COLUMNA GRANADA HOY, Cuidado, 14-12

CUIDADO, Granada Hoy, 14-12

HACE algunas semanas, el muy viril líder de Podemos, Pablo Iglesias, hizo un llamado maternal para “feminizar la política”. En su femenina intervención, Iglesias declaró que en esta nueva sociedad lo más importante no era la presencia de las propias mujeres, sino copiar el modelo que ellas representan. Así, de lo que verdaderamente se trata, según Iglesias, es de transformar la sociedad en sociedad de los cuidados, donde hombres amorosos y “deconstruidos” imitan “aquello que hacían nuestras madres”.

Hace pocos días, y recién muerto el muy viril dictador Fidel Castro, las autoridades cubanas prohibieron la exhibición de la película Santa y Andrés en el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de este año. El director de la película, Carlos Lechuga, obtuvo con el guion de ese filme el premio de la SGAE. La película, inspirada en la vida de Reinaldo Arenas, presenta, por primera vez dentro de la isla, a un disidente como protagonista, un escritor que vive en Cuba, pero al que no le permiten publicar y es vigilado y acosado por la Seguridad del Estado. El presidente del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), Roberto Smith, ha justificado la censura con las siguientes palabras: “El ICAIC continuará cuidando la imagen de los símbolos patrios, de la propia Revolución y de nuestros héroes y mártires, tanto en el cine que apoyemos en su producción, como en la selección de las películas que se exhiban en nuestras pantallas”.

No sé por qué los cuidados que se toman en Cuba me han hecho recordar los propuestos por el líder podemita. Es cierto que en Cuba cuidan la Revolución (y a todos los cubanos) desde la actitud totalitaria del paternalismo más grosero, antiguo y tradicional. En cambio, el cuidado de Iglesias aparenta ser un cuidado otro, el cuidado femenino de un Estado maternal. Ya no la patria, sino la matria. Pero, en el fondo, el Estado postmoderno, trasvestido y performativo de Iglesias, ese Estado donde los hombres hacen de mujeres, pero donde no cuentan aquellas que no se parezcan a lo que el gran líder ha decretado que es una mujer, es un Estado tan totalitario y excluyente como el viejo y caduco del presidente del ICAIC.

Cuidado con esos líderes políticos tan empeñados en cuidarnos. Aunque declaren que no lo harán como padres, sino como madres cariñosas. Sólo traen el mismo falo totalitario de siempre. Aunque lo lleven disfrazado de dulce y amorosa teta.