COLUMNA GRANADA HOY, EL CIUDADANO ILUSTRE, 22-2-17

EL CIUDADANO ILUSTRE, Granada Hoy, 22-2-17

El título de esta columna es el del espléndido filme argentino, dirigido por Mariano Cohn y Gastón Duprat, galardonado recientemente con el Goya a la Mejor película iberoamericana; cinta que aún no ha sido estrenada en Granada (¿lo será algún día?). Una película que un granadino amante del buen cine solo tuvo oportunidad de ver en el envidiable cine Albéniz, ubicado en pleno casco histórico de Málaga, con versión original y varias películas de estreno fuera del circuito comercial; hecho impensable en Granada.

El ciudadano ilustre, además de homenaje a Borges (el argentino universal al que no le concedieron el Nobel por razones, sabemos, políticas), supone, en cierto modo, una actualización de ese viejo tema que insiste en Argentina (y en Latinoamérica, ¿y en España?), que tan bien retrató Sarmiento en Facundo: el choque entre civilización y barbarie, llevado al ámbito de la literatura a través de una comedia de humor negro.

El protagonista (magnífico el actor Oscar Martínez) es un escritor argentino que vive en Barcelona y acaba de recibir el Premio Nobel y que vuelve de visita a su pueblo, Salas, en la Argentina profunda, donde acaban de nombrarlo Ciudadano Ilustre. En su vuelta, termina comprobando, fehacientemente, por qué se fue de allí cuarenta años antes y por qué no había querido regresar. Se parece un poco a Granada esa Salas profunda, donde mandan los caciques, las apariencias, el mal gusto, los favores, la ignorancia y el ferviente deseo de tener un Premio Nobel propio, para colocarlo como quien pone un búcaro de adorno en su vida. (Ponga un Nobel en su casa, siempre que el Nobel esté dispuesto a hacer todo lo que diga el dueño de la casa).

El “ciudadano ilustre” termina pateado en su pueblo, que parece todavía enredado en la misma barbarie de cuarenta años atrás. Al contrario que la civilizada y culta Europa, Salas es incapaz de comprender (o tolerar) las contradicciones, vanidades, neurosis, y los principios, del gran escritor, que se marcha de allí con la frente marchita.

Un Nobel no basta para sacar de la barbarie a los que están en ella. Por muy ilustre y honesto que sea. Al contrario, la barbarie lo alcanzará a él, si tiene la mala fortuna de encontrarse demasiado cerca. La película nos deja el consuelo de ese joven escritor, inocente empleado de hotel, ajeno a la barbarie que lo rodea, e inmerso, tanto como su ilustre compatriota, en la literatura, en lo mejor de ella.

http://www.granadahoy.com/opinion/articulos/ciudadano-ilustre_0_1111389204.html

COLUMNA GRANADA HOY, EL OTRO, 8-2-17

EL OTRO, Granada Hoy, 8-2-17 

HA muerto Tzvetan Todorov, el filósofo búlgaro-francés que llegó del frío totalitario a Occidente y supo describir esa tremenda experiencia. Son muchos y brillantes los escritos de Todorov. Entre todos, me fijo hoy en uno, La conquista de América, su espléndida interpretación de los diarios de Colón y del descubrimiento del otro, encarnado en los indígenas. El problema del otro, se subtitula la edición en español, más sugerente en francés (la question de l’autre), donde la palabra original permite una mayor ambivalencia.

Para Todorov, en los diarios de Colón aparece por primera vez el descubrimiento del otro (con minúscula, especificarían los psicoanalistas, para subrayar que se alude al otro como semejante). Es decir, que Colón no solo descubre América, sino también eso que hoy llamamos la alteridad. Pero Colón, dirá Todorov, era un finalista y nunca consigue percibir realmente al otro. O sea, Colón no se guiaba por la experiencia, sino, como los Padres de la Iglesia, por una doctrina con unos presupuestos que no era necesario demostrar porque, escribe Todorov, “el sentido final está dado desde el principio”. Es decir, que fuera cual fuera la experiencia que tuviera ante sus ojos, a Colón no le era posible ver al otro: la doctrina le empañaba la vista. La alteridad, dice Todorov, se revela pero a la vez se niega.

Pero, paradójicamente, ese Colón que no logra percibir al otro, se llama a sí mismo “El Extranjero”, siendo ese “el término que más frecuentemente emplea para referirse a sí mismo” y añade el filósofo: “Y si tantos países han buscado el honor de ser su patria, es porque no tenía ninguna”.

El libro de Todorov permite múltiples conclusiones. Evidencia, por ejemplo, la ironía en el héroe colombino: El Extranjero que no puede ver al otro (tal vez así podría haberse subtitulado también el libro). Y, en su reflexión sobre el pasado, nos deja un saber que vale para el mundo actual. Como la circunstancia de que la hazaña del descubrimiento de América (la mayor innovación en su tiempo) haya sido realizada precisamente por un sin patria, por un Extranjero. Hecho que habría que conectar con que en Silicon Valley, el sitio de la innovación por excelencia, hayan salido masivamente a cuestionar el veto de Trump contra los inmigrantes. Y es que ya lo ha dicho la historia: los autores de hazañas colombinas, desde Colón y hasta Todorov, han sido, a menudo, otros, Extranjeros, sin patria.

http://www.granadahoy.com/opinion/articulos/BB3_0_1107189493.html