COLUMNA GRANADA HOY, GUSANOS, 24-8

GUSANOS, Granada Hoy, 24-8

HACE unos meses, en una clase en la Universidad de Granada, un estudiante hacía una exposición sobre La fiesta vigilada, ensayo del escritor cubano Antonio José Ponte. Al estudiante no le había gustado el libro, sin duda, complejo y muy duro con la dictadura cubana. Para expresar sus críticas, no se le ocurrió otra cosa que llamar gusano al autor. Lo dijo con naturalidad, con inocencia, incluso. Al terminar la intervención, le pregunté por qué había utilizado el término ‘gusano’ y qué sabía de esa palabra. Me respondió que acababa de escuchársela a una profesora, quien le dijo que así se llamaba en Cuba a los contrarrevolucionarios. ¿Es que la palabra tenía alguna connotación peyorativa?

Recordé esta anécdota mientras leía el blog de un periodista de Público, que defiende en su escrito al actor Willy Toledo, quien, hace pocos días, llamó gusano a Orlando Ortega, el atleta español nacido en Cuba ganador de medalla de plata en los Juegos de Río. Según el periodista, ‘gusano’ “es como se denomina a los cubanos contrarios al Castrismo que emigran de la isla opositando, sobre todo, desde Miami”. Y añade: “El término, aún siendo despectivo, está tan normalizado en Cuba que nada tiene que ver con el insulto que utilizamos en España para describir a alguien vil y despreciable”.

Normalizado. Eso escribe David Bollero, el bloguero periodista de Público, sin saber lo que dice. Porque es cierto: el término en Cuba está completamente normalizado. Y eso es precisamente lo horrible. Que en Cuba se le puede llamar gusano a cualquiera con normalidad. Y, como bien dice Bollero, esto no significa lo mismo que en España. Ojalá lo significara. Porque por supuesto que no se trata de un simple insulto. Gusano puede significar -ha significado durante muchos años, sigue significando todavía hoy- perder tu trabajo. O tu casa. O tu familia. O ser detenido. O golpeado. O pisoteado. O ir a la cárcel. O no poder volver a tu tierra.

Ser gusano en Cuba significa que has perdido la humanidad que se te había, generosamente, asignado. Significa la deshumanización y la animalización del diferente, lo que justifica su aniquilación. Ser gusano en Cuba es como ser una rata judía en la Alemania nazi. Algunos deberían leer a Art Spiegelman: “La deshumanización es crucial para el proyecto de aniquilación”. Y sigue: “Zyklon B, el gas empleado en Auschwitz […] era un pesticida para matar bichos o cucarachas”.