Columna Granada Hoy, Sin gobierno, 9-3

SIN GOBIERNO, Granada Hoy, 9-3

NO sé si alguno de los grupos políticos en el Congreso de los Diputados habrá presentado la propuesta. Digo la de instituir un complemento productivo en el Parlamento. Una norma que disponga pagar a sus señorías en función de lo que producen, como en ciertas empresas. Y cuyo primer artículo estableciera que si no se produce, no se cobra. Si existiera tal disposición, probablemente las circunstancias serían otras en el Parlamento nacional. Porque la primera tarea de los diputados, una vez constituidos, es elegir un presidente que pueda formar un gobierno. (O, al menos, no impedir que esto ocurra). Y lo cierto es que llevan más de dos meses sin hacerlo. Algunos, desde luego, produciendo menos que otros. Tal vez porque todos siguen cobrando lo mismo a fin de mes, hagan lo que hagan.

Es evidente que sus señorías tampoco se sienten obligados a producir porque no tienen que rendir cuentas ante una circunscripción concreta. Y es que en España los electores son una especie de ente abstracto sin materialidad alguna. Aquí ningún diputado rinde cuentas. O sólo las rinde ante la cúpula de su partido, ante sus colegas militantes del ídem, ante los hooligans, o ante la televisión. Pero nunca ante electores de un lugar a los que pidió su voto. Por eso, una votación nominal en el Parlamento español resulta ridícula, como se vio tras los dos debates de investidura. Se menciona un nombre tras otro, como si no se supiera que todos los miembros de un mismo partido van a votar lo mismo. Que no existe la menor posibilidad de que ocurra lo que en Inglaterra o Estados Unidos: ver, de pronto, que diputados de un partido deciden apoyar una propuesta de un partido rival. Y no porque alguien compre sus votos (en España esta sería la única causa por la que algo así sucedería), sino sencillamente porque tienen opinión propia y porque hay electores concretos ante los que tendrán que responder. Decir en España un nombre en una votación del Parlamento nacional (o autonómico o municipal) sólo sirve para conocer la cara de su específica señoría, no su conciencia.

 Sí, llevamos más de dos meses sin gobierno. Y un gobierno para un país es algo tan imprescindible como unos zapatos. Y es necesario que sus pijas señorías dejen de pensar en la marca, los tacones, o en si la suela es de goma u otro material, y asuman su primera obligación. Que es conseguir que tengamos zapatos, que el país no vaya descalzo.

Columna Granada Hoy, Aeropuerto, 24-2

AEROPUERTO, Granada Hoy, 24-2

NOS contaba hace un par de días este mismo periódico que el aeropuerto de Granada ha invertido 275 mil euros para “mejorar la experiencia de sus clientes”. Entre otras reformas, ha instalado una zona de relax y una conexión wifi gratuita, así como nuevas señalizaciones y zonas de aparcamiento para carga y descarga y ha cambiado el mobiliario que se había deteriorado. Gracias a estas mejoras y a estos gastos, los clientes, que un año antes otorgaban a las instalaciones del aeropuerto (llamado de Granada y Jaén) una calificación de 3,85 (sobre 5) le conceden ahora un ¡3,95! Es decir, que cabe concluir que la subida de una décima en la puntuación concedida a sus instalaciones le ha costado al aeropuerto granadino 275 mil euros. Pero todo no termina aquí. Según la noticia, las mejoras van a continuar durante este año, aunque no nos informan del coste. Todo suena muy moderno: van a crear una zona de juegos para niños, un área de trabajo para pasajeros que viajan por negocios y hasta cambiarán los cajeros del aparcamiento para que sea posible pagar con tarjeta.

Por supuesto, y como es de esperar en una ciudad como Granada, nada se dice sobre ampliación de vuelos. Volar a más lugares, aumentar las conexiones nacionales o internacionales no parece entrar en los proyectos y propósitos del aeropuerto Granada-Jaén, con seguridad, uno de los aeropuertos con menos vuelos de España y, probablemente, del mundo. En Granada, ya se sabe, suele ser mucho más importante aparentar que ser. Así, ¿para qué gastar dinero en un aeropuerto con muchos aviones o muchos vuelos si es posible lograr la felicidad de los clientes (y hasta una alta puntuación) esmerándose en un aeropuerto limpísimo, entretenido y moderno en el que apenas haya aviones y no se vuele a ninguna parte? Si el aeropuerto se lo propone, seguro conseguirá que la razón fundamental de sus clientes al visitarlo sea acudir a la zona de relax, llevar a sus niños a la sala de juego, entretenerse en la sala de negocios o maravillarse ante el flamante cajero que permite pagar con tarjeta. Ahí tenemos, si no, el modelo del LAC, el carísimo y moderno autobús granadino, que no contamina, permite subir y bajar por cualquier puerta, nos habla casi como un metro y, desde luego, sólo da vueltas por la ciudad sin llegar a ningún sitio. Pero eso, ¿importa acaso? ¿Quién ha dicho que Granada debe llegar a algún lugar, por tierra o por aire?

