Uno de los oficios más antiguos de la humanidad es el de cantero. El hallazgo de talleres neolíticos demuestra la existencia de personas especializadas en la extracción, traslado y pulimentación de la roca. Los canteros egipcios estaban muy bien considerados en la sociedad, los romanos establecieron los primeros gremios de canteros, los cementaerius, y las marcas de los canteros medievales aún se observan sobre los bloques que componen catedrales y castillos.
Detalle de “La Torre de Babel“ de Pieter Bruegel el Viejo (1563, Kunsthistorisches Museum, Viena)
Generalmente, la extracción de rocas ornamentales y de construcción se lleva a cabo en explotaciones mineras a cielo abierto. Los métodos de extracción han evolucionado mucho a lo largo de la historia. Los primeros consistían en introducir cuñas de madera que, al mojarse, ejercían grandes presiones por hinchamiento, lo que terminaba rompiendo la roca. Su versión moderna es con cuñas de acero, distanciadas unas de otras según la dureza de la roca. Se golpean con mazas hasta la fracturación del bloque.
Cuñas de acero en un bloque de mármol que se quiere dividir
En rocas de elevada calidad, se suelen serrar las rocas con enormes sierras o con cables. En la zona de corte de ambas herramientas, se utilizan pequeños diamantes artificiales capaces de cortar con precisión, y sin apenas deterioro, grandes bloques de roca, inclusa las más duras y resistentes. Para optimizar la extracción, y sacar bloques paralepipédicos, el frente de la cantera se abre a diferentes alturas y adquiere una típica morfología escalonada.
Corte de grandes bloques de piedra, con cable o sierra
Si la calidad de la roca es baja y no prima el sacar grandes bloques, se utilizan voladuras con explosivos, mientras que las rocas más blandas y sueltas se extraen directamente con excavadoras, lo que minimiza los costes de la explotación en la cantera.