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Villancicos 11 Sor Juana

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ASUNCIÓN, 1677

Villancicos que se cantaron en la S. I. Metropolitana de Méjico, en honor de María Sma., Madre de Dios, en su Asunción triunfante, año de 1677, en que se imprimieron.

PRIMERO NOCTURNO

VILLANCICO I

Estribillo
  A ESTAS HORAS, QUE SUBE LA REINA
  por esos Cielos lucida antorcha,
  por Oficio, parece que tiene las Horas:
  cuando tocan, repican
  a Maitines y Laudes a la que es Prima.
Coplas
  Como Reloj soberano
  la más soberana Reina,
  el parabién de que sube
  al Cielo, es en-hora-buena.
10 Rodeándola por instantes
  los que al Empíreo la llevan,
  cada Ángel es un volante
  que sin cesar le hace rueda.
  Por los aires a la vista,
  viendo todos su belleza,
  siendo ellos los campanudos,
  la Virgen es la de muestra.
  En un instante ajustado
  al Cielo desde la tierra,
20 es Reloj que no se para
  y en lugar de correr, vuela.
  Con arte el más primoroso,
  porque achaques no padezca,
  hoy cuando sube a los Cielos
  con la Gloria se concierta.
  A todas horas le asiste,
  porque un minuto no pierda,
  una Mano que se hace
  para sus aplausos lengua.
30 Siendo María para todos
  Prima, y la mejor Tercera,
  es Reloj que con la Gloria
  está corriente y con-cuerda.
  Reloj de Sol, que hace raya,
  es a la vista, y tan cierta,
  que el mismo Espíritu Santo
  le hace sombra verdadera.
  Como se cuentan por horas
  las que corrientes serena,
40 es Reloj de agua muy clara,
  y horas de cristal sus cuentas.

VILLANCICO II

Coplas
  MARÍA, DE RAYOS VESTIDA
  y de Estrellas coronada,
  en el Empíreo exaltada,
  es Libro nuevo su vida.
  Siendo mucho su primor
  y que no tiene segundo,
  el mejor Libro del mundo
  es, y de mejor Autor.
  En su Asunción para ver,
10 Dios, que lo ha calificado,
  sobre lo bien aprobado
  le dio lindo parecer.
  En la Gloria, por su ciencia,
  con nombre de Rey expreso,
  majestuosamente impreso
  sale a luz, con su licencia.
  Si es la Gloria que en él campa
  lo celestial que contiene,
  diga el Cielo que le viene
20 de molde su hermosa estampa.
  Dedicándose a la Gloria
  por lo que discurre claro,
  Libro de opinión es raro,
  y de gran Dedicatoria.
  Por mi devoción diré
  que fue, para que se entienda,
  Libro limpio, sin enmienda
  ni fe de erratas (sí, a fe).
  Pues sin humanas zozobras
30 de Adán, sumamente electa,
  es obra de Dios perfecta
  y la Mejor de sus Obras.
  Cuantos conceptos espacia
  y en capítulos conforma,
  son un argumento en forma
  de la materia de Gracia.
  Sin triste y funesta calma,
  por su asunto milagroso,
  es en estante glorioso
40 sagrado Cuerpo con Alma.
  Subidamente en su aprecio,
  en escuela de Querubes,
  ¿qué mucho ande por las nubes
  Libro que es de tanto precio?
  Aunque tanto se dilata
  y parece de Conquista,
  bien ojeado a la vista
  sólo de la Gloria trata.
  Por ser soberano Libro,
50 con segura confïanza
  en él toda mi esperanza
  fundo, y en la Virgen libro.
Estribillo
  Si es un Libro María por quien se canta,
  su cuaderno es del Cielo con harta Gracia,
  para que en él estudien rayos por hojas
  los que contentos echan de la gloriosa
  Virgen triunfante,
  que desde la tierra a la Gloria su vida
  es vecina, y con ella su verdad linda.

VILLANCICO III

Coplas
  ÉSTE, QUE ES DE MARÍA,
  sin sombra alegre,
  hace su gallardía
  día solemne.
  Olvidando la tierra,
  con alto acuerdo,
  su beldad satisfecha
  echa hacia el Cielo.
  Cuando con altas alas
10 hoy se remonta,
  al querer descubrilla,
  brilla en la Gloria.
  Volando por los aires
  con lindo aliento,
  su pureza acrisola
  sola, su esmero.
  En palacio de Estrellas
  se ve en su solio,
  aliñada y compuesta,
20 puesta en gran trono.
  Prevenidos le tienen
  los que la suben,
  con sus plumas y bandas,
  andas de luces.
  Suelto su hermoso pelo,
  de trenzas rico,
  es en él su tesoro
  oro subido.
  Con tantos Cortesanos,
30 se ve vistosa,
  cuando Reina se exalta,
  alta su pompa.
  Siendo Fénix, descubre
  mejor Arabia,
  porque el Cielo la alabe Ave de Gracia.
  Para triunfo de glorias
  nunca marchito,
  fue su mortal desmayo
40 Mayo florido.
  Siendo Azucena hermosa
  que ámbares siembra,
  es, cuando hermosa campa,
  ampa y serena.
  A todas las Estrellas,
  Reina, triunfando,
  da, con su gran subida,
  vida a los Astros.
  Mariposa que bebe
50 la Luz que ronda,
  con su vistoso alarde
  arde, que es Gloria.
  Las voces de los Cielos
  son, porque se oigan
  todas sus consonancias,
  ansias dichosas.
Estribillo
  Si es que veloces publican las voces
  que sube María, del Cielo alegría,
  triunfante a la Gloria, que viene y que va,
60 de las voces los ecos aquí lo dirán.

SEGUNDO NOCTURNO

VILLANCICO IV.—JÁCARA

Estribillo
  ¡MIREN, ESCUCHEN, AGUARDEN,
  corrido yo, tengan, tengan,
  que está mi Jacarandina
  por la Madre de Dios hecha!
  ¡Afuera, afuera,
  que con su alarde el Cielo anda de leva!
Coplas
  Vaya de alarde vistoso,
  escúchenme todos, vaya,
  que una Compañía del Cielo
10 hoy los Ángeles levantan.
  Entre encarrujos de armiños,
  las Celestiales Substancias,
  de ministros de María
  hoy han asentado plaza.
  Libre el Ceilán del cabello,
  rica afrenta de la Arabia,
  con el manto azul de Estrellas
  se ve, que suelta la capa.
  En Santa María, felices,
20 dichosamente se embarcan,
  pues para hacer un buen Tercio
  es la mejor Capitana.
  Viniendo de Puerto-Rico,
  que es la Bienaventuranza,
  con su Patrona a buen viento
  llegan a la Deseada.
  Las que al aire se tremolan
  por aquesa azul campaña,
  están publicando el gusto
30 a banderas desplegadas.
  Con pífanos y clarines,
  porque es una Arca cerrada,
  templada para los Cielos,
  hoy ha de servir de caja.
  Entre las tropas ardientes
  que le van haciendo alas,
  los Serafines son Cabos
  lucidos, que van por mangas.
  Con instrumentos sonoros,
40 haciéndole en ellos salva,
  sobre sus hombros María
  sin peso les da la carga.
  Siendo su fuerza un Castillo
  fuerte para las batallas,
  para los más combatidos
  es segura plaza de armas.
  Volante escuadrón de plumas
  haciéndole retaguardia,
  como unas flechas volando
50 sus cañones se disparan.
  Por los humos del Agosto
  que se reparte en fragancias,
  la mosquetería de Abril
  en botones rompe el ámbar.
  Con tremoladas garzotas,
  porque a ninguno le falta,
  todos con sus bandas vienen
  a sólo estar de su banda.
  Los que divinos Arqueros
60 por delante la acompañan,
  con su Alma se ve glorioso
  también su Cuerpo de guardia.
  Cuantos se alistan felices
  a servir Reina tan alta,
  atenta en favorecerlos,
  se ven soldados de paga.
  Su escudo es, y tanto vale
  con la gente reformada,
  que basta contra el Demonio
70 este escudo de ventaja.
  A los bien disciplinados,
  por sus culpas, no rechaza,
  pues con la Madre de Dios
  todo su remedio avanzan.
  Hacer de sus gracias lista
  es no acabar de sumarlas;
  que era contar las arenas
  del mar, y eso pocas gracias.
  En el más recio combate,
80 suele siempre a muchas almas
  con sólo decir “A Dios
  y veámonos”, lïarlas.

VILLANCICO V

Estribillo
  ¡GRADO, GRADO,
  que tocan las trompetas, alto, alto,
  y en los aires
  suenan las chirimías con atabales!
  Porque la Reina,
  celestial Doctora, pura Maestra,
  con instrumentos
  ¡todos los que acompañan van de los Cielos!
Coplas
  A la Minerva Divina,
10 para darle el mayor Lauro,
  sobre el punto más subido
  le están a puntos tocando.
  Repitiendo para Reina
  con puro, elocuente garbo,
  por el tiempo de su vida,
  ya su hora se ha llegado.
  En el examen de Pura
  fue su lección un milagro,
  por el punto que le cupo,
20 sola De Verbo Incarnato.
  A la Oración, con Gabriel
  entró; y al salir del Claustro,
  en la urna de su opinión
  Tres Personas la aprobaron.
  La venia de su argumento,
  sin réplica, se la han dado
  en la Escuela de la Gloria
  Aquellos más gradüados.
  Sin dispensarle la pompa,
30 para el Empíreo Palacio
  vistosamente el Paseo
  es, de majestad y aplauso.
  Haciendo gala de suyos
  los Ángeles soberanos,
  siendo crïados de Dios,
  se precian de sus crïados.
  Sin el Vejamen de Adán
  con todo el género humano,
  entre todas las criaturas
40 hoy se le da el mejor Grado.
  Coronándole las sienes
  el divino Cancelario,
  por la virtud de su ciencia
  ocupa el mayor Teatro.
  Sentada en augusto trono,
  con el escudo más claro
  que le dio la Omnipotencia,
  todo es Gloria sus abrazos.
  La conclusión de esta Iglesia,
50 pura Doctora, dictando,
  se va a llevar por lectura
  ser su Titular del caso.

VILLANCICO VI

Coplas
  SI ME LLEGAN A ESCUCHAR
  del Sol de Pureza bello,
  su Asunción, que es de admirar,
  la he de contar, voz en cuello,
  para ver si sé contar.
  El que de su Fiesta habla,
  dirá, al mirarla opulenta,
  que es de cuenta; y no lo entabla,
  porque una Fiesta de cuenta
10 forzoso es que sea de Tabla.
  Siendo ella de los Cantares,
  y los que ensalza dichosos
  navegando azules mares,
  sus Ángeles numerosos
  se han de contar por millares.
  Partiéndose de esta vida,
  todo el viento iluminando
  con majestad nunca oída,
  hoy se ha de contar volando
20 al Cielo aquesta partida.
  Con celestial lucimiento
  como se deja inferir,
  antes de irse por el viento,
  estuvo a medio partir
  multiplicando el contento.
  Su ser, con divino esmero,
  y el gusto que iba causando,
  se vio allí, por lo que infiero,
  nunca más sano, que cuando
30 hoy se partió por entero.
  Mas para que no disguste
  mi cuenta, que tanto dura,
  sino que de ella se guste,
  con la Aritmética pura
  de Dios tuvo buen ajuste.
  Tanta gloria y alegría
  que nadie pintar osara,
  a preguntar este día
  cómo ella fue, la contara
40 sólo Dios, y su María.
  Pues por don particular,
  como lo confieso y sé,
  es cosa bien de admirar
  que, en plural con todas, fue
  del número singular.
  Con acordes instrumentos
  y tiernas elevaciones,
  la llevaban muy atentos
  sobre sus hombros, millones
50 de Espíritus, sin más cuentos.
  Con que en manos de Dios puesta,
  sin poder más discurrir,
  porque aquésta es mucha Fiesta,
  lo que no sabré decir
  ni contar, es lo que resta.
Estribillo
  —Los que a la Fiesta vienen, sin más despacho
  se les dará la misma luego en contado.
  —¡Lindo, bueno! —¡Extremada!
  Porque de esta Flor bella, aun la raíz cuadra.
60 —¡Cuenta escuchen, no hay duda;
  que de este día las glorias, todas son sumas!

TERCERO NOCTURNO

VILLANCICO VII

  EN TRONO DE ZAFIR, REINA TRIUNFANTE,
  divina pompa de florido Mayo,
  de los que lleva hermosa por el viento,
  si le saco colores, sea volando.
  El primero que luce en su belleza,
  cándidamente puro en campo raso,
  aunque siempre anda el blanco por las nubes,
  de la Gloria será, que éste es su blanco.
  Sin más color que aquel que le da el gusto,
10 siendo a la vista firmamento vago,
  tierna dulce marea, aura süave,
  es su color de aire y noto blando.
  Rico el hermoso manto de sus luces,
  guarnecido de puntas que son rayos,
  sin que pueda pasar por demasía,
  tira lo que es a-rojo a ser dorado.
  Con realce de Estrellas, suelto al aire,
  pudiera azul celeste ir publicando
  que de su banda tiene los colores,
20 pero éste solamente está a-su-lado.
  Sueltas las trenzas de su pelo hermoso
  que van toda la esfera iluminando,
  un mar de incendios es, con ondas de oro,
  el color de su crencha, encabellado.
  Pura Virgen al Cielo remontada
  por su mayor altura, sin desmayo,
  de carne de doncella por subido
  su color, con su ser, luce encarnado.
  Los Ángeles que vienen a llevarla
30 para el Empíreo celestial Palacio,
  son todas sus colores nogueradas,
  cuando tanto la están reverenciando.
  Por ser del Cielo Reina soberana,
  los que le van sirviendo de incensarios,
  el color de ámbar suyo es la fragancia;
  su asistencia en la Gloria, lo morado.
  Entre el dorado brillo de sus plumas,
  sobre sus gracias hoy, sobre lo manso,
  cuando hermosa Paloma al Cielo vuela,
40 sale lo columbino, que es milagro.
  Galanes a su vista se previenen,
  ninguno obscuro, sino todos claros,
  los grandes Astros, de color de cielo,
  las Estrellas, de lindo plateado.
Estribillo
  ¡Va de colores,
  a escoger, a escoger los mejores,
  tales y buenos,
  que han de ir a más con colores a-menos!

VILLANCICO VIII

Estribillo
  —¡A LA SALA VENGAN VOLANDO,
  a la Audiencia, a la Audiencia,
  a Palacio, a Palacio!
  ¡No se detengan, anden!
  —¡Esperen, miren, tengan, aguarden,
  y verán con qué gracia
  sube la Reina, los Ángeles bajan,
  juntos repitiendo, juntos publicando
  a coros el Triunfo que van relatando!
Coplas
10 Toda la Corte del Cielo,
  hoy cuando sus puertas abre
  a Audiencia pública, quiere
  que su Emperatriz despache.
  Por una deuda de humana,
  dispuso se le embargase
  la vida, cuando el Empíreo
  quiere se le desembargue.
  Toda vestida de rayos
  su divina hermosa Imagen,
20 libre y sin costas se mira
  salir de la mortal cárcel.
  Para dar bello traslado
  de su Original brillante,
  al Cielo se va, que es donde
  está citada la parte.
  Porque aunque ven que su vida
  llega hoy al último trance,
  sólo el suyo es, entre todos,
  dichoso trance y remate.
30 Y aun para dar fe los ojos
  con el signo de su Imagen,
  tiene infinitos ministros
  de pluma de oro en los aires.
  Con ser sabia para todos
  los que de su amor se valen,
  es una Abogada a quien
  las peticiones se hacen.
  Aunque lo humano se atreva
  la muerte a notificarle,
40 da el Cielo, cuando la asiste
  los estrados por bastantes.
  Para la Sala de arriba
  a donde es bien que apelase,
  son un proceso infinito
  las gracias con que ella sale.
  Y así, echando el fallo, gusta,
  por el derecho de Madre
  que en el Tribunal de Amor
  sólo de querella se hable.

VILLANCICO IX.—ENSALADILLA

Introducción
  POR FESTEJAR A LA VIRGEN,
  de urracas dos Monacillos
  salieron, dándole vaya
  a cierto Negro Perico.
  Una ensalada de cosas
  le dijeron, y aturdido
  el Negro era el apagado,
  siendo ellos los encendidos.
Estribillo
  —Cogiendo Canario,
10 me parece, a fe,
  tocarme de gusto;
  ¡tocármelo bien!
Coplas
  El Canario que suena festivo,
  pagado y contento de buenos pasajes,
  se comienza (que en eso está el toque)
  metiéndolo a voces la música, tate.
  Aunque nos oiga, y aunque se ausente,
  con que nos deja y con que se parte,
  nuestras voces escuche la Reina,
20 con todos sus conques y todos sus aunques.
  Si el demonio, de verla tan alta,
  espuma venenos y riza corajes,
  pues de envidia se come rabioso,
  ya que se come, sin réplica más-que.
  La fuga sonora, que suena lucida,
  escrita en latín y dicha en romance,
  de las voces que Angélicas suenan
  su triunfo glorioso, es sólo el tu-autem.
  Aunque gorrón en danza me meta
30 la dulce armonía que suena en los aires,
  por decirla bailando de gusto
  delante de todos, estoy casi, casi.
Prosigue la Introducción
  Perico, con otros Negros,
  dando de contento brincos,
  aunque los estribos pierda
  no ha de perder su estribillo.
Estribillo
  1.—¡ola, hau, Antonilla! 2.—¿Qué manda?
  1.—Ya lo sabe, que tené
  una fiesa. ¿Qué hacé?
40 2.—¡Ya se ve!
  1.—Pues priviní la tambó,
  porque en fiesa la Sunció
  no se está queda la pie.
  (Todos:) —¡He, he, he, he!
  1.—Meneá la calabacillo,
  para qui las monacillo
  aora nus venga a escuchá.
  (Todos:) —¡Ha, ha, ha, ha!
  1.—Éste sí quiso mijó,
50 cantando y bailando
  la re-mi-fa-só.
  (Todos:) —¡Ho, ho, ho, ho!
  1.—Que esa Niña que sube, palese,
  palese muy bé.
  (Todos:) —¡Le, le, le, le!
Coplas
  —A celebrar hoy lus nenglu
  viene a la Iglesia Mayó,
  cun Sïora Pribindalo,
  la fiesa le la Asunció.
60 —¡Ho, ho, ho, ho!
  —Como só li la Mesé,
  lo manda el señó Retó
  qui venga cun la tandarte
  mañana la Prucisió.
  —¡Ho, ho, ho, ho!
Prosigue la Introducción
  A lo último unos Cantores,
  con licencia del Cabildo,
  de los Negros, voz en cuello,
  llevaron cantando el vítor:
Coplas
70 —A la mejor Reina,
  para los que oyen,
  son los que sabemos
  festejar a voces.
  Decir que cantando
  somos su Capilla,
  si parece nuevo
  dígalo la Antigua.
  Cantando y diciendo:
  ¡Víctor, víctor, víctor!,
80 de lo que dejare
  daré fin, y quito.

Villancicos 10 Sor Juana

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ASUNCIÓN, 1690

Villancicos que se cantaron en la S. I. Metropolitana de Méjico, en honor de María Santísima en su Asunción Triunfante, este año de 1690.

