Sobrevivir al trabajo por turnos

Trabajo por turnos

¿Qué son los ritmos circadianos?

     Los seres humanos, al igual que otros seres vivos, poseemos un reloj corporal interno situado en el núcleo supraquiasmático del hipotálamo que regula nuestros ritmos corporales, incluido el ritmo de sueño-vigilia. El período o duración habitual de la mayoría de estos ritmos es cercano a 24 horas (circadiano) y está preparado para sincronizarse con el ritmo ambiental diario de luz-oscuridad. En concreto, para estar activos y despiertos de día, y para dormir y descansar de noche.

     Tres de los ritmos que guardan más estrecha relación con el sueño son el ritmo de temperatura, de cortisol y de melatonina. En ritmos bien ajustados al período de 24 horas la temperatura corporal desciende a última hora del día, alcanza sus mínimos diarios durante la noche cuando la tasa metabólica es baja y empieza a ascender poco antes de despertar.

El cortisol, una hormona relacionada con el estrés, alcanza sus mínimos en las primeras horas de sueño y desde ahí asciende alcanzando su pico en el momento de despertar. En condiciones que combinan estrés y falta de sueño, como puede ser el caso del trabajo por turnos, se han demostrado importantes elevaciones permanentes del cortisol en sangre que interfieren con la salud.

La liberación de melatonina, hormona que facilita el sueño,  empieza a aumentar por la tarde, alcanza su máximo en mitad de la noche y desciende antes de despertar. Bajo esta configuración (temperatura y cortisol en descenso, melatonina en aumento) la tendencia al sueño es alta y si dormimos en ese momento la longitud y la calidad del sueño serán óptimos.

      Existen también diferencias entre las personas en la ubicación temporal de sus ritmos circadianos.  Las personas de tipo intermedio son las que duermen aproximadamente de 12 p.m. a 8 a.m., pero existen sujetos matutinos que tienden a levantarse y a acostarse más temprano, e individuos vespertinos, con tendencia a levantarse y acostarse más tarde. Las personas matutinas tienen entre 1-4 horas más avanzada su temperatura corporal y otros ritmos respecto al patrón intermedio y lo contrario sucede con los vespertinos. Los momentos de máxima alerta y ejecución se producen durante la mañana temprano para los matutinos y durante la tarde-noche para los vespertinos.

     Las posiciones de fase de estos ritmos vienen así «programadas» en nuestro organismo y no son fáciles de modificar. Estos sistemas cíclicos pueden modificar algo su momento de ocurrencia como resultado de cambios en las claves medioambientales que los sincronizan, fundamentalmente las variaciones del ciclo de luz-oscuridad, pero esto lleva su tiempo (aproximadamente una semana por cada cambio de una hora).

¿Qué sucede cuando se trabaja por turnos? 

     Cuando se trabaja a turnos o de noche el sistema circadiano es incapaz de adaptarse rápidamente al nuevo horario y surge una desincronía entre el ritmo de los sistemas fisiológicos internos y las exigencias horarias externas. El deterioro del normal ciclo sueño-vigilia en estos casos es muy marcado y las consecuencias a nivel de salud importantes. Se calcula que un 20-25% de los trabajadores trabajan a turnos y están profesionalmente activos de noche. Cifras que más que disminuir previsiblemente aumentarán en el futuro ya que vivimos en una sociedad que funciona las 24 horas.

Esta desincronía circadiana junto a la falta de sueño que inevitáblemente se asociará a estas condiciones laborales son los responsables de los problemas de salud y el deterioro en la calidad de vida que se observan en este tipo de trabajadores.  El turno de noche es el más disruptivo de todos en términos de deficiencia de sueño y quejas de salud.

     Los principales efectos negativos del trabajo por turnos y, muy especialmente, del trabajo nocturno son los siguientes:

  • Alteraciones del sueño. Como vimos, la longitud y calidad del sueño depende de diversos ritmos circadianos, biológicamente estamos predispuestos a dormir de noche pero no de día. Además, cuando se trabaja de noche y se duerme de día suelen existir condiciones ambientales que no ayudan a dormir (p. ej., ruido circundante, luz ambiental, etc.). El sueño de día es de mala calidad y se acumula una deuda crónica de sueño. Uno de los problemas de sueño más frecuentes es el insomnio. También pueden observarse apnea, mioclonías, síndrome de las piernas inquietas o hipersomnia.  
  • Hábitos de alimentación poco saludables. El trabajo por turnos se asocia a cambios en la cantidad, calidad y horarios de las comidas (p. ej., muchos trabajadores del turno de noche hacen una comida con snacks). Consumo aumentado de café, tabaco, y estimulantes, para intentar combatir la desagradable somnolencia en los momentos en que hay que estar despierto, y consumo de alcohol e hipnóticos, para ayudarse a dormir cuando no se logra conciliar el sueño.
  • Problemas de salud. Estos trabajadores tienen un mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, problemas digestivos, obesidad, trastornos psicológicos, inmunológicos, reproductivos, fatiga crónica, y envejecimiento prematuro. En revisiones recientes se indica que los problemas de salud que más se relacionan con el trabajo nocturno o a turnos son la úlcera péptica, las enfermedades cardíacas coronarias y la disminución de la fecundidad en las mujeres.
  • Deterioro del rendimiento y mayor accidentabilidad. El mal ajuste entre ritmos y la falta de sueño acumulada afectan al nivel de atención, la vigilancia y la ejecución en tareas de diverso tipo (p.ej., deterioro del tiempo de reacción, lapsus, dificultad para tomar decisiones, etc.). La propia seguridad laboral puede verse comprometida, siendo el trabajo nocturno o por turnos una de las principales razones de absentismo laboral y mortalidad laboral.
  • Interferencia con la vida laboral y social. Estos sistemas de trabajo tienen un impacto negativo en la crianza de los hijos, la vida en pareja, las relaciones sociales, etc.

¿Quiénes se adaptan mejor a estos trabajos? 

     Se han intentado determinar factores que afecten a la capacidad de la persona para adaptarse a la disrupción circadiana y a la privación de sueño. Estos aspectos deberían ser tenidos en cuenta al efectuar procesos de selección de personal. Aunque hace falta más investigación algunas de las conclusiones actuales indican que:

  • Los trabajadores vespertinos se adaptan mejor a los turnos de trabajo nocturno y rotativos que los matutinos, que suelen tener un ritmo menos flexible.
  • Las mujeres suelen ser mas sensibles que los varones al efecto negativo del trabajo nocturno o por turnos (p. ej., en investigaciones recientes la exposición a luz de noche se asocia a cáncer de mama en mujeres).
  • Las personas de más de 45 años tienen más probabilidades de sufrir con más intensidad las consecuencias negativas de estos sistemas de trabajo.
  • Los individuos con alto índice de masa corporal y que no realizan ejercicio físico sufren consecuencias más adversas en su salud cuando trabajan a turnos o de noche.
  • Las personas con una red escasa de apoyo social tienen más probabilidades de experimentar síntomas de problemas psicológicos como ansiedad o depresión si trabajan por turnos o de noche, y viceversa. También las personas que a nivel de personalidad tienden a ser nerviosas o con alta ansiedad rasgo.

     Por otra parte, como veremos en el siguiente apartado el tipo concreto de trabajo por turnos que se plantee también afecta a las posibilidades de adaptación a este tipo de trabajos.

¿Cómo organizar el trabajo por turnos?

