De Balfour a Oslo: 100 años de complicidad internacional con la colonización de Palestina, Artículo, Noviembre 2017

By | 27 diciembre, 2017

El 2 de noviembre de 2017 se cumplen 100 años de la Declaración Balfour, un documento que marcó un antes y un después en la historia contemporánea de Palestina y que no siempre ha sido explicado desde el marco interpretativo adecuado.* Para ello, conviene analizar el contexto y el por qué del enfrentamiento sionista-palestino.

La cuestión de Palestina no se retrotrae 2.000 años atrás. Tampoco es un problema religioso ni un lugar central donde se manifiesta un irreal “choque de civilizaciones”. Es una cuestión colonial que se inició en las últimas décadas del siglo XIX. Fue entonces cuando un movimiento nacionalista judío europeo, el sionismo, que consideraba que las comunidades judías no podían asimilarse en Europa y que tenían un carácter nacional, buscó crear un Estado exclusiva o mayoritariamente judío en el mayor territorio posible de Palestina, que se eligió después de barajar otras localizaciones.

Palestina pertenecía al Sultanato o Imperio Otomano y era una sociedad mediterránea dinámica, multiétnica y multirreligiosa, sin problemas intercomunitarios entre personas musulmanas, cristianas y judías. Pero, ¿cómo crear un Estado exclusiva o mayoritariamente judío en un territorio, Palestina, que tenía en aquellos momentos entre un 96 y un 98% de la población no judía? Solo era posible una vía, la colonización, que se concretaría en dos mecanismos fundamentales para conseguir la tierra y segregar y expulsar a la población nativa no judía: el apartheid y la limpieza étnica.

Tras iniciar sus oleadas colonizadoras (aliyot), crear numerosas organizaciones, instituciones, periódicos, bancos y colonias como Tel Aviv (en 1909), el movimiento sionista continuó los esfuerzos de su fundador Theodor Herzl, buscando el favor de una gran potencia. Colonización y diplomacia eran las dos claves para conseguir su objetivo. Y en este sentido, la primera gran victoria llegó hace ahora 100 años con la Declaración Balfour.

Este documento supuso un punto de inflexión e intensificó las resistencias anticoloniales palestinas, que habían comenzado a finales del siglo XIX. Se hizo pública un año antes del fin de la Primera Guerra Mundial. Pero es fundamental comprender el contexto. A pesar de que el Reino Unido había declarado que reconocería la independencia de varios pueblos árabes a cambio de su apoyo contra el Sultanato o Imperio Otomano en el conflicto bélico, las autoridades británicas se repartieron con las francesas gran parte del denominado “Oriente Próximo” en el Tratado Sykes-Picot de 1916. El 2 de noviembre de 1917, el gobierno británico se expresó favorable a la creación de un “hogar nacional judío” en Palestina a través de la Declaración Balfour, una carta firmada por el secretario del Foreign Office, Arthur James Balfour, y dirigida a una cabeza de la comunidad judía británica, Lionel Walter Rothschild. A pesar de que el texto indicaba que “no se haría nada que pudiera perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina”, simbolizó el inicio del apoyo sobre el terreno de una gran potencia al proyecto sionista de colonialismo de asentamiento.

La Declaración se emitió unos días antes de que los soldados británicos del general Edmund Allenby tomasen la ciudad palestina de Jaffa y, semanas más tarde, Al-Quds/Jerusalén. Debido a estos triunfos, muchos militares británicos se compararon con los cruzados medievales. En los años posteriores, el Reino Unido, de la mano de la Sociedad Naciones –el antecedente de la ONU en el periodo de entreguerras– dio forma a lo que se convertiría en el Mandato Británico de Palestina (1920/1923-1948), que acogería la colonización sionista de Palestina y el despojo de la población palestina. David Lloyd George, primer ministro británico entre 1916 y 1922, explicó en sus memorias refiriéndose a la Declaración Balfour que “un documento de estas características tendría una potente influencia […] en los judíos […] de todo el mundo. De este modo, la Entente [bando aliado de la Primera Guerra Mundial] se aseguraría la ayuda financiera judía [en el conflicto bélico]”. Además, como han revelado recientes investigaciones, agentes sionistas realizaron diversos trabajos para facilitar la ocupación británica de Palestina como contrapartida a la Declaración Balfour.

