Esta mañana en el bar, mientras desayunaba, he reparado en la costumbre navideña de habilitar un rincón de la barra con una botella de Anís del Mono y un puñado de mantecados para que los parroquianos se conviden a una ronda con motivo de las fiestas y la entrada del nuevo año. Yo, cada vez que veo una de estas botellas, no puedo evitar acordarme de dos personas, bien distintas por la época en que vivieron y por su ámbito de actuación: por un lado, el recordado Chiquito de la Calzada, que decía aquello de todo el mundo tiene un graduado escolar y tú tienes una etiqueta de Anís del Mono y, por otro, Charles Darwin, padre de la Teoría de la Evolución mediante selección natural.

Y es que, aunque mucho se ha especulado acerca del significado de la etiqueta, lo más plausible es que el monito que diseñara Ramón Casas y Carbó, sea un guiño a la figura de Darwin o, con mayor precisión, un intento por parte de los muy devotos hermanos Bosch, dueños de la marca, de ridiculizar al naturalista inglés. Basta fijarse en el parecido más que razonable de ambos rostros y en la inscripción en el trozo de papel que el animal porta en su mano derecha: Es el mejor, la ciencia lo dijo y yo no miento.

Fuente imagen de Darwin: wikipedia

El éxito de la estrategia comercial es indiscutible ya que, desde su fundación en 1870, la marca no ha hecho más que crecer hasta convertirse en un verdadero icono popular. Uno de los competidores de la época, el ya desaparecido Anís del Tigre, trató sin conseguirlo, de contrarrestar este éxito escenificando en su etiqueta la muerte de un mono a manos del felino que le daba nombre.

Fuente: todocoleccion.net

Esto que aquí cuento, constata, a mi parecer, el debate social que suscitaron las teorías sobre selección natural y evolución en la sociedad europea de la época. Darwin publicó su obra cumbre (El Origen de las Especies) a finales del año 1859. La primera traducción española autorizada no llegó hasta 18 años después, esto es en 1877, 7 años después de la aparición de la marca. Aun así, sus novedosas ideas sobre la evolución biológica habían tenido ya el suficiente eco como para estar en boca de parte de la sociedad española. Esta etapa coincide con una ventana de aperturismo que abarca los años 1868 y 1874, que se denomina el Sexenio Democrático o Revolucionario. Un corto periodo que bastó para que el mensaje calase. En este sentido, son destacables, entre otros, los trabajos de Antonio Machado Núñez (padre del poeta) y de Rafael García Álvarez, que provocó que el Arzobispo de Granada censurara los trabajos de Darwin.

Bibliografía

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