VIAJE A 2016, Granada Hoy, 30-12
MI sueño de fin de año era viajar a la Luna. Nada como la luna, había pensado, para observar desde bien lejos, lo más lejos posible, cómo se larga con la cabeza baja el 2015. Pero mi marido dijo que no, que a él eso de la luna no le iba (demasiado alto, comentó), que preferiría viajar a las profundidades marinas, lo más abajo posible, para ver desde bien cerca, casi rozándolo, cómo se marcha asustado, sin remedio, sin poder hacer otra cosa, el 2015.
Como somos una familia democrática, decidimos votar para que nadie pudiera hablar de imposiciones. Sorpresivamente, las votaciones resultaron muy ajustadas, 50%, la luna y 50%, las profundidades marinas. Era una circunstancia que no habíamos previsto. Decidí llamar a mi amiga M y le dije a mi marido que localizara a su amigo A para desempatar la votación. M dijo que le encantaba la luna y A preguntó que por qué no nos íbamos a conocer las profundidades marinas. Nos miramos sin saber qué decir. Pensamos en hacer desfilar por nuestra casa a nuestros 77 amigos de la vieja libreta de teléfonos (los 999 de Facebook no nos merecían la misma confianza) pero la mayoría no contestaba: muchos ya ni siquiera tenían teléfono, o vivían en otro país, o estaban de viaje. Acudir al vecino del quinto, con el que nos cruzamos todos los días, no nos pareció apropiado: casi no lo conocíamos, nos saludábamos apenas en la escalera y era un señor muy extraño, que no compartía nuestro proyecto vital. La consulta fue declarada como una línea roja en la negociación.