Nos dejaste, Paco… Ha quedado tu huella imborrable. Nos dejas un gran instituto, unos grandes observatorios, un gran telescopio… nos dejas la astrofísica. Pero a tus amigos nos dejas mucho más. Nos dejas tu optimismo contagioso, nos dejas la alegría y el buen humor, el buen talante y el buen talento, el amor por la vida, la entrega al trabajo, la capacidad para escuchar (¿qué digo capacidad? ¡tu deseo, de escuchar!), la sinceridad, la espontaneidad, el romanticismo a flor de piel, la sonrisa (incluso la carcajada), varita mágica con que desvanecías las contrariedades y encendías los buenos propósitos. Adiós, maestro Paco; adiós, amigo Paco. Pero no es momento para entristecerse;…