     La mayoría de los trabajadores que trabajan en estos sistemas no tienen un buen nivel de adaptación a los turnos. Aunque esa adaptación es muy difícil de conseguir y no se dispone de soluciones perfectas (la ideal sería no tener que trabajar de esta forma) algunas estrategias que ayudan a minimizar los efectos negativos del trabajo por turnos y de noche son las siguientes:

  • Programar de manera adecuada el trabajo por turnos. Cuando se establezcan los turnos, respetar al máximo la tendencia circadiana natural (es decir, el orden de mañana, tarde, noche) y son mejores las rotaciones de ritmo lento (unos 3 días en cada turno) que las rápidas porque alteran menos el sueño. Un número suficiente de días de descanso tras el turno de noche ayuda a recuperarse de sus efectos negativos.  Se debate si es mejor un turno fijo de noche o rotar. En  algunos estudios, trabajar de noche en turnos rotativos tiene peor efecto global que trabajar siempre de noche.
  • Fomentar la participación del trabajador en la elección de los turnos. Tener en cuenta sus circunstancias sociales, su rol en la familia, etc., y fomentar su participación en la elección del turno. A mayor congruencia entre las necesidades del trabajador y el turno de trabajo menos problemas de sueño e interferencia con sus actividades familiares, y mejor actitud hacia el turno y desempeño en el puesto de trabajo. No obstante, en algunos estudios se observa que aunque la congruencia mejora la satisfacción con la empresa, no siempre eligen lo más saludable (p. ej., tienden a concentrar demasiado los turnos para luego disponer de más días libres).
  • Estrategias para echarse siestas y alimentarse mejor. Una siesta de corta duración (unos 30 min.) mejora la ejecución y los sentimientos subjetivos de bienestar (p. ej., puede ser de utilidad tomarla por la tarde, antes del turno de noche). Las empresas deberían ofrecer salas de descanso, comedores, etc. para que los trabajadores de turno de noche puedan eventualmente descansar y comer de forma equilibrada.
  • Instalar iluminación adecuada en el espacio de trabajo. La exposición a luz intensa es un  tratamiento eficaz para los trastornos del ritmo circadiano. Exponerse a luz intensa por la tarde noche retrasa los ritmos circadianos (permite estar activo de noche y ayuda a dormir de día). Los trabajadores pueden exponerse a luz intensa a través de lámparas especiales (unos 3000lx) durante el trabajo nocturno, evitar la luz en el desplazamiento a casa tras el trabajo (p. ej., llevando gafas oscuras, de lo contrario la luz inhibe a la melatonina) y dormir totalmente a oscuras de día. Cuando el horario del turno de noche es adelantado (p. ej., 10:00 a 6:00) y el trabajador consigue acostarse pronto al llegar a casa (p. ej., 7:00 a 1:00 ó 2:00) pueden lograrse mejores resultados.
  •  Empleo de hipnóticos como melatonina. La melatonina de la glándula pineal (mejor de origen vegetal) promueve el sueño y ajusta los ritmos. Por ejemplo, la administración de melatonina varias horas antes de su pico de secreción nocturna avanza el momento de sueño en sujetos que lo tienen retrasado y ajusta el ciclo a 24 horas en personas ciegas. Se ha demostrado que tomada tras el turno de noche, antes de dormir de día, impide el descenso en la duración del sueño diurno.

     Para diseñar sistemas efectivos de cambio de turnos deben considerarse variables fisiológicas, psicológicas, sociales y medioambientales, y además tener en cuenta el tipo concreto de trabajo del que hablemos. Es importante establecer medidas preventivas e intentar sensibilizar a trabajadores y empresarios sobre los riesgos inherentes al trabajo nocturno y por turnos.

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Depresión postparto

Depresión postparto

¿Qué es la depresión postparto?

     A pesar de su escaso reconocimiento, la depresión postparto es un importante problema de salud pública. La depresión postparto puede llegar a afectar hasta un 10% de las madres que previamente estaban bien, elevándose esta cifra hasta un 35-40% si se trata de mujeres con trastornos mentales anteriores.

     La idealización de la maternidad o el mito de la maternidad protectora, que viene a decir que ser madre es una experiencia tan maravillosa que es imposible deprimirse, ha dificultado el estudio de la depresión postparto. Sin duda, ser madre es extraordinario, pero una no deja de ser humana y como tal, algunas mujeres pueden experimentar problemas.

