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Resulta
tópico referirnos a nuestro presente como un tiempo
de «crisis». Pero no menos relevante resultaría
emplear los emblemas «enfermedad de civilización»
o «malestar en la cultura» para referirnos
a Occidente.
Pensamos que es legítimo hablar hoy de enfermedades
o patologías insertas en la colectividad. Lo fundamental
en esa dirección radica en que, sin menoscabo de
los problemas que afectan a las estructuras formales de
la racionalidad, estamos convencidos de que se expande
hoy un caudal de fenómenos patologicos en el ámbito
del mundo de la vida (Lebenswelt), de la nervadura
que articula la experiencia o la vivencia intersubjetiva,
a ras de suelo, en el campo de las visiones del mundo,
las formas de vida, las practicas colectivas y, más
aún, costumbres, hábitos o en la misma cotidianidad
experiencial. Nos situamos así en la arena de la
existencia fáctica o de aquello que desde el mundo
griego viene llamándose éthos.
Ello implica afrontar problemas de gran calado, como el
de precisar en qué sentido se puede hablars de
«enfermedad», «patología»
y «terapia», así como el de impulsar
una orientación filosófica centrada en el
análisis ontológico de patologías
de civilización. |
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