Seleccion de poemas

 

De El pan nuestro de cada día, 1998

 

EL PAN NUESTRO DE CADA DÍA

Las mujeres se sientan detrás de sus sueños a esperar por los hombres
y los hombres no vienen.
Las mujeres les quitan la cáscara,
les echan sal y azúcar,
los ponen al fuego,
les dan vuelta y vuelta.

Y los hombres no vienen.

Y se pasan, se pasan…
Y los sacan del horno.
Y se van hasta el patio.
Y se los comen.

                              Solas.

 

 

PECCATUM MORTALE

                                    Ya en la cuna
                                   la mujer es pecado original.
                                               Marina Tsevietáieva

Pido disculpas
a todos los hombres de este mundo
-y a los del anterior y a los del próximo-,
pues aunque permanezco horas escuchándolos,
entregada al placer de los seres de mi sexo,
al final no hago más que abrir la boca.
Y no salen de ella tonterías,
como leo en el papel que me dejaron
-para urgencias-
debería suceder en estos casos.

Por perturbar el orden necesario,
prometo azotarme hasta la sangre
y rezar, con fervor, cien padres nuestros.
Pues no logro,
aunque me esfuerzo en la tarea,
la dosis de fealdad que se requiere
para hacernos perdonar la inteligencia.

 

 

HOMENAJE EN NEGRO

                al Rojo [Luis Rogelio Nogueras]

                                   Pues puede ser que mueras de su mordida…
                                                                                               José Martí

Te odié a los siete años
cuando llegabas a casa de mi padre
y se iban en tu alfombra
a inventarse la vida a mis espaldas.

Te odié otra vez a los catorce
cuando mi madre susurró
que una noche de otoño
deshojaste su nombre entre tus manos.
Te odié al cumplir los dieciséis
cuando con toda cobardía
te escapaste con la muerte
lejos de mi ira y mi venganza.

Mas como fue improvisada tu partida
y no querías irte
no te fuiste completo.
¡Se ha quedado en sus libros!
–comentaban.
Y me fui hasta ellos a buscarte.

Y cuando los tuve entre los dedos
sentí que mi odio se escurría
como un grano de arena.

Por eso, Wichy,
ahora que ya paso de los veinte,
le digo a mi hija:
Cuida bien tu odio
inviértelo en ministros,
abogados y psiquiatras.
No lo malgastes con poetas.

 

 

LOS DADOS DE LA SUERTE

Gracias, buen Dios,

por no impedir que me dejaran

esos hombres que amé más que a mí misma:

Hoy me dan risa mis lágrimas.

 

Gracias, también,

por alentarme

a que diera una patada a los otros,

los que la merecían

y los amantes perfectos:

Hoy ellos se ríen de sus lágrimas.

 

Gracias, Dios mío,

por no permitir que viviera en el engaño

del Uno partido en dos mitades.

 

Gracias, en fin,

por esta soledad

que me has dado a cuidar como un tesoro.

Mas te pido, mi Dios, no te confíes,

ni siquiera en el destino que tú trazas.

No duermas, mi Dios,

sigue velando

por que la soledad no me abandone,

o no vaya yo,

en un rapto de locura,

de esos que tú sabes tenemos las mujeres,

a echarla de mi lado,

a quedarme sin nada.

 

 

De Alicia en el país de Lo Ya Visto, 2001

 

UNA HABITACIÓN PROPIA

 

Le llamamos amor,

ya se sabe, costumbre,

ganas de que la vida suene como un tango.

Ansias

de mudarnos a un sitio confortable

donde cambien pañuelos por la luna,

donde se sirvan, frescos, los milagros.

 

Y sentimos un ruido allí en el pecho

y abrimos

y no hay nadie

sólo la soledad dando portazos.

 

 

EL PRÍNCIPE        

Desámame con suavidad, sin que lo note.

Desama mi voz

que hablará al eco de la tuya.

Desama mis manos

que inventaron tu piel en una noche.

Desama mi corazón,

que pediste por unas horas

y todavía no has devuelto.

