Ester Massó Guijarro, miembro e investigadora de FiloLab, ha publicado recientemente el artículo «Donación lactante: la leche humana como bien global» en el periódico The Conversation, con motivo del Día Mundial de la Donación de Leche Materna. Podéis un leer un extracto del mismo a continuación.
Junio de 2020. En pleno confinamiento, los periódicos aparcan el monotema de la pandemia de covid-19 para hablar de Celia Lázaro, una joven que “tras perder a sus bebés prematuros decide guardar su leche durante el confinamiento para otros niños”, dicen los titulares.
La decisión de la matrona Celia Lázaro de ser donante de leche durante el confinamiento en 2020, en una situación personalmente tan gravosa para ella, fue el modo con el que esta joven madre quiso rendir homenaje a sus hijos fallecidos, Olatz y Alain.
La noticia, por su fuerza incomparable, resonó con impacto mediático. Ese “legado de dos vidas truncadas” en forma de leche humana convertida en puro altruismo se hizo un especial eco porque, a la sazón, esta madre fue la única donante de su comunidad durante aquel primer confinamiento. Aunque no la única que hizo un alarde de altruismo en plena pandemia: el gesto se repitió en distintos hogares en los momentos más complicados del estado de alarma, aumentando incluso la donación en este período.
Extracción engorrosa
Las numerosas dificultades e incomodidades asociadas a esta forma singularísima de filantropía son importantes. Sin embargo, como tantas otras cosas que tienen que ver con las madres y sus criaturas, no ha sido convenientemente reconocida ni abordada hasta fechas recientes.
Para empezar, donar leche materna no es un proceso exactamente fácil para las personas que deciden hacerlo. Es complicado, laborioso, hasta doloroso a veces. Las madres deben extraerse la leche en sus domicilios siguiendo un protocolo para preservar el producto en las condiciones óptimas.
Después, toca llevar personalmente lo recogido al hospital donde esté alojado el banco de leche. Todo ello gratuita, voluntaria y generosamente. En un momento, todo hay que decirlo, en que la mayoría de esas mujeres están a cargo de criaturas necesitadas de cuidado constante. Si además trabajan de forma remunerada, tendrán de todo menos tiempo libre y ocio.
La leche materna humana se destina de forma primordial a prematuros cuyas madres, por el motivo que sea, no pueden lactar en el momento de su nacimiento. La vida –y la calidad de vida futura– de estas personas de nacimiento prematuro está directamente ligada a esta provisión de leche de otras madres que no sean la biológica. En otras palabras, estas donaciones altruistas contribuyen a llevar a cabo el cumplimiento de lo que ya ha sido declarado como un derecho humano (así se pronunció por fin la ONU en 2016 sobre la lactancia humana) . Y también una de las inversiones sociales más ventajosas para los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030.
Donar leche humana es un acto de filantropía corporal (entre otras muchas cosas). Sin embargo, ha sido prácticamente ignorado en la literatura sobre la filantropía. Algunas autoras defienden las características únicas de la donación de leche humana, que se revela en la generación de una identidad de donante de leche, compleja y compuesta de elementos maternos y femeninos. Parece necesario enriquecer los análisis que vinculen género, identidad y motivación del acto de donar.
Puedes seguir leyendo el artículo en The Conversation.