«Tullidos, bastardos y cosas rotas»: diversidad funcional en «Juego de tronos»

Nuestra compañera Ester Massó Guijarro ha publicado el artículo «Tullidos, bastardos y cosas rotas»: diversidad funcional en «Juego de tronos» en el medio The Conversation. Se trata de un análisis de la representación de la diversidad en la célebre serie de HBO, en el que se pone en valor la dimensión «tullida», subalterna y marginal de algunos de los personajes centrales. A través de este análisis se propone una reapropiación subversiva y crítica de las identidades que se encuentran fuera de la norma, donde el estigma es reasumido con orgullo y muestra horizontes vitales llenos de posibilidades. Compartimos el artículo a continuación.

«Tullidos, bastardos y cosas rotas»: diversidad funcional en «Juego de tronos»

“Tengo un lugar sensible en mi corazón para tullidos y bastardos y cosas rotas”.

“Tengo un lugar sensible en mi corazón para tullidos y bastardos y cosas rotas”.

Con esta confesión –toda una declaración de intenciones– abre Tyrion Lannister el cuarto capítulo de la serie Juego de tronos.

En los últimos años hemos asistido a la difusión de estudios académicos y ensayos basados en ficciones televisivas de gran alcance. Series consideradas ya de culto como Breaking Bad y Los Soprano son ejemplos notorios de producciones audiovisuales de gran impacto que, por sus connotaciones ideológicas o políticas, han provocado reflexiones desde diversas áreas, claramente comparables a los abordajes de materiales más clásicos (como obras literarias o filosóficas canónicas).

Aunque ya se ha escrito mucho sobre Juego de tronos desde diferentes perspectivas académicas, es muy interesante analizar, como hace Katie M. Ellis, el tratamiento de la discapacidad (o diversidad funcional) en la serie.

Jaime Lannister se rompe

A lo largo de la historia, muchos personajes de Juego de tronos se rompen. Se rompe Bran (el roto, que cae de las alturas, con una subsiguiente paraplejia), se rompe Tyrion (quien, además de tener acondroplasia, queda desfigurado tras una batalla), se rompe Varys (cuando es castrado) y se rompe Jaime (cuando pierde la mano). La ruptura es un camino existencial interrumpido.

Así, los espectadores somos testigos del aprendizaje, el descubrimiento o la adquisición de una catadura moral en personajes que, en muchos casos, se descubren vulnerables tras haberse mostrado incapaces de desarrollar empatía en un inicio.

Un buen ejemplo lo encontramos cuando el malvado, hermoso e invicto Jaime Lannister pierde la mano –la diestra, con la que combate y mata, la que le otorga prestigio a través de la violencia–, y su vida se derrumba…

Puedes seguir leyendo el artículo en la página de The Conversation.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *