“El perdón cae como lluvia suave desde el cielo a la tierra. Es dos veces bendito; bendice al que lo da y al que lo recibe.”
William Shakespeare
¿Qué es el perdón?
El perdón ha sido un concepto históricamente asociado a las religiones y a la filosofía, donde se estudió por siglos de manera teórica. Después de la Segunda Guerra Mundial se intensificó el estudio del odio, por la necesidad de entender cómo un individuo, país o etnia, podía ser capaz de cometer masacres y genocidios. Con el paso de los años el foco de las investigaciones se centró en cómo sanar las secuelas del odio. Finalmente, gracias al surgimiento de la Psicología Positiva hace apenas dos décadas, se impulsó el estudio científico del perdón, empezando a aparecer estudios que lo relacionaban con la salud mental y física, y con procesos sociales.
El perdón no es tolerar una injusticia, no es olvidar, no es excusar o justificar el daño sufrido. Perdonar es una decisión altruista que significa renunciar al poder y al vínculo establecido entre víctima y agresor, abandonando todo deseo de venganza. Al tratar de entender qué es el perdón es útil conocer a su antagonista, el odio, que podría definirse como un sentimiento procedente de la elaboración a través del pensamiento de la emoción de ira. Freud (1915) desde el psicoanálisis lo entendía como “un estado del yo que desea destruir la fuente de su infelicidad”.
El objetivo del perdón sería remplazar los sentimientos de ira, traición y dolor por otros sentimientos más prosociales o constructivos. Perdonar es un proceso individual interno y no se debe confundir con la reconciliación, que es un proceso que se da en la relación con otra persona.
Es curioso que a nivel neuroanatómico varias de las regiones que se activan en el cerebro cuando una persona odia, como la ínsula o el putamen, son las mismas que se activan cuando experimenta sentimientos de amor romántico. Este hecho tiene que ver con que ambos sentimientos pueden conllevar actos agresivos e irracionales.
Es importante matizar que no todas las ofensas están al mismo nivel, por ejemplo, una traición amorosa y una violación no tienen las mismas repercusiones, por lo que el proceso de perdón será distinto. En este post nos centraremos más en aquellos actos transgresivos no asociados a reacciones de estrés post-traumático.
¿Qué consecuencias tiene perdonar?
Eliminar los sentimientos negativos de resentimiento, odio y venganza a través del perdón trae consigo efectos beneficiosos a nivel psicológico, físico y relacional. El perdón ayuda a superar las secuelas derivadas del odio, evitando que se vuelvan crónicas y se conviertan en una carga de la cual no podemos librarnos.
- Mayor bienestar psicológico. Un reciente meta-análisis sobre los efectos beneficiosos del perdón de Akhtar, Dolan y Barlow (2017) destaca como consecuencias positivas la percepción de bienestar mental, la reducción de las emociones negativas (tristeza, culpa, enfado), el aumento de las emociones positivas, una sensación de crecimiento espiritual, de mayor significado de la vida y el empoderamiento personal. Estos beneficios se aplican a las dos condiciones de recibir perdón: por parte de la víctima y por el propio sujeto (autoperdón). En otros estudios se ha observado una asociación entre perdonar y mostrar menor incidencia de diversos trastornos psicológicos (ej. trastornos de la conducta alimentaria, trastornos de personalidad, etc.).
- Mejor salud física. Da Silva, Witvliet y Riek (2017) demostraron que perdonarse a uno mismo así como recibir el perdón de otro se relaciona con una menor actividad del sistema nervioso simpático, lo que genera consecuencias cardiovasculares positivas. Un aspecto importante del perdón que destacan otras investigaciones es su potencial de uso en pacientes con enfermedades como el SIDA, fibromialgia, cáncer y enfermedades terminales. En estas situaciones el perdón puede considerarse como un mediador entre la respuesta emocional y la salud debido a que muchos pacientes se pueden percibir a sí mismos como víctimas y a la enfermedad en sí como una transgresión.
- Mejora de nuestras relaciones. Distintos estudios han enfatizado que el perdón es un mecanismo clave de nuestras vidas que ayuda a reparar nuestras relaciones, devolviéndonos los efectos positivos que estas nos aportan. Por ejemplo, cuando perdonamos nos replanteamos la concepción que tenemos del agresor y ejercemos un importante acto de empatía hacía él descubriendo una humanidad compartida. Esta serie de elementos son positivos para la construcción de relaciones sanas con los demás.
¿Cómo perdonar?
El perdón es un fenómeno complejo, e incluso controvertido, que depende en gran medida de la situación y la persona que perpetra la transgresión. Un importante meta-análisis sobre los factores que influyen en el perdón concluye que están involucrados componentes como el tipo de personalidad, el tipo de relación con el transgresor, factores específicos de la ofensa y factores socio-cognitivos, siendo el más importante la empatía o capacidad de ponerse en el lugar del otro.