 

Desámame con arte,

tan bajito,

que ni siquiera tú

escuches que me estás desamando.

 

 

CUMPLEAÑOS FELIZ

 Me regalé un baño de agua tibia.

A las doce de la noche yo era un pez.

Una sirena silenciosa

para un Ulises que no escucha.

 

La toalla secó las gotas de humedad

y el encanto.

Cayeron ante mí las aletas y la cola,

no la soledad,

no los veintiocho años,

aunque froté duro.

 

Afuera caía la nieve.

 

 

                     

                                                        Granada, tierra soñada

Va bien esta ciudad, según se dice,

aunque a mí no me sirven sus horarios:

cuando llegan las seis a sus relojes

dan las doce en el centro de mi alma.

Me pongo mal su acento, sus hombres, sus abrigos.

Corren fuera de mi idioma sus palabras:

las cañas para mí no son espuma

y no puedo adaptarme, no me adapto

a encontrar al amor lleno de polvo,

sucio, avergonzado en los rincones.

Va bien esta ciudad, qué duda cabe,

pero no conmigo y con mi sombra

que se harta

de la estupidez

posando en las revistas y en los diarios,

en la televisión, en los percheros:

tantos goles marcados en la puerta de lo inútil.

Va bien, seguro, esta ciudad con Dios,

a quien no sacan nunca tarjetas rojas ni amarillas

y exhibe derecha su sonrisa entre los dientes,

pero también izquierda,

entre las piernas.

Aquí ya no soy yo sino mi isla

y su dolor exótico, sin marca.

Y a pesar de los amigos que son ciertos

me vuelvo mar a veces, hago agua.

 

 

BLANCANIEVES Y LOS ENANITOS

Pasan años y no crecen. ¿Quién dijo que eran siete? Son

cientos, miles, tal vez millones; no logro verlos a todos.

Nuestro rey dijo: “Creced y multiplicaos”. Pero ellos

escucharon sólo la segunda parte del mandamiento: sus

oídos son también pequeños. De nada sirve que les eche

agua, no logran más que ser semillas. Nos miramos pasar

como seres que pertenecen a mundos distintos, o más

bien los miro yo, porque ellos tienen que alzar la cabeza

y eso es, quién lo duda, más difícil que inclinarla. A

veces alguno me llama: “¡Blanca Nieves, Blanca Nieves!” y

yo lo subo encima de un árbol y conversamos, pero

terminan por pedirme que los ponga en la tierra: se sienten

extraños fuera de su ámbito. En otras ocasiones, yo me

agacho y permanezco con ellos un rato, mas acabo por

cansarme. ¡Ah, si supiera un conjuro, una palabra mágica

que hiciera que aumentaran de tamaño! Pero en el

bosque sólo las brujas conocen los hechizos y yo no soy

más que una princesa del montón. Últimamente, he

pedido a la luna que me convierta en hormiguita. Pero

de ella ha salido una voz que me decía: “Blancanieves,

Blancanieves, muchacha ingrata, soy la soledad. ¿Por qué

te empeñas en dejarme si en este tiempo soy la única, la

única, Blanca Nieves, que se ha puesto a crecer día tras día

con tal de estar siempre a tu altura?”.

 

 

DISCURRE, SIN INGENUIDAD, SOBRE EL PROGRESO Y ADELANTO

DE NUESTRO SIGLO EN RELACIÓN A LOS ANTERIORES Y LA

INCESANTE EVOLUCIÓN DE LA ESPECIE MASCULINA

 

Hombres necios…

                                                                   Sor Juana Inés de la Cruz

 

 

Vive, Sor Juana Inés, sal de la muerte,

deja la Cruz, al dios de los varones,

al corazón oculto entre sermones

que te impuso ese siglo decadente.

 

Ven, te invito a vivir al siglo veinte,

que los hombres, mujer, y no te asombres,

han cambiado, se han vuelto inteligentes.

 

¿Que si ya no se burlan si los quieren?

Bueno, sí, se ríen, se marchan, hieren.