Columna Granada Hoy, Cervantes y Darío, 10-2

CERVANTES Y DARÍO, Granada Hoy, 10-2

2016, el llamado año Cervantes, tiene, por fin, un programa oficial. Lo anunciaba ayer, 9 de febrero, con evidente retraso, el gobierno en funciones. Lo hacía pocas semanas después de la polémica producida a raíz de las duras críticas que realizaran la Real Academia Española, el Instituto Cervantes y numerosos escritores, ante la lentitud e inacción de la Comisión Nacional creada para coordinar las actividades en torno a una de las fechas más significativas para la literatura y la lengua españolas, el IV Centenario de la muerte del autor del Quijote. En unas declaraciones a El País, Javier Cercas llegó a sugerir que los ingleses se quedaran a Cervantes; “lo tratarán mejor”, decía.

Se ha conocido estos días una nueva polémica en el mundo de las letras, ahora del otro lado del atlántico. En este caso, en torno a la figura de Rubén Darío, pues en 2016 (este año debería ser una gran fiesta para las letras en lengua española) se cumple el primer centenario de su muerte. Son los poetas y escritores nicaragüenses los que protestan por la grosera manipulación gubernamental del autor de Cantos de vida y esperanza. El gobierno de Daniel Ortega publicó un decreto en homenaje a Darío, decreto que ha sido cuestionado por la utilización política que se hace de la figura del poeta, pero también por su lenguaje cursi y por sus faltas de ortografía. Una de las líneas del documento, escrito por Rosario Murillo, la todopoderosa mujer de Daniel Ortega, dice lo siguiente: “Honramos a Darío en su Plenitud Creciente, en el Reconocimiento de nosotr@s, cada un@, como Seres Humanos lúcidos y capaces de cincelar cada Triunfo en la marcha incesante contra la Pobreza”. Una periodista nicaragüense pedía perdón a Darío y comentaba: “Mas le habría valido quedarse para siempre como migrante y morirse en una playa de Grecia, en Lesbos, emborrachándose con centauros y persiguiendo ninfas y platicando y compartiendo entremeses con las diosas del Olimpo”.

Cervantes a Inglaterra y Darío a Grecia. Coinciden en España y en Nicaragua. Y sí, tal vez deberíamos donar todo el patrimonio hispánico al resto de la humanidad. Allí donde no lleguen las garras de la desidia o de la manipulación política de los gobernantes de nuestro mundo hispánico; unos gobernantes de derecha o de izquierda (¿importa algo?), que curiosamente suelen coincidir en carecer de toda sensibilidad hacia nuestra literatura y nuestra cultura.

Columna Granada Hoy, Sí se puede, 27-1

SÍ SE PUEDE, Granada Hoy, 27-1

NO se sabe qué sucederá más tarde, que España tenga un gobierno que no esté en funciones (no sé por qué le llaman “en funciones” a un gobierno disfuncional) o que en Granada haya un Centro Lorca que merezca el nombre y el dinero gastado. Mientras el piso de La Zarzuela se ensucia con visitas continuas que desfilan una y otra vez sin saber muy bien para qué (ni nosotros tampoco), el suelo del Centro Lorca se mantiene limpísimo, impoluto, sin recibir apenas visitantes ni ya, tampoco, curiosos.