     Las mujeres que al nacer su bebé sufren depresión postparto pueden experimentar síntomas propios de una depresión (p.ej., tristeza, cansancio, problemas de sueño, falta de concentración, etc.), sentimientos negativos hacia el bebé (p. ej., desinterés, miedo de quedarse a solas con él, etc.) y ansiedad. Estas manifestaciones cumplen los criterios diagnósticos de episodio depresivo mayor o menor. Las características de una depresión, que también estarían presentes en la depresión postparto, puedes verlas en la entrada del blog sobre depresión. De forma añadida, algunas características importantes propias de la depresión postparto son las siguientes:

  • Con frecuencia la depresión postparto es difícil de detectar porque suele presentarse de forma relativamente brusca. También dificulta la detección la escasa sensibilidad de los sistemas de salud y la propia sociedad a los problemas mentales de la mujer durante el embarazo y el parto.
  • A veces se trata de episodios de muy larga duración que tienen una gran repercusión en la vida de la persona. Aparte de afectar a la madre puede deteriorarse el vínculo materno-filial (la relación emocional que establece la madre con el recién nacido). Los sentimientos negativos o ambivalentes de la madre hacia el bebé afectan a este vínculo. Las alteraciones del vínculo madre-hijo harán más probable en el futuro que el niño sufra problemas psicológicos e incluso puede afectar a su maduración y desarrollo cerebral.
  • Una de las consecuencias más graves de la depresión postparto es el riesgo de suicidio que tiene el problema de que suele ser un “suicidio ampliado”, es decir, que incorpora al bebé. De cuando en cuando, la prensa nos escandaliza con noticias de madres que han asesinado a sus bebés y se han suicidado después. La madre en este estado no concibe dejar sufriendo a su hijo en el mundo.  Aunque parezca increíble, el suicidio sería responsable hasta de un 20% de las muertes maternas en el primer año tras el parto.

¿Qué causa la depresión postparto?

     Las causas de cualquier depresión son complejas e inciden factores de muy diverso tipo. Los principales elementos que contribuyen al surgimiento y mantenimiento de este problema se recogen en la entrada sobre depresión.

     Además, en el caso de la depresión postparto, los estudios han indicado que es más fácil desarrollar depresión postparto cuando hay antecedentes de depresión en la vida de la persona, se vivió una historia de abuso infantil, hay bajo apoyo social, se vive en un medio urbano frente a rural y están presentes factores de estrés vital (p. ej., embarazo no deseado, problemas económicos, abandono de la pareja, etc.).

A nivel de características de personalidad tienen más riesgo de sufrir depresión al tener un bebé las personas muy nerviosas, con tendencia a preocuparse u obsesionarse y perfeccionistas.

Por otra parte, los factores de riesgo que se asocian a los intentos de suicidio son haber sufrido abuso emocional en la infancia, mostrar depresión durante el embarazo, ideas recurrentes de suicidarse y no trabajar durante el embarazo. Curiosamente, el trabajo actúa en diversos estudios como un factor de protección.

¿Cómo abordar la depresión postparto?

     Hace falta bastante más investigación sobre cómo tratar de forma eficaz la depresión postparto. En las actuales guías de Práctica Basada en la Evidencia faltan aún recomendaciones  con suficiente respaldo en la investigación. No obstante, los estudios disponibles han obtenido buenos resultados aplicando terapia cognitivo-conductual para la depresión que ayuda a la madre a cambiar sus pensamientos negativos, mejorar su estado de ánimo y afrontar mejor el estrés. Junto a esto es importante intentar disponer de recursos que apoyen a la madre (p. ej., a pasar algo de tiempo sola y también en pareja sin el bebé, contar con la ayuda de familiares en algunos momentos, etc.)

Además, en relación al bebé, hay que atender a las pautas de crianza que pueden reducir el estrés y hacer más agradable la experiencia de la maternidad. Por ejemplo, educar sobre la importancia del vínculo materno filial, sobre el propio desarrollo del bebé y las pautas de crianza que mejor encajen en su caso. Mejorar el vínculo con el bebé puede ayudar a mejorar la propia depresión, aparte de redundar positivamente y de forma muy importante en el desarrollo del niño.

