Resulta
tópico referirnos a nuestro presente como un tiempo
de «crisis». Pero no menos relevante resultaría
emplear los emblemas «enfermedad de civilización»
o «malestar en la cultura» para referirnos
a Occidente.
Pensamos que es legítimo hablar hoy de enfermedades
o patologías insertas en la colectividad. Lo fundamental
en esa dirección radica en que, sin menoscabo de
los problemas que afectan a las estructuras formales de
la racionalidad, estamos convencidos de que se expande
hoy un caudal de fenómenos patologicos en el ámbito
del mundo de la vida (Lebenswelt), de la nervadura
que articula la experiencia o la vivencia intersubjetiva,
a ras de suelo, en el campo de las visiones del mundo,
las formas de vida, las practicas colectivas y, más
aún, costumbres, hábitos o en la misma cotidianidad
experiencial. Nos situamos así en la arena de la
existencia fáctica o de aquello que desde el mundo
griego viene llamándose éthos.
Ello implica afrontar problemas de gran calado, como el
de precisar en qué sentido se puede hablars de
«enfermedad», «patología»
y «terapia», así como el de impulsar
una orientación filosófica centrada en el
análisis ontológico de patologías
de civilización.
El
horizonte de investigación se precisa en, al menos,
los siguientes objetivos concretos:
1. Analizar y replantear el concepto de «patología
social», cuyo suelo nutricio se encuentra en el
de «patología de civilización»,
desde la perspectiva, insuficientemente estudiada hasta
ahora, de su origen en el mundo de la vida.
2.
Investigar las raíces ontológicas de las
más importantes patologías socio-culturales
existentes en la actualidad.
3.
Sacar a la luz y reconstruir hermenéuticamente
la tradición de la filosofía como terapia.
4.
Definir las líneas principales de interdisciplinariedad
susceptibles hoy de colaborar en la empresa de una crítica
socio-cultural.
5.
Reinterpretar la función crítica, propia
de la filosofía, como forma de contribuir a su
vigencia real y efectiva en el mundo actual.
Por lo demás, la investigación de formas
de malestar en la cultura actual y sus novedosos sintomas
puede ayudar a vincular la reflexión filosófica
y los problemas relativos a la educación, dado
que ello puede ayudar a comprender la praxis de las nuevas
generaciones y a abrir el espacio para una educación
que contemple nuevas formas de apelar y de incitar valorativamente.