Quizás el Ayuntamiento podría ceder el Centro Lorca para las rondas de consultas para la investidura presidencial. Así se daría algún uso a un fantástico y fantasmático edificio que ahora no sirve para nada y Granada podría sentirse, para variar, una ciudad importante. Las rondas de consultas, si se extienden en el tiempo, como parece va a ocurrir, atraerán sin duda al turismo. (Pasar del turismo cultural al político no tiene por qué ser negativo; al contrario). Seguro, además, que en la ahora vacía e inútil cámara acorazada del Centro Lorca hay sitio suficiente para acomodar los papeles de los diputados e, incluso, los pañales del bebé de Bescansa. Los 350 diputados caben también en el teatro de 410 butacas, donde podrían, si les surgiera ese extravagante deseo, reunirse y hablar. (Nada mejor que un teatro fantasma para un parlamento ídem).

Mientras transcurren las conversaciones (es un decir), el alcalde podría hacer gestiones para ofrecer a Pablo Iglesias, si se queda finalmente sin la Vicepresidencia y los Ministerios, la dirección del Centro Lorca. Es cierto que su programación podría no ser muy ortodoxa, pero, después de todo, mejor tener alguna sólida que la exigua de un instante. Y alguna gente (hay gente para todo) preferirá los movidos debates sobre los insufribles discursos de Chávez y Maduro a escuchar el continuo, amargo e insistente silencio del Centro Lorca. De paso, quizás los contactos de Iglesias con Maduro podrían conseguir algún consejo del antiguo conductor de autobuses para mejorar el tercermundista y casi venezolano transporte público granadino. En cualquier caso, creo que el partido de Iglesias y el que gobierna Granada podrán entenderse muy bien. Un partido que piensa que debe votarse en asamblea qué es arte no tendrá muchas discrepancias con otro que ha decidido que la rara sustancia llamada arte se compone de tres elementos: cofradías, tapas y vacío.

Columna Granada Hoy, Nivaria Tejera, 13-1

NIVARIA TEJERA, Granada Hoy, 13-1

QUE cuándo qué dónde qué cómo qué quién / Nos aguarda al final de nuestro tiempo / Para colmar y colmar tan sostenido desvelo?”. Así comienza el poema Rueda del exiliado, de la escritora cubana Nivaria Tejera (Cienfuegos, 1929), fallecida en París, la ciudad en la que vivió durante cincuenta años, el pasado 6 de enero. De padre canario y madre cubana, Nivaria integra desde 1965 esa rueda de cubanos esparcida por tantos lugares, que tan espléndidamente describe en su poema, sin duda uno de los más intensos sobre el larguísimo exilio que sufren aún los habitantes de la isla, y que no dudé en incluir en la antología Otra Cuba secreta, dedicada a las poetas cubanas, que publiqué en 2011 en la Editorial Verbum.

Pero, en realidad, Nivaria Tejera era una sobreviviente de exilios; o, como escribe Rafael Rojas, era alguien que ha asumido el exilio como destino personal. Rodar, nomadiar, escapar, alucinar en medio de la huida, podrían ser signos de su escritura, marcada siempre por la poesía, incluso cuando su género literario sea la novela. El primer exilio lo vive la escritora siendo apenas una niña, cuando su padre es hecho prisionero en la España de Franco, y ella tiene que escapar junto a su familia y viajar a Cuba. Más tarde, en su juventud, llegará el segundo, al huir hacia Europa de la Cuba dictatorial de Fulgencio Batista. Ya en plena adultez, en 1965, vendrá el tercero, cuando decide vivir en París, exiliada una vez más, ahora del régimen de Fidel Castro. Esos tres exilios los cuenta Nivaria en tres de sus novelas, El barranco (1958), considerada una de las primeras sobre la guerra civil española, aunque en España muy poco se conozca; Sonámbulo del sol (1972), que recibió el Premio Biblioteca Breve, y Huir de la espiral, escrita en 1987 y publicada en Verbum en 2013.

Nivaria entrevé, como pocos escritores, la condición del exiliado: “Somos los sospechosos deambuladores / de la Nada / Galopadores anónimos del pleno itinerario / Del vacío al acecho de nuestro enigma”. Ese vacío lo encarnan hoy los periódicos cubanos, los de la isla, que nada han dicho estos días sobre la escritora: la rueda de exiliados sigue sin percibida desde la isla oficial. Pero, como bien intuía Nivaria, “olvidan que la ausencia / Es presencia también / Y red / Y espuela / Y que una isla escapa con el mar al encierro / Y que es inútil / Aprisionar una estrella que continúa quemándose”.