     Lo ideal sería detectar la depresión pronto durante el embarazo para intentar intervenir lo antes posible. Al respecto, recientemente se ha publicado un estudio piloto el año 2015 en la revista Archives of Women´s and Mental Health que encuentra que una terapia cognitiva-conductual breve aplicada durante el embarazo produce resultados prometedores reduciendo de forma satisfactoria la continuación de la depresión en el momento del parto.

Por desgracia, ni siquiera en los programas de preparación para el parto se suele abordar el tema de la prevención de la depresión postparto. Es necesaria una mayor concienciación sobre este problema y evaluar la salud mental de las mujeres al menos alguna vez durante el embarazo y el postparto.

Más información sobre el tema puede encontrarse en la web de la Sociedad Marcé Española dedicada al estudio, la comprensión, la prevención y el tratamiento de los trastornos mentales relacionados con el embarazo, parto y posparto.

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El vacío que nadie llena: dependencia emocional

Dependencia emocional

María ha vuelto a casa tras su primera cita con Antonio, irradia felicidad y es incapaz de  impedir que su mente viaje constantemente al futuro, concretamente al día de su boda con este nuevo chico tan perfecto que acaba de conocer. Tan solo hace un mes que terminó su anterior relación y todavía se pregunta cómo ha sido capaz de sorportar el dolor de la ruptura y sobrevivir a la terrible soledad treinta largos días en los que su ex-pareja ha hecho caso omiso a sus súplicas por reanudar la relación.

Jesús ya no llora cuando su pareja le comunica que planea pasar una semana fuera con otra persona que le atrae, ¿acaso podría hacer algo al respecto? El coste de oponerse no es asumible, no puede perderla, su vida es despreciable sin ella, no es nadie sin ella. Prefiere ser humillado una y otra vez a cambio de mantener la relación a flote.

Alejandro y Marta viven separados por más de cuatrocientos kilómetros, sin embargo, algo los une: ambos sufren terriblemente porque sus respectivas parejas viajan una vez al mes durante varios días por trabajo. Ellos no lo saben, es más, ni tan siquiera conocen la existencia del otro pero usan exactamente las mismas estrategias para soportar el tiempo que permanecen solos: hablan continuamente con sus compañeros de trabajo sobre sus parejas y cuando no tienen a nadie que escuche su monólogo desesperado piensan en sus amados permanentemente, de esta manera el vacío es menos insoportable.

 María, Jesús, Alejandro y Marta son personajes ficticios, sin embargo, muchas personas podrán encontrar un gran parecido entre sus propias experiencias cotidianas y los párrafos anteriores. Los cuatro son dependientes emocionales.

 ¿Qué es la dependencia emocional? 

      La persona con dependencia emocional manifiesta una necesidad extrema de carácter afectivo hacia su pareja a lo largo de las diferentes relaciones que haya podido tener. Percibe como vital el hecho de estar en pareja, no soporta la soledad y necesita estar al lado de alguien a quien probablemente idealizará. En general, se trata de personas que tienen pareja desde la adolescencia, experimentan las rupturas como verdaderas catástrofes y suelen hacer todo lo posible por reanudar una relación que no funciona, ofreciendo a sus compañeros una actitud sumisa y una predisposición a aceptar prácticamente cualquier demanda.

Las tres características esenciales de la dependencia emocional son mostrar comportamientos de sumisión, tener pensamientos intrusivos sobre la pareja (p. ej., angustia ante la posibilidad de una ruptura…) y un sentimiento intenso de miedo al abandono. No debe caerse en el error de asumir que la persona sufre una adicción a la pareja del momento presente, esta problemática trasciende al momento actual, es una tendencia, un patrón de comportamiento caracterizado por buscar y mantener relaciones sentimentales para cubrir una necesidad afectiva desmedida.