Cómo explicó Edward Said, la Declaración Balfour representó uno de los elementos nucleares de Palestina-Israel: el “derecho superior” de una potencia colonial europea de decidir sobre un territorio no europeo con un total desinterés hacia la voluntad de la mayoría autóctona. A pesar de que el “hogar nacional” de este documento no tenía por qué ser equivalente a un Estado, en muchos ámbitos se entendió como un sinónimo. Había que continuar colonizando y esperar el momento adecuado. El año 1919, la Organización Sionista Mundial pidió un Estado denominado “judío” que comprendiera toda la Palestina histórica y varias zonas de lo que después sería Líbano, Siria, (Trans)Jordania, Arabia Saudí y Egipto. Chaim Weizmann, más tarde el primer presidente israelí, reivindicó entonces una “Palestina tan judía como inglesa es Inglaterra”. Las respuestas anticoloniales palestinas no se hicieron esperar y las protestas y movimientos de resistencia cristalizaron en un movimiento nacional palestino, con un destacado y diverso papel de mujeres palestinas musulmanas y cristianas.

De este modo, hace 100 años no solo se publicó la Declaración Balfour y se inició la ocupación británica de una Palestina que quedó incorporada al Imperio Británico hasta 1948, sino que se puso en marcha un proceso histórico en el cual predominó el apoyo británico al proyecto de colonialismo de poblamiento sionista. Este factor fue clave en la creación del Estado de Israel y en la limpieza étnica de Palestina durante la Nakba de 1948. Aun así, todas estas problemáticas no han impedido que el pueblo palestino haya triunfado sobre el plan de ser expulsado de la Historia.

Esta semana el ejército de Israel asesinó a siete palestinos en un ataque efectuado contra la Franja de Gaza. Con ellos el número de personas palestinas asesinadas por el Ejército israelí supera ya el medio centenar en este 2017 al que aún le quedan dos meses para terminar. El goteo de asesinatos en los territorios ocupados a manos de las fuerzas de seguridad israelíes muestra la sangrante represión que sufre la población palestina y su movimiento nacional. Un pueblo al que la colaboración británica y sionista, sellada mediante la Declaración Balfour hace exactamente 100 años, condenó al despojo y la colonización. Precisamente estos días, el día 2 de noviembre, se conmemora el centenario de la elaboración de ése documento, un hito fundamental para entender los orígenes de la cuestión Palestina y que no puede desligarse de la presión del colonialismo europeo hacia Oriente Medio. La Declaración Balfour supuso el reconocimiento británico de las demandas del movimiento sionista y la piedra angular sobre la que éste construyó el Estado de Israel.

El posicionamiento del Gobierno británico en 1917 se encontró con la resistencia de la población autóctona palestina que pronto cristalizó en un movimiento nacional. Las élites palestinas escribieron a las autoridades británicas para remarcar que otras comunidades que habitaban el territorio de Palestina también poseían un carácter nacional y que debería garantizarse la integridad de su patria frente a los invasores. Poco después, a inicios de 1919, se constituyó el Congreso Árabe Palestino, la primera institución nacional, que solicitó la independencia de Palestina, la suspensión de la Declaración Balfour y el fin de las injerencias externas. Estas reivindicaciones movilizaron la protesta y la resistencia de gran parte de la población palestina, tanto cristiana como musulmana, a lo largo de las siguientes dos décadas. En estas protestas y movimientos, numerosas mujeres palestinas, tantas veces desahuciadas de las historias oficiales, tuvieron un papel fundamental. Durante la primavera de 1920, 29 mujeres palestinas rechazaron la Declaración Balfour a través de una carta a la autoridad británica del norte de Palestina: “Nosotras, mujeres musulmanas y cristianas que representan a otras mujeres de Palestina, protestamos vigorosamente” contra el documento de 1917. Un año después, mujeres palestinas participaron en los disturbios de Jaffa, además de formar comités, acoger reuniones y recaudar fondos para acciones anticoloniales. El 1921, Zalikha al-Shihabi y Emilia Sakakini crearon la Unión de Mujeres Palestinas en Jerusalén, mientras que en Nablus fue fundada la Sociedad de la Unión de Mujeres Árabes. En 1929, se conformaría la organización de mujeres palestinas más importante del periodo del Mandato Británico de Palestina: la Asociación de Mujeres Árabes. Y así, como muestra más significativa de todo este movimiento nacional de resistencia, mientras en España se libraba una guerra civil, entre 1936 y 1939 en Palestina se desarrolló la Gran Insurrección contra la colonización sionista y la dominación británica.

Sin embargo, la colonización continuó y el movimiento sionista logró materializar la Declaración Balfour con la creación del Estado de Israel en 1948. Pero 1948 también significó la “Nakba” (catástrofe o desastre, en árabe) del pueblo palestino, cuando las tropas sionistas-israelíes pusieron en marcha una limpieza étnica, destruyendo más de 400 pueblos y aldeas palestinas y expulsando de sus hogares a 750.000 personas que, convertidas en refugiadas, forman hoy una comunidad de 7 millones de personas que esperan el momento en el que Israel les permita regresar cumpliendo con el derecho internacional. La conquista en 1967 del resto de la Palestina histórica por el Estado israelí profundizó el proceso de colonización e inició la ocupación militar de Cisjordania, Jerusalén Este y la Franja de Gaza, donde siguió la desposesión de la población palestina y el establecimiento de nuevas colonias en esos territorios, en un proceso que aún no se ha detenido y que suma ya más de 600.000 colonos. Estas actividades de colonización han sido acompañadas por unas políticas de discriminación contra la población palestina y a favor de la población judía, tanto en los territorios ocupados como en el Estado de Israel.

El apoyo internacional directo o indirecto al proceso colonial de los asentamientos sionistas en Palestina sigue tan presente hoy como lo fue ayer. Si el imperialismo británico alumbró la injusta promesa de la partición de Palestina para construir el Estado de Israel en este territorio, hoy en día, el colonialismo de antaño de las metrópolis europeas ha continuado la misión civilizadora bajo un nuevo cuño, transformándose en un neocolonialismo que se manifiesta a través de ciertas prácticas de cooperación para el desarrollo e intervenciones internacionales de construcción de paz. En el caso de Palestina se expresa en el apoyo casi incondicional de los países occidentales y de la mayoría de la comunidad internacional al proceso iniciado por los Acuerdos de Oslo en 1993 para la construcción de una paz liberal. Si la Declaración Balfour y la Resolución 181 de la ONU legitimaron las pretensiones del movimiento sionista y la limpieza étnica que se derivó de su actuación, los Acuerdos de Oslo continuaron este proceso de legitimación y además contribuyeron al ocultamiento de la memoria histórica de la Nakba de la población palestina, hecho especialmente dramático para la población refugiada. El evidente fracaso del proceso de paz liberal de Oslo, requiere una reformulación o al menos un cuestionamiento, de los principios ideológicos y estructurales en los que se fundamenta. En la medida en que los Acuerdos de Oslo abordaron exclusivamente el conflicto como un problema a resolver entre dos partes simétricas y se centraron en limitar la violencia directa, obviando el marco colonial que lo sustenta y sin resolver la violencia estructural y cultural que permanece, estos acuerdos crearon la falsa ilusión de una paz que no contiene justicia y permitieron la continuación de la ocupación y el aumento de asentamientos de colonos en los territorios palestinos.

Vista 100 años después, la Declaración Balfour marcaría el inicio de un proceso de colonización en Palestina que no ha terminado y que no siempre ha sido reconocido. Esta incapacidad para apreciar el origen y el carácter colonial del proyecto sionista ha imposibilitado alcanzar una paz justa para las poblaciones que habitan la región.

 

* Autores: Antonio Basallote, Diego Checa, Lucía López y Jorge Ramos. Este artículo fue publicado en infolibre.es los días 2 y 3 de noviembre de 2017