Columna Granada Hoy, Sin gobierno, 9-3

SIN GOBIERNO, Granada Hoy, 9-3

NO sé si alguno de los grupos políticos en el Congreso de los Diputados habrá presentado la propuesta. Digo la de instituir un complemento productivo en el Parlamento. Una norma que disponga pagar a sus señorías en función de lo que producen, como en ciertas empresas. Y cuyo primer artículo estableciera que si no se produce, no se cobra. Si existiera tal disposición, probablemente las circunstancias serían otras en el Parlamento nacional. Porque la primera tarea de los diputados, una vez constituidos, es elegir un presidente que pueda formar un gobierno. (O, al menos, no impedir que esto ocurra). Y lo cierto es que llevan más de dos meses sin hacerlo. Algunos, desde luego, produciendo menos que otros. Tal vez porque todos siguen cobrando lo mismo a fin de mes, hagan lo que hagan.

Es evidente que sus señorías tampoco se sienten obligados a producir porque no tienen que rendir cuentas ante una circunscripción concreta. Y es que en España los electores son una especie de ente abstracto sin materialidad alguna. Aquí ningún diputado rinde cuentas. O sólo las rinde ante la cúpula de su partido, ante sus colegas militantes del ídem, ante los hooligans, o ante la televisión. Pero nunca ante electores de un lugar a los que pidió su voto. Por eso, una votación nominal en el Parlamento español resulta ridícula, como se vio tras los dos debates de investidura. Se menciona un nombre tras otro, como si no se supiera que todos los miembros de un mismo partido van a votar lo mismo. Que no existe la menor posibilidad de que ocurra lo que en Inglaterra o Estados Unidos: ver, de pronto, que diputados de un partido deciden apoyar una propuesta de un partido rival. Y no porque alguien compre sus votos (en España esta sería la única causa por la que algo así sucedería), sino sencillamente porque tienen opinión propia y porque hay electores concretos ante los que tendrán que responder. Decir en España un nombre en una votación del Parlamento nacional (o autonómico o municipal) sólo sirve para conocer la cara de su específica señoría, no su conciencia.

 Sí, llevamos más de dos meses sin gobierno. Y un gobierno para un país es algo tan imprescindible como unos zapatos. Y es necesario que sus pijas señorías dejen de pensar en la marca, los tacones, o en si la suela es de goma u otro material, y asuman su primera obligación. Que es conseguir que tengamos zapatos, que el país no vaya descalzo.
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