PRIMERO NOCTURNO

VILLANCICO I

  1.—SI SUBIR MARÍA AL CIELO
  fue subir o fue bajar,
  quiero preguntar.
  2.—¿Quién eso puede dudar?
  Pues está claro, que el ir es subir.
  3.—Hay mucho que discurrir,
  de si el llegarse a apartar
  de su Cuerpo, fue bajar.
10 2.—Pues empiécelo a probar;
  que yo le quiero argüir
  que fue subir.
  3.—El contrario es mi sentir;
  y así, quiero averiguar
  que es bajar.
  2.—¡No es sino subir!
  3.—¡No es sino bajar!
Coplas
  2.—Paradoja es, que en mi vida
  la ha topado mi desvelo:
20 pues ir de la tierra al Cielo,
  ¿quién dudará que es subida?
  Y en cosa tan conocida,
  no es necesario argüir
  que fue subir.
  3.—Cuando el Alma se apartó
  del Cuerpo con raudo vuelo,
  como era mejor que el Cielo,
  en vez de subir, bajó:
  pues mejor Cielo dejó
30 en él, y es fácil probar
  que fue bajar.
  2.—Cuando eso en la breve calma
  conceda de desunida,
  no negaréis que es subida
  cuando sube en Cuerpo y Alma,
  pues en uno y otro, palma
  soberana va a adquirir;
  y es subir.
  3.—Contraria es la opinión mía,
40 pues afirmó, sin recelo,
  que subió a María el Cielo,
  y bajó al Cielo María:
  pues dio Ella más alegría
  que el Cielo le pudo dar;
  luego es bajar.
  2.—No niego yo, que le excede
  María al Cielo en belleza;
  mas hay en el Cielo alteza
  que en la tierra haber no puede,
50 y de fuerza se concede
  que el llegarla a conseguir
  es subir.
  3.—A todos de esa manera
  es, pero no a su Pureza:
  pues no puede haber grandeza,
  que Ella antes no la tuviera.
  Si al que no cabe en la Esfera,
  pudo Ella sola enclaustrar,
  luego es bajar.
60 1.—Yo la paz quiero ajustar,
  pues la guerra ocasioné;
  y diré
  que su gloriosa Asunción
  se ha de entender del blasón
  de ascender con regocijo
  a los brazos de su Hijo,
  que es el Trono, en mi sentir,
  a donde puede subir;
  que a mérito tan sin par,
70 lo demás fuera bajar.

VILLANCICO II

Estribillo
  ¡VENGAN A VER SUBIR LA CIUDAD
  de Dios, que del Cielo vio descender Juan!
Coplas
  Vio Juan una Ciudad
  que descendió del Cielo,
  como Esposa adornada
  para su Esposo, de aparato regio,
  y que una voz le dijo:
  —”Aqueste es el supremo
  Tabernáculo, donde
10 con los hombres habita Dios eterno”;
  y luego añade que
  no vido en ella Templo
  alguno, porque Dios
  sólo era Templo suyo, y el Cordero.
  De manera que sale,
  según consta del texto,
  que ella es Templo de Dios
  y Dios es Templo suyo, a un mismo tiempo.
  ¿Pues a quién figurar
20 podrá tanto misterio,
  sino al entrar María
  en la Gloria, y Jesús en el Castelo?
  Dios entró en el Castillo
  cuando se hizo Hombre el Verbo,
  y hoy María entra en Dios
  a gozar la corona de su Reino.
  Con que hoy, en su Asunción,
  nos dice el Evangelio
  que, cuando entra María,
30 es Dios quien entra en Trono más excelso.

VILLANCICO III

Estribillo
  1.—¿QUIÉN ES AQUESTA HERMOSURA
  que su salida apresura,
  cual la Aurora presurosa
  y como la Luna hermosa
  y como el Sol escogida,
  como escuadrón guarnecida
  de toda fuerte armadura?
  ¿Quién es aquesta Hermosura?
Coplas
  2.—¿Por qué dices que al Aurora
10 se parece su carrera?
  1.—Porque ella es la luz primera
  que de luz los campos dora:
  es del Sol la precursora,
  cuyo divino arrebol
  es engendrado del Sol,
  y es Madre del Sol también.
  Todos.—¡Está bien!
  2.—¿Por qué su beldad sin tasa
  a Luna, y no a Sol, se encumbra?
20 1.—Porque abrasa el Sol y alumbra,
  pero ella alumbra y no abrasa:
  y es luz que al ardor no pasa,
  pues su beldad peregrina
  sin abrasar ilumina
  y hace favor sin desdén.
  Todos.—¡Está bien!
  1.—Cristo es Sol, que en luz propicia
  conserva su Majestad,
  entre luces de piedad,
30 los rayos de la Justicia;
  María sólo acaricia,
  y como es sólo Abogada,
  sólo defender le agrada
  y atender a nuestro bien.
  Todos.—¡Está bien!
  1.—Por eso la Esposa pura,
  de sus labios celestiales,
  sólo destila panales
  con leche y miel de dulzura.
40 Mas su Esposo, la amargura
  tal vez de mirra destila,
  porque en sus labios afila
  cortes de espada también.
  Todos.—¡Está bien!
  2.—Mas, digo, ¿por qué razón
  es electa como Apolo?
  l.—Porque Sol se dijo a solo,
  y es sola en la perfección:
  una sola en el blasón,
50 una sola en la pureza,
  una sola en la belleza,
  y en la dignidad también.
  Todos.—¡Está bien!
  2.—Mas ¿por qué Belleza tanta,
  es a Escuadrón comparada?
  1.—Porque está bien ordenada
  y a todo el Infierno espanta:
  cuya vencedora Planta
  quebrantó el cuello orgulloso
60 de aquel Dragón envidioso
  que cayó con un vaivén.
  Todos.—¡Está bien!

SEGUNDO NOCTURNO

VILLANCICO IV

Coplas
  EN BUENA FILOSOFÍA
  es el centro de la Tierra
  un punto solo, que dista
  igual de toda la Esfera.
  Luego si algo hasta él bajara
  y de ahí pasar quisiera,
  subiera, en vez de bajar,
  hacia la circunferencia.
  Esto pasa hoy en María,
10 que al tocar la línea extrema
  de la Humildad, por bajarse,
  pasa del centro y se eleva.
  Para descender al centro
  puso tanta diligencia,
  que el impulso con que baja
  son las alas con que vuela.
  Por eso dijo de sí,
  en boca de la Sapiencia,
  que penetró los abismos
20 y que circundó la Esfera.
  No es movimiento contrario
  el de la divina Reina,
  sino que la eleva el mismo
  con que Ella humillarse intenta.
  Como nadie es tan humilde,
  nadie más bajar desea,
  y baja tanto, que sube
  a la parte contrapuesta.
  No va de esta superficie
30 por tan corta línea recta,
  sino que, para subir,
  el dïámetro atraviesa.
  Como es siempre su Humildad
  su individua compañera,
  hasta en el mismo subir,
  el querer bajar ostenta.
  No fue, su Asunción, subir
  por apetecer grandeza,
  sino que se pasó al Cielo
40 por entrañarse en la tierra.
Estribillo
  ¿Quién ha visto cosa más singular,
  que logre subir, quien quiere bajar;
  y que como clara Nube,
  cuando ella el vuelo no bate,
  la Humildad que más la abate
  sea el vuelo que la sube?
  ¡Tanta admiración no tuve,
  por más que llegué a mirar,
  que logre subir, quien quiso bajar!

VILLANCICO V

Coplas
  FABRICÓ DIOS EL TRONO DEL EMPÍREO
  por morada dichosa de criaturas;
  pero sólo a María Soberana,
  por decente erigió Morada suya.
  En la grandeza toda de los Cielos
  caber su Majestad no pudo Augusta,
  y se estrechó en el claustro generoso
  del Vientre virginal que le circunda.
  Luego, mientras María está en la tierra,
10 no tiene Dios morada en las alturas;
  pues sólo le es el pecho de su Madre,
  Trono, Reclinatorio, Templo y Urna.
  Pues para que Dios tenga digno Alcázar,
  razón es que María al Cielo suba:
  pues si el Solio de Dios le falta al Cielo,
  no tendrá complemento su estrechura.
  Suba, pues, a hacer Cielo al mismo Cielo,
  pues hasta que le adorne su hermosura,
  al Cielo falta ornato, a Dios morada,
20 y gloria accidental a las criaturas.
Estribillo
  ¡Suba, suba, suba con vuelo ligero,
  pues hasta que suba, le falta a Dios Templo!

VILLANCICO VI

Coplas
  ¡OH QUÉ HERMOSOS SON TUS PASOS,
  Hija del Príncipe eterno,
  pues no ascienden menos que
  a lo supremo del Cielo,
  y escuchando de tu Amado
  los dulces amantes ecos,
  es respuesta tu obediencia
  a la voz de su precepto!
  —Ven, dulce Esposa, te dice;
10 ven, del Líbano supremo
  de tus méritos altivos,
  a gozar el digno premio.
  De Amaná, Hermón y Sanir
  la Corona te prevengo,
  para que con tres Coronas
  goces triplicado Imperio:
  la de Amaná, como a Madre
  (pues eso suena en Hebreo);
  la de Sanir, como a Esposa
20 y la de Hermón, como a Templo.
  Ven, que ya de tus fatigas
  pasó el riguroso Invierno,
  y de recoger los frutos,
  llegó el venturoso tiempo.
Estribillo
  ¡Ven, Amiga mía,
  levántate presto;
  ven, Paloma mía,
  alza el dulce vuelo!
  ¡Ven, Hermosa mía,
30 y en tres llamamientos
  las tres Coronas goza
  que te prevengo!

VILLANCICO VII

Estribillo
  1.—¿CÓMO SE HA DE CELEBRAR
  un día tan singular
  como ir al Cielo María:
  con llanto, o con alegría?
Coplas
  2.—De María la Asunción
  con gusto ha de celebrarse,
  pues gustosa a colocarse
  pasa a la Eterna Mansión:
  y así, cantar el blasón
10 de tan venturoso día,
  sólo toca a la alegría.
  3.—El Cielo, que ha de gozalla,
  cante el bien que ha recibido;
  mas la Tierra, que ha perdido,
  más razón será lloralla:
  pues si él tantos bienes halla,
  la Tierra pierde otro tanto
  y sólo le toca el llanto.
  2.—Antes, alegrarse el suelo
20 debe, de que es su atributo
  la gloria de dar tal Fruto
  que ennoblecer pudo al Cielo;
  pues va a su Trono de un vuelo
  la Rosa que en él se cría
  y esto toca a la alegría.
  3.—No es razón de consolarse
  aquésa, si se repara:
  pues para que él se gloriara,
  no era preciso ausentarse;
30 y así, viéndola alejarse,
  bien es mostrar con quebranto
  que sólo le toca el llanto.
  2.—Subir a pisar Estrellas,
  ciñéndose las más bellas
  su Frente, que ilustra el día,
  sólo toca a la alegría.
  3.—Perder el Mundo afligido
  todo el bien que ha poseído,
  que aún no sabe medir cuánto,
40 no le toca sino al llanto.
  2.—Subir al Cielo María,
  sólo toca a la alegría.
  3.—Perder en Ella bien tanto,
  no le toca, sino al llanto.
  2.—Y así, en su Asunción triunfante
  el Cielo cante.
  3.—Y así, su dolor no ignore
  el suelo, y llore.
  2.—Sus dichas festeje amante.
50 3.—El favor del Cielo implore.
  2.—¡Cante, cante!
  3.—¡Llore llore!
  Los dos.—¡Llore, llore! ¡Cante, cante!

VILLANCICO VIII.—ENSALADA

Introducción
  1.—MIREN QUE EN ESTOS MAITINES
  se usa hacer una Ensalada;
  y así, déme cada uno
  algo para aderezarla.
Coplas
  2.—Yo daré las lechugas,
  porque son frescas,
  y nadie mejor dice
  una friolera.
  3.—No negará la Patria
10 quien tal pronuncia,
  ni que tanta friolera
  es de Toluca.
  4.—El aceite a mí juzgo
  que me compete,
  que es mi voz clara y blanda
  como el aceite.
  3.—Lo negarán los niños,
  que aceite atizan,
  porque traen de ordinario
20 sus lamparillas.
  5.—Yo, por mi mucha gracia,
  dar sal me place,
  porque con mi voz tengo
  quinientas sales.
  3.—No esté tan engreído
  con ese tiple,
  que la sal Mejicana
  es tequesquite.
Prosigue la Introducción
  1.—No se entretengan en eso,
30 sino el recaudo me traigan,
  que ya en el postrer Nocturno
  está la gente cansada;
  y como todos ayunan
  y hacer colación les falta,
  podrá servir esta noche
  y no servirá mañana.
Juguete
  2.—Pues en lugar de lechugas,
  yo un enigma propondré.
  3.—Y yo te responderé.
40 2.—Mas que no dicen, ¿qué día
  fue la Asunción de María?
  3.—Bien se conoció que era,
  desde luego, gran friolera:
  porque, ¿quién podrá ignorarlo?
  2.—Usted, que no ha de explicarlo,
  aunque más razones dé.
  3.—A Quince de Agosto fue.
  2.—¡No fue!
  3.—¡Sí fue!
  2.—¡No fue!
  3.—De la Iglesia la alegría
50 la celebra en ese día,
  y es creerlo así, razón.
  2.—¡Qué materiales que son!
  ¿Y me quieren argüir
  con la palabra subir?
  3.—Pues así lo entiendo yo,
  que hasta el Empíreo subió
  este día; y que este día
  fue la Asunción de María,
  y que otro no fue, diré.
60 2.—¡Sí fue!
  3.—¡No fue!
  2.—¡Sí fue!
  3.—Pues ¿en qué día imagina
  que fue su Asunción divina?
  2.—De verlo vencido, brinco
  de contento: ¡a Veinticinco
  de Marzo!
  3.—¡Qué bobería!
  Pues ¿no ve que aquese día
  no es sino la Encarnación?
  2.—Pues ésa fue su Asunción;
  porque entonces, si se apura,
70 subió a la mayor altura,
  que fue a ser Madre de Dios:
  y esto no negaréis vos.
  3.—No negaré, mas diré
  que en ese día no fue.
  2.—¡Sí fue!
  3.—¡No fue!
  2.—¡Sí fue!
  4.—Yo, del aceite en lugar,
  diré que la singular
  Virgen, como Aceite fue.
  3.—¡No fue!
  4.—¡Sí fue!
80 5.—Yo diré que fue la Sal
  su Pureza sin igual:
  pues por tener tal blasón,
  ignoró la corrupción
  que general pena fue.
  4.—¡No fue!
  5.—¡Sí fue!

JÁCARA ENTRE DOS

  1.—Allá va una Jacarana
  desgarrada y descosida,
  como aquello de Ya voy
  con toda la artillería.
90 Habrán de saber voacedes…
  2.—Espérese y no prosiga.
  1.—¿Por qué no he de proseguir?
  2.—Porque en la Iglesia se estila
  que se canten cosas nuevas,
  y si en su Jacarandina
  no hay algo de novedad,
  en vano se desgañita,
  porque nadie ha de escucharle.
  1.—Por cierto, ¡linda cangrina!
100 Si es día de la Asunción,
  ¿qué querrá vuecé que diga?
  2.—Algo que novedad tenga.
  1.—Quite de ahí, que es una hormiga;
  que diré yo mil bellezas,
  que soy algo Escriturista,
  y si no, oiga una figura,
  que viene como nacida.
  Luchaba Dios con Jacob,
  y aunque éste se defendía,
110 con una herida en la pierna
  andaba ya de caída,
  cuando hétela aquí, que sale
  de rosicleres vestida,
  vertiendo más perlas que hay
  en toda la Margarita,
  por el Oriente la Aurora;
  y apenas ellos la atisban,
  cuando Dios deja la lucha,
  y la victoria indecisa.
120 2.—Diga algo.
  1.—¿Que con quién hablo?
  Pienso que ustedes dormitan.
  ¿Es algo la aplicación?
  2.—No entiendo esa algarabía,
  porque ¿qué tiene que ver
  lo que ha dicho, con el día
  de la Asunción?
  1.—¿Cómo qué?
  Pues ¿el magín no le avisa,
  que aquesta Aurora que sube,
  es la Virgen que a su silla
130 se va a sentar en el Cielo;
  y que viendo su subida,
  porque es día de mercedes,
  depone Dios la Justicia
  y deja, al verla subir,
  la cólera, y se retira
  tanto, que dijo Ildefonso
  (mire si tengo noticias:
  tomaos ésa para en cuenta)
  que fue tanta la alegría
140 de la Asunción, que llegó
  hasta donde no podía?
  Entiéndalo quien lo entiende;
  y ésta doy por despedida.

SANTA CATARINA, 1691

Villancicos con que se solemnizaron en la S. I. Catedral de la Ciudad de Antequera, Valle de Oajaca, los Maitines de la gloriosa Mártir Santa Catarina de Alejandría, este año de 1691.

PRIMERO NOCTURNO

VILLANCICO I

Estribillo
  AGUAS PURAS DEL NILO,
  parad, parad,
  y no le llevéis
  el tributo al Mar,
  pues él vuestras dichas
  puede envidiar.
  ¡No, no, no corráis,
  pues ya no podéis
  aspirar a más!
10 ¡Parad, parad!
Coplas
  Sosiega, Nilo undoso,
  tu líquida corriente;
  tente, tente,
  párate a ver gozoso
  la que fecundas, bella,
  de la tierra, del Cielo, Rosa, Estrella.
  Tu corriente oportuna,
  que piadoso moviste,
  viste, viste,
20 que de Moisés fue cuna,
  siendo arrullo a su oído
  la onda, la espuma, el tumbo y el sonido.
  Más venturoso ahora
  de abundancia de bienes,
  tienes, tienes
  la que tu margen dora
  Belleza, más lozana
  que Abigaíl, Esther, Raquel, Susana.
  La hermosa Catarina,
30 que la gloria Gitana
  vana, vana,
  elevó a ser Divina,
  y en las virtudes trueca
  de Débora, Jael, Judith, Rebeca.
  No en frágil hermosura,
  que aprecia el loco abuso,
  puso, puso
  esperanza segura,
  bien que excedió su cara
40 la de Ruth, Bethsabé, Thamar y Sara.
  A ésta, Nilo sagrado,
  tu corriente sonante
  cante, cante,
  y en concierto acordado
  tus ondas sean veloces
  sílabas, lenguas, números y voces.

VILLANCICO II

Estribillo
  ¡ESTO SÍ, ESTO SÍ,
  esto sí que es lucir,
  cándido el Clavel,
  purpúreo el jazmín!
  ¡Esto sí, esto sí,
  esto sí que es lucir!
Coplas
  Rosa Alejandrina,
  que llegas a unir
  la palma y laurel,
10 blanco y carmesí.
  ¡Esto sí que es lucir!
  A quien hermosea
  la pompa feliz:
  sobre Tiria grana,
  perfiles de Ofir.
  ¡Esto sí que es lucir!
  Al cándido velo,
  por galán matiz,
  diste de tu sangre
20 arreboles mil.
  ¡Esto sí que es lucir!
  Si es cándido y rojo
  tu tierno Amadís,
  tú cándida y roja
  le quieres seguir.
  ¡Esto sí que es lucir!
  De otro Nilo a cuenta
  está tu vivir,
  que ignora principio
30 y no tiene fin.
  ¡Esto sí que es lucir!
  Tú, que ya cortada
  del bello pensil,
  sabes su fragancia
  mejor esparcir.
  ¡Esto sí que es lucir!
  Tu triunfo, mayor
  fue que el de Judith:
  que aquél fue matar,
40 y éste fue morir.
  ¡Esto sí que es lucir!
  Vive, pues prudente
  supiste adquirir,
  con un morir breve
  eterno vivir.
  ¡Esto sí que es lucir!

