Rusinek, G. y Aróstegui, J. L. (2015). Educational policy reforms and the politics of music teacher education. En C. Benedict, P. Schmidt, G. Spruce, y P. Woodford (Ed.). The Oxford Handbook of Social Justice in Music Education. Nueva York: Oxford University Press.
En este capítulo, Gabriel Rusinek y José Luis Aróstegui, escribiendo desde una perspectiva europea, observan que algunas instituciones transnacionales relacionadas con las reformas educativas neoliberales contienden que un currículo basado en lo económico puede promover la justicia social si mejora el logro académico entre los niños y niñas más desfavorecidos, contribuyendo así a reducir las desigualdades económicas en el futuro. Ésta puede parecer una afirmación polémica a algunos lectores, puesto que las reformas educativas neoliberales tienden a favorecer a los ya privilegiados al tiempo que relega la educación del resto a la formación profesional y tecnocrática. Sin embargo, Rusinek y Aróstegui argumentan que si la música va a seguir formando parte del currículo escolar, y por tanto accesible para la mayoría de los niños, entonces el profesorado tiene que ser capaz de convencer a las autoridades de la relevancia y eficacia de la educación musical para conseguir los objetivos de la educación obligatoria. Como en cualquier otra materia, el profesorado de música tendrá que valerse de las pruebas estandarizadas y de las mediciones cuantitativas con el fin de rendir cuentas de lo que hace, al tiempo que defiende la necesidad de desarrollar herramientas cualitativas de evaluación que aporten evidencias precisas de los conocimientos, capacidades y actitudes que chicos y chicas aprenden en clase de música y que son importantes para el éxito económico futuro y para su realización personal. El colectivo no está haciendo un trabajo adecuado para explicar y demostrar cómo, de qué manera, y hasta qué punto el estudio de la música y las artes ejercita el pensamiento crítico, la creatividad y la imaginación, cualidades y capacidades que son, o deberían ser, valiosas tanto para las élites económicas como para las colectivos artísticos (Winner, Goldstein, & Vincent-Lancrin, 2013, de ahí que haya necesidad de otras formas de evaluar que puedan mostrar a los políticos lo que el profesorado de música siempre ha sabido: que la música es enormemente importante para la sociedad en modos que no pueden evaluarse sólo mediante mediciones cuantitativas. Visto de este modo, el desarrollo de más y mejores herramientas de evaluación cualitativa podría razonablemente verse como una forma de resistencia política, como un baluarte contra aquellos que quieren quitar la música de las escuelas y que la perciben como un adorno y, por tanto, prescindible.