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Sueños lúcidos

sueños lucidos

¿Qué son los sueños lúcidos?

     Un sueño lúcido es un sueño en el que la persona alcanza un estado de consciencia y tiene la posibilidad de ejercer un cierto control de sus actos o de la realidad que le rodea. Es decir, en un sueño lúcido el soñador es consciente de que está soñando.

Durante un sueño lúcido la persona es capaz de despertarse dentro de un sueño con una percepción única que le permite comportarse de forma parecida a alguien que está despierto, ejercitando su voluntad y empleando su imaginación, recuerdos o conocimientos de la vida diurna. Las personas que desarrollan esta capacidad se conocen como onironautas o navegantes de sueños (del griego oneira: sueño y nautis: navegante).

     Los antiguos Egipcios creían que el alma podía viajar fuera del cuerpo mientras éste dormía y hay indicios de que ya experimentaban alguna forma de sueño lúcido. Las tribus indígenas asumían que en el sueño se accedía a un reino espiritual que no obedecía las leyes del espacio y el tiempo. Los tibetanos fueron pioneros del sueño lúcido y lo entendían como una parte esencial del proceso de alcanzar la comprensión consciente. Éstas y otras tantas culturas como la China, la Griega, la Hindú o la Hebrea entendían los sueños como una extensión del mundo de la vigilia.

En nuestros días, el estudio científico de los sueños lúcidos es liderado por Stephen LaBerge. El Dr. LaBerge se licenció en matemáticas en 1976 pero después se dedicó a la investigación psicofisiológica de los sueños doctorándose por la Universidad de Stanford en 1980. En 1987 fundó el Lucidity Institute, organización que promueve la investigación científica de los sueños lúcidos y que imparte cursos sobre el tema.

¿Para qué sirven los sueños lúcidos?

     Seguro que se te ocurren varias ideas o deseos respecto a qué hacer durante un sueño si tuvieras la posibilidad de controlarlo. Los sueños lúcidos tienen usos tanto recreativos como relacionados con el crecimiento personal y el trabajo terapéutico en ciertos tipos de problemas. Algunos de los usos más destacados de esta forma especial de sueños son los siguientes:

  • Puro disfrute. Vivir aventuras y completar tus fantasías depende de los límites de tu imaginación. Puedes hacer lo que quieras, ir donde quieras, encontrar a las personas que desees ver, etc.
  • Desarrollar la creatividad y resolver problemas. Todos nos hemos despertado alguna vez diciendo “qué imaginación tengo” después de un sueño extraño. ¿Y si pudieses controlarlo? Podrías aprovechar estar consciente durante ese estado especial que son los sueños para buscar inspiración o encontrar soluciones nuevas y creativas a problemas.
  • Enfrentarse a los miedos, fobias y/o pesadillas. Una opción de terapia para resolver estas dificultades es trabajar con estos temas durante un sueño lúcido. La experiencia y algunos estudios constatan que si la persona es capaz de enfrentarse con éxito durante su sueño a lo que teme esto tiene un efecto en el miedo real que experimenta en estado de vigilia, observándose una mejoría paralela. En el caso de las pesadillas se instruye al soñador para que cambie el argumento así como los elementos presentes en el sueño de forma que tenga un final victorioso para el.
  • Conocerte a ti mismo, encontrarte con tu “yo” más profundo.  Es evidente que los sueños lúcidos constituyen un escenario único en el que podemos conectar con nuevos ámbitos de nuestro ser situados fuera del estado normal de consciencia.

     No obstante, el empleo real de sueños lúcidos es casi anecdótico y limitado a los grupos o centros con interés en este asunto. Se trata de un tema que goza de muy poca difusión y muchos investigadores siguen mostrando recelo sobre el mismo a pesar de existir investigaciones rigurosas sobre el soñar lúcido. Posiblemente, la propia actitud de la cultura occidental de infravaloración de los sueños tenga que ver con ello.

¿Cómo puedo tener sueños lúcidos?

     Algunas personas han tenido experiencias espontáneas de soñar lúcido y pueden tener una habilidad especial para conseguirlo, pero en la mayoría de los casos se trata de un entrenamiento que requiere tiempo y esfuerzo. En principio, cualquiera puede hacerlo, pero hay que tener en cuenta que existen diferencias individuales en cuanto a la facilidad para lograrlo. Por ejemplo, una persona que no recuerda nunca sus sueños tendrá más dificultad para tener sueños lúcidos que otra que lleva tiempo interesada en los sueños y los anota en un diario.

