Columna Granada Hoy, Olvidar la política, 1-6

OLVIDAR LA POLÍTICA, Granada Hoy, 1-6

LLAMATIVA, paradójicamente, las encuestas sobre los resultados electorales que se están publicando desde hace varias semanas ofrecen como ganadores (sin mayoría absoluta para gobernar, es cierto) a los dos partidos que menos hicieron para formar gobierno en las pasadas elecciones generales: el Partido Popular y Podemos; las dos fuerzas más polarizadas políticamente, esas que se acusan y se miran como si no existiera más opción que ellos.

Los votantes, que en las pasadas elecciones favorecieron el pacto y el acuerdo sin que estos fueran atendidos por los representantes políticos elegidos, parecen otorgar ahora su confianza precisamente a los que menos se esforzaron por cumplir el mandato electoral.

Es difícil explicar y explicarse los resultados que auguran las encuestas. Respecto al Partido Popular, sigue funcionando, al parecer, la idea de que han conseguido evitar (hasta ahora), una intervención europea en España. Y ahí siguen, encabezando las encuestas. Y esto a pesar de la reforma laboral y de todos los recortes en el ámbito de lo público, y aún de la extrema corrupción; esa fiesta, es un decir, de los Gürtel, las Púnicas, las Taulas, que no parece tener fin. Y a pesar, también, de un presidente casi clandestino, que apenas da la cara, que decidió no presentarse como candidato aunque fuera la fuerza más votada y que suele preferir (¿se podría hablar de cierto abuso de género?) esconderse detrás de su vicepresidenta.

En cuanto a la confianza que numerosos electores parecen depositar en Podemos (en su nueva alianza con Izquierda Unida, es cierto) es tal vez un hecho aún más misterioso. Supongo que la promesa de la conquista de los cielos en la tierra sigue manteniendo su gran atractivo, sobre todo, para quienes han tenido la suerte de no vivir el desastre (o el horror) de alcanzarlos.

Quizás el hastío, el cansancio de tantos meses sin gobierno, sin acuerdos y sin pactos, hayan provocado cierta (justa) ira en los electores que ha encendido su pasión. Y la pasión, ya se sabe, suele moverse hacia los polos. Y como todo sentimiento exacerbado, no demasiado racional, puede ser causante de lo mejor y de lo peor.

Espero que las encuestas se equivoquen y el 26-J no ganen ni los recortes ni los cielos. Y que tengamos un gobierno tranquilo, dialogante, incluso aburrido, que nos haga, al menos por un tiempo, olvidar la política y poner nuestra pasión en otro sitio.