Por ejemplo, las personas que por su personalidad disfrutan con el poder que les confiere la posición de víctima pueden complicar el perdón. Por otra parte, el deseo de querer perdonar es mayor hacia aquellas personas que se perciben como cercanas y con las cuales se comparte algún vínculo positivo. Aunque eso no significa que por ello el proceso de perdón vaya a ser más fácil, ya que la ofensa o el daño que proviene de una persona cercana se siente con más dolor que si procediera de un desconocido.
En el proceso de perdonar pueden diferenciarse distintas etapas. Según el clásico modelo de Enright y Fitzgibbons (2000) sobre el perdón existen cuatro fases que a su vez implican distintas tareas:
1ª etapa: Reconocer el daño sufrido. Lo primero es reconocer que se ha recibido un daño, evitando su negación, y expresar ese dolor de la forma más constructiva posible. Dejando salir los sentimientos de rabia, enfado o vergüenza. Tomando conciencia del modo en que objetivamente nos ha afectado lo sucedido y también de toda la “energía” que invertimos en preocupaciones y pensamientos negativos sobre lo sucedido. Seguir atrapados en la ofensa nos perjudica.
2ª etapa: Elegir la opción de perdonar. Para poder perdonar debemos alejarnos del resentimiento y del deseo de venganza. Querer perdonar es siempre sinónimo de querer dejar de sufrir. Perdonar no sólo es positivo para el que comete la ofensa, sino también para el que perdona. El perdón guarda una estrecha relación con la religión (por ejemplo, un estudio reciente de Fincham y May, 2019 demuestra la relevancia de sentirse perdonado por Dios y no sólo por el otro). Pero es que aparte de los beneficios espirituales, comporta importantes beneficios psicológicos y para la salud.
3ª etapa: Aceptar la rabia, el sufrimiento, y perdonar. Se trabaja la empatía y compasión hacia el que ha cometido la ofensa. Esto puede ser bastante difícil, por ejemplo, en situaciones de abuso. Se desarrolla la aceptación de los sentimientos dolorosos fortaleciendo aquellos valores y acciones que nos hagan enfocarnos y comprometernos con el perdón. El perdón se enfoca como un regalo moral.
Al mismo tiempo deben establecerse estrategias para autoprotegerse. El perdón no implica que estemos dispuestos a aceptar ser atacados u ofendidos de nuevo. Analizar el episodio ocurrido en el cual hemos sido dañados también nos sirve para crear estrategias que nos permitan protegernos de futuros peligros. Por ejemplo, en un estudio de McNulty se demostraba que aquellos maridos y esposas que estaban más dispuestos a perdonar a sus parejas tenían niveles más altos de satisfacción marital, pero si la parte ofendida perdonaba inmediatamente después del incidente (ej. una infidelidad) se reforzaba esa conducta infiel y tendía a mantenerse en el tiempo. Por eso se concluye que un punto calve para perdonar a la pareja es acompañar el perdón de un cambio de conducta.
Esta etapa suele implicar también una expresión explicita de perdón que se organizará de forma diferente según cada caso (ej. efectuar un rito simbólico, escribir una carta que puede o no ser enviada, etc.)
4ª etapa: Profundizando y creciendo a través del perdón. Perdonar puede aportar nuevos significados a nuestra vida. Se anima a la persona a que piense en sus propias faltas y las veces que ella misma ha sido perdonada. Todos necesitamos el perdón en nuestra vida. Se ayuda a la persona a prestar atención a la transformación positiva que ha experimentado al perdonar. Por ejemplo, ha disminuido el malestar emocional y aumentan la esperanza y la auto-aceptación.
Si somos nosotros mismos quienes ofendemos o herimos a los demás es muy importante saber pedir perdón. Pedir perdón lleva implícitas una serie de acciones para evitar que no vuelva ocurrir lo sucedido y restituir el mal causado.
La petición de perdón debe de llevar consigo una serie de pasos: reconocer que se ha ofendido o herido al otro, sentir de verdad el dolor del otro, analizar la propia conducta y las motivaciones y sentimientos que nos llevaron a cometer el acto, pedir perdón explícitamente al otro, y restituir el daño causado.
Falta investigación sobre programas o intervenciones concretas para lograr el perdón. No obstante, la compasión es un elemento habitual de las terapias basadas en mindfulness y aceptación que si han demostrado ampliamente su eficacia en numerosas condiciones.
A veces perdonar puede ser una tarea difícil y dolorosa que requiere de la ayuda especializada de profesionales como los psicólogos. Pide ayuda si necesitas que alguien especializado te guíe y te acompañe en este proceso. Por doloroso que parezca, puedes transitar esas situaciones adversas que te han herido y salir fortalecido de ellas. Perdonar es un camino que vale la pena recorrer.
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