Conferencia impartida por Elvira Molina Fernández
rnCitamos textualmente la información de balance de la jornada «La exclusión social en el ámbito educativo: voluntariado, igualdad de oportunidades y educación de calidad» que recoge la página de EAPN Melilla.rnrn
rnrnLa segunda charla corrió a cargo de Elvira Molina Fernández, Maestra del CEIP León Solá, y Doctora e Investigadora de la UGR, que ostenta el Primer Premio Nacional de Acción Magistral y Sello europeo, por su programa ALEHOP de inmersión lingüística. Habló de la participación de las familias en el Centro y expuso algunas conclusiones a las que ha llegado en investigaciones llevadas a cabo en el Centro. Como elementos negativos para la participación de las familias señalaba: el menor prestigio percibido, la etiqueta de “difícil desempeño”, y el idioma como barrera. Sin embargo, resaltaba aspectos positivos de cómo perciben las familias el centro educativo: piden ayuda, lo valoran y tienen altas expectativas. Además, incidió también en algunas tendencias de parte del profesorado, y en la percepción que el Centro/profesorado tiene sobre las familias del alumnado: “no valoran la escuela”, o el “discurso del TODO como único éxito…” en lugar de ir paso a paso y de valorar los progresos por pequeños que sean, así como asumir la complejidad del problema.rnrnA raíz de su intervención comenzamos a cuestionarnos la importancia del lenguaje en varios sentidos.rnrnEn primer lugar, en lo referente a los efectos perjudiciales de las connotaciones negativas que algunas denominaciones ejercen en los procesos educacionales y en nuestras relaciones de convivencia diarias. Algunas están ya tan asumidas y “naturalizadas” que realmente no somos conscientes de lo inadecuadas que son y de los efectos contraproducentes que tienen en todas nosotras. Como puede ser la palabra “morube” utilizada incluso por miembros del profesorado. Otro ejemplo, “Centros educativos de difícil desempeño” como así son catalogados algunos de los que tenemos en Melilla. ¿De difícil desempeño para quién? ¿Alumnado? ¿Profesorado? ¿Familias?, no nos queda claro…En Andalucía, por ejemplo, este tipo de Centros se denominan “de atención educativa preferente”. Puede parecer un un detalle sin importancia para algunas, sin embargo, pensamos que el planteamiento conceptual lleva consigo también una predisposición diferente, como que tiene arreglo y vamos a trabajar para conseguirlo, en lugar de: “esto es una causa perdida sálvese quien pueda”. Además, se fomenta la extensión de generalizaciones y estereotipos que llevan al prejuicio, que a su vez llevan a la discriminación. Y el efecto es generalizado, es decir, que ejerce su influencia tanto en alumnado, como profesorado, familias y sociedad en general, y es que todos formamos parte de esto. La utilización del lenguaje determina en gran medida nuestro pensamiento, si no que se lo pregunten a los “grandes editores” de los medios de comunicación de masas que lo utilizan en gran medida para la obtención de “audiencia”, en términos de beneficio económico puro y duro. Pero ¡¡no!! Reivindicamos el papel fundamental del Estado en la reducción de las desigualdades sociales, y la construcción del lenguaje de éste debe estar basado en el bien común, y estar enraizado en los valores de la cohesión social y de la justicia social.rnrnPor otro lado, Elvira resaltaba la importancia y la riqueza cultural que supone el aprendizaje y utilización de diferentes lenguas procedentes de tradiciones culturales diversas. Y lamentaba la negación y estigmatización de la lengua Tamazight , que es lengua materna de una muy importante parte de la población de Melilla. Las familias “naturalizan” el idioma como una barrera, en lugar de como una riqueza, y de esto somos todos responsables…Hemos de superar complejos del pasado y mirar hacia adelante.rnrnEn cuanto al papel del voluntariado y del Tercer Sector nuestra compañera Elvira habló de los retos de prestigiar las acciones y proyectos que estos agentes llevan a cabo, conseguir comunicar la importancia que tienen y sus efectos positivos. Además, concluyó que tenemos que conseguir hacer que la necesidad de una mayor participación se convierta en una demanda para conseguir reducir desigualdades estructurales. Elvira “inundó” la sala de energía positiva y de un compromiso contagioso que no pasó desapercibido.