Columna Granada Hoy, Viaje a 2016, 30-12

VIAJE A 2016, Granada Hoy, 30-12

MI sueño de fin de año era viajar a la Luna. Nada como la luna, había pensado, para observar desde bien lejos, lo más lejos posible, cómo se larga con la cabeza baja el 2015. Pero mi marido dijo que no, que a él eso de la luna no le iba (demasiado alto, comentó), que preferiría viajar a las profundidades marinas, lo más abajo posible, para ver desde bien cerca, casi rozándolo, cómo se marcha asustado, sin remedio, sin poder hacer otra cosa, el 2015.

Como somos una familia democrática, decidimos votar para que nadie pudiera hablar de imposiciones. Sorpresivamente, las votaciones resultaron muy ajustadas, 50%, la luna y 50%, las profundidades marinas. Era una circunstancia que no habíamos previsto. Decidí llamar a mi amiga M y le dije a mi marido que localizara a su amigo A para desempatar la votación. M dijo que le encantaba la luna y A preguntó que por qué no nos íbamos a conocer las profundidades marinas. Nos miramos sin saber qué decir. Pensamos en hacer desfilar por nuestra casa a nuestros 77 amigos de la vieja libreta de teléfonos (los 999 de Facebook no nos merecían la misma confianza) pero la mayoría no contestaba: muchos ya ni siquiera tenían teléfono, o vivían en otro país, o estaban de viaje. Acudir al vecino del quinto, con el que nos cruzamos todos los días, no nos pareció apropiado: casi no lo conocíamos, nos saludábamos apenas en la escalera y era un señor muy extraño, que no compartía nuestro proyecto vital. La consulta fue declarada como una línea roja en la negociación.

 Mientras tanto, se agotaron los pasajes que quedaban para nuestros hipotéticos viajes. Y aquí estamos los dos, mi marido y yo, sentados en el sofá de la sala de nuestra casa, con el cava y las uvas al lado, esperando el momento en que se vaya el 2015 y llegue el tan esperado 2016. De vez en cuando, yo me levanto y miro, a escondidas, las magníficas fotos que tengo de la luna. Y mi marido disimula para acercarse hasta su móvil a ver sus videos de las profundidades marinas. Así pasaremos el fin de año. Y probablemente, también, buena parte del 2016 (uno no se olvida de la luna ni de las profundidades marinas fácilmente; menos, si no ha podido conocerlas). Así que, a todos, felices sueños. Y, según sus deseos, feliz luna, o felices profundidades marinas. O, quizás, mejor, si fuera posible, si tal vez se pudiera, feliz luna marina, o felices profundidades lunares. Feliz viaje a 2016.

Columna Granada Hoy, La mala memoria, 16-12-15

 

La MALA MEMORIA, Granada Hoy, 16-12-15

UNA de las principales circunstancias con la que cuentan los partidos políticos para ganar elecciones es la mala memoria de los ciudadanos. La tendencia a olvidar nos distingue como seres humanos. Lo que ocurrió dos o tres años atrás, o incluso hace menos tiempo, puede borrarse o perderse en un raro sitio, como si no se hubiera producido nunca, o como si hubiera sucedido en un pasado remotísimo. Aunque, como bien demostró Freud, en realidad, si nos situamos de un cierto modo, o de una cierta manera, muchas cosas que parecían olvidadas volverían, acabarían reapareciendo de las profundidades en las que aparentemente estaban sumergidas.

Sí, la mala memoria juega a favor de los partidos políticos. Y hay, sin duda, hechos que deben ser recordados, que no merecen olvidarse. Por eso hizo muy bien el señor Iglesias, en su papel freudiano-político, en el debate en televisión de hace algunos días (ya no recuerdo cuántos ni en qué cadena) cuando instó a los ciudadanos a que no olvidáramos. Que no olvidáramos la Gürtel o a Bárcenas, o la Púnica o los desahucios o las preferentes, o los recortes en sanidad y en educación, o las tarjetas black.