A continuación se presentan los tres elementos más importantes para conseguir tener sueños lúcidos. Puedes encontrar más información sobre el tema en los libros de LaBerge Lucid Dreaming and Exploring the World of Lucid Dreaming. Al final de la entrada figura un video de este autor en el que habla de las técnicas para lograr sueños lúcidos.

1. Aprender a recordar los sueños. Todos soñamos cada noche, lo que ocurre es que sólo recordamos los sueños si nos despertamos desde la fase REM o muy cerca de ella, y nos tomamos un momento para recordar.  El primer paso consiste en aumentar el recuerdo de sueños. Podemos  tomarnos unos minutos antes de levantarnos para intentar recordar lo máximo posible y registrarlo, por ejemplo, anotándolos en un diario que tengamos cerca de la cama, grabándo en el móvil el relato de lo que recordemos, etc.

Al analizar y recordar los sueños podemos ir familiarizándonos con las claves que usamos de forma inconsciente para darnos cuenta de que estamos soñando (p.ej., volar, ver a un familiar muerto, la incapacidad de caminar, etc).

La memoria no funciona como un interruptor, debemos tener paciencia y sobretodo ser constantes, con el tiempo veremos que somos capaces de recordar al menos un sueño cada noche y entonces estaremos más cerca de la lucidez onírica.

2. Hacer controles de realidad. El segundo paso es preguntarnos con frecuencia durante el día “¿estoy soñando?” y realizar verificaciones de la realidad para determinar si uno está o no en un sueño (p.ej., mirar la hora varias veces a ver si cambia o taparse la nariz y comprobar si seguimos respirando). Esto llevará con la práctica a hacernos la misma pregunta en el sueño. Los sueños lúcidos se suelen activar con alguna incoherencia imposible en la vida real que de pronto hace que el soñador se detenga, cuestione la realidad y tome conciencia de que está soñando.

Realiza estas verificaciones entre cinco y diez veces al día, a intervalos regulares. Para ello puedes programar alarmas o recurrir a situaciones habituales para recordarte que debes hacer las comprobaciones (p. ej., cada vez que suene el teléfono).

3. Fomentar la intención.  Muchas personas tienen su primer sueño lúcido después de leer algo al respecto. La mente tiene un poder asombroso, y es que si cultivas un pensamiento estarás cultivando así mismo una acción. Por lo tanto, es importante que ensayes mentalmente que estás lúcido en un sueño, que lo imagines y lo visualices antes de ir a dormir y que sea tu pensamiento dominante antes de dormir.

Poco a poco te irás acordando de los sueños con más regularidad y exactitud, te darás cuenta de que eres consciente de que estás soñando y con el tiempo podrás lograr hasta controlarlos.

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Optimismo

Optimismo

¿El vaso medio lleno o medio vacío?

     El optimismo es un rasgo psicológico que diferencia a unas personas de otras y que influye en cómo uno se ve a sí mismo y a sus circunstancias, cómo procesa la información que le llega y cómo decide actuar según esa información.

Mientras los optimistas confían en que el futuro será favorable, los pesimistas creen que es probable que les sucedan cosas malas. Como expresaba el poeta Kahlil Gibran en 1951 “el optimista ve la rosa y no sus espinas, el pesimista se fija en las espinas, olvidando la rosa” (p.45).

     El optimismo se ha relacionado con un determinado estilo atribucional (la forma de explicar los sucesos que nos han pasado). Desde los trabajos de Seligman, en los años 70 en la Universidad de Pensilvania, se demostró que cuando las personas se exponen de forma repetida a sucesos negativos incontrolables, se rinden y se vienen abajo desarrollando un estado que se llama indefensión aprendida y que ha sido de gran utilidad para explicar problemas como la depresión. No obstante, Seligman y su equipo vieron que algunas personas nunca se rendían aunque experimentaran grandes dosis de adversidad.

Éstas personas tenían una forma peculiar de explicar los sucesos negativos que les sucedían. Pensaban que las cosas negativas que les pasaban eran inestables (“las cosas pronto mejorarán”), específicasotros apectos van bien”) y que dependían de factores externos (“una mala racha”).

