COLUMNA GRANADA HOY, EPIDEMIA TERCERMUNDISTA, 13-7

EPIDEMIA TERCERMUNDISTA, Granada Hoy, 13-7

QUINCE meses sin servicios ferroviarios, quince meses sin conexiones, sin comunicación con el resto de España (no de alta velocidad, ni siquiera muy rápida, pero al menos con cierto sentido rítmico y comodidad relativa en los poco modernos vagones) han convertido a la provincia de Granada, según escriben los periódicos, en la provincia española que ostenta el sombrío récord de aislamiento por tren. Siguen diciendo las noticias que el nuevo alcalde llama todos los días al Ministerio de Fomento, pero no hay respuesta, no contesta nadie.

Desde hace años, demasiados, Granada ha ido pareciéndose cada vez más a una ciudad del llamado Tercer Mundo sin que nos hayamos preocupado o inquietado lo suficiente. Supongo que a veces es difícil detectar el tercermundismo detrás del vanidoso y pretencioso borde de unas aceras, o de las pomposas macetas y farolas que adornan el Centro, o de las alegres plazas, todas llenas de bares, terrazas y tapas obligatorias. El oropel no deja ver lo que hay detrás. Pero ahí estaba, ahí está, el tercermundismo acechando, cada vez más cerca de nosotros.

En un principio, era sólo el aeropuerto de juguete, mal comunicado y con poquísimos vuelos. Pero después empezó a extenderse la epidemia, el contagio tercermundista. Un metro (subterráneo o ligero, da igual) que nunca ha funcionado (cada mes lo anuncian para el siguiente). Un flamante servicio de transporte público que, también bajo un pomposo nombre (LAC, o LA Cantidad de veces que tenemos que subir y bajar), no lleva a ningún sitio. Un tren que no sólo no se convierte en AVE sino que desaparece totalmente de nuestra vista. Una terminal de autobuses de vergüenza, cada vez más sucia, con autobuses con escasos destinos y horarios, que ahora ni siquiera salen ni llegan al andén que indica la pantalla.

Aunque la zona de alerta roja es sin duda la de las comunicaciones, la epidemia tercermundista se ha extendido más allá. Hay alertas amarillas de color muy intenso en otras zonas, como la de la cultura: una ciudad llena de magníficos músicos que tienen prohibido tocar en muchos bares; un Museo Arqueológico que lleva seis años cerrado; un Centro Cultural emblemático, y costosísimo, vacío.

Supongo que habrá algún modo de parar la epidemia. Pero debería hacerse pronto. Muy pronto. Antes de que lo invada todo. Dan ganas de mudarse a Málaga o de citar (mal, pero bien) a Lorca: Granada, lejana, tercermundista y sola.

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