Sí, en tiempos electorales hay que combatir la mala memoria como una enfermedad. Ya sé que es imposible, y probablemente insano, convertirse en Funes, el memorioso, ese curioso personaje de Borges que lo recordaba absolutamente todo. Pero, si se trata de elecciones, quizás habría que hacer un esfuerzo por transformarse en algo parecido a un primo lejano suyo. Y preguntarnos desde luego por qué algunos olvidan y qué olvidan. Pero también, por qué algunos recuerdan algunas cosas pero parecen no recordar otras. Porque es cierto que los partidos olvidan lo que hicieron. Pero también hay otros, tan olvidadizos como aquellos, que parecen no recordar lo que han sido o lo que nos contaron que eran. Sí, algunos partidos pierden la memoria incluso antes de llegar al poder, olvidan en medio del camino de alcanzarlo, misteriosamente. Así, en este afán memorioso, no deberíamos olvidar lo que algunos proponían hasta hace nada (ya no recuerdo exactamente cuánto tiempo; quizás ellos tampoco): la desaparición del ‘régimen corrupto del 78′, el nuevo ‘proceso constituyente’, la necesaria salida del euro, el modelo venezolano y de sus “grandes” líderes Chávez y Maduro… Hacer memoria para votar, sí, seguro, pero mucha memoria. Toda la memoria posible.

Columna Granada Hoy, Sida, 1-12

SIDA, Granada Hoy, 2-12-15

UNO de diciembre, día mundial de la lucha contra el SIDA, enfermedad de moda (si así puede decirse) en los 80 y los 90 y que hoy parece olvidada, como de una época antigua. Siguen produciéndose muertes por contagio del VIH pero, como cuentan los periódicos, ocurren, sobre todo, lejos, en los llamados países subdesarrollados. En Occidente, la enfermedad no ha desaparecido, pero se ha convertido en crónica; es decir, se puede vivir muchos años siendo portador del VIH siempre que se siga el tratamiento adecuado. Algo posible porque las medicinas se han abaratado, ya no hay que pagar seis mil euros al año para escapar del SIDA, son suficientes trescientos. Aunque el SIDA sigue ahí. En España, se dice, hay nueve casos al día; una cifra muy alta, sin duda.

Pronuncio la palabra SIDA como en una especie de asociación libre y enseguida me vienen dos nombres a la cabeza, los dos llegan de esos lejanos 90. El primero es Reinaldo Arenas, el escritor que se suicidó enfermo de SIDA en 1990. Arenas es hoy un mito de la literatura cubana, aunque en Cuba siga sin publicarse, con su Celestino antes del alba, El mundo alucinante, El color del verano, Otra vez el mar y sus estremecedoras memorias, Antes que anochezca, que llevó al cine el norteamericano Julian Schnabel en una película protagonizada por Javier Bardem.

El segundo nombre es el de una extrañísima Casa de Cultura en la que trabajé alguna vez en aquellos años en la isla. Una Casa de Cultura situada entre la Plaza de la Revolución y La Timba, barrio marginal. Una casa de cultura a la que nadie conocía por su nombre, sino por otro, El Patio de María. Y es que su directora, María Gattorno, una mujer extremadamente especial, decidió acoger en aquella institución a los llamados rockeros, jóvenes músicos de bandas de rock a los que nadie quería en Cuba y que se habían convertido en apestados, en parias. En aquel lugar se habló también de SIDA cuando muy pocos se atrevían a mencionar la enfermedad. Recuerdo los lazos rojos que llevábamos, y los preservativos que se repartían en los conciertos, en medio del estrépito de la música de las guitarras y de las baterías.

 El SIDA ya no mata o, al menos, ya no mata como antes. Pero está bien decir ese feo nombre al menos una vez al año, y ponerse el lazo rojo, y recordar a los que se llevó, y darnos cuenta de que, aunque lo parezca, no hemos conseguido todavía hacerlo desaparecer.

Columna Granada Hoy, Paraíso Vial, 18-11

 

PARAÍSO VIAL, Granada Hoy, 18-11-2015

NO sé si con motivo de las próximas elecciones generales o debido a alguna otra misteriosa razón, están llegando a las casas españolas unos curiosos folletos enviados por la Dirección General de Tráfico, titulados DGT 3.0 Hacia una movilidad inteligente. Yo acabo de recibir el que me toca.

