José Luis Moreno Pestaña, investigador y miembro de FiloLab, ha participado recientemente en el reportaje de Adrián Tarín Sanz para el diario El Salto, titulado «Comprender la Andalucía gorda». En el artículo el periodista relaciona las tasas de desempleo y riesgo de pobreza de Andalucía, una de las regiones más perjudicadas en el marco de le UE, con los indicadores relacionados con la masa corporal y el sobrepeso. Este afectaría a más de la mitad de andaluzas y andaluces. Os dejamos con extracto de la entrevista a nuestro compañero:
«Lo que pocas veces se cuenta [del Índice de Masa Corporal] es que fue diseñado por un estadístico sin conocimientos de medicina: “El IMC mide algo, pero no separa la salud de la enfermedad: hay sobrepesos que son menos mórbidos que personas que están en tallas aparentemente saludables”. José Luis Moreno Pestaña, autor de La cara oscura del capital erótico, obra académica de referencia en el estudio de los trastornos alimenticios, tiene un discurso pausado. Parece elegir cada una de sus palabras con cuidado y durante la conversación me insiste en que recoja su adopción de la racionalidad científica, temiendo, creo, que por una malinterpretación se le confunda con un negacionista.
Su argumentación, en realidad, es difícilmente confrontable: el IMC ignora si la masa medida proviene de huesos, líquidos, grasas o músculos. Con este sistema, el índice de un halterófilo puede coincidir con el de una persona sedentaria. Para José Luis, “los trabajos solamente de índole cuantitativo tienen graves problemas a la hora de captar asuntos tan complejos como la salud. Creo que la comunicación científica se está basando a menudo en la proyección de titulares escandalosos, que tal vez no nos ayudan a comprender la complejidad de estos asuntos”.
Pero el verdadero defecto del IMC no es que existan errores de clasificación, sino que, comenta José Luis, patologiza la gordura sin demasiada base científica. Cuando este índice separa los cuerpos correctos de los demás, nos está diciendo que el sobrante es enfermizo. Incluso para Antonia es complicado no tener lapsus en este sentido. Durante la conversación me cuenta que siempre ha estado muy bien de salud, a pesar de estar “muy gorda”. Esa conjunción, ese pesar maldito, desvela el mandato de tener que oponer, constantemente, la gordura a la lozanía».
Puede leerse el texto completo aquí.