El lunes 25 de marzo a las 12.30 h., en el seminario 235 (Edificio de la Facultad de Psicología), Ólafur Páll Jónsson – profesor visitante de la Universidad de Islandia – impartirá una charla/debate titulada: «La naturaleza, la democracia y la educación».
Resumen de la conferencia
Me gustaría discutir o tener un diálogo sobre tres cosas: La naturaleza, la democracia y la educación. Me parece que cada una de ellas tiene una relación profunda con las otras, pero no es fácil de explicar y mis pensamientos sobre esto no son muy claros. Entonces, me gustaría abrir un diálogo para que se pueda entender mejor. Mi punto de partida es que existe una ambigüedad en estas tres cosas o conceptos.
(1) A veces hablamos de la naturaleza como algo externo a nosotros, como algo distinto – otra cosa. En un lado estamos nosotros, los humanos, y en el otro lado está la naturaleza. Son dos cosas distintas. ¿Pero qué sentido tiene esa separación?
A veces hablamos de la naturaleza como una cosa (como acabo de hacer) – por supuesto, es una cosa muy grande, pero también es algo que podemos ver, dibujar, fotografiar, etc. Sin embargo, la naturaleza no es estática. Más que una cosa, es un proceso, y es también la esencia o un principio de cambio y movimiento. Es como Aristóteles decía en sus obras sobre física y metafísica. Y por supuesto, la naturaleza como proceso y esencia incluye los humanos: somos seres naturales y nuestra supervivencia depende en cada aspecto de la naturaleza. Entonces, la separación entre humanos y naturaleza no tiene sentido.
(2) También hay ambigüedad en la noción de democracia. A veces parece que la democracia es solo una forma de gobernar, que sirve para cambiar gobiernos sin derramamiento de sangre (como decía Popper). Democracia en este sentido también incluye un sistema de instituciones fundamentales para gobernar. Entonces, a veces la gente – o al menos los políticos – asume que cada cuatro años la democracia se despierta para que podamos elegir un nuevo gobierno. En el tiempo entre elecciones, la democracia está durmiendo.
Pero, ¿qué valor tiene esa democracia? ¿Cómo sentimos la democracia en nuestras vidas cotidianas? Si no sintiéramos la democracia en nuestras vidas, ¿por qué valoraríamos la democracia? Me parece que una manera mejor de entender la democracia es empezar con la vida de los individuos en la sociedad y desde este punto construir una teoría sobre la buena sociedad, es decir, una sociedad justa, que tiene espacio para todos y que se transmite de una generación a otra.
(3) La tercera ambigüedad afecta el concepto de la educación. Hoy estamos en la universidad y vosotros estáis aquí para recibir educación. Pero, ¿qué es eso? A veces hablamos de la educación como preparación para algo: un trabajo o, más en general, el mercado laboral. Parece que queremos vendernos en ese mercado y con una buena educación lo podemos hacer por un precio más alto. ¿Eso es lo que queremos?
Quizá sería mejor si la educación estuviera más dirigida a nosotros mismos, a aumentar o cultivar esos aspectos nuestros que nos hacen más humanos. Es decir, podemos ver la educación dirigida a nosotros mismos no como productos en un mercado laboral, sino como individuos, como ciudadanos, como amigos, como seres humanos enteros, con cuerpo y mente, deseos y sentimientos, como individuos en un mundo natural, como personas con vida social y también laboral, por supuesto. Pero no únicamente como productos para el mercado.
Me parece que una manera mejor de construir la democracia sería concebirla como una forma (no un sistema) de vivir juntos en la que podamos respetar la diversidad de la experiencia humana, y en la que podamos crecer como seres humanos (seres naturales) en armonía con toda la naturaleza. Espero que, para eso, tengamos que desarrollar sistemas democráticos, pero el carácter democrático de los sistemas depende de la vida democrática de los individuos, no al revés.