Pero lo hacen sin ganas, a disgusto…

 

y más, con la razón latiendo fuerte

(pues saben que está mal y que es injusto)

se arrepienten, Sor Juana, se arrepienten.

 

 

OTRA VEZ EL MAR
(Oda a Alfonsina Storni)

                     …la caravana de hombres escapando
                      de la mente del hombre
                                                Emily Dickinson

Me pregunto, Alfonsina, me pregunto,
si han cambiado los tiempos.

           ***

Tú tenías sed, Alfonsina,
la sed te abrasaba, te perforaba el corazón.
Pediste agua, agua, agua
y no te la dieron,
por eso te fuiste
a tragarte todo el llanto del mundo.
(¿Qué importaba su sal?
No era más que la que te quemaba el pecho.)

Pediste agua, agua, agua…
¿Pero es que acaso, entonces, una mujer tenía derecho a pedir agua?

          ***

El siglo ya se marcha, Alfonsina,
nos deja su nota de despedida en Internet
o la envía por satélite,
y aquí, en la parte sólida del planeta,
el corazón sigue estando en las tiendas,
en la sección que dice: «Caballeros»,
y a las mujeres, a las puras, los buenas, los honestas,
se les prohíbe aún andar por esos sitios
y el SÍ continúa sin ponerse una falda
(a no ser alguna demasiado corta).

Y nosotras, las que dejamos fuera de nuestro idioma
el NO, el QUIZÁS, el MAÑANA,
las que tenemos corazón
y lo enseñamos,
ímpudicamente,
en los cuartos y en la plazas,
las que no aprendimos a esnsartar hombres como cuentas
y a colgárnoslos del cuello,
ahora, todavía, aún,
somos las señaladas, las malditas,
las que se acuestan consigo mismas cada noche
(o con un hombre de papel)
y amanecen con su cuerpo entre los brazos.
Peno no, miento, estoy mintiendo.
Los hombres,
los puros,
los buenos,
los honestos,
transitan veloces, asustados, por nuestro corazón,
nos coronan en su mundo
poblado de noches de tristezas,
nos hacen un lugar en sus constelaciones,
y nos lanzan al aire,
y allá lejos, entre el rumor del viento,
nos admiran como a estatuas,
como a sombras que no existen.
Y se ponen en seguida a abrazar, con vergüenza,
a las otras,
las delgadas de sueños,
las que no osan coger un corazón de las vidrieras
o lo llevan con abrigo, maquillado, pequeño.

La sed nos inunda, Alfonsina
y aguardamos, aguardamos
a ver si el siglo próximo nos dará de beber,
si tendremos que tragarnos, otra vez,
el mar sorbo a sorbo,
o seguirnos bebiendo, desnudas, tus versos.

 

 

De El otro lado, 2006

 

QUIÉN DIJO QUE LAS ISLAS SON ESTATUAS

¿Quién dijo que las islas son estatuas?
Hay islas que del tiempo se alimentan,
que suben y que bajan por la cuesta
del difícil camino de ser patria.

¿Quién dijo que las islas son secretos
por descifrar, en ellas detenidos,
oráculos que dictan el destino,
mensajes en botellas, amuletos?

Las islas son los peces que se escapan,
las islas son canciones a lo lejos,
las islas son las dudas sin los mapas,

el deseo y la vida sobre el agua,
y el murmullo del mar, que insiste quedo:
“¿Quién dijo que las islas son estatuas?…”

[Video-lectura del poema en Festival de Poesía Poemad, Casa de América, Madrid, 2013]

 

 

ARTE POÉTICA

Escribir es un modo

de mantener silencio,

silencio de los ojos y la boca,

de timidez, o miedo.        

 

Escribir, quién lo duda,

puede ser la manera

de seguir sin ser algo:

allá abajo, pequeños,

perdidos en el fondo del papel.

 

 

POSTAL CUBISTA

Allí está mi cabeza,
dispuesta hacia el no ser,
junto a las otras.