VILLANCICO III

Estribillo
  ¡OIGAN OIGAN, QUE CANTO
  de dos Gitanas
  los contrapuestos triunfos
  que Egipto enlaza!
Coplas
  Un áspid al blanco pecho
  aplica amante Cleopatra.
  ¡Oh que excusado era el áspid
  adonde el amor estaba!
  ¡Ay qué lástima, ay Dios!
10 ¡Ay qué desgracia!
  Pero heroica Descendiente
  de su generosa rama,
  de mejor Amor herida
  aspira a muerte más alta;
  pero no muere quien
  de amor no acaba.
  El seno ofrece al veneno
  la valerosa Gitana,
  que no siente herir el cuerpo
20 la que tiene herida el alma;
  que en quien lo más perece,
  lo menos falta.
  Amor y valor imita,
  pero mejora la causa Catarina, porque sea
  la imitación con ventaja:
  que quien por Cristo muere,
  la vida alarga.
  Porque no triunfase Augusto
30 de su beldad soberana,
  se mata Cleopatra, y precia
  más que su vida la fama;
  que muerte más prolija
  es ser esclava.
  Así Catarina heroica
  la ebúrnea entrega garganta
  al filo, porque el Infierno
  no triunfe de su constancia;
  y así, muriendo, triunfa
40 de quien la mata.
  Infamia en Cleopatra, o muerte,
  la dulce vida amenazan;
  pero ella elige, por menos
  mal, la muerte, que la infamia:
  porque más que la vida
  el honor ama.
  Así la Mejor Egipcia,
  a las cortantes navajas
  ofrece los miembros bellos
50 y al triunfo aspira gallarda,
  y por medios de muerte
  la vida alcanza.

SEGUNDO NOCTURNO

VILLANCICO IV

Estribillo
  A LOS TRIUNFOS DE EGIPTO
  con dulces ecos
  concurren festivos
  la Tierra y el Cielo,
  pues están obligados
  ambos a hacerlo;
  y acuden alegres
  a tanto festejo,
  el golpe del agua
10 y el silbo del viento,
  el son de las hojas
  y el ruido del eco.
Coplas
  Ya fuese vanidad, ya Providencia,
  el Filadelfo invicto, Tolomeo,
  tradujo por Setenta y Dos varones
  la Ley Sagrada en el idioma Griego.
  Quiso Dios que debiese a su cuidado
  la pureza del Viejo Testamento
  la Iglesia, y que enmendase por sus libros
20 lo que en su original vició el Hebreo.
  Mas ¿por qué (¡oh Cielos!) por qué a un Rey Pagano
  concedió Dios tan alto privilegio
  como hacerlo custodio soberano
  de la profundidad de sus secretos?
  ¡Oh Providencia altísima! ¿Quién duda
  que sólo fue por Ascendiente regio
  de Catarina, en quien la Ley de Gracia
  su defensa miró y su cumplimiento,
  porque si de Moisés conservó Egipto
30 en su traducción pura los Preceptos,
  también en Catarina ministrase
  quien defendiese los del Evangelio?
  ¿Qué mucho, si la Cruz, que por oprobio
  tuvo Judea y el Romano Imperio,
  entre sus jeroglíficos Egipto,
  de su Serapis adoró en el pecho?
  Heredó Catarina con la sangre
  (aunque en viciado culto), ardiente celo
  de la Ley y la Cruz, y Dios en ella
40 redujo lo viciado a lo perfecto.
  Fue de Cruz su martirio; pues la Rueda
  hace, con dos diámetros opuestos,
  de la Cruz la figura soberana,
  que en cuatro se divide ángulos rectos.
  Fue en su círculo puesta Catarina,
  pero no murió en ella: porque siendo
  de Dios el jeroglífico infinito,
  en vez de topar muerte, halló el aliento.
  Goza, Egipto dichoso, ese florido
50 de tantos regios árboles renuevo,
  si en una sola Alejandrina Rosa
  te ha concedido Dios verano eterno.

VILLANCICO V

Estribillo
  VENID, SERAFINES,
  venid a mirar
  una Rosa que vive
  cortada, más;
  y no se marchita,
  antes resucita
  al fiero rigor,
  porque se fecunda
  con su propio humor.
10 Y así, es beneficio
  llegarla a cortar:
  ¡venid, jardineros,
  venid a mirar
  una Rosa que vive
  cortada, más!
Coplas
  Contra una tierna Rosa
  mil cierzos conjuran:
  ¡oh qué envidiada vive,
  con ser breve la edad de la hermosura!
20 Porque es bella la envidian,
  porque es docta la emulan:
  ¡oh qué antiguo en el mundo
  es regular los méritos por culpas!
  De girantes cuchillas
  en el filo, aseguran
  a un aliento mil soplos,
  a un solo corazón inmensas puntas.
  Contra una sola vida
  tantas muertes procuran;
30 que es el rencor cobarde,
  y no se aseguraba bien con una.
  Mas no ve la ignorante,
  ciega, malvada astucia,
  que el suplicio en que pena,
  sabe hacer Dios el carro donde triunfa.
  Cortesana en sus filos
  la máquina rotunda,
  sólo es su movimiento
  mejorar Catarina de fortuna.
40 No extraña, no, la Rosa
  las penetrantes púas,
  que no es nuevo que sean
  pungente guarda de su pompa augusta.

VILLANCICO VI

Estribillo
  ¡VÍCTOR, VÍCTOR CATARINA,
  que con su ciencia divina
  los sabios ha convencido,
  y victoriosa ha salido
  —con su ciencia soberana—
  de la arrogancia profana
  que a convencerla ha venido!
  ¡Víctor, víctor, víctor!
Coplas
  De una Mujer se convencen
10 todos los Sabios de Egipto,
  para prueba de que el sexo
  no es esencia en lo entendido.
  ¡Víctor, víctor!
  Prodigio fue, y aun milagro;
  pero no estuvo el prodigio
  en vencerlos, sino en que
  ellos se den por vencidos.
  ¡Víctor, víctor!
  ¡Qué bien se ve que eran Sabios
20 en confesarse rendidos,
  que es triunfo el obedecer
  de la razón el dominio!
  ¡Víctor, víctor!
  Las luces de la verdad
  no se obscurecen con gritos;
  que su eco sabe valiente
  sobresalir del rüido.
  ¡Víctor, víctor!
  No se avergüenzan los Sabios
30 de mirarse convencidos;
  porque saben, como Sabios,
  que su saber es finito.
  ¡Víctor, víctor!
  Estudia, arguye y enseña,
  y es de la Iglesia servicio,
  que no la quiere ignorante
  El que racional la hizo.
  ¡Víctor, víctor!
  ¡Oh qué soberbios vendrían,
40 al juntarlos Maximino!
  Mas salieron admirados
  los que entraron presumidos.
  ¡Víctor, víctor!
  Vencidos, con ella todos
  la vida dan al cuchillo:
  ¡oh cuánto bien se perdiera
  si Docta no hubiera sido!
  ¡Víctor, víctor!
  Nunca de varón ilustre
50 triunfo igual habemos visto;
  y es que quiso Dios en ella
  honrar el sexo femíneo.
  ¡Víctor, víctor!
  Ocho y diez vueltas del Sol,
  era el espacio florido
  de su edad; mas de su ciencia
  ¿quién podrá contar los siglos?
  ¡Víctor, víctor!
  Perdióse (¡oh dolor!) la forma
60 de sus doctos silogismos:
  pero, los que no con tinta,
  dejó con su sangre escritos.
  ¡Víctor, víctor!
  Tutelar sacra Patrona,
  es de las Letras Asilo;
  porque siempre ilustre Sabios,
  quien Santos de Sabios hizo.
  ¡Víctor, víctor!
   

TERCERO NOCTURNO

VILLANCICO VII

Estribillo
  VENID, SERAFINES,
  a ver un portento:
  que Ángeles se ocupen
  en hacer entierro;
  y ése es el misterio,
  que es, la que sepultan,
  Ángel como ellos.
  ¡Venid Serafines,
  a ver un portento!
Coplas
10 Aquel Tribunal antiguo
  del Legislador supremo,
  en que dio en piedras escrita
  dura Ley a duro Pueblo,
  ya trueca en piadoso
  el rígido ceño:
  que aun los montes muda
  el curso del tiempo.
  Glorioso es ya Relicario,
  si eminente Mausoleo,
20 de cadáver incorrupto,
  de ceniza que es aliento:
  porque como el vaso
  de licor sabeo,
  conserva memorias
  de que esuvo dentro.
  Así, de la hermosa Virgen
  Catarina, el sacro cuerpo,
  del espíritu glorioso
  conserva los privilegios;
30 y así, los que horrores
  en los otros cuerpos,
  en el suyo son
  luces y reflejos.
  Allí, en la lapídea plana
  haciendo buril el dedo,
  el Decálogo grabó
  Dios, de sus altos preceptos;
  pero el Pueblo en vicios
  y Moisés con celo,
40 no bastó ser piedra
  para no romperlos.
  Por eso de Catarina
  quiso, en el cadáver bello,
  fabricar Dios nueva Tabla
  de la Ley del Evangelio.
  Despique es de Dios,
  que en el mismo puesto
  permanezca más
  volumen más tierno.
50 No las Pirámides vanas
  que labraron sus Abuelos,
  quiere que elevada sea
  Tumba de sus sacros huesos:
  mas del Sinaí sacro
  la cumbre que, un tiempo,
  fumante fue Trono
  a divino incendio.
  No el peso grava del monte
  al cuerpo; sí el dulce peso
60 del cuerpo a la cumbre grava,
  si es carga la que es consuelo.
  Descanse en su altura;
  que no pide menos
  que estar tan vecino,
  cuerpo que es del Cielo.

VILLANCICO VIII

Juguete entre muchos
  1.—PUES EL MUNDO HA CELEBRADO
  en los tiempos que han pasado
  las célebres Maravillas,
  yo no quiero referillas;
  sino inculcar con primor
  cuál de ellas fue la mayor.
  2.—Yo cuál fue mayor diré.
  3.— Espérese un poco usté,
  que no ha de hablar sino yo.
10 2.—¡Eso no:
  que yo propuse primero,
  y así referillas quiero!
  1.—No en eso se estén cansando,
  sino vayan relatando
  como a la mano viniere.
  3.—Pues empiece el que quisiere.
  2.—Puesto que he de empezar yo,
  de los muros que labró
  Semíramis, contaré,
20 y diré
  que eran tan maravillosos
  y espaciosos,
  que encima carros andaban;
  y sembraban
  en ellos, sus moradores,
  los mejores
  jardines que nunca habrá.
  3.—Quita allá,
  que eso no es tan prodigioso,
30 como del Sol el Coloso,
  de quien Clares Lidio, diestro
  fue maestro:
  cuya prodigiosa altura
  y estatura,
  setenta codos tenía.
  4.—A fe mía,
  que más admirables fueron
  las Pirámides que hicieron
  los Egipcios, tan terribles
40 e increíbles,
  que mil y quinientos pies
  un lado es,
  y tan bien disminuida…
  5.—Por su vida,
  que me atiendan a mí solo,
  cómo pinto el Mauseolo
  que Artemisa fabricó
  y labró
  tan costoso
50 por Panteón de su esposo,
  y que costó tal fatiga…
  6.—No prosiga;
  que la fábrica más vana
  fue aquel Templo de Dïana
  que en Éfeso se labró,
  y quemó
  de Eróstrato la locura,
  cuya hechura
  fue de tan hermoso exceso…
60 7.—Dejen eso;
  que yo diré la mayor,
  que es la Estatua superior
  que a Júpiter Fidias, hizo,
  en quien quiso
  que a sí el arte se excediese,
  y se viese
  lo que su estudio alcanzó.
  8.—Diré yo,
  que fue el prodigio más raro
70 aquella Torre de Faro,
  que las naves conducía,
  y se vía
  desde su altura eminente
  tan patente
  todo el reino de Neptuno.
  9.—Pues no ha acertado ninguno;
  ya que la más peregrina
  Maravilla, es Catarina:
  que fue Muro,
80 de todo asalto seguro;
  fue Coloso
  de otro Febo más hermoso;
  fue Pirámide que al Cielo
  fue de un vuelo;
  de Cristo Sacramentado
  fue sagrado Mauseolo,
  y aun contemplo
  que fue Templo;
  fue de animados marfiles,
90 con perfiles,
  Estatua más bien labrada;
  fue encumbrada Torre, que al Cielo tocó,
  a quien lo demás se humilla
  Tod.—¡Ésta sí que es Maravilla
  que tal nombre mereció!
  ¡Ésta sí, que las otras no!

PARA LA MISA

VILLANCICO IX.—A LA EPÍSTOLA

Estribillo
  1.—CATARINA, SIEMPRE HERMOSA,
  es Alejandrina Rosa.
  2.—Catarina, siempre bella,
  es Alejandrina Estrella.
  1.—¿Cómo Estrella puede ser,
  vestida de rosicler?
  2.—¿Cómo a ser Rosa se humilla,
  quien con tantas luces brilla?
  1.—Rosa es la casta doncella.
10 2.—No es sino Estrella,
  que esparce luz amorosa.
  1.—¡No es sino Rosa!
  2.—¡No es sino Estrella!
  1.—¡No, no, no es sino Rosa!
  2.—¡No, no, no es sino Estrella!
Coplas
  1.—Rosa es, cuyo casto velo,
  cuando el capillo rompió,
  el rocío aljofaró
  de los favores del Cielo,
20 para aspirar sin recelo
  a ser de tal Lilio esposa
  la más bella.
  2.—¡No es sino Estrella!
  1.—¡No es sino Rosa!
  2.—Si Catarina se llama,
  que Luna quiere decir,
  claro está que su lucir
  será de celeste llama,
  que al mundo en candor derrama
30 la que el Sol imprimió en ella
  más fogosa.
  1.—¡No es sino Rosa!
  2.—¡No es sino Estrella!
  1.—Rosa fue, que desplegó
  al viento su pompa ufana,
  teñida en la fina grana
  que en el tormento vertió
  cuando grosero agostó
  Aquilón, cuanto su hermosa
40 copa sella.
  2.—¡No es sino Estrella!
  1.—¡No es sino Rosa!
  2.—Estrella es, sin que lo altere
  lo que en ella el rigor hace;
  pues a mejor mundo nace,
  cuando parece que muere:
  De esta propiedad se infiere,
  que vive la luz en ella
  más vistosa.
50 1.—¡No es sino Rosa!
  2.—¡No es sino Estrella!

VILLANCICO X.—PARA CUANDO ALZAN

  ¡AY QUE SE ABREN LOS CIELOS DE PAR EN PAR,
  porque Cristo desciende, y su Esposa va;
  y porque entre y salga una y otra
  Sacra Majestad,
  abre el Cielo sus puertas de par en par!
Coplas
  Alejandrina Rosa
  que a jardines eternos,
  libre de los inviernos,
  te trasladaste hermosa:
10 por ti lloramos, míranos piadosa.
  Azucena fragante
  que el Nilo regó undoso,
  y en su margen frondoso
  descollante triunfante,
  dando al Cielo purezas tu semblante.
  Estrella matutina
  que, del Sol precursora,
  los que él collados dora,
  tu esplendor ilumina
20 de luz más apacible, más divina.
  Luna siempre brillante,
  a quien vapor impuro
  quiso eclipsar obscuro,
  pero tu Fe constante
  supo hallar plenilunio en la menguante.
  Egipcia generosa:
  rama siempre florida
  de estirpe esclarecida,
  de prosapia gloriosa;
30 en fin, divina Catarina hermosa.
  Éstos, oh Virgen bella,
  que observó la memoria,
  son nombres que en tu historia
  el tuyo dulce sella:
  que eres Rosa, Azucena, Luna, Estrella.

VILLANCICO XI.—AL “ITE MISSA EST”

  1.—UN PRODIGIO LES CANTO.
  2.—¿Qué, qué, qué, qué, qué?
  1.—Esperen, aguarden, que yo lo diré.
  2.—¿Y cuál es? ¡Diga aprisa, que ya
  rabio por saber!
  1.—Esperen, aguarden, que yo lo diré.
Coplas
  Érase una Niña,
  como digo a usté,
  cuyos años eran,
10 ocho sobre diez.
  Esperen, aguarden,
  que yo lo diré.
  Ésta (qué sé yo,
  cómo pudo ser),
  dizque supo mucho,
  aunque era mujer.
  Esperen, aguarden,
  que yo lo diré.
  Porque, como dizque
20 dice no sé quién,
  ellas sólo saben
  hilar y coser…
  Esperen, aguarden,
  que yo lo diré.
  Pues ésta, a hombres grandes
  pudo convencer;
  que a un chico, cualquiera
  lo sabe envolver.
  Esperen, aguarden,
30 que yo lo diré.
  Y aun una Santita
  dizque era también,
  sin que le estorbase
  para ello el saber.
  Esperen, aguarden,
  que yo lo diré.
  Pues como Patillas
  no duerme, al saber
  que era Santa y Docta,
40 se hizo un Lucifer.
  Esperen, aguarden,
  que yo lo diré.
  Porque tiene el Diablo
  esto de saber,
  que hay mujer que sepa
  más que supo él.
  Esperen, aguarden,
  que yo lo diré.
  Pues con esto, ¿qué hace?
50 Viene, y tienta a un Rey,
  que a ella la tentara
  a dejar su Ley.
  Esperen, aguarden,
  que yo lo diré.
  Tentóla de recio;
  mas ella, pardiez,
  se dejó morir
  antes que vencer.
  Esperen, aguarden,
60 que yo lo diré.
  No pescuden más,
  porque más no sé,
  de que es Catarina,
  para siempre. Amén.

Villancicos 9 Sor Juana

Le_Repas_d'Emmaüs (1)

SAN JOSÉ, 1690

Villancicos con que se solemnizaron, en la S. I. Catedral de la Puebla de los Ángeles, los Maitines del gloriosísimo Patriarca Señor San José, año de 1690.

DEDICATORIA AL MISMO SANTO

DIVINO JOSÉF: SI SON
vuestras glorias tan inmensas,
que ignorándolas ninguno,
no hay alguno que las sepa
—pues aunque es notoria a todos
vuestra Dignidad suprema,
se sabe que es grande, pero
no se mide su grandeza—,
el no saber yo decir
10 de Vos lo que nadie acierta,
será sobra del asunto,
no del cariño tibieza.
Recibid éste; y ya que
por indigno no merezca
atenciones de tributo
ni aceptaciones de ofrenda,
al menos merezca ser
índice de una fineza
que piensa de vuestras glorias
20 todo aquello que no piensa,
Vuestra esclava, aunque indigna,
Juana Inés de la Cruz

PRIMERO NOCTURNO

VILLANCICO I

Estribillo
Coro 1.—¡AY, AY, AY, CÓMO EL CIELO SE ALEGRA!
Coro 2.—Mas ¡ay, ay, ay, que se queja la Tierra!
¡Ay, cómo gime,
1.—¡Ay, cómo suena,
2.—llorosa,
1.—festivo,
el Cielo!
2.—la Tierra!
¡Ay, que se queja!
1.—¡Ay, que se alegra!
1.—El Cielo se alegra de que a José goza.
10 2.—Y porque lo pierde la Tierra, lo llora.
1.—Llore en buen hora,
que el Cielo se alegra.
2.—¡Ay, ay, ay, que se queja la Tierra!
1.—Mas ¡ay, ay, ay, que el Cielo se alegra!
Coplas
2.—Como aun después de su muerte
la Tierra lo poseía,
y guardado lo tenía
en su calabozo fuerte,
siente más perder la suerte
20 cuando tanto bien la deja.
¡Ay, que se queja!
1.—Como el Cielo carecía
la ventura de tenerlo,
cuando llega a poseerlo
es más grande su alegría,
y con dulce melodía
se da a sí la enhorabuena.
¡Ay, cómo suena!
2.—Ella dice: Siempre ha sido
30 mío, pues yo le crïé,
Vara fértil de José
que de mi vientre ha nacido;
y así, el corazón herido
me queda, al ver que se aleja.
¡Ay, que se queja!
1.—Más a mí me pertenece,
pues tan Ángel se mostró,
que nunca a hablarle llegó
ninguno que Ángel no fuese;
40 ni que voz humana oyese
ni aun en medio de su pena.
¡Ay, cómo suena!

VILLANCICO II

Coplas
SI MANDA DIOS EN SU LEY,
que al que sin hijos acabe,
por el más cercano deudo
vuelva su nombre a excitarse,
porque los hijos que engendre
el nombre y las heredades
gocen del difunto, como
hijos suyos naturales,
y que aunque otro los engendre,
10 de los difuntos se llamen,
los naturales cediendo
el derecho a los legales:
si es José Virgen y Puro,
y el Virgen no vive en carne,
muerto está al mundo y bien puede
como muerto reputarse.
Pues ¿quién le podrá suplir
la infecundidad, si nadie
es digno de engendrar hijos
20 que suyos puedan llamarse?
¡Oh grandeza sin medida,
que sólo el Eterno Padre
le da su natural Hijo
para que suyo lo llame,
porque si por Virgen quiere
de la sucesión privarse,
se aventaje su Progenie
con infinitos quilates!
Sépase, pues, de José,
30 que es su perfección tan grande,
que para ser Hijo suyo,
sólo Cristo fue bastante.
Estribillo
¡Pues los Ángeles todos sus glorias canten,
que no es mucho, si Cristo le llama Padre!

VILLANCICO III

Estribillo
1.—¿QUIÉN OYÓ? ¿QUIÉN OYÓ? ¿QUIÉN MIRÓ?
¿Quién oyó lo que yo:
que el Hombre domine, y obedezca Dios?
¿Quién oyó? ¿Quién oyó lo que yo?
Coplas
2.—Yo lo vi en Moisés,
cuando revocó
la sentencia, porque Moisés lo pidió.
1.—¡No, no, no, no, no,
10 que es el que yo digo
prodigio mayor!
Que allí, de Piadoso
concedió perdón;
pero aquí, Obediente
mostró sujeción.
3.—Yo lo vi en Josué
cuando al Sol paró:
que a la voz del hombre
Dios obedeció.
20 1.—¡No, no, no, no, no,
que es la que yo digo
merced superior!
Que allí, paró sólo
el material Sol
y aquí, el de Justicia
su luz sujetó.
4.—También nos lo dice
de Acaz el Reloj,
en que el Sol las líneas
30 diez retrocedió.
1.—¡No, no, no, no, no,
que es ésta, señal
de mayor primor!
Y así sólo puede
ser demostración
de conceder, ésa
de obedecer, no.
5.—Yo lo vi en la lucha
que tuvo Jacob:
40 donde Dios vencido,
y él fué vencedor.
1.—¡No, no, no, no, no,
que en la que yo digo
hubo más valor!
Pues Jacob, herido
de la lid salió;
y éste, sin la lid
consiguió el blasón.
6.—Yo lo vi en Elías,
50 cuando descendió
a su voz, del Cielo,
fuego abrasador.
1.—¡No, no, no, no, no,
que es el que yo digo
más divino ardor!
Que allí, bajó solo
fuego de furor;
y aquí, bajó Fuego
del Divino Amor.
60 Tod.—Pues ¿quién puede ser
tan grande Varón,
que de los Mayores
celebras Mayor?
1.—José, de quien ésos
sólo tipos son,
pues excede a todos
en la perfección.
¿Quién oyó? ¿Quién oyó lo que yo:
que el hombre domine,
70 y obedezca Dios?

SEGUNDO NOCTURNO

VILLANCICO IV

SI EN PENA A ZACARÍAS
se le da, de la duda
que al anuncio del Ángel
puso, respecto de su edad caduca,
que en prisión de silencio
quede su lengua muda,
y hasta que la Voz nace,
la suya ni desata ni articula:
¿por qué calla José,
10 sin verse, en la lectura
de la Sagrada Historia
ni una palabra sola que él pronuncia?
Mas ay, aquél por pena,
y éste calla de industria,
siendo mérito en uno
la señal misma que, en el otro, culpa.
Por padre de la Voz,
aquél la voz añuda;
y por Padre del Verbo
20 éste, el hablar otra palabra excusa.
Pues calle, en hora buena,
de José la mesura,
pues sólo el Verbo Eterno
es la que tiene por Palabra suya.
Virgen y silencioso,
ni halaga ni fecunda
el tálamo, de prole,
ni el aire, de sus ecos con dulzuras.
Pues virtud tan austera,
30 bien merece que supla
Dios su falta, y que Él sólo
Sucesión y Palabra substituya.
Estribillo
¡Y así, todos entiendan que José calla
porque el Verbo Divino es su Palabra!

VILLANCICO V

CUALQUIERA VIRGEN INTACTO
es Virgen sólo una vez;
pero el ser Virgen dos veces,
sólo es lauro de José.
Pues cualquiera Virgen, guarda
sola en sí su candidez;
mas José la guarda en sí
y en la que su Esposa es.
El tener Dios Madre Virgen
10 le debe: pues a merced
lo fue de José, cediendo
su matrimonial poder.
Pues siendo suya María
y siendo Virgen por él,
no es sólo Virgen en sí,
sino en su Esposa también.
Cedió el derecho que pudo
lícitamente tener,
por enlazar en sus triunfos
20 la Palma con el Laurel.
Si la mujer buena al hombre
se le da, porque obra bien,
¿cuál será la dignidad
que mereció tal Mujer?
¡Oh Virgen, de los demás
sacro coronado Rey,
que dos holocaustos puros
ofreces en una fe!
Estribillo
¡Pues supiste Coronas dobles tener,
30 haz que participemos de tanto bien!

VILLANCICO VI

Estribillo
1.—DIOS Y JOSÉF APUESTAN.
2.—¿Qué? ¿Qué? ¿Qué?
1.—Oigan a Dios, oigan;
Oigan a José,
que aunque es hombre, se pone
a cuentas con Él;
y no sé cuál alcanza,
pero sólo sé
que Dios gusta de que
10 le alcance José.
¡Dios y Joséf apuestan!
2.—¿Qué? ¿Qué? ¿Qué?
1.—¡Que aunque es hombre, se pone
a cuentas con Él!
Coplas
1.—Dios y José, parece
que andan a apuesta
sobre cuál ejecuta
mayor fineza.
2.—Dios le dice: Yo te hago
20 feliz Esposo
de la que aclaman Reina
los altos Coros
1.—José dice: Yo pago
con que a esa mesma
Señora, aunque es Casada,
guardo Doncella.
2.—Dios le dice: Ese obsequio
es bien te premie
con que, después del Parto,
30 Virgen te quede:
1.—Yo, de tener progenie
quise privarme,
para que Tú tuvieses Virgen por Madre.
2.—Yo, para compensarte
ese servicio,
hice que tener puedas
a Dios por Hijo.
1.—Yo fui a la voz del Ángel
40 tan obediente,
que mi respuesta sola
fue obedecerte.
2.—Yo pago con ventajas
esa fineza,
sujetando a ti toda
mi Omnipotencia.
1.—Yo a tu Madre Sagrada
guardé el decoro,
que es la mayor fineza
50 para un celoso.
2.—Yo te hice el beneficio
de asegurarte,
que es, a quien tiene celos,
el Bien más grande.
1.—Yo te di, para Madre,
mi misma Esposa.
2.—Yo, para Esposa tuya,
mi Madre propia.
1.—Luego ninguno alcanza,
60 pues en la cuenta
tanto vale la paga
como la deuda.

TERCERO NOCTURNO

VILLANCICO VII

¿POR QUÉ NO DE SIMPLE VIRGEN,
sino ligada a la unión
del Matrimonial consorcio,
el Hijo de Dios nació?
Pregunta, y da la respuesta,
aquel Máximo Doctor,
Padre de la Iglesia, y Padre
de mi sacra Religión.
Tres razones da, y la cuarta
10 dice que Ignacio añadió;
y aunque todas las venera
reverente mi atención,
yo la quinta he de añadir
en honra de mi Patrón,
pues será a favor de todos,
si es razón a su favor.
Digo, que fue por premiar
de José la perfección,
pues sólo era digno premio
20 el llamarlo Padre, Dios.
Por darle tal dignidad,
a su Madre desposó;
que mérito tan gigante,
no pide premio menor.
Estribillo
Pues cásese en buena hora
de Dios la Madre,
porque José, del Verbo,
Padre se llame.

VILLANCICO VIII.—ENSALADA

Introducción
LOS QUE MÚSICA NO ENTIENDEN
oigan, oigan, que va allá
una cosa, que la entiendan
todos, y otros muchos más.
¡Tris, tras;
oigan, que, que, que allá va!

JÁCARA

Va una Jácara de chapa;
atención, señores guapos,
y no faltará quien diga
10 que van las coplas de mazo.
Dígalo, que allá la Historia
dirá si es pedrada o palo,
y verán cómo son golpes
los que parecen porrazos.
Érase un buen Carpintero
de éstos que labran en blanco,
el cual, como voy diciendo;
por Dios, que se me ha olvidado.
Doyme un golpe en la mollera:
20 ¡oiga! ¿como qué? ¿burlamos?
¿Olvido a mí, que los vendo?
Doyme otra vez: lindo chasco.
Digo, pues (ya me acordé),
que este Oficial afamado
nunca gustó de colores,
por lo que tienen de engaños.
Verdad es, que en su Obrador
estaba un rico Sagrario
con un Niño que no tuvo
30 igual, de bien Encarnado.
Pero Éste no lo hizo él,
sino que era de un Maestrazo,
que por una cierta deuda
le dejó el Niño empeñado.
Pues como les voy diciendo,
era éste un hombre tan Santo,
que eran fiestas para el Cielo
los días de su trabajo.
Viene Dios, y ¿qué hace? Viendo
40 un proceder tan honrado,
entrégale la tutela
de un muy rico Mayorazgo.
Y hele aquí Tutor de Dios,
sin saber cómo ni cuándo:
miren, si es Dios su Menor,
cómo será su tamaño.
Vino Dios con esto a verlo,
porque (ya verán), tratando
con los bienes del Menor,
50 se puso en muy buen estado.
Mas, como suelen decir
que no hay dulce sin sus agrios,
viene la Justicia y echa
sobre los bienes embargo.
Porque a una fïanza antigua
estaba el tal obligado,
y renunció al obligarse
las exenciones de Hidalgo.
Y así, porque no le prendan,
60 parte a Egipto desterrado,
porque se cumpla que el Hijo
sea de Egipto llamado.
(¿Ven ustedes? Pues aquesto
no lo saco de mis cascos
que está de letra de molde,
con Fe de cuatro Escribanos.)
Vuelve, y piérdesele el Niño
entre ciertos mentecatos:
porque la Sabiduría
70 no se perdiera entre sabios.
Cátense aquí a mi Tutor
todo pena y sobresaltos,
por saber que ha de morir
su Menor ajusticiado.
¡Par Dios, por cantar los gozos,
los dolores he cantado!
Pero en cantando los unos,
ya me entiende con quien hablo.
Señores Tutores, cuenta,
80 los que son albaceazgos:
si así le fue al que era bueno,
¿cómo les irá a los malos?
Juguete
1.—Oigan una duda de todo primor.
2.— Pregunte, señor Doctor.
1.—Aquí a los niños veremos
que en la Capilla tenemos,
y premiaré al que acertare
lo que yo le preguntare.
Tod.—Pues pregúntenos usté.
90 1.—¿Cuál oficio San José
tiene?
2.—Si en eso topó,
a lo que imagino yo,
tuvo oficio de Pastor
de un rebaño superior;
pues el Cordero Pascual,
y otro tal
que en Egipto repartieron,
todos fueron
figuras de Él que él guardó,
100 y el que vio
para víctima Abrahán,
pues que Juan
lo enseñó por Salvador:
y así José fue Pastor
sin igual.
3.—¡No fue tal!
2.—¡Sí fue tal!
3.—¡No fue tal!
1.— Pues ¿qué fue?
3.—Fue Labrador
de la Semilla mejor,
pues en solamente un grano
110 guardó aquel Pan soberano,
a quien figura el que a Elías
tantos días
sustentó, y el de Habacuc,
y de Ruth
las espigas, y la alteza
de la Mesa
del Pan de Proposición,
y el blasón
con que José fue exaltado
120 y llamado
en Egipto Salvador;
y así, aquéste es Labrador
de caudal.
4.—¡No fue tal!
3.—¡Sí fue tal!
4.—¡No fue tal!
3.—Pues ¿qué fue?
4.—Fue Carpintero
(a mi entender) todo entero,
sin tener más embarazo
que su nivel y su mazo,
su juntera y su cepillo,
130 su martillo,
tenazas y cartabón,
su formón,
su azuela, sierra y barrena
muy buena,
su escoplo, escuadra y su vara,
para
quizá labrar el primero
el Madero
(Remedio de nuestro mal)
140
1.—¡No fue tal!
4.—¡Sí fue tal!
1.—¡No fue tal!
2.—Pues si es que alguno ha acertado,
denle el premio que ha ganado.
1.—¡Eso no,
que ninguno lo acertó!
Tod.—Pues, digo ¿qué oficio fue
el que tiene San José?
1.—Si oírlo quieren de mí,
¿danse por vencidos?
4.—Sí;
150 ¡dígalo ya!
1.—Que me place:
Oficio es de Prima Clase
con el Rito más solemne,
el que tiene;
porque es de España blasón
ser Patrón,
su Protector y Abogado
muy amado.
4.—Par Dios, que en ello no dimos;
160 y es que al instante nos fuimos
a que el Santo fue Oficial.
—¡No fue tal!
—¡Sí fue tal!
—¡No fue tal!

INDIO

Yo también, quimati Dios,
mo adivinanza pondrá
que no sólo los Dotore
habla la Oniversidá.
Cor.—¡Ja, ja, ja!
¿Qué adivinanza será?
Ind.—¿Qué adivinanza? ¿Oye osté?
170 ¿Cuál es mejor San José?
1.—¡Gran disparate!
2.—¡Terrible!
Si es uno, ¿cómo es posible,
que haber pueda otro mejor?
Ind.—Espere osté, so Doctor:
¿no ha visto en la Iglesia osté
junto mucho San José,
y entre todos la labor
de Xochimilco es mijor?
1.—Es verdad.
Cor.—¡Ja, ja, ja, ja!
180 ¡Bien de su empeño salió!

NEGRO

—Pues, y yo
también alivinalé;
lele, lele, lele, lele,
¡que pulo ser Neglo Señol San José!
1.—¿Por dónde esa línea va?
Neg.—Pues ¿no pulo de Sabá
telé algún cualteló?
Que a su Parre Salomó
también eya fue mujel:
190 ¡lele, lele, lele, lele!
¡que por poca es Neglo Señol San José!

PARA LA MISA

VILLANCICO IX.—A LA EPÍSTOLA

Estribillo
1.—SANTO TOMÁS DIJO
que ver y creer.
2 .—Pero José dice:
¡Creer y no ver!
Coplas
Tomás, del sentido
se dejó vencer,
para dar asenso
a aquello que ve.
Ver y creer.
10 Mas José, que sólo
asiente a la Fe,
ve el Vientre a María
como que no ve.
Creer y no ver.
Para creer, Tomás
quiere prueba hacer
de un Cuerpo sensible
a un Inmenso Ser.
Ver y creer.
20 Joséf en sus ojos
tiene tal poder,
que viendo un Preñado,
duda cómo es.
Creer y no ver.
Mas Dios, que los genios
encontrados ve,
de aqueste formal,
material de aquél;
a ellos se adaptó,
30 por satisfacer
a Tomás con Carne,
con Voz a José.
A Tomás le muestra
sus Llagas, porque
viendo un Cuerpo, crea
que es Dios el que ve.
Ver y creer.
Mas Joséf en todo
es tan al revés,
40 que porque crea un Cuerpo,
le habla un Dios por Fe.
¡Creer y no ver!

VILLANCICO X.—AL OFERTORIO

Estribillo
QUEDITITO, AIRECILLOS;
no, no susurréis:
mirad que descansa
un rato José.
No, no, no os mováis;
no, no, no silbéis:
quedito, pasito,
que duerme José.
Coplas
Para no ver el Preñado,
10 José, que le daba enojos,
de María, los dos ojos
ha cerrado.
Contra su vista severo
dijo airado, porque vía:
¿Testigos contra María?
No los quiero.
Si dicen que en el empleo
de mi Esposa falta fe,
nunca estoy más ciego que
20 cuando veo.
Ya que en llanto no se aneguen
porque a tanto se atrevieron,
ojos que contra ella fueron,
luego cieguen.
Viendo Dios que eran despojos
sus ojos, de su sentir,
hízole dormido abrir
tantos ojos.
Hablóle un Ángel glorioso,
30 porque solo pudo ser
bastante a satisfacer
a un celoso.

VILLANCICO XI.—AL ALZAR

Estribillo
¡AY QUÉ PRODIGIO!
¡Ay qué portento!
¡Vengan a verlo todos,
vengan a verlo!
Que si, a todos, los celos
quitan el sueño,
a mi Joséf el sueño
quita los celos.
Celos con sueño,
10 sueño con celos,
en Joséf solamente
no son opuestos.
¡Vengan a verlo!
Coplas
¡Cuán contrario que anda Dios
del orden natural nuestro,
pues hace incierta la vista,
haciendo verdad el sueño!
Despierto Joséf ignora,
20 y dormido sabe: luego
duerme cuando está velando,
vela cuando está durmiendo.
Si considera, dormido,
y alcanza tales Misterios,
¿si a esto le llaman dormir,
a cuál llamarán desvelo?
Mas ¡ay, que duerme celoso,
y el cuidado de los celos!
sólo admite de dormido
30 la semejanza de muerto!
Si Dios le ha de asegurar
de la Encarnación del Verbo
¿por qué no llega el aviso
antes de temer el riesgo?
¿Es, acaso, por probarlo
con el dolor más acerbo,
porque más tormentos pase
quien ha de gozar más premio?
No es sino quererle hacer
40 su dechado verdadero,
participándole Dios
de sus mesmos sentimientos.
El sentimiento de Dios
eran celos de su Pueblo;
y cuando los tiene Dios,
no está José bien sin ellos.
Pues sienta él entre los Santos
solamente este tormento;
que es Padre de Cristo, y debe
50 parecerse al Padre Eterno.

VILLANCICO XII.—AL “ITE MISSA EST”

Estribillo
¡OIGAN LA FINEZA, QUE DIOS QUIERE HACER
en la ostentación de su gran Poder!
Coplas
A poder Dios hacer otro
Dios, tan bueno como Él,
a lo que imagino yo,
hiciera sólo a Joséf:
y se ve,
pues en cuanto pudo
le dio su Poder.
10 Pero entonces, imagino
que no fuera la merced
tan grande, siendo su igual,
de quererlo obedecer
pues más fue,
siendo Joséf hombre,
sujetarse a él.
Más sustentaba que Dios,
a mi modo de entender,
pues Dios lo sustenta todo,
20 y él daba a Dios de comer;
y tuvo, a fe,
súbditos mejores,
pues que Dios lo fue.
¡Válgame Dios, los primores
que nuestro Dios sabe hacer!
¡Que toda nuestra grandeza
venga de la pequeñez,
y que esté
nuestro ser, por bajo,
30 en tal alto Ser!
Yo no entiendo tan gran Santo;
de mí solamente sé
que desde luego detesto
lo que no sonare bien;
y estaré
a lo que corrija
Nuestra Santa Fe.

Villancicos 8 Sor Juana

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CONCEPCIÓN, 1689

Villancicos que se cantaron en la S. I. Catedral de la Puebla de los Ángeles, en los Maitines solemnes de la Purísima Concepción de Nuestra Señora, este año de 1689.

PRIMERO NOCTURNO

VILLANCICO I

Estribillo
¡OIGAN UN MISTERIO, QUE
aunque no es de fe, se cree!
—Verdad es, en mi conciencia:
que para mí, es evidencia,
y la evidencia no es Fe.
Coplas
Si para Madre querida
fue María preservada,
luego antes de ser crïada
estaba ya prevenida.
10 Pues si la razón vencida
está, ¿qué en creerlo haré?
Tropa:—¿Si la evidencia no es Fe?
Madre de Dios, y pecado,
es cosa tan repugnante,
que aun para el más ignorante
queda el Misterio aclarado.
Pues si miro lo implicado,
¿por qué otra cosa diré?
Tropa:—¿Si la evidencia no es Fe?
20 En no pensar lo contrario,
no tengo merecimiento,
que asiente mi entendimiento
aquí, como necesario;
y en aquesto nunca vario,
que sois Pura pensaré.
Tropa:—Que la evidencia no es Fe.
Dios a los padres mandó
honrar; y pues sois, María,
su Madre, ¿por qué no haría
30 con Vos lo que decretó
a los demás? Y así yo
en esta fe moriré.
Tropa:—Que la evidencia no es Fe.

VILLANCICO II

Coplas
DICE EL GÉNESIS SAGRADO,
que fue la creación del Hombre
la perfección de los Cielos
y el complemento del Orbe.
Luego, pecando él, por fuerza
todo el universal orden,
aunque en las partes perfecto,
quedó, cuanto al todo, informe.
Mas preservando a María
10 de los comunes horrores,
Dios en Ella restituye
al Orbe sus perfecciones.
El todo del Universo,
que fue imperfecto hasta entonces,
por su último complemento
su Pureza reconoce.
Estribillo
Pues ya que toda criatura
quedó deudora a María
de perfección y alegría,
20 del ornato y hermosura,
canten su Concepción pura,
pues la perfección encierra
  1. —del Hombre,
  1. —del Ángel,
  1. —del Cielo
  1. —y la Tierra.
Tropa:—¡Celébrenla con anhelo
  1. —el Ángel,
  1. —el Hombre,
  1. —la Tierra
  1. —y el Cielo!

VILLANCICO III

Coplas
1.—LA MATERNIDAD SACRA
es en María
prueba de que sin mancha
fue Concebida.
  1. —La Concepción es, de eso,
premisa clara,
pues para tanto sólo
fue Preservada.
  1. —¿Quién la ve de Dios Madre,
10 que no discurra
que de quien la Luz nace,
nunca fue obscura?
2.—¿Quién la ve Preservada,
que no adelante
que es tanto privilegio
para ser Madre?
  1. —¿Quién la mira en su Solio,
que no conozca
que nunca fue pechera
20 tan gran Señora?
  1. —¿Quién, en sus Privilegios,
hay que no advierta,
que no son arras, menos
que para Reina?
Estribillo
  1. —Luego a la Preservación
prueba la Maternidad.
  1. —Luego es, de esa Dignidad,
premisa la Concepción.
1 y 2.—La ilación
30 de uno y otro hemos sacado,
y aun convertibles mostrado,
porque a dos sentidos cuadre:
  1. —¿Sin pecado? ¡Luego Madre!
  1. —¿Madre? ¡Luego sin pecado!

SEGUNDO NOCTURNO

VILLANCICO IV

Estribillo
¡OIGAN QUÉ COSA Y COSA,
que decir quiero
un Privilegio que es
y no es Privilegio!
Coplas
No es Privilegio de gracia
la Concepción de María:
porque habiendo de ser Madre,
se hizo la gracia justicia.
Propio interés fue de Dios
10 ser sin mancha Concebida
porque ¿a quién le importó más
el nacer de Madre limpia?
La merced fue el escogerla;
pero una vez ya elegida,
era pundonor de Dios
ennoblecer su Familia.
Quien la hizo Virgen y Madre,
¿por qué también no la haría
Hija de Adán y sin mancha,
20 pues no es mayor maravilla?
Que en Adán pecaron todos,
es verdad; mas no podía
en la ley de los esclavos
ser la Reina comprendida.
La soberana exención
de los Reyes, no se alista
en el padrón ordinario
que a los pecheros obliga.

VILLANCICO V

Estribillo
¡UN INSTANTE ME ESCUCHEN,
que cantar quiero
un Instante que estuvo
fuera del tiempo!
Coplas
Escúchenme mientras cante,
que poco habrá que sufrir,
pues lo que quiero decir
es solamente un Instante.
Un Instante es, de verdad,
10 pero tan Privilegiado,
que fue un Instante cuidado
de toda la Eternidad.
Dios, que con un acto puro
mira todo lo crïado,
del infinito pasado
al infinito futuro,
determinó su Poder,
que todo lo considera,
prevenir lo que no era
20 para lo que había de ser.
Para su Madre amorosa
a María destinó,
y ab aeterno la miró
siempre Limpia y siempre Hermosa.
Pues en tanta dignidad,
¿cómo cabe que se diga
que fue un instante Enemiga
y Madre una eternidad?
Que siendo siempre María
30 de toda mancha desnuda,
no cupo en su ser la duda,
sino en nuestra grosería.
Que como nube que a Apolo
esconde el claro arrebol,
no es obstáculo del Sol,
sino de la vista sólo,
así aquella disonancia
que el Punto controvertía,
no fue tiniebla en María,
40 sino de nuestra ignorancia.
Y así afirmará mi voz
que siempre fue Limpia, pues
debemos pensar que es
todo lo que no es ser Dios.

VILLANCICO VI

Coplas
CIELO ES MARÍA MÁS BELLO,
Sol de luz indefectible,
Luna que está siempre llena,
Estrella que el alma sigue:
¡Cielo, Sol, Luna y Estrellas,
todos su belleza admiren!
Venus su belleza adorne,
Cintia los bosques fatigue,
Palas las lides aliente,
10 Flora las flores cultive:
¡Venus, Cintia, Palas, Flora,
todas su beldad envidien!
Judith a Holofernes venza,
Esther a Asuero mitigue,
Raquel a su Jacob prenda,
Sara a su marido libre:
¡Judith, Esther, Raquel, Sara,
sólo en vislumbres la pinten!
El Agua pula cristales,
20 la Tierra ostente matices,
el Viento soplos aliente,
el Fuego luces avive:
¡Agua, Tierra, Viento y Fuego,
todo a sus plantas se rinde!
Estribillo
¡Que en el Punto primero
que se concibe,
como es de todo Dueño,
todo le sirve!

TERCERO NOCTURNO

VILLANCICO VII

Estribillo
MORENICA LA ESPOSA ESTÁ,
porque el Sol en el rostro le da.
Coplas
Aunque en el negro arrebol
Negra la Esposa se nombra,
no es porque ella tiene sombra,
sino porque le da el Sol
de su Pureza el crisol,
que el Sol nunca se le va.
—¡Morenica la Esposa está! &
Comparada la luz pura
10 de uno y otro, entre los dos,
ante el claro Sol de Dios
es morena la Criatura;
pero se añade hermosura
mientras más se acerca allá.
—¡Morenica la Esposa está! &
Del Sol, que siempre la baña,
está abrasada la Esposa;
y tanto está más hermosa
cuanto más de Él se acompaña:
nunca su Pureza empaña,
20 porque nunca el Sol se va.
—¡Morenica la Esposa está! &
No de la culpa el horror
hacer pudo efecto tal,
pues Ella da la causal
de su encendido color,
añadiendo, por primor,
que eso más gracia le da.
—¡Morenica la Esposa está! &
Negra se confiesa; pero
dice que esa negregura
le da mayor hermosura:
30 pues en el Albor primero,
es de la Gracia el Lucero
el primer paso que da.
—¡Morenica la Esposa está! &
Contexto es, y no pequeño,
que, cuanto más se humillaba,
se confesó por Esclava;
pero expresó de qué Dueño,
protestando el desempeño
de que libre de otro está.
—¡Morenica la Esposa está, &
40 porque el Sol en el rostro le da!

VILLANCICO VIII.—ENSALADA

Introducción
SIENDO DE ÁNGELES LA PUEBLA
en el título y el todo,
no pudo menos que ser
de Ángeles también el coro:
que después de haber cantado
tan dulces y tan sonoros,
que sólo la competencia
fue admitida de unos a otros,
en una Jacarandina
10 quiso, cantando uno solo,
aliviar con lo ligero
la gravedad de los tonos.

JÁCARA

¡Allá va, fuera, que sale
aquel divino Portento,
en quien de su poder sumo
quiso Dios echar el resto!
La Prevenida al principio,
la Preservada ab aeterno,
en quien no tuvo poder
20 la ley que fue dada en tiempo.
A quien los Astros más nobles
como oficiales plebeyos,
el Sol le sirve de sastre,
la Luna de zapatero.
La que, queriendo acecharla
el fiero Dragón soberbio,
de un puntapié le dejó
todos los cascos abiertos.
La que no le costó el triunfo
30 afán, cuidado ni anhelo,
pues en un Instante solo
logró todo el vencimiento.
La que en el Siglo de Oro
se concibió, pues es cierto
que, al tiempo de concebirse,
no hubo un instante de hierro.
La que su Nobleza toda
explica en su Nombre mesmo,
pues se lleva en él María
40 el Deus ex genere meo.
Redimida como todos,
cuanto al infinito precio;
pero cuanto al modo, no,
porque fue con más supremo:
pues fue la Pasión de Cristo
que redimió al Universo,
para Ella, preservativo,
para los demás, remedio.
Que el Médico soberano,
50 por singular privilegio,
antes que llegara el daño
le aplicó el medicamento:
pues al infundir el Alma
a su purísimo Cuerpo,
la Gracia santificante
tuvo prevenido el medio;
Con que, en prioridad ninguna
ni instante real de tiempo,
pudo en ella haber vestigio
60 de pecado, ni por pienso.
Éste siempre mi sentir
ha sido y será, y protesto
que nunca diré otra cosa,
¡y voto a Dios, que lo creo!
Prosigue la Introducción
Otro, que ya desahogaba
la gravedad de la solfa,
viéndose ya sin golilla,
echó por esa Valona.

GLOSAS

Dadle licencia, Señora,
70 a mi voz desentonada,
que no os cansaréis de oírme,
pues Vos siempre estáis de Gracia.
Dizque los doctos de allá
Claridad de Dios os llaman,
y de Ángeles: ¡pues, Señora,
Vos debéis de ser Poblana!
Yo os comparara, Señora,
con esta Sierra Nevada,
que aunque tiene cerca el humo
80 ella se está siempre blanca.
Pensó de tizne el Demonio
poderos echar la marca;
pero Vos ¿cómo pudierais
ser negra? ¡No, sino el Alba!
Prosigue la Introducción
Como oyeron a los otros
de la Capilla los Seises,
como cosa de muchachos
hicieron este juguete.
Juguetillo
Como entre espinas la Rosa,
90 como entre nubes la Luna,
única y como ninguna
luce la divina Esposa:
toda pura y toda hermosa,
púrpura y biso vestida;
Ciudad de Dios defendida,
Arca de su Testamento,
de la Trinidad Asiento,
Iris hermoso de paz:
¡y trescientas cosas más!
100 Como Lilio descollado
en el margen cristalino;
como Vaso de Oro fino,
de mil piedras adornado;
como Bálsamo quemado,
como Fuego reluciente,
como Apolo refulgente,
como Aroma de olor llena;
a quien no tocó la pena
que tuvieron los demás:
110 ¡y trescientas cosas más!
Como Varita olorosa
que asciende desde el desierto;
como bien vallado Huerto
de la Fruta más sabrosa;
como Palma victoriosa,
como Escuadrón ordenado,
como Pozo bien sellado,
como Fuente de agua viva;
como pacífica Oliva
120 que fue del mundo la paz:
¡y trescientas cosas más!
Trono de Dios Soberano,
Archivo de todo el bien,
Gloria de Jerusalén
y Alegría del cristiano
Esther que al género humano
de la miseria libró;
la Mujer que en Patmos vio
Juan, triunfante del Dragón;
130 el Trono de Salomón
y la Señal dada a Acaz:
¡y trescientas cosas más!

NAVIDAD, 1689

Villancicos que se cantaron en la S. I. Catedral de la Puebla de los Ángeles, en los Maitines solemnes del Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, este año de 1689.

PRIMERO NOCTURNO

VILLANCICO I

Introducción
POR CELEBRAR DEL INFANTE
el temporal Nacimiento,
los cuatro elementos vienen:
Agua, Tierra, y Aire y Fuego.
Con razón, pues se compone
la humanidad de su Cuerpo
de Agua, Fuego, Tierra y Aire,
limpia, puro, frágil, fresco.
En el Infante mejoran
10 sus calidades y centros,
pues les dan mejor esfera
Ojos, Pecho, Carne, Aliento.
A tanto favor rendidos,
en amorosos obsequios
buscan, sirven, quieren, aman,
prestos, finos, puros, tiernos.
Estribillo
Y todos concordes
se van a mi Dueño,
que Humanado le sirven
20 los cuatro elementos:
el Agua a sus Ojos,
el Aire a su Aliento,
la Tierra a sus Plantas,
el Fuego a su Pecho;
que de todos, el Niño
hoy hace un compuesto.
Coplas
1.—Pues está tiritando
Amor en el hielo,
y la escarcha y la nieve
30 me lo tienen preso,
¿quién le acude?
2.—¡El Agua!
3.—¡La Tierra!
4.—¡El Aire!
1.—¡No, sino el Fuego!
1.—Pues al Niño fatigan
sus penas y males,
y a sus ansias no dudo
que alientos le falten,
¿quién le acude?
2.—¡El Fuego!
3.—¡La Tierra!
4.—¡El Agua!
1.—¡No, sino el Aire!
1.—Pues el Niño amoroso
40 tan tierno se abrasa,
que respira en Volcanes
diluvios de llamas,
¿quién le acude?
2.—¡El Aire!
3.—¡El Fuego!
4.—¡La Tierra!
1.—¡No, sino el Agua!
1.—Si por la tierra el Niño
los Cielos hoy deja,
y no halla en qué descanse
su Cabeza en ella,
¿quién le acude?
2.—¡El Agua!
3.—¡El Fuego!
4.—¡El Aire!
50 1.—¡No, mas la Tierra!

VILLANCICO II

Estribillo
—AL NIÑO DIVINO QUE LLORA EN BELÉN,
¡déjen-le,
pues llorando mi mal, consigo mi bien!
1.—¡Déjen-lé,
que a lo Criollito yo le cantaré!
2.—¡Le, le,
que le, le, le!
Coplas
1.—Sed tiene de penas
Dios, y es bien le den
10 sus ojos el agua,
el barro mi ser:
¡déjen-lé!
2.—Dejen que el Sol llore;
pues aunque al nacer
también llora el Alba,
no llora tan bien:
¡déjen-lé,
que es el llanto del mal,
aurora del bien!
20 1.—¡Déjen-lé,
que a lo Criollito yo le cantaré! &
1.—Que mi llanto enjugue
su llanto, y que esté
Dios conmigo Humano,
yo enjuto con Él:
¡déjen-lé!
2.—Si es Piedra Imán Cristo,
y es tan al revés,
que al Imán un yerro
30 le pudo atraer,
¡déjen-lé,
que venir Dios a tierra,
levantarme es!
1.—¡Déjen-lé! &
1.—¡Que esté, cuando el tiempo
es crïado de Él,
a la ley sujeto
de un tiempo sin ley!
¡Déjen-lé!
40 2.—¡Que al ver Dios al hombre
tormenta correr,
baje Él, siendo en mares
de llanto, Bajel!
¡Déjen-lé,
que todo es Mar y Cielo
cuanto allí se ve!
1.—¡Déjen-lé! &.
1.—¡Que en pajiza cuna,
de su Luz dosel,
50 el Sol cuando nace
se venga a poner!
¡Déjen-lé!
2.—Si Dios por no herirme,
siendo recto Juez, Humano convierte
el rayo en laurel,
¡déjen-lé,
que llorando mi mal,
consigo mi bien!
60 1.—¡Déjen-lé,
que a lo Criollito yo le cantaré! &.

VILLANCICO III

Introducción
EL ALCALDE DE BELÉN
en la Noche Buena, viendo
que se puso el azul raso
como un negro terciopelo,
hasta ver nacer al Sol,
de faroles llena el pueblo,
y anuncia al Alba en su parto
un feliz alumbramiento.
Estribillo
1.—Oigan atentos;
10 y porque ninguno
se niegue al precepto,
el poner en Belén luminarias
lo lleva el Alcalde a sangre y a fuego.
2.—Oigan atentos,
y todos con luces
coronen el pueblo.
3.—Que con los faroles,
las calles son soles.
1.—Ninguno se esconda,
20 que empieza la ronda,
y al zagal que su luz no llevare
lo pone a la sombra.
Seguidillas Reales
1.—Sin farol se venía una Dueña,
guardando el semblante,
porque dice que es muy conocida
por las Navidades.
2.—En Belén los faroles no quiso
poner un Tudesco,
que en sus ojos llevaba linternas
30 con luz de sarmientos.
3.—Por estar sin farol, puso un Pobre
candil mal parado;
porque aunque es cosa fea, en efecto,
tiene garabato.
1.—Encontró con el Buey, y no pudo
llevarle la pena;
porque el Buey nunca sale de casa
sin sus dos linternas.
2.—Con farol encendido iba un Ciego,
40 diciendo con gracia:
¿Dónde está la Palabra nacida,
que no veo palabra?
3.—Viendo a un Sastre sin luz, el Alcalde
mandó, por justicia,
que cerilla y velilla encendiese,
y su candelilla.
1.—Un Poeta salió sin linterna,
por no tener blanca;
que aunque puede salir a encenderla,
50 no sale a pagarla.
2.—Del Doctor el farol apagóse,
al ir visitando;
por más señas, que no es el primero
que ha muerto en sus manos.
3.—Sin farol un Hipócrita estaba,
y díjole: Hermano,
mal parece que esté sin faroles
un cuerpo de Santo.
1.—En Belén sin faroles entraron,
60 a fin de que todos
tropezando en su dicha, en el Niño
diesen de ojos.

SEGUNDO NOCTURNO

VILLANCICO IV

Introducción
HOY, QUE EL MAYOR DE LOS REYES
llega del Mundo a las puertas,
a todos sus pretendientes
ha resuelto dar Audiencia.
Atended: porque hoy, a todos,
los memoriales decreta,
y a su Portal privilegios
concede de covachuela,
Estribillo
¡Venid, Mortales, venid a la Audiencia,
10 que hoy hace mercedes un Rey en la tierra,
y de sus decretos nadie se reserva!
Venid, pues consiste
el que logro tengan
vuestros memoriales,
en que hechos bien vengan.
Y hoy, que sus mayores
Validos le cercan, Josef y María,
la gracia está cierta.
20 Y pues no hay en el Mundo
quien no pretenda,
¡venid, Mortales, venid a la Audiencia! &.
Coplas
1.—Adán, Señor, que goza,
por labrador, indultos de Nobleza,
hoy se halla preso y pobre,
forjando de su yerro su cadena;
pide una espera,
pues el Mundo obligado
tiene a sus deudas.
30 2.—Atended al decreto que lleva:
En el Limbo por cárcel
quédese ahora,
que hoy del Cielo ha llegado
la mejor Flota.
3.—Moisés, que allá en un Monte
cursó de Leyes la mejor Escuela,
hallándose con Vara,
la Toga pide, que feliz espera:
porque en él vean,
40 que en vuestras Leyes sólo
su ascenso encierra.
2.—Atended al decreto que lleva:
Por de Alcalde de Corte
Su Vara quede,
pues a tantos Gitanos
condenó a muerte.
4.—Salomón, Señor, pide
del Consejo de Estado plaza entera,
pues sólo para esto
50 vuestro amor le adornó de tantas Ciencias;
con que hoy desea,
que en razones de Estado
su juicio crezca.
2.—Atended al decreto que lleva:
Hoy de Estado en la plaza
fuera nombrado,
si a salir acertara
de mal estado.
5.—Los Padres que en el Limbo
60 padecen la prisión de las tinieblas,
pues Príncipe ha nacido,
indulto piden que se les conceda,
para que tengan,
pues hoy nace la Gracia,
la gracia cierta.
2.—Atended al decreto que llevan:
No ha lugar por ahora,
pues este Infante
indulta cuando muere,
70 no cuando nace.
6.—José, que de María
los honores de Esposo a gozar llega,
pide en vuestro Palacio
oficio competente a su Nobleza,
pues hay en ella
tantos Reyes ilustres
de quien descienda.
2.—Atended el decreto que lleva:
Capitán de la Guarda
80 queda sin duda,
pues mejor Compañía
no hay que la suya.

VILLANCICO V

Estribillo
1.—PUES MI DIOS HA NACIDO A PENAR,
déjenle velar.
2.—Pues está desvelado por mí,
déjenle dormir.
1.—Déjenle velar,
que no hay pena, en quien ama,
como no penar.
2.—Déjenle dormir,
que quien duerme, en el sueño
10 se ensaya a morir.
1.—Silencio, que duerme.
2.— Cuidado, que vela.
1.—¡No le despierten, no!
2.—¡Sí le despierten, sí!
1.—¡Déjenle velar!
2.—¡Déjenle dormir!
Coplas
1.—Pues del Cielo a la Tierra, rendido
Dios viene por mí,
si es la vida jornada, sea el sueño
20 posada feliz.
¡Déjenle dormir!
2.—No se duerma, pues nace llorando,
que tierno podrá,
al calor de dos Soles despiertos,
su llanto enjugar.
¡Déjenle velar,
que su pena es mi gloria,
es mi bien su mal!
1.—¡Déjenle dormir;
30 y pues Dios por mí pena,
descanse por mí!
2.—¡Déjenle velar!
1.—¡Déjenle dormir!
1.—Si a sus ojos corrió la cortina
el sueño sutil,
y por no ver mis culpas, no quiere
los ojos abrir,
¡déjenle dormir!
2.—Si es su pena la gloria de todos,
40 dormir no querrá,
que aun soñado, no quiere el descanso
quien viene a penar:
¡déjenle velar,
que no hay pena, en quien ama,
como no penar!
1.—¡Déjenle dormir,
que quien duerme, en el sueño
se ensaya a morir!
2.—¡Déjenle velar!
50 1.—¡Déjenle dormir!
1.—Si en el hombre es el sueño tributo
que paga al vivir,
y es Dios Rey, que un tributo en descanso
convierte feliz,
¡déjenle dormir!
2.—No se duerma en la noche, que al hombre
le viene a salvar:
que a los ojos del Rey, el que es reo
gozó libertad.
60 ¡Déjenle velar,
que su pena es mi gloria,
y es mi bien su mal!
1.—¡Déjenle dormir,
que pues Dios por mí pena,
descanse por mí!
2.—¡Déjenle velar!
1.—¡Déjenle dormir!
1.—Si el que duerme se entrega a la muerte,
y Dios, con ardid,
70 en dormirse por mí, es tan amante,
que muere por mí,
¡déjenle dormir!
2.—Aunque duerma, no cierre los ojos,
que es León de Judá,
y ha de estar con los ojos abiertos
quien nace a reinar.
¡Déjenle velar,
que no hay pena, en quien ama,
como no penar!
80 1.—¡Déjenle dormir,
que quien duerme, en el sueño
se ensaya a morir!
2.—¡Déjenle velar!
1.—¡Déjenle dormir!

VILLANCICO VI

Introducción
EL RETRATO DEL NIÑO
mírenlo Uscedes,
y verán cosas grandes
en copia breve.
De Oro y Plata en listones,
un ramillete
de encarnado es, y blanco,
de azul y verde.
No es retrato del arte,
10 ni de pinceles,
que es Divino, aunque Humano
sólo parece.
Aunque parezca Humano,
es tan Celeste,
que arden los Serafines
sólo por verle.
Una Joya es tan rica,
que en el Oriente
sirve de luz al Orbe
20 cuando amanece.
Los Diamantes y Perlas
en ella pierden
sus quilates, o en ella
todos los tienen.
Los Claveles y Rosas
en ella mueren,
o se animan en ella
Rosas, Claveles.
Mas ¿para qué la inculco,
30 si puede verse?
Córrase la cortina,
mírenlo Uscedes.
Estribillo
¿Hay quien me lo pide?
¿Hay quien me lo quiere
a este Hechizo de Plata,
de Armiño y de Nieve?
¿A este Cupido,
que es de cera, y de amores
se está derretido?
Coplas
40 1.—Madeja de Oro es su Pelo
de que se forman Anillos;
que para prendas amantes,
no hay más extremados brincos.
2.—Esos caprichos,
más que las manos, prenden
los albedríos.
1.—Son dos verdes Esmeraldas
o dos azules Zafiros
sus ojos, para esperanzas
50 o para celos motivos.
2.—Ojos tan ricos,
vencerán Cielo y Tierra
sólo en un hito.
1.—Un breve Rubí es su Boca,
en dos partes dividido,
porque se vea el Aljófar
por el pequeño resquicio.
2.—Labios tan lindos,
el aliento se beben
60 de mis suspiros.
1.—Frente, Cuello, Manos, Plantas,
Plata, Nieve, Cera, Armiño,
todo es del Alma un encanto,
todo es de Amor un hechizo.
2.—Tal cupidillo,
para Joya del Alma
viene nacido.

TERCERO NOCTURNO

VILLANCICO VII

A ALEGRAR A MI NIÑO
van hoy las Almas;
con razón, pues en ellas
están sus gracias.
Coplas
Cual sonoroso Enjambre
que, con doradas alas,
de los Jazmines chupan
el cristal que sobre ellos lloró el Alba;
cual Mariposa amante
10 que, en torno de la llama,
solicita en el Fuego
ser víctima, de amores abrasada;
cual Fuente presurosa
que, con plantas de plata
o plumas de cristales,
camina o vuela al Golfo en que descansa;
cual Flecha despedida
y a la Meta apuntada,
que, en cuanto no la toca,
20 cual veloz pensamiento nunca para;
cual Girasol dorado,
que de la Antorcha cuarta
sigue los movimientos
con dulce simpatía que le arrastra;
cual acerada Aguja
en el Imán tocada,
que el moto no sosiega
sin ver el Norte, y visto, en él se pasma:
así se van al Niño
30 presurosas las Almas,
que es Centro do se animan
y fuera de Él, ni aun en sí mismas se hallan.
En ellas el Infante
se alegra y se regala:
¿qué mucho, si por ellas
cual Rayo desde el Cielo al suelo baja?

VILLANCICO VIII

Introducción
ESCUCHEN DOS SACRISTANES
que disputan, arguyendo,
si es el Niño el Verbum Caro,
o es el Niño el Tantum Ergo.
¡Oigan atentos,
no se queden a asperges
del argumento!
Estribillo
1.—Sacristane.
2.—Sacristane.
1.— Exi foras.
2.—Vade retro.
10 1.—Famulorum.
2.—Famularum.
1.—Mecum arguis?
2.—Tu arguis mecum?
1.—Laus tibi, Christe!
2.—Deo gratias!
1.—Verbum Caro!
2.—Tantum Ergo!
1.—Pastores, Pastores,
hablando en Romance,
oíd un Portento.
2.—Zagales, Zagales,
dejando Latines,
oíd un Misterio.
20 1.—Yo digo que el Niño,
que es Dios Humanado,
será el Verbum Caro.
2.—Yo digo que el Niño,
que es Dios Encubierto,
será el Tantum Ergo.
1.—Mi ciencia es más grande.
2.—Mayor es mi ingenio.
1.—Y así, Pastorcillos,
2.—Y así, Zagalejos,
30 1.—oíd mis razones.
2.—oíd mi argumento.
Tod.—Prosigan, prosigan,
que estamos atentos.
1.—Oíd, Pastorcillos,
2.—Oíd, Zagalejos,
Los dos.—en claros Latines
obscuros Misterios.
Tod.—Prosigan, prosigan
con los argumentos,
40 y supla, en pastores,
la fe, el no entenderlos.
1.—¡Oíd, Pastorcillos!
2.—¡Oíd, Zagalejos!
Tod.—Prosigan, prosigan,
que estamos atentos.
Coplas
1.—Sepa el Sacristán Benito
que, mejor que el Tantum Ergo,
le conviene el Verbum Caro
al Niño, que hace pucheros.
50 2.—Sepa el Sacristán Llorente
que nace a ser Sacramentum,
y mejor que el Verbum Caro
le conviene el Tantum Ergo.
1.—Melius dixi!
2.—Dixi melius!
1.—Probo, Probo!
2.—Nego, nego!
1.—Incarnatus.
2.—Corpus Christi.
1.—Saeculorum.
2.—In aeternum.
60 1.—Verbum Caro!
2.—Tantum Ergo!
1.—Nace Clavel de una Rosa,
y Jericó me da el texto;
con que le viene pintado
el Incarnatus del Credo.
2.—Nace Grano y crece Espiga,
y en las Pajas mi argumento
halla el Panem Angelorum
con el Hoc est Corpus Meum.
70 1.—Melius dixi!
2.—Dixi melius! &.
1.—Del Verbum Carolas glorias,
secundum Joannemlas pruebo,
con un principio asentado
que es: In principio erat Verbum.
2.—Si en un principio te fundas,
yo en un fin que es Evangelio;
pues Cum dilexisset suos,
in finem dilexit eos.
80 1.—Melius dixi!
2.—Dixi melius! &.
1.—Sobre el Portal, una Estrella
dice que el Niño es el Verbum,
pues habitavit in nobis
et vidimus gloriam Eius.
2.—Hostia nace en pobre albergue,
y le viene al Portalejo
el Domine, non sum dignus
ut intres sub tectum meum.
90 1.—Melius dixi!
2.—Dixi melius! &.
1.—Según la Misa del Gallo,
con el Prefacio te venzo,
cuando se canta el Per Incarnati
Verbi Mysterium.
2.—Mas, en la Misa del Gallo,
que el Prefacio, es del intento
el Antequam Gallus cantet
y el Gloria in excelsis Deo.
100 1.—Melius dixi!
2.—Dixi melius! &.

Villancicos 7 Sor Juana

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ASUNCIÓN, 1685

Villancicos que se cantaron en la S. I. Metropolitana de Méjico, en honor de María Santísima, Madre de Dios, en su Asunción triunfante, y se imprimieron en el año de 1685.

PRIMERO NOCTURNO

VILLANCICO I

Coplas
AL TRÁNSITO DE MARÍA,
el Cuerpo y Alma combaten:
el Cuerpo, por no dejarla;
y el Alma, por no apartarse.
No de la unión natural
tan estrecho abrazo nace:
que vencen los superiores,
los impulsos naturales.
Tan breve el hermoso Cuerpo
10 espera vivificarse,
que repugna la materia
la introducción al cadáver.
Como no tuvo la Muerte
razón para ejecutarle,
no la pagó como deuda,
y la aceptó como examen.
Que pues ni fió ni tuvo
delito, no hay ley que mande
que como principal muera
20 ni como fiadora pague.
Murió por imitación,
y para que no se hallase
señal alguna en el Hijo,
que no tuviese la Madre.
Y para doblar sus triunfos:
porque es consecuencia grande
de morir tan generosa,
resucitar tan triunfante.
Estribillo
Viva, reine, triunfe y mande:
30 que quien a morir se atreve
y paga lo que no debe,
bien la Corona merece
que en sus sienes se ennoblece;
y le es dos veces debida
por suya y por adquirida
con una hazaña tan grande.
¡Viva, reine, triunfe y mande!

VILLANCICO II

PUES LA IGLESIA, SEÑORES,
canta a María,
de fuerza ha de cantarle
la Letanía.
¡Oigan, óiganla todos con alegría,
que es de la Iglesia, aunque parece mía!
Coplas
De par en par se abre el Cielo
para que entre en él María,
porque a la Puerta del Cielo
10 puerta del Cielo reciba.
—Ianua Caeli. —Ora pro nobis.
El Sol, de sus bellos rayos
le da vestidura rica,
y las estrellas coronan
a la Estrella Matutina.
—Stella Matutina. —Ora pro nobis.
Su hermosura copia el Cielo
en superficies bruñidas,
sirviendo de espejo claro
20 al Espejo de justicia.
—Speculum iustitiae. —Ora pro nobis.
Todas las gloriosas almas
que tuvo la Ley antigua
se le postran, adorando
su naturaleza misma.
—Regina Patriarcharum. —Ora pro nobis.
También a sus pies postradas
las tres altas Jerarquías,
la reconocen Señora
30 de la celestial milicia.
—Regina Angelorum. —Ora pro nobis.
Cuantos Bienaventurados
la eterna mansión habitan
del Empíreo, en fin, gozosos,
por su Reina la apellidan.
—Regina Sanctorum Omnium. —Ora pro nobis.

VILLANCICO III

Estribillo
¡ÉSTA ES LA JUSTICIA, OIGAN EL PREGÓN,
que manda hacer el Rey nuestro Señor
en su Madre intacta,
porque cumplió
su voluntad con toda perfección!
¡Oigan el pregón, oigan el pregón!
Coplas
Triunfante Señora,
ya que tu Asunción
se sube de punto,
10 quiero alzar la voz.
¡Oigan el pregón!
Manda el Rey Supremo,
que, porque vivió
María sin culpa,
pára sin dolor.
¡Oigan el pregón!
Vivió Inmaculada;
y así, fue razón
que muera María
20 conforme vivió.
¡Oigan el pregón!
Mérito es su muerte,
y no obligación:
pues pagó el tributo
que nunca debió.
¡Oigan el pregón!
A la misma muerte
con la suya honró,
porque hasta la muerte
30 goce su favor.
¡Oigan el pregón!
Por otro motivo,
que todos, murió:
no de hija de Adán,
de Madre de Dios.
¡Oigan el pregón!
Por aquellas causas
el Señor mandó,
que goce la Gloria,
40 pues la mereció.
¡Oigan el pregón!

SEGUNDO NOCTURNO

VILLANCICO IV

Estribillo
LAS FLORES Y LAS ESTRELLAS
tuvieron una cuestión.
¡Oh, qué discretas que son,
unas con voz de centellas
y otras con gritos de olores!
Óiganlas reñir, señores,
que ya dicen sus querellas:
(1 Voz).—¡Aquí de las Estrellas!
(2 Voz).—¡Aquí de las Flores!
10 (Tropa).—¡Aquí de las Estrellas,
aquí de las Flores!
Coplas
—Las Estrellas, es patente
que María las honró;
tanto, que las adornó
con sus ojos y su frente.
Luego es claro y evidente
que éstas fueron las más bellas.
(Coro).—¡Aquí de las Estrellas!
—¿Qué flor en María no fue
20 de las Estrellas agravios,
desde el Clavel de los labios
a la Azucena del pie?
Luego más claro se ve
que éstas fueron las mejores.
(Coro).—¡ Aquí de las Flores!
—En su vida milagrosa,
la Inmaculada Doncella
fue intacta como la Estrella,
no frágil como la Rosa.
30 Luego es presunción ociosa
querer preceder aquéllas.
(Coro).—¡Aquí de las Estrellas!
—Su fragancia peregrina,
más propia la simboliza
la Rosa que aromatiza,
que la Estrella que ilumina.
Luego a ser Rosa se inclina,
mejor que a dar resplandores.
(Coro 2).—¡Aquí de las Flores!
40 —Por lo más digno eligió
de lo que se coronó,
y es su corona centellas.
(Coro 1).—¡Aquí de las Estrellas!
—Lo más hermoso y lucido
es su ropaje florido,
y lo componen colores.
(Coro 2).—¡Aquí de las Flores!
—Estrellas sube a pisar,
y en ellas quiere reinar,
50 coronándolas sus huellas.
(Coro 1).—¡Aquí de las Estrellas!
—Entre Flores adquirió
esa gloria que alcanzó;
luego éstas son superiores.
(Coro 2).—¡Aquí de las Flores!
(1 voz).—¡Fulmínense las centellas!
(Coro 1).—¡Aquí de las Estrellas!
(2 voz).—Dispárense los ardores!
(Coro 2).—¡Aquí de las Flores!
60 (1 voz).—¡Aquí, aquí de las querellas!
(2 voz).—¡Aquí, aquí de los clamores!
(1 voz).—¡Batalla contra las Flores!
(2 voz).—¡Guerra contra las Estrellas!
(Coro 1).—¡Batalla contra las Flores!
(Coro 2).—¡Guerra contra las Estrellas!

VILLANCICO V

Coplas
A LA QUE TRIUNFANTE,
bella Emperatriz,
huella de los aires
la región feliz;
a la que ilumina
su vago confín,
de arreboles de oro,
nácar y carmín;
a cuyo pie hermoso
10 espera servir
el trono estrellado
en campo turquí;
a la que confiesa,
cien mil veces mil,
por Señora el Ángel,
Reina el Serafín;
cuyo pelo airoso,
que prende sutil
en garzotas de oro
20 banderas de Ofir,
proceloso y crespo
se atreve a invadir,
con golfos de Tíbar,
reinos de marfil;
de quien aprendió
el Sol a lucir,
la Estrella a brillar,
la Aurora a reír,
cantemos la gala,
30 diciendo, al subir:
¡Pues vivió sin mancha,
que viva sin fin!
Estribillo
Y pidamos, a una voz,
que ampare al pobre redil:
pues aunque no hay más que ver,
siempre queda qué pedir.

VILLANCICO VI

Coplas
A LAS EXCELSAS IMPERIALES PLANTAS
de la triunfante poderosa Reina
que corona de Estrellas sus dos sienes
y sus dos pies coronan las Estrellas;
a la que, de laureles adornada
y tremolando victoriosas señas,
caudal Águila vuela a las alturas,
fragante Vara sube a las esferas;
a la que en giros rápidos de luces,
10 si del que la hospedó valle se ausenta,
cuanto con la presencia más se aparta,
tanto con la piedad en él se queda;
a la que se abatió hasta ser Esclava
por merecer el título de Reina,
zanjando, en los cimientos de humildades
los edificios de mayor alteza;
a Aquella que, aunque se confiesa Esclava,
se excluye de la culpa, pues expresa
el soberano Dueño a quien se humilla,
20 porque sólo de Dios serlo pudiera,
celebremos alegres, pues hoy logra
del Aquilón en la mansión suprema,
gozar por su humildad el Trono Empíreo
que pretendió Luzbel con su soberbia.
Estribillo
Y cantemos humildes
con voces tiernas,
que el ir la Reina hermosa
a la Gloria eterna,
¡sea norabuena!
30 —El gozar triunfante
la Silla suprema,
¡Norabuena sea!
—Pues en la que sube
lo ha de ser por fuerza,
—¡Sea norabuena!
¡Norabuena sea!

TERCERO NOCTURNO

VILLANCICO VII

Cabeza
FUE LA ASUNCIÓN DE MARÍA
de tan general contento,
que uno con otro elemento
la festejan a porfía.
Y haciendo dulce armonía,
el Agua a la Tierra enlaza,
el Aire a la Mar abraza,
y el Fuego circunda el Viento.
¡Ay qué contento,
10 que sube al Cielo María!
¡Ay qué alegría,
ay qué contento,
ay qué alegría!
Coplas
(Entre Dos, y responde la Tropa.)
  1. —En dulce desasosiego,
por salva a sus Pies Reales,
dispara el Agua cristales,
y tira bombas el Fuego;
caja hace la Tierra, y luego
forma clarines el Viento.
20
  1. —¡Ay qué contento!
  1. —Al subir la Reina hermosa,
cubierta de grana fina
descuella la Clavellina,
y rompe el botón la Rosa;
la Azucena melindrosa
da al aire el ámbar que cría.
  1. —¡Ay qué alegría!
  1. —Las Aves con picos de oro
saludan mejor Aurora,
30 y una y otra voz sonora
sale de uno y otro coro,
cuyo acento no es, sonoro,
de humano, imitado, acento.
  1. —¡Ay qué contento!
  1. —Pues ¿cómo serán aquellas
fiestas, donde asisten graves
Ángeles en lugar de Aves,
y en vez de Rosas, Estrellas,
a quien sus hermosas huellas
40 han de pisar este día?
  1. —¡Ay qué alegría!
  1. —¡Que nuestra Naturaleza
al Solio de más grandeza
suba sobre el firmamento!
  1. —¡Ay qué contento!
  1. —¡Que por gracia y hermosura,
pueda una pura Criatura
gozar tanta Monarquía!
  1. —¡Ay qué alegría!
50
  1. —Gócela siglos sin cuento.
  1. —¡Ay qué contento!
  1. —Pues la mereció María.
  1. —¡Ay qué alegría!
¡Ay qué alegría! ¡Ay qué contento!

VILLANCICO VIII.—ENSALADA

(En tono de Jácara la Introducción, a dos voces.)
1.—YO PERDÍ EL PAPEL, SEÑORES,
que a estudiar me dio el Maestro
de esta fiesta, porque yo
siempre la música pierdo.
2.—Pues no os dé ningún cuidado,
que otras cosas cantaremos;
que el punto propio es cantar,
aunque no es el punto mesmo.
  1. —¿Pues qué podemos decir?
10
  1. —Lo que dictare el cerebro,
cualquier cosa, y Dios delante,
pues delante lo tenemos.
Y haremos, una Ensalada
de algunos picados versos,
más salada que una hueva
y más fresca que el invierno.
  1. —Vaya, pues, y empiece usted.
  1. —En nombre de Dios, comienzo.
Érase aquel valentón
20 que a Malco cortó en el Huerto
la oreja.
  1. —¡Cuerpo de tal!,
¿ahora sale con San Pedro,
que es día de la Asunción?
  1. —¿Pues que viene a importar eso?
Al Tránsito de la Virgen,
donde todos concurrieron
los Apóstoles, ¿no estuvo
entre todos asistiendo,
más presente que un regalo?
30 ¿Pues qué importa que cantemos:
érase San Pedro, cuando
la Virgen se subió al Cielo?
  1. —Nada importa; pero yo
quiero cantar, si me acuerdo,
una Letrilla en latín,
y que vendrá bien sospecho,
por un tono del Retiro:
con que vendrá a ser acierto,
pues se retira María,
40 que del Retiro cantemos.
  1. —Vaya, pues, y no sea largo.
  1. —No soy liberal de versos.
Coplas
O Domina Speciosa,
o Virgo praedicanda,
o Mater veneranda,
o Genitrix gloriosa,
o Dominatrix orbis generosa!
Maerorem abstulisti
Mundi, quem honorasti;
50 Aspidem superasti,
Genitorem genuisti:
ideoque omnium Regina dicta fuisti.
Monilibus ornata
Regia cum maiestate,
et mira varietate
virtutum coronata,
super omnes es Caelos exaltata.
Supplices te exoramus
ut preces nostras audias
60 miserrimosque exaudias;
te, Domina, rogamus,
et ad Matrem mitissimam clamamus.
Prosigue la Introducción
  1. —Bueno está el Latín; mas yo
de la Ensalada, os prometo
que lo que es deste bocado,
lo que soy yo, ayuno quedo.
Y para darme un hartazgo,
como un Negro camotero
quiero cantar, que al fin es
70 cosa que gusto y entiendo;
pero que han de ayudar todos.
  1. —Todos os lo prometemos.
  1. —Pues a la mano de Dios,
y transfórmome en Guineo.

NEGRO

—¡Oh Santa María,
que a Dioso parió,
sin haber comadre
ni tené doló!
—¡Rorro, rorro, rorro,
80 rorro, rorro, ro!
¡Qué cuaja, qué cuaja, qué cuaja,
qué cuaja te doy.
—Espela, aún no suba,
que tu negro Antón
te guarra cuajala
branca como Sol.
—¡Rorro, rorro, ro! &
—Garvanza salara
tostada ri doy,
que compló Cristina
90 máse de un tostón.
—¡Rorro, rorro, ro! &
—Camotita linda,
fresca requesón,
que a tus manos beya
parece el coló.
—¡Rorro, rorro, ro! &
—Mas ya que te va,
ruégale a mi Dios
que nos saque lible
de aquesta plisión.
—¡Rorro, rorro, ro! &
—Y que aquí vivamo
100 con tu bendició,
hasta que Dios quiera
que vamos con Dios.
—¡Rorro, rorro, ro! &
Prosigue la Introducción
  1. —Pues que todos han cantado,
yo de campiña me cierro:
que es decir, que de Vizcaya
me revisto. ¡Dicho y hecho!
Nadie el Vascuence murmure,
que juras a Dios eterno
que aquésta es la misma lengua
110 cortada de mis Abuelos.

VIZCAÍNO

Señora Andre María,
¿por qué a los Cielos te vas
y en tu casa Aranzazú
no quieres estar?
¡Ay, que se va Galdunái,
nere Bizi, guzico Galdunái!
Juras a Dios, Virgen pura,
de aquí no te has de apartar;
que convenga, no convenga,
120 has de quedar.
¡Galdunái, ay, que se va,
nere Bizi, guzico Galdunái!
Aquí en Vizcaya te quedas:
no te vas, nere Biotzá;
y si te vas, vamos todos,
¡ba goaz!
Galdunái, &.
Guatzen, Galanta, contigo;
guatzen, nere Lastaná:
que al Cielo toda Vizcaya
130 has de entrar.
Galdunái, &.

Villancicos 6 Sor Juana

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SAN PEDRO APÓSTOL, 1683

Villancicos que se cantaron en la S. I. Catedral de Méjico, en los Maitines del gloriosísimo Príncipe de la Iglesia, el Señor San Pedro, año de 1683, en que se imprimieron.

PRIMERO NOCTURNO

VILLANCICO I

EXAMINAR DE PRELADO
a Pedro, Jesús procura,
para que el mérito ostente
antes que a la Silla suba.
Si sabe quién dicen que es,
es la primera pregunta:
que es, para juzgar, prudencia,
saber lo que todos juzgan.
Lo segundo, su sentir,
10 para que por él se induzca
si hace dictamen estable
entre tantas conjeturas.
De estos puntos sabe bien;
pero, porque no presuma
que el acierto de uno es
regla que a todos ajusta,
le permite que le niegue,
para que más se confunda:
que para una perfección,
20 le examina en una culpa.
Llora, y vuélvele a su gracia:
para que en ambas fortunas,
ni pecador desconfíe,
ni Santo de sí presuma.
Estribillo
¡Éste sí que es Examen,
en quien ayudan
al mérito presente
pasadas culpas!

VILLANCICO II

TAN SIN NÚMERO, DE PEDRO
son las maravillas altas,
que aunque todas son sabidas,
nunca son todas contadas.
Que tuvo Santidad mucha
se sabe, pero no cuánta;
y saberla y no entenderla,
es lo mismo que ignorarla.
Que es Cabeza de la Iglesia,
10 la misma Iglesia lo canta;
pero no saben los miembros
lo que la Cabeza alcanza.
Sabemos que es el Clavero
de todo el Divino Alcázar,
y como no se ve el Reino,
no se sabe lo que manda.
Como hay potestad suprema
en sus Llaves soberanas,
pueden siempre obedecerla,
20 pero nunca mensurarla.
En fin, su graduación tanto
de todo discurso pasa,
que es el mejor aplaudirla
el no saber ponderarla.
Estribillo
¡Vengan a aplaudir, vengan
todas las almas,
en virtudes sabidas,
las ignoradas,
de un tan gran Santo,
30 que la Fe solamente
puede alcanzarlo!

VILLANCICO III

PARA CANTAR CON DECORO
las maravillas que caben
de Pedro en el gran Tesoro,
todos dirán lo que saben,
y yo sólo lo que ignoro.
Porque copiar perfecciones,
imposibles de pintarlas,
con tan errados borrones,
si alguno puede expresarlas,
10 será sólo en negaciones.
La Nobleza, en quien empieza
del mundo el primero grado,
no tuvo para él Alteza,
y entró en el Apostolado
porque no tuvo Nobleza.
No de ser Rico blasona,
que es lo que todo lo abarca;
y es mérito que se abona
tanto, el dejar una Barca,
20 como hollar una Corona.
Solo entre todos negó
a su Maestro sagrado;
mas de manera lloró,
que con su llanto bañado,
más limpio que antes quedó.
Y en fin, lo que causa el llanto
es que hasta el Solio mayor
a que se levantó tanto,
haber sido pecador
30 le sirvió como el ser Santo.
Estribillo
¡Serafines alados
alegres canten
las grandezas de Pedro,
pues ellos saben
con Angélicas voces
sólo alabarle;
que acá, nosotros,
lo que no fué, alabarle
podemos sólo!

SEGUNDO NOCTURNO

VILLANCICO IV

CLARO PASTOR DIVINO,
que humildemente grave,
quien humilde te mira,
Soberano te aplaude;
angular Fundamento,
en cuyo eterno jaspe
asientan de la Iglesia
los muros de diamante;
Piedra herida a los golpes
10 del dolor penetrante,
desatando tu yelo
en dos puros raudales;
Pescador tan dichoso,
que en un punto te hallaste,
de dueño de una barca,
Piloto de una Nave;
soberano Clavero
de aquellas sacras Llaves,
que al pecado las cierras
20 y a la virtud las abres:
pues tu Sacro Maestro
dispuso, por honrarte,
que sin tu pasaporte
ninguno al Cielo pase,
Estribillo
¡duélete de nosotros,
Pastor amante;
y al ganadillo errante,
haz que pase ligero
de los pastos humanos
30 a los eternos!

VILLANCICO V

¡OH PASTOR, QUE HAS PERDIDO
al que tu pecho adora!
Llora, llora:
y deja, dolorido,
en lágrimas deshecho
el rostro, el corazón, el alma, el pecho.
Si el arrepentimiento
tu corazón oprime,
gime, gime:
10 lastime tu lamento
y doloroso anhelo
a la tierra, a la mar, al aire, al Cielo.
Si de suerte mejoras,
las lágrimas te valgan;
salgan, salgan
todas las que atesoras:
aneguen tus pesares
los ríos, los arroyos, fuentes, mares.
Y pues tu pena rara
20 lágrimas sólo borran,
corran, corran:
y dejen en tu cara
y en todas tus facciones,
señales, rayas, surcos, impresiones.
Y si a dar tiernas voces
el mal te necesita,
grita, grita:
y tus penas atroces
oigan, y tus querellas,
30 los luceros, el sol, luna y estrellas.
El curso ya empezado
tus lágrimas no acaben:
laven, laven
la mancha del pecado,
hasta que estés glorioso,
limpio, resplandeciente, puro, hermoso.
Estribillo
Llora, llora, mi Pedro,
que aquese llanto,
más que diez mil tesoros
40 es estimado.
Llora: que aquesa flaqueza
tiene grande fortaleza,
pues al Cielo ha conquistado.
¡Llora, llora, mi Pedro,
que aquese llanto,
más que diez mil tesoros
es estimado!

VILLANCICO VI

PESCADOR AMANTE,
que, por tu Maestro,
dejando tus redes,
dejas tu sustento:
cuyas redes son
cadenas de hierro
a tanto nadante
libre prisionero;
tú, que a aquese horrible
10 Monstruo verdinegro,
con una barquilla
le pisas el cuello,
espera, aún no vayas,
no dejes tan presto,
a los peces libres,
al mar con sosiego.
Pero si mejoras
la suerte, midiendo
el seno anchuroso
20 de Mar más inmenso,
bien haces: acude
a mayor empeño,
y tu pesca sea
todo el Universo.
Estribillo
¡Barquero, barquero,
que te llevan las aguas los remos!

TERCERO NOCTURNO

VILLANCICO VII

HOY DE PEDRO SE CANTAN LAS GLORIAS,
al dulce, al doliente, al métrico son
de suspiros que forman conceptos,
de dolor que es lira, de llanto que es voz.
Desatado en raudales el pecho,
en fuentes perennes vierte el corazón,
e inundando en cristales sus penas,
anega con llanto lo que antes negó.
Ya no fía el dolor a la lengua,
10 porque teme que ella cometa traición,
y encubriendo las penas del pecho,
mudando las voces, trueque la intención.
Por perjura, a perpetuo silencio
la boca condena, que se perjuró;
y mejores testigos los ojos,
desmienten y lavan, a un tiempo, su error.
Finas perlas le bordan el pecho,
quedando más rico con la contrición:
cada pena, le alcanza una gloria;
20 cada lágrima, impetra un perdón.
Providencia Divina permite,
altamente sabia, que yerre el Pastor,
porque estudie en el propio delito
lecciones de ajena conmiseración.
Estribillo
¡Oíd su dolor,
templad su rigor,
decid a su Amor
que, si quiere que temple su llanto,
le ciegue los ojos, o alivie el dolor!

VILLANCICO VIII.—ENSALADILLA

Introducción
COMO ES DÍA DE VIGILIA
la víspera de San Pedro,
sólo con una Ensalada
hacer colación podemos.
No estará muy sazonada,
porque por venirme presto
a los Maitines, no pude
echarle mucho aderezo.
Y hétele, que entro en la Iglesia
10 y lo primero que encuentro
es un Seis, que no es más que uno,
y uno que vale por ciento:
que, porque le dé la Iglesia
Capellanía a su tiempo,
por poner cuello en su voz,
esto cantó, voz en cuello.

SAN JUAN DE LIMA

En el mar se anega Pedro,
a donde salió a pescar.
¡Ay, que le llevan las olas!
20 ¡Ay, Dios! ¿Si lo volverán?
Nadie tema que se anegue
por borrascoso que está,
porque ya toda la tierra
sabe que es hombre a la mar.
Los peces, huyendo de él,
todo se les va en nadar:
mas juzgo que de sus redes
nadie se podrá escapar.
Atar y desatar sabe
30 con primor tan singular,
que Dios nos libre de que él
no nos quiera desatar.
Prosigue la Introducción
Otro, viendo que la voz
del que cantaba, aplaudían,
quiso alentarse, apretado
del verdugo de la envidia.
Y por no saber un tono,
quiso hacer con bizarría
plaza, con un Cardador
40 que deprendió en una esquina.

CARDADOR

A San Pedro canto,
tengan atención,
porque es de la carda,
por el Cardador.
Ninguno se admire,
puesto que es Pastor,
que carde la lana
el que la esquilmó.
Tan hecho a ello estaba,
50 que a cierto garzón
le quitó una oreja
en vez de vellón.
Pensó quedar rico
en una prisión;
y yendo por lana,
sin ella volvió.
Prosigue la Introducción
Viendo aquesto, otro mayor,
que ya algún latín sabía
y que al Arte de Montano
60 enlazaba el de Nebrija,
hizo con sencilla voz
una pregunta latina,
a que le respondió el Coro
en lenguas de su armonía.
Coplas
—Quare lachrymosum,
rogo, video, et flentem,
illum qui Caelorum
Claves potens tenet?
—Quia sapit amare,
70 coepit amare flere.
—Quare ille, cui Christus
osculavit pedes,
maculas peccati
lachrymis absterget?
—Quia sapit amare,
coepit amare flere.
—Quare maestum video,
quem vidi potentem
et fortem, in Horto,
80 turbis se praebere?
—Quia sapit amare,
coepit amare flere.
—Quare ille qui dixit:
Nam, si me oportuerit
mori tecum, moriar,
antequam te negem?
—Quia sapit amare,
coepit amare flere.

Garcilaso Sonetos

233

SONETOS

I

Cuando me paro a contemplar mi estado,

y a ver los pasos por do me ha traído,

hallo, según por do anduve perdido,

que a mayor mal pudiera haber llegado;

mas cuando del camino estó olvidado

a tanto mal no sé por dó he venido;

se que me acabo, y mas he yo sentido

ver acabar conmigo mi cuidado.

Yo acabare, que me entregue sin arte

a quien sabrá perderme y acabarme

si ella quisiere, y aun sabrá querello;

que pues mi voluntad puede matarme

la suya, que 10 estando de mi parte,

pudiendo, ¿qué hará sino hacello?

II

En fin, a vuestras manos he venido,

do sé que he de morir tan apretado,

que aun aliviar con quejas mi cuidado,

como remedio, me es ya defendido.

Mi vida no sé en qué se ha sostenido,

si no es en haber sido yo guardado

para que sólo en mi fuese probado

cuánto corta una espada en un rendido.

Mis lágrimas han sido derramadas

donde la sequedad y la aspereza

dieron mal fruto dellas y mi suerte.

Basten las que por vos tengo lloradas.

No os venguéis más de mí con mi flaqueza;

allá os vengad, señora, con mi muerte.

III

La mar en medio y tierras he dejado

de cuanto bien, cuitado, yo tenía;

yéndome alejando cada día,

gentes, costumbres, lenguas he pasado.

Ya de volver estoy desconfiado;

pienso remedios en mi fantasía,

y el que más cierto espero es aquel día

que acabará la vida y el cuidado.

De cualquier mal pudiera socorrerme

con veros yo, señora, o esperallo,

si esperallo pudiera sin perdello.

Mas de no veros ya para valerme,

si no es morir, ningún remedio hallo;

y si esto lo es, tampoco podré habello.

IV

Un rato se levanta mi esperanza.

Tan cansada de haberse levantado

torna a caer, que deja, mal mi grado,

libre el lugar a la desconfianza.

¿Quién sufrirá tan áspera mudanza

del bien al mal? ¡Oh, corazón cansado!

esfuerza en la miseria de tu estado,

que tras fortuna suele haber bonanza.

Yo mismo emprenderé a fuerza de brazos

romper un monte, que otro no rompiera,

de mil inconvenientes muy espeso.

Muerte, prisión no pueden, ni embarazos,

quitarme de Ir a veros, como quiera,

desnudo espirtu o hombre en carne y hueso.

V

Escrito está en mi alma vuestro gesto,

y cuanto yo escrebir de vos deseo;

vos sola lo escrebistes, yo lo leo

tan solo, que aunque de vos me guardo en esto.

En esto estoy y estaré siempre puesto;

que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,

de tanto bien lo que no entiendo creo,

tomando ya la fe por presupuesto.

Yo no nací sino para quereros;

mi alma os ha cortado a su medida;

por hábito del alma misma os quiero.

Cuanto tengo confieso yo deberos;

por vos nací, por vos tengo la vida,

por vos he de morir y por vos muero.

VI

Por ásperos caminos he llegado

a parte que de miedo no me muevo;

y si a mudarme o dar un paso pruebo,

allí por los cabellos soy tornado.

Mas tal estoy, que con la muerte al lado

busco de mi vivir consejo nuevo;

y conozco el mejor y el peor apruebo,

o por costumbre mala o por mi hado.

Por otra parte, el breve tiempo mío,

y el errado proceso de mis años,

en su primer principio y en su medio,

mi inclinación, con quien ya no porfío,

la cierta muerte, fin de tantos daños,

me hacen descuidar de mi remedio.

VII

No pierda más quien ha tanto perdido;

bástete, amor, lo que ha por mí pasado;

válgame agora haber jamás probado

a defenderme de lo que has querido.

Tu templo y sus paredes he vestido

de mis mojadas ropas, y adornado,

como acontece a quien ha ya escapado

libre de la tormenta en que se vido.

Yo había jurado nunca más meterme,

a poder mío y a mi consentimiento,

en otro tal peligro, como vano.

Mas del que viene no podré valerme;

y en esto no voy contra el juramento;

que no es como los otros ni en mi mano.

VIII

De aquella vista pura y ecelente

salen espirtus vivos y encendidos,

y siendo por mis ojos recebidos,

me pasan hasta donde el mal se siente.

Encuéntranse al camino fácilmente,

con los míos, que de tal calor movidos

salen fuera de mí como perdidos,

llamados de aquel bien que está presente.

Ausente, en la memoria la imagino;

mis espirtus, pensando que la vían,

se mueven y se encienden sin medida;

mas no hallando fácil el camino,

que los suyos entrando derretían,

revientan por salir do no hay salida.

IX

Señora mía, si de vos estoy ausente

en esta vida turo y no me muero,

paréceme que ofendo a lo que os quiero,

y al bien de que gozaba en ser presente

Tras éste, luego siento otro acidente,

que es ver que si de vida desespero,

yo pierdo cuanto bien de vos espero,

y así ando en lo que siento diferente.

En esta diferencia mis sentidos

están en vuestra ausencia y en porfía.

No sé ya qué hacerme en mal tamaño.

Nunca entre sí los veo tan reñidos.

De tal arte pelean noche y día,

que sólo se conciertan en mi daño.

X

¡Oh dulces prendas, por mí mal halladas,

dulces y alegres, cuando Dios quería!

Juntas estáis en la memoria mía,

y con ella en mi muerte conjuradas.

¿Quién me dijera, cuando en las pasadas

horas en tanto bien por vos me vía,

que me habíades de ser en algún día

con tan grave dolor representadas?

Pues en un hora junto me llevastes

todo el bien que por términos me distes,

llevadme junto al mal que me dejastes.

Si no, sospecharé que me pusistes

en tantos bienes, porque deseastes

verme morir entre memorias tristes.

XI

Hermosas ninfas, que en el río metidas,

contentas habitáis en las moradas

de relucientes piedras fabricadas

y en colunas de vidrio sostenidas;

agora estáis labrando embebecidas,

o tejiendo las telas delicadas;

agora unas con otras apartadas,

contándoos los amores y las vidas;

dejad un rato la labor, alzando

vuestras rubias cabezas a mirarme,

y no os detendréis mucho según ando;

que o no podréis de lástima escucharme,

o convertido en agua aquí llorando,

podréis allá de espacio consolarme.

XII

Si para refrenar este deseo

loco, imposible, vano, temeroso,

y guarecer de un mal tan peligroso,

que es darme a entender yo lo que no creo,

no me aprovecha verme cual me veo,

o muy aventurado o muy medroso,

en tanta confusión, que nunca oso

fiar el mal de mí que lo poseo,

¿qué me ha de aprovechar ver la pintura

de aquel que con las alas derretidas

cayendo, fama y nombre al mar ha dado,

y la del que su fuego y su locura

llora entre aquellas plantas conocidas,

apenas en el agua resfriado?

XIII

A Dafne ya los brazos le crecían,

y en luengos ramos vueltos se mostraban;

en verdes hojas vi que se tornaban

los cabellos que al oro escurecían.

De áspera corteza se cubrían

los tiernos miembros, que aún bullendo estaban;

los blancos pies en tierra se hincaban;

y en torcidas raíces se volvían.

Aquel que fué la causa de tal daño,

a fuerza de llorar, crecer hacía

el árbol que con lágrimas regaba.

¡Oh miserable estado, oh mal tamaño!

¡Que con lloralla cresca cada día

la causa y la razón por que lloraba!

XIV

Como la tierna madre que el doliente

hijo le está con lágrimas pidiendo

alguna cosa, de la cual comiendo,

sabe que ha de doblarse el mal que siente,

y aquel piadoso amor no le consiente

que considere el daño que haciendo

lo que le pide hace, va corriendo,

y dobla el mal, y aplaca el acidente,

así a mi enfermo y loco pensamiento,

que en su daño os me pide, yo querría

quitar este moral mantenimiento.

Mas pídemelo, y llora cada día

tanto, que cuanto quiere le consiento,

olvidando su muerte y aun la mía.

XV

Si quejas y lamentos pueden tanto,

que el curso refrenaron de los ríos,

y en los diversos montes y sombríos

los árboles movieron con su canto;

si convirtieron a escuchar su llanto

las fieras tigres y peñascos fríos;

si, en fin, con menos casos que los míos

bajaron a los reinos del espanto,

¿por qué no ablandará mi trabajosa

vida, en miseria y lágrimas pasadas,

un corazón conmigo endurecido?

Con más piedad debría ser escuchada

la voz del que se llora por perdido

que la del que perdió y llora otra cosa.

XVI

No las francesas armas odïosas,

ni contra puestas del airado pecho,

ni en los guardados muros con pertrecho

los tiros y saetas ponzoñosas;

no las escaramuzas peligrosas,

ni aquel fiero ruido contrahecho

de aquel que para Júpiter fué hecho

por manos de Vulcano artificiosas,

pudieron, aunque más yo me ofrecía

a los peligros de la dura guerra,

quitar una hora sola de mi hado.

Mas infición de aire en solo un día

me quitó al mundo, y me ha en ti sepultado,

Parténope, tan lejos de mi tierra.

XVII

Pensando que el camino iba derecho,

vine a parar en tanta desventura,

que Imaginar no puedo, aun con locura,

algo de que esté un rato satisfecho.

El ancho campo me parece estrecho;

la noche clara para mí es escura;

la dulce compañía, amarga y dura,

y duro campo de batalla el lecho.

Del sueño, si hay alguno, aquella parte

sola que es ser imagen de la muerte

se aviene con el alma fatigada.

En fin, que como quiera, estoy de arte,

que juzgo ya por hora menos fuerte,

aunque en ella me vi, la que es pasada.

XVIII

Si a vuestra voluntad yo soy de cera,

y por sol tengo sólo vuestra vista,

la cual a quien no inflama o no conquista

con su mirar, es de sentido fuera;

de do viene una cosa, que si fuera

menos veces de mi probada y vista,

según parece que a razón resista,

a mi sentido mismo no creyera,

y es, que yo soy de lejos inflamado

de vuestra ardiente vista, y encendido

tanto, que en vida me sostengo apenas.

Mas si de cerca soy acometido

de vuestros ojos, luego siento, helado,

cuajárseme la sangre por las venas.

XIX

Julio, después que me partí llorando

de quien jamás mi pensamiento parte,

y dejé de mi alma aquella parte

que al cuerpo vida y fuerza estaba dando,

de mi bien a mí mismo voy tomando

estrecha cuenta, y siento de tal arte

faltarme todo el bien, que temo en parte

que ha de faltarme el aire sospirando;

y con este temor, mi lengua prueba

a razonar con vos ¡oh dulce amigo!

del amarga memoria de aquel día

en que yo comencé como testigo

a poder dar del alma vuestra nueva,

y a sabella de vos del alma mía.

XX

Con tal fuerza y vigor son concertados

para mi perdición los duros vientos,

que cortaron mis tiernos pensamientos

luego que sobre mí fueron mostrados.

El mal es que me quedan los cuidados

en salvo destos acontecimientos,

que son duros, y tienen fundamentos

en todos mis sentidos bien echados.

Aunque por otra parte no me duelo,

ya que el bien me dejó con su partida,

del grave mal que en mí está de contino;

antes con él me abrazo y me consuelo;

porque en proceso de tan dura vida

atajaré la guerra del camino.

XXI

Clarísimo Marqués, en quien derrama

el cielo cuanto bien conoce el mundo;

si al gran valor en que el sujeto fundo,

y al claro resplandor de vuestra llama

arribaré mi pluma, y do la llama

la voz de vuestra nombre alto y profundo,

seréis vos solo eterno y sin segundo,

y por vos inmortal quien tanto os ama.

Cuanto del largo cielo se desea,

cuanto sobre la tierra se procura,

todo se halla en vos de parte en parte;

y, en fin, de sólo vos formó natura

una estraña y no vista al mundo idea,

y hizo igual al pensamiento el arte.

XXII

Con ansia estrema de mirar qué tiene

vuestro pecho escondido allá en su centro,

y ver si a lo de fuera lo de dentro

en apariencia y ser igual conviene,

en él puse la vista; mas detiene

de vuestra hermosura el duro encuentro

mis ojos, y no pasan tan adentro,

que miren lo que el alma en si contiene.

Y así, se quedan tristes en la puerta

hecha por mi dolor, con esa mano,

que aun a su mismo pecho no perdona;

donde vi claro mi esperanza muerta,

y el golpe que os hizo amor en vano

non esservi passato oltra la gonna.

XXIII

En tanto que de rosa y azucena

se muestra la color en vuestro gesto,

y que vuestro mirar ardiente, honesto,

enciende al corazón y lo refrena;

y en tanto que el cabello, que en la vena,

del oro se escogió, con vuelo presto,

por el hermoso cuello blanco, enhiesto,

el viento mueve, esparce y desordena;

coged de vuestra alegre primavera

el dulce fruto, antes que el tiempo airado

cubra de nieve la hermosa cumbre.

Marchitará la rosa el viento helado,

todo lo mudará la edad ligera,

por no hacer mudanza en su costumbre.

XIV

Ilustre honor del nombre de Cardona,

décima moradora de Parnaso,

a Tansilo, a Minturno, al culto Taso

sujeto noble de inmortal corona;

si en medio del camino no abandona

la fuerza y el espirtu a vuestro Laso,

por vos me llevará mi osado paso

a la cumbre difícil de Helicona.

Podré llevar entonces sin trabajo

con dulce son que el curso al agua enfrena,

por un camino hasta agora enjuto,

el patrio celebrado y rico Tajo,

que del valor de su luciente arena

a vuestro nombre pague el gran tributo.

XXV

¡Oh hado esecutivo en mis dolores,

cómo sentí tus leyes rigurosas!

Cortaste el árbol con manos dañosas,

y esparciste por tierra fruta y flores.

En poco espacio yacen mis amores

y toda la esperanza de mis cosas,

tornadas en cenizas desdeñosas,

y sordas a mis quejas y clamores.

Las lágrimas que en esta sepultura

se vierten hoy en día y se vertieron

recibe, aunque sin fruto allá te sean,

hasta que aquella eterna noche escura,

me cierre aquestos ojos que te vieron,

dejándome con otros que te vean.

XXVI

Echado está por tierra el fundamento

que mi vivir cansado sostenía.

¡Oh cuánto bien se acaba en solo un día!

¡Oh cuántas esperanzas lleva el viento!

¡Oh cuán ocioso está mi pensamiento

cuando se ocupa en bien de cosa mía!

A mi esperanza, así como a baldía,

mil veces la castiga mi tormento.

Las más veces me entrego, otras resisto

con tal furor, con una fuerza nueva,

que un monte puesto encima rompería.

Aqueste es el deseo que me lleva

a que desee tomar a ver un día

a quien fuera mejor nunca haber visto.

XXVII

Amor, amor, un hábito vestí,

el cual de nuestro paño fué cortado;

al vestir ancho fué mas apretado

y estrecho cuando estuvo sobre mí.

Después acá de lo que consentí,

tal arrepentimiento me ha tomado,

que pruebo alguna vez, de congojado,

a romper esto en que yo me metí.

Mas ¿quién podrá deste hábito librarse,

teniendo tan contraria su natura,

que con él ha venido a conformarse?

Si alguna parte queda por ventura

de mi razón, por mí no osa mostrarse,

que en tal contradición no está segura.

XXVIII

Boscán, vengado estáis, con mengua mía,

de mi rigor pasado y mi aspereza,

con que reheprenderos la terneza

de vuestro blando corazón solía.

Agora me castigo cada día

de tal salvatiquez y tal torpeza;

mas es a tiempo que de mi bajeza

correrme y castigarme bien podría.

Sabed que en mi perfecta edad y armado

con mis ojos abiertos me he rendido

al niño que sabéis, ciego y desnudo.

De tan hermoso fuego consumido

nunca fué corazón. Si preguntado

soy lo demás, en lo demás soy mudo.

XXIX

Pasando el mar Leandro el animoso,

con amoroso fuego todo ardiendo,

esforzó el viento, y fuese embraveciendo

el agua con un ímpetu furioso.

Vencido del trabajo presuroso,

contrastar a las ondas no pudiendo,

y más del bien que allí perdía muriendo,

que de su propia vida congojoso,

como pudo esforzó su voz cansada,

y a las ondas habló desta manera,

mas nunca fué la voz dellas oída:

—Ondas, pues no os escusa que yo muera,

dejadme allá llegar, y a la tornada

vuestro furor esecutá en mi vida.—

XXX

Sospechas, que en mi triste fantasía

puestas, hacéis la guerra a mi sentido,

volviendo y revolviendo el afligido

pecho, con dura mano, noche y día;

ya se acabó la resistencia mía

y la fuerza del alma; ya rendido

vencer de vos me dejo, arrepentido

de haberos contrastado en tal porfía.

Llevadme a aquel lugar tan espantable,

do por no ver la muerte allí esculpida,

cerrados hasta aquí tuve los ojos.

Las armas pongo ya, que concedida

no es tan larga defensa al miserable;

colgad en vuestro carro mis despojos.

XXXI

Dentro de mi alma fué de mí engendrado

un dulce amor, y de mi sentimiento

tan aprobado fué su nacimiento

como de un solo hijo deseado;

mas luego dél nació quien ha estragado

del todo el amoroso pensamiento;

que en áspero rigor y en gran tormento

los primeros deleites ha trocado.

¡Oh crudo nieto, que das vida al padre

y matas al abuelo! ¿por qué creces

tan disconforme a aquel de que has nacido?

¡Oh celoso temor! ¿a quién pareces?

¡Que la envidia, tu propia y fiera madre,

se espanta en ver el mostro que ha parido!

XXXII

Estoy continuo en lágrimas bañado,

rompiendo el aire siempre con sospiros;

y más me duele nunca osar deciros

que he llegado por vos a tal estado,

que viéndome do estoy y lo que he andado

por el camino estrecho de seguiros,

si me quiero tornar para huiros,

desmayo viendo atrás lo que he dejado;

si a subir pruebo, en la difícil cumbre,

a cada paso espántanme en la vía

ejemplos tristes de los que han caído.

Y sobre todo, fáltame la lumbre

de la esperanza, con que andar solía

por la escura región de vuestro olvido.

XXXIII

Mario, el ingrato amor, como testigo

de mi fe pura y de mi gran firmeza,

mostrando en mí su vil naturaleza,

que es hacer más ofensa al más amigo;

teniendo miedo que si escribo o digo

su condición, abajo su grandeza,

no bastando su fuerza a mi crueza,

ha esforzado la mano a mi enemigo.

Y así, en la parte que la diestra mano

gobierna, y en aquella que declara

el conceto del alma, fui herido.

Mas yo haré que aquesta ofensa, cara

le cueste al ofensor, que ya estoy sano,

libre, desesperado y ofendido.

XXXIV

Gracias al cielo doy que ya del cuello

del todo el grave yugo he sacudido,

y que del viento el mar embravecido

veré desde la tierra sin temello.

Veré colgada de un sutil cabello

la vida del amante embebecido

en su error, y en su engaño adormecido,

sordo a las voces que le avisan dello.

Alegrárame el mal de los mortales;

mas no es mi corazón tan inhumano

en aqueste mi error como parece,

porque yo huelgo, como huelga el sano,

no de ver a los otros en los males,

sino de ver que dellos él carece.

XXXV

Boscán, las armas y el furor de Marte,

que con su propia sangre el africano

suelo regando, hacen que el romano

imperio reverdesca en esta parte,

han reducido a la memoria el arte

y el antiguo valor italïano,

por cuya fuerza y valerosa mano

Africa se aterró de parte a parte.

Aquí donde el romano encendimiento,

donde el fuego y la llama licenciosa

sólo el nombre dejaron a Cartago,

vuelve y revuelve amor un pensamiento,

hiere y enciende el alma temerosa,

y en llanto y en ceniza me deshago.

XXXVI

A la entrada de un valle, en un desierto,

do nadie atravesaba ni se vía,

vi que con estrañeza un can hacía

estremos de dolor con desconcierto;

ahora suelta el llanto al cielo abierto,

ora va rastreando por la vía;

camina, vuelve, para, y todavía

quedaba desmayado como muerto.

Y fué que se apartó de su presencia

su amo, y no le hallaba, y esto siente;

mirad hasta dó llega el mal de ausencia.

Movióme a compasión ver su acidente;

díjele lastimado: “Ten paciencia,

que yo alcanzo razón, y estoy ausente.”

XXXVII

Mi lengua va por do el dolor la guía;

ya yo con mi dolor sin guía camino;

entrambos hemos de ir con puro tino;

cada uno va a parar do no quería;

yo, porque voy sin otra compañía,

sino la que me hace el desatino;

ella, porque la lleve aquel que vino

a hacella decir más que querría.

Y es para mí la ley tan desigual,

que aunque inocencia siempre en mí conoce

siempre yo pago el yerro ajeno y mío.

¿Qué culpa tengo yo del desvarío

de mi lengua, si estoy en tanto mal,

que el sufrimiento ya me desconoce?

XXXVIII

Siento el dolor menguarme poco a poco

no porque ser le sienta más sencillo,

mas fallece el sentir para sentillo,

después que de sentillo estoy tan loco.

Ni en sello pienso que en locura toco,

antes voy tan ufano con oíllo,

que no dejaré el sello y el sufrillo,

que si dejo de sello el seso apoco.

Todo me empece, el seso y la locura;

prívame éste de sí por ser tan mío;

mátame estotra por ser yo tan suyo.

Parecerá a la gente desvarío

preciarme deste mal, do me destruyo;

yo lo tengo por única ventura.