Columna Granada Hoy, Avatares del Premio Lorca, 18-5

AVATARES DEL PREMIO LORCA, Granada Hoy, 18-5

SI uno entra estos días en Google en busca de información sobre las Jornadas Académicas previstas en las bases del Premio Lorca, apenas la encuentra. Las Jornadas deberían celebrarse esta semana en homenaje al poeta venezolano Rafael Cadenas, pues la entrega del galardón se llevará a cabo mañana jueves, 19 de mayo. Sin embargo, sólo en la página web del Festival Internacional de Poesía se anuncian, de modo impreciso, dichas Jornadas, suprimiendo una palabra que debería acompañarlas: “académicas”. Según la página, las Jornadas se desarrollaron un único día, en la mañana del 16, en la Facultad de Ciencias de la Educación, con la intervención exclusiva de dos poetas que no son académicos ni especialistas en la obra de Cadenas. Las intervenciones anunciadas ni siquiera tienen título; aparecen bajo los membretes de “Conferencia” y “Taller”. Pero no se trata de una excepción. Salvo el primer año en que el Premio se concedió al poeta Ángel González, y a algún otro en que hubo un interés especial, las supuestas Jornadas académicas del Premio Lorca han sido actividades apenas difundidas, sin intervenciones académicas, sin especialistas en la obra del premiado, diluidas dentro del variopinto y desigual programa del llamado Festival Internacional de Poesía.

Pero esto no ocurre sólo con las Jornadas. Si intentamos hallar en librerías las antologías de los Premios Lorca, tampoco tendremos suerte. Las antologías, cuya edición contemplan también las bases, sólo se encuentran en las bibliotecas granadinas.

Cuando se creó el Lorca, el Ayuntamiento declaró con altanería que se trataba del premio más importante de poesía en español, porque superaba la dotación económica del que (ahora como entonces) ocupa ese sitio, el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, concedido por Patrimonio Nacional y la Universidad de Salamanca. Basta con entrar en la página web del Reina Sofía y en la del Lorca para entender por qué el primero ocupa ese lugar. El primero, por ejemplo, celebra Jornadas académicas de verdad, y edita antologías que se venden, que se encuentran en todas las Universidades españolas y que se han convertido en referencias para el estudio de la obra de los premiados. Y es que el prestigio de un Premio de poesía no se consigue sólo con dinero, como dijo el antiguo Ayuntamiento. Requiere también conocimiento, recurrir a verdaderos especialistas en la materia, altura de miras, y sobre todo, creer en lo que se hace.

COLUMNA GRANADA HOY, Dèjá vu de las urnas, 4-5

DÈJÁ VU DE LAS URNAS, Granada Hoy, 4-5

LAS palabras, la lengua que hablamos, o que nos habla, posee una gran sabiduría, aunque a menudo no nos demos cuenta. Por supuesto que, según las ocasiones, la lengua resulta más o menos sabia. Estos últimos meses, por ejemplo, parece saber mucho. Y es que tenemos delante unas nuevas y surrealistas elecciones que se celebrarán el próximo 26 de junio y, una vez más, tendremos un encuentro con las urnas.

Pero las urnas del 26 de junio ya no se parecerán tanto a las que define la primera acepción del diccionario de la RAE. Me refiero, claro está, a esa que describe una caja para depositar las papeletas o números en las votaciones secretas. Las mismas cajas a las que acudimos esperanzados, con entusiasmo, el pasado 20 de diciembre. Porque las urnas a las que iremos el 26 de junio serán otras, ya no serán las mismas. Resultarán mucho más cercanas a otra definición del diccionario. La de esas cajas de metal, piedra u otra materia, que sirven para varios usos; entre otros, el de guardar los restos o las cenizas de los cadáveres humanos.

Las urnas del 26 de junio serán más semejantes a esas otras cajas de cenizas. Porque la gente llegará a ellas con escaso entusiasmo, con resignación, algunos con tristeza o hastío; otros, simplemente muy cansados. Seis meses después una urna puede ser otra urna. Otra distinta y diferente. Una caja con los restos de los mismos Partidos políticos, o con los restos de sus mismos Programas. O con los restos de los mismos candidatos, esos que no han comprendido, o fingen que no han comprendido, que dejaron de existir durante estos muy largos meses de nada, y siguen ahí, parados delante de sus filas y delante de toda la gente, haciendo gestos, muecas, dando discursos y espectáculos, esperando que nadie se dé cuenta. Urnas con los restos de los acuerdos, de los pactos que no se produjeron. Urnas llenas de insultos y de vetos. Urnas con los restos de un gobierno en funciones que, irónicamente, nadie consiguió que dejara de funcionar. Y al que, tampoco, nadie se atrevió siquiera a exigirle que funcionara de otro modo. Urnas con las cenizas de las mismas campañas y debates. Urnas con promesas que ya sabremos incumplidas. Urnas con los mismos votos que depositamos hace seis meses. Urnas sin ninguna sorpresa. Urnas del déjà vu. Pero, ahora, sin que la gente sepa por qué, ni para qué, ni si merece la pena. O, tal vez, sabiendo demasiado, sabiéndolo todo.