En cambio, los que podían desarrollar indefensión aprendida tendían a interpretar que los acontecimientos negativos eran estables (“siempre me irá mal”), globales (“mi vida entera es un desastre¨) y se culpaban de lo sucedido (“es muy culpa”). Es decir, no es que a los optimistas no les sucedan cosas malas, pero las interpretan de una forma constructiva y no fatalista.

     Además, el optimismo guarda relación con el modelo del valor y la expectativa en la persecución de metas formulado por Scheier y Carver en años recientes. Según este modelo, las personas perseguimos metas que tienen valor para nosotros y que pensamos que podemos conseguir. El optimismo y el pesimismo son versiones opuestas de confianza y duda, respectivamente, sobre múltiples aspectos que constituyen nuestras metas en la vida.

Estas expectativas van a influir en cómo nos comportamos las personas. Por ejemplo, Juan y Luís son dos hombres similares en formación y capacidad que acaban de quedarse en paro. Juan se queda en casa durante semanas, lamentándose de su situación (p. ej., repasando mentalmente todo lo que pudo hacer mal, dudando de su talento, etc.). Se culpa de lo sucedido y piensa que será muy difícil volver a encontrar un buen trabajo. Luís se pone casi de inmediato a preparar un currículum y busca distintas entrevistas de trabajo. Se siente mal por estar en el paro pero atribuye lo sucedido a la crisis económica o a la mala suerte: “son cosas que pasan”.

Luís siguió mostrando persistencia los meses siguientes, confió en su habilidad y en que su suerte tenía que cambiar. Tras participar en varios procesos de selección, encontró un buen trabajo adecuado a su perfil. Juan siguió un tiempo desanimado y cuando se repuso algo empezó a buscar empleos de menor cualificación, pensando que debía rebajar sus expectativas. Finalmente, encontró un trabajo con menos sueldo y responsabilidad que su trabajo anterior. Luís es un optimista. Juan es una persona pesimista, que duda de ella y de su futuro.

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Acoso escolar o bullying

Acoso escolarSi permaneces neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor  (Desmont Tutu)

 ¿Qué es el acoso escolar?

     Un estudiante es acosado cuando sufre acciones negativas por parte de uno o más compañeros. Para poder hablar de acoso escolar tienen que darse las siguientes circunstancias:

  • Conductas de querer hacer daño de forma intencionada. Pueden implicar agresión física, verbal o gestual (p.ej., poner motes, chantajear o amenazar, hacer muecas o gestos insultantes, reírse de su ropa o calzado, etc.) y/o acciones dirigidas a excluir a alguien del grupo (p.ej., difundir rumores falsos, no dejarle participar en actividades o ignorarlo, etc.).
  • La situación se produce de forma repetida y mantenida en el tiempo bien en un centro escolar, fuera del horario escolar o en otros lugares (centros deportivos, campamentos de verano, etc.).
  • Además, debe haber un desequilibrio de poder o fuerzas por lo que el escolar acosado tiene difícil poder defenderse. El agresor, sólo o ayudado por otros, domina la situación y la víctima queda en un plano de sumisión.

     El término de ciberbullying se emplea para referirse a la situación de acoso que se da toda o en parte con la ayuda de uno o varios dispositivos electrónicos o mediante redes sociales. La tecnología ha hecho más fácil, rápido y potente el acoso.

     En los centros escolares hay también mucha violencia que no puede ser calificada como acoso. Por ejemplo, si un alumno recibe cada mañana una “colleja” antes de entrar en el aula ante las risas de los demás hay acoso. Sin embargo, si ese u otros actos agresivos se los propinan entre todos, eso no es acoso, aunque se trate de una dinámica inadecuada que necesitará otro tipo de intervención.

     El mayor especialista en acoso, el psicólogo noruego Dan Olweus, estima que un 15% de los estudiantes se ve involucrado en problemas de acoso (el 9% como víctima, el 6-7% como acosador). En España, las cifras varían según el informe, pero los datos sugieren un porcentaje superior al de otros países, con cerca de un 15% de víctimas y 7,6% de agresores.

El acoso físico se da más entre chicos, especialmente si proceden de entornos desfavorecidos, mientras las chicas emplean formas más indirectas de acoso como hacer correr rumores o manipular las relaciones de amistad. No obstante, el acoso sin medios físicos es la forma más común de acoso tanto entre chicos como entre chicas.

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