 En las relaciones típicas de las personas con dependencia emocional suele repetirse un ciclo constituido por cinco fases:

  • Fase de euforia, en la que el dependiente se siente verdaderamente feliz por el inicio de una relación con una pareja idealizada desde el primer instante.
  • Fase de subordinación en la que se construye una relación desequilibrada entre un sujeto sumiso y otro dominante en la cual hay una tendencia a que cada uno de los componentes de la pareja afiance e incremente su rol: el sumiso con el transcurso del tiempo se muestra cada vez más sumiso con el objetivo de no perder a su acompañante y el dominante a su vez tiende a imponer cada vez mayores exigencias.
  • Fase de deterioro, generalmente de larga duración en la que el dependiente puede llegar a soportar situaciones injustas, humillantes o incluso maltrato psicológico o físico.
  • Fase de ruptura, mayoritariamente iniciada por la pareja dominante, con el consecuente periodo de intenso sufrimiento por parte del dependiente.
  • Aparece un triple escenario, puede ocurrir que tras los incesantes ruegos y súplicas, el dependiente persuada a su pareja para reiniciar la relación, que el dependiente encuentre a alguien que acepte iniciar otra relación de las mismas características en sustitución de la anterior o que inicie lo que se denomina una relación de transición. En esta última situación, cuya única función es paliar el malestar derivado de la ruptura, el dependiente emocional no mantiene el típico patrón de sumisión e idealización, desarrolla una relación fría y temporal hasta que aparezca de nuevo el candidato adecuado, momento en el cual volvería a iniciarse el ciclo.

Otras características de la dependencia emocional 

  • La vida del dependiente emocional gira en torno a la pareja, por ello no será infrecuente detectar un claro descuido o incluso abandono de amigos, familia o trabajo. Durante el tiempo en el cual la pareja está ausente, sus pensamientos y atención están dirigidos a este único elemento que da sentido a su vida.
  • El dependiente emocional se anula en gran medida, vive bajo el reflejo de la pareja. Las relaciones mantenidas se basan en la idealización de la pareja y en una actitud de sumisión (aunque hay formas atípicas en las que esto no es así).
  • El dependiente emocional presenta baja autoestima, autodesprecio, autorechazo, odio e incluso un intenso sentimiento de aversión hacia sí mismo. Esta es la clave que explica por qué es tan insopotable la soledad ¿Cómo soportar la propia existencia siendo alguien tan poco valioso? Se centra toda la atención en alguien “perfecto”, que alberga un gran valor por el mero hecho de existir y que hace invisible al propio ser con su brillo.
  • El miedo al abandono o a la ruptura de la relación serán constantes y como es esperable, los intentos por reanuar la relación a cualquier precio serán situaciones cotidianas en la vida de los dependientes emocionales.
  • El dependiente emocional presenta una clara tendencia a sufrir otro tipo de patologías, especialmente trastornos relacionados con la ansiedad y la depresión. Los momentos de ruptura sentimental o periodos de soledad serán los momentos de mayor incidencia de estos trastornos.
  • La persona mantendrá esta conducta a lo largo del tiempo a menos que inicie tratamiento psicológico, el motivo es que este comportamiento está en relación con un determinado patrón de personalidad que tenderá a mantenerse estable. 

     En una relación basada en un marcado desequilibrio no solo sufre el dependiente emocional sino también su pareja. La pareja del dependiente puede experimentar una intensa presión y agobio (p. ej., tener que estar siempre localizable, llamadas constantes, “imposibilidad” de dejar la relación sin ser expuestos a todo tipo de chantaje emocional, etc.). Existen además formas atípicas de personas con dependencia emocional en las que, por ejemplo, éstos adquieren un rol dominante en lugar de sumiso. En tales casos, las parejas de los dependientes sufren hostilidad, violencia psicológica e incluso física, celos extremos y toda una serie de conductas inadecuadas que responden a la necesidad de control de su  posesión más valorada: la pareja.

Relaciones destructivas

     La dependencia emocional no debe confundirse con otro tipo de relaciones destructivas como son la codependencia y la dependencia instrumental.

En el fenómeno de codependencia la persona tiende a buscar sin saberlo relaciones con sujetos con problemas (p. ej., adictos a drogas u otro tipo de problemas) con el objetivo de ejercer el rol de cuidador,papel que le genera de alguna forma satisfacción y sentimiento de utilidad.El codependiente entrega su vida (al menos mientras dure la relación) al cuidado, protección e incluso encubrimiento de la pareja, haciendo todo lo posible por controlarla y por «salvarla» de sus problemas. Mientras que la pareja del dependiente emocional suele ser dominante y narcisista, alguien que se siente cómodo en una posición de dominancia y superioridad, la pareja del codependiente adquiere un papel pasivo, «se deja llevar» por un compañero que se afana en solventar todos sus problemas.

En la dependencia instrumental la persona no es capaz de tomar las riendas de su propia vida, se siente insegura, carece de iniciativa y autonomía, tiene la sensación de no poder valerse por sí misma y no ser capaz de tomar sus propias decisiones o hacerse cargo de sus propias responsabilidades. El dependiente emocional suele ser alguien que ha tenido que apañárselas solo desde muy temprana edad mientras que el instrumental parece en la actualidad un niño indefenso dentro del cuerpo de un adulto.

¿Qué caracteriza a una relación destructiva?

El único motivo adecuado para iniciar o mantener una relación sentimental debería ser el refuerzo positivo que esta me aporta como persona, cómo me complementa y cómo contribuye (junto a otros sectores de mi vida: trabajo, amigos, familia, etc) a mi bienestar. ¿Por qué tengo una pareja? Porque no soporto la soledad, porque no imagino mi vida sin mi pareja aunque mi pareja no me hace feliz, porque no soy capaz de manejar mi vida yo solo. Cualquiera de estas respuestas debe tomarse como una señal de alarma que avisa sobre la posible existencia de una relación destructiva y desequilibrada.

 ¿Cuáles son las causas de la dependencia emocional?

     Actualmente aún se debate si la dependencia emocional es una característica disfuncional de la personalidad o un trastorno psicológico. De hecho, no hay mención al fenómeno en el DSM-5 (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders) ni tampoco en la CIE-10 (Clasificación Internacional de Enfermedades 10º). Por ello, aventurarse a explicar cuáles son los factores que originan y mantienen este problema se convierte en una tarea complicada que genera controversia entre los especialistas.

     Una de las hipótesis más aceptadas considera que éstas personas se formaron esquemas desadaptativos sobre sí mismos y sobre la interacción con los demás a causa de relaciones afectivas insatisfactorias durante etapas tempranas de la vida. Los esquemas constituyen nuestra forma de entender o interpretar el mundo (“nuestras gafas para verlo”) y se aprenden a través de experiencias de la infancia. Los esquemas se activan sin que nos demos cuenta y determinan de forma notable cómo sentimos y cómo nos comportamos.

Imagina la primera vez que visitaste un supermercado, probablemente no lo recuerdes, pero con tus primeras experiencias en el arte de hacer la compra se formó un esquema en tu cabeza que te permitió aprender a comportarte en uno de estos establecimientos: uno entra, se hace con una cesta o un carro en función del tamaño de la compra a realizar, selecciona los productos que desea adquirir y posteriormente se dirige a una caja en la que alguien cuantifica el precio de todos los productos, en última instancia se te indica qué cantidad pagar.

Esto que estás leyendo y que parece una simpleza, en algún momento de tu vida no estuvo claro y tuvo que ser aprendido. De igual manera, durante la infancia, se genera un esquema de lo que soy y de cómo son las relaciones con las personas que considero importantes. Al respecto, se piensa que los padres o cuidadores de los dependientes emocionales han desatendido de manera grave las necesidades afectivas de estas personas durante la infancia, incurriendo en comportamientos negligentes, siendo agresivos o incluso maltratando psicológica o físicamente.

Es común encontrar que lo que hoy es un adulto con dependencia emocional, en el pasado fue un niño que se vio forzado a ser autónomo con respecto a sus cuidados o estudios al encontrar unos padres fríos, distantes, que daban pocas muestras de cariño y no dedicaron el tiempo ni el amor que necesitaban. Tras una historia así se desarrolla un concepto de uno mismo negativo, donde la persona considera que carece de importancia y asume que no es merecedor de afecto, puesto que esto es lo que ha sido demostrado por sus seres queridos más cercanos.