Multitud de cabezas que alguien pone
alineadas, en fila,
a recoger el agua
que se filtra del techo,
que cae, sin cesar, de la gotera.

Allí está, de cabeza, mi cabeza:
dejando de pensar en compañía.

 

 

INOCENCIA ENTRE LAS OLAS

Las islas son juguetes para niños,
pelotas que alguien lanza
en medio de las olas.
En pleno juego, a veces,
las islas se desinflan
y hay que soplar, soplar
hasta caer rendidos sobre el agua.
Entonces, no se sabe
si el juguete es la isla o uno mismo,
si aquí estamos tendidos por cansancio,
o acaso es que la isla ya se aburre
del juego de soplar,
de tener que volver a echarnos aire.

 

 

DORMIR EN MEDIO DE LA Ñ

Sueño, hazaña, mañana,
doña, gruñir, montaña,
niño, moño, tiñosa,
Uña, caña, morriña.

España, España, España,
sólo los que se hicieron
por ti o contra ti,
saben que existes.

 

 

DEBAJO DEL PARAGUAS

Allí van, protegidos,
del brazo de la infancia, su nodriza.
Es hermoso el paseo,
con olor a violetas,
a jazmín, a geranios.
Pero el viaje es muy corto.
Acaba de repente,
como todos los viajes,
en la calle más ancha.
Esa,
en la que quedan solos,
lejos de su niñez,
al otro lado.

 

 

QUE TRATA DE ESPAÑA

                   Advierta al mundo nuevo el mundo viejo
                                                                                   Quevedo

Se están marchando, España,
los que en ti parecían
vivir y ser contigo.
También, como nosotros,
un día, sí, ¿te acuerdas?,
nos fuimos de tu lado.
Los llamas y no acuden:
aquellos, los de entonces,
hoy ya no son los mismos.

Inocentes, no saben
Que acabarán fundando
también, como nosotros,
Españas pequeñitas,
Españas de juguete,
clandestinas Españas
viviendo en otros nombres.

 

EL JARDÍN DE DULCE MARÍA

                     …Y una rosa larga
                          que durará mañana y después de
                           mañana..

                                              Dulce María Loynaz

Ella escogió el poema
de las cosas pequeñas,
como eligieron otros las batallas.

De espaldas a La Historia,
ella sembró en su casa
la raíz de unos versos
diminutos, de nada.

Y hoy en su tierra,
enfrente de la historia
diminuta, de nada,
se levanta el poema
tan crecido, tan alto.

 

MAR ADENTRO

                         Oh, mar, cielo rebelde
                              caído de los cielos

                                                 J.R.J.

El mar es el cielo de los pobres,
el infinito a mano,
su puerta azul a la otra vida.
Hacia afuera, hacia afuera…
donde conversan orilla y horizonte.

Pero el mar los engaña
-las buenas olas también tienen un precio-.
Hacia adentro, hacia adentro…
El mar es el infierno de los pobres.

 

LA COARTADA PERFECTA

Alguien entra en La Historia a medianoche,
no hace ruido al llegar, cierra la puerta.
Se sacude en la alfombra los zapatos,
echa un hueso a los perros vigilantes
(con un hueso no basta, tira otro).
De puntillas esquiva a los dormidos
(no hay peligro si duermen inocentes).
Sigiloso se pierde en la escalera,
sube pisos, acampa en la alta torre,
desnuda la pared, cuelga su escudo.
Desde el fondo, el espejo lo interroga.
-Yo siempre estuve dentro -se convence.
Y ya tiene el testigo y la coartada.
Sólo queda esperar a que amanezca.

 

TIERRA A LA VISTA

Se vive tan tranquilo en la ignorancia,
hospitalaria tierra
de corazón abierto para todos.

        * * *

En la ignorancia no entran moscas,
ni sonidos molestos
(un ruido suena bien en la ignorancia).

No hace frío jamás en la ignorancia
y si el calor acecha
la ignorancia en su sombra te cobija.

Se come bien en la ignorancia:
sus bocados
alimentan más que pan y leche.