El folleto en cuestión nos anuncia la llegada de un mundo nuevo. Nos cuenta la buena nueva de una especie de paraíso vial al que arribaremos en los próximos años (¿o serán, acaso, meses?; este dato no queda demasiado claro), gracias a la labor de la DGT y a su uso de las facilidades tecnológicas que nos brinda la llamada sociedad de la información (con mayúsculas, en el folleto). El paraíso vial llegará en forma de una plataforma digital que constituirá “un lugar de encuentro y no de exclusión” (aseguro que cito textualmente), donde estarán conectados, todo el tiempo y en la misma red, todos los usuarios de la vía; así, el “usuario-peatón”, el “usuario-conductor”, el “usuario-motociclista” y el “usuario-ciclista” (vuelvo a asegurar que cito textualmente). La mágica plataforma nos mantendrá a todos interconectados e intercomunicados, al menos mientras dure nuestra vida en la vía. Su eficacia será tal que, incluso, podrá “intercomunicar al usuario-conductor y al usuario-ciclista o usuario-peatón sobre su mutua proximidad y punto de encuentro previsto, de forma que puedan extremar las precauciones”. En definitiva, el propósito de la Plataforma prometida será conseguir los objetivos de la “visión 0″, que la DGT explica del siguiente modo: “0 fallecidos, 0 lesionados, 0 congestión, 0 emisiones”. En un luminoso y cercano futuro, viene a decirnos la DGT, el reino de los cielos se hará real en la vía pública, en las calles españolas: allí nadie chocará con nadie; nadie se saltará la roja de un semáforo; nadie cruzará por donde no debe; nadie conducirá borracho ni arrollará a otro.

 En un mundo que se ha vuelto absolutamente bruto y sin sentido, en el que a las 11 de la noche pueden explotar unos terroristas en medio de un concierto de rock, o donde pueden acribillarte en un restaurante, resulta, sin duda, un enorme consuelo y produce una gran tranquilidad y serenidad de espíritu, saber que la DGT está ahí, velando por todos, tan organizada, tan inteligentemente. Cuando el mal aceche, pensaremos en la DGT, en el mundo del tráfico, convertido, de pronto, en nuestro gran remanso de paz.

Columna Granada Hoy, Poesía en el Centro Lorca, 6-11

Poesía en el Centro Lorca, Granada Hoy, 4-11

UN poeta es alguien que nunca sabría precisar los conceptos, que no podría definir nuevos matices de las categorías antiguas; alguien que escribe a partir de nada. Son palabras de Adam Zagajewski, el gran poeta polaco que el pasado sábado leyó sus poemas en el Centro Lorca. Es la primera lectura de poesía en el Centro, después de una obra de teatro y dos exposiciones; la última, Teoría del duende, recientemente inaugurada, con cuadros de Picasso, Dalí, Miró, Juan Gris, Guerrero, Roberto Matta.

Adam Zagajewski, digo, es el primer poeta que lee en el Centro Lorca; y han escogido bien quienes lo han elegido. Lo demuestran sus poemas, que podemos encontrar en Deseo, Antenas, Mano invisible, traducidos al español y publicados en Acantilado, o su antología de Pre-Textos, o su hermosa memoria-diario-apunte-ensayo (todas estas cosas podría decirse que es) En la belleza ajena, en la misma editorial. Por no hablar de sus numerosos reconocimientos literarios. Y, también, de sus pérdidas (a menudo, las pérdidas contribuyen a hacer a un poeta); un poeta que perdió, lo dice él mismo, no una sino dos patrias en su infancia: su ciudad natal (¿puede haber pérdida mayor?), primero polaca y después ucraniana, y la segunda, provocada por lo que él llama el “estilo soviético de gobierno” que lo privó (¿hay mejor manera de decirlo?) del “acceso a la evidencia universal a la verdad”.

No éramos muchos el sábado en el Centro Lorca, dato inquietante cuando hablamos de la oportunidad, no muy frecuente en Granada, de escuchar a un poeta como Zagajewski. Porque como él mismo dice “lo peor no son los panfletos contra los poetas; lo peor es cuando nadie escribe panfletos contra la poesía. Lo más peligroso es la indiferencia, la ilimitada indiferencia de los pasajeros de los trenes suburbanos y de los fanáticos adictos a la televisión”. ¿Indiferencia ante la poesía en Granada? ¿Demasiada adicción a la televisión o quizás a Facebook? ¿O acaso un inexplicable desinterés de quienes deberían difundir la cultura y las actividades del Centro Lorca?

Quedémonos con el duende de Zagajewski; con su palabra luminosa y profunda: “Poetas fotografiados, / pero nunca / cuando ven realmente, / poetas fotografiados, / estantes con libros como fondo, / pero nunca en la oscuridad, / nunca en silencio, / en la noche, en la incertidumbre, / cuando vacilan, / cuando la felicidad, como el fósforo, / cubre la cerilla”.