el tiempo. Los padres registran varias noches los sonidos de rechineo, las siguientes noches despiertan a su hijo al oír los sonidos, después se vuelve a la fase de observación (sin intervenir), luego vuelven a la fase de despertarlos y de nuevo a la de observación. Si aun es necesario se introduce una nueva fase consistente en despertarlos cuando rechinan los dientes y pedirles que hagan una tarea aburrida (sobrecorreción) (p. ej., lavarse la cara, etc.).

     A veces, se ha usado una combinación de las fundas dentales y técnicas conductuales como la sobrecorrección en forma condicionamiento aversivo gustativo. La técnica se aplica mediante un aparato dental que lleva acopladas unas cápsulas de plástico entre los molares superiores e inferiores. En dichas cápsulas se introduce un liquido desagradable (p. ej., agua con sal) de modo que al rechinar se rompe la cápsula y la persona se despierta. Tras reemplazar las cápsulas uno se puede volver a dormir. Aunque como en otras técnicas, hacen falta más estudios sobre su eficacia y, en especial, sobre cómo lograr que los beneficios se mantengan en el tiempo.

     Puesto que los factores que influyen en el bruxismo son muy diversos, el mejor tratamiento es multidisciplinario identificando en cada caso las necesidades existentesLa terapia psicológica, que no sólo no tiene efectos secundarios sino que puede ser útil para muchas otras áreas, es de interés siempre que se identifiquen factores de estrés. A su vez, la intervención odontológica es un complemento útil cuando la existencia de alteraciones dentales o morfológicas lo justifique.

 

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