No hay sobresaltos nunca en la ignorancia,
ni inquietudes, ni dudas
(uno puede dormirse
en la ignorancia todo el tiempo).

Una fiesta perpetua es la ignorancia:
llanto allí
es palabra innombrable, de otro idioma
(en la ignorancia no entran lágrimas).

        * * *

¡Ah, la ignorancia!…
Qué feliz era yo
cuando habitaba en ella.

[Video-lectura del poema en Festival de Poesía Poemad, Casa de América, Madrid, 2013]

 

 

PALABRAS DE UN INOCENTE QUE DESPIDE A GASTÓN BAQUERO,
DESDE LA ARENA DE UNA PLAYA, EN LA HABANA DE 1959

Usted me puede ver.
Yo soy un niño
que está creciendo todavía.
Yo todavía creo
que la noche es un buque,
un elefante,
un susto que el sol pretende darnos.
Quiero decir,
yo soy un inocente.
Yo no sé lo que digo.
Yo despierto en lo oscuro
y confundo palabras, las invento.

Pero yo soy un niño
y le pregunto:
¿Por qué me deja solo con la noche
y se lleva los peces, las estrellas?
¡Anda usted tan deprisa por las olas
con su nombre colgado de su brazo!…
¿A dónde va a marcharse con su nombre?

Su nombre es un juguete,
un caracol,
el columpio del patio
donde vuelo sin miedo por el aire.
Su nombre es un sombrero,
una pelota
que se lanza al espacio
y regresa de nuevo, sana y salva.

Mañana será usted otro inocente
como yo, dibujando
figuras en la arena.
Será usted invisible
como el Dios de los niños
y jugará a llamarse
los lunes, Nicanor; Adrián, los martes…
Y acabarán los días
y seguirá usted teniendo nombres.

Mañana habrá otros magos ensayando
el número en que usted desaparece.
Pero usted, que es la magia,
usted que es inocente,
se escapará en un traje
de mendigo vienés,
de muñeco de nieve,
de leopardo lunar,
de palabra jamás con s larga.
Se vestirá de Coriolano,
el perro que lloraba a Nureyev,
y se reirá feliz en su escondite.

Mañana será usted una ciudad
alumbrando en la noche como un parque.

Mañana será usted un inocente
y jugará conmigo entre las olas
al juego del regreso.
Regresará en el agua,
en el río invisible
que llegará a mi boca,
del que podré beber
y crecer alto.
Ese río que a veces
sonará a eternidad,
con una d que se alza como un muro,
y otras veces a otoño, o a esperanza.
Y cuando sople el miedo
y me despierte,
usted me abrigará como una madre,
me contará su cuento como arrullo:

“Aunque tú no me veas,
yo estoy aquí contigo, transcurriendo.
Yo estoy creciendo todavía
para empapar la noche
y que se apague.
O mejor, que se encienda.
Ninguna noche dura para siempre.
Mañana saldrá el sol.
Vuelve a dormirte”.

 

 

PREGUNTAS DESDE EL OTRO LADO DE LA COCINA

¿Cuál es la temperatura de un país?
¿Cuánta sal hay que echarle,
o cuánta azúcar,
para que esté en su punto?
¿Debe hervir un país
o debe cocinarse a fuego lento?
Y, sobre todo, quién se atreve
a probarlo y decir:
Está ya listo.
Traigan sus platos, por favor,
y buen provecho.

 

 

LA PIEL ES UN SITIO INSEGURO

                                Ya yo también estoy entre los otros
                                                          Fina García Marruz

Descubrirme sentada al otro lado,
en el sitio de aquellos, los que entonces
mirábamos pasar como traidores,
como islas que huían de la isla.

Seguros cada uno en nuestro nombre,
eran ellos mentira, sombra oscura,
sólo un número menos en la historia
que borrábamos dócil, mansamente.

Ellos, los enemigos,
los de la voz extraña
y un paisaje distinto en la mirada.

Y ahora yo, aquí sentada,
con su cielo en mis ojos
y sus mismas palabras en mi boca.

 

 

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