Además, se aprende que una relación fría en la que no es valorado ni querido no es del todo algo extraño, ya que esta situación es semejante a lo experimentado los primeros años de su vida.

¿Se puede tratar la dependencia emocional? 

     Aun no existen recomendaciones en el ámbito de la Práctica Basada en la Evidencia para tratar la dependencia emocional. Aunque deben efectuarse más investigaciones, una propuesta de tratamiento de gran interés es la que se recoge en el libro de dependencia emocional de Jorge Castelló. Según este autor la terapia con dependientes emocionales incluiría estos elementos:

1. Un primer paso importante es que el paciente tome conciencia y comprenda con plena claridad su problema: qué le ocurre, por qué motivo, cuándo y con qué personas se originó el autoconcepto negativo sobre sí mismo y su baja autoestima, en qué consisten sus pautas de interacción disfuncionales, por qué las mantiene, etc. Esta información puede tener en sí misma el efecto de empezar a producir una cierta mejoría.

2. Reestructurar las pautas disfuncionales de interacción. A continuación se realizará una intervención en el área interpersonal del paciente, será necesario realizar un análisis exhaustivo de cómo se relaciona con su pareja pero también con familiares, amigos y compañeros de trabajo. El trabajo será muy diferente en función del momento en el cual acuda el dependiente a terapia: inmerso en una relación patológica, durante o tras la ruptura, el paciente está solo, etc.

Se acordarán con el paciente «cambios de actitud», empezando por las relaciones más fáciles de tratar (amigos o compañeros de trabajo) y avanzando hasta la más compleja: la relación de pareja (p. ej., reducir su necesidad de exclusividad extrema, su alta demanda de escucha, etc). Para ello se efectúan registros diarios de los comportamientos de relación que serán analizados con el terapeuta con el objetivo de corregir progresivamente las conductas desadaptativas.

Por ejemplo, es habitual la necesidad de un entrenamiento en empatía, ya que el dependiente emocional puede pasar horas hablando sobre sus problemas sin pararse a pensar en cómo estará la persona que tiene a su lado mientras escucha. La parte más importante tiene que ver con la forma de relacionarse con la pareja.

Puede realizarse un guión en el que se detalle cómo debe ser una relación sentimental sana y conseguir que una vez que inicie una nueva relación en la vida real se desarrolle respetando el guión de trabajo que han elaborado conjuntamente paciente y psicólogo. Algunos ejemplos de los objetivos reflejados en este guión serían los siguientes: no considerar a la nueva pareja alguien superior, respetar tiempos sin saber nada de él o ella, no cortar el contacto con amigos, etc. Un elemento de especial importancia es que el dependiente emocional evite la sumisión y logre una relación equilibrada.

3. Fortalecer la autoestima de la persona. De forma indirecta, si el paciente ha conseguido mejorar sus habilidades sociales y ha logrado iniciar con éxito una relación sentimental más equilibrada, estas circunstancias ya actúan como nutrientes para una mejor autoestima externa, que es algo que no venía funcionando.

No obstante, hay otra fuente muy importante de autoestima que se tendrá que trabajar, la fuente interna, es decir, la persona tiene que aprender a quererse y a valorarse por lo que es, cosa que no hicieron en el pasado quienes le rodeaban. En definitiva, será necesario llevar a cabo también una reestructuración de la relación que el paciente tiene consigo mismo trabajando de forma similar a lo expuesto anteriormente.

     El camino que el dependiente emocional tiene que recorrer para mejorar su calidad de vida y ser más feliz es largo, exige altas dosis de motivación, de perseverancia y sobre todo supondrá realizar grandes esfuerzos, sin embargo, con la ayuda de un psicólogo puede ser una carrera de fondo llevadera y muy satisfactoria cuando con el compromiso de ambos, la terapia llega a buen puerto.

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