Romancero de Granada

calle Badanas

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ANTOLOGÍA DEL ROMANCERO FRONTERIZO

I.- Cerco y toma de ciudades

I. 1.- Baeza

Romance del cerco de Baeza1

Cercada tiene a Baeza – ese Audalla Mir

con ochenta mil peones, – caballeros cinco mil;

con él va ese traidor, – el traidor de Pero Gil.

Por la puerta de Bedmar – la empieza de combatir;

pone escalas al muro, – comiénzanle a conquerir.           5

Ganada tiene una torre, – no le pueden resistir,

cuando de la de Calonge – escuderos vi salir:

Ruy Fernández va delante, – aquese caudillo ardil,

arremete con Audalla, – comiénzale de herir,

cortado le ha la cabeza, – los demás dan a huir.             10

 

Romance del asalto a Baeza2

-Moricos, los mis moricos, – los que ganáis mi soldada,

derribédesme a Baeza, – esa ciudad torreada,

y los viejos y las viejas – los meted todos a espada,

y los mozos y las mozas – los traed en cabalgada,

y la hija de Pero Díaz – par ser mi enamorada                5

y a su hermana Leonor, – de quien sea acompañada.

Id vos, capitán Venegas, – porque venga más honrada,

porque, enviándoos a vos, – no recelo en la tornada

que recibiréis afrenta – ni cosa desaguisada.

I.2.- Antequera

 

Romance muy antiguo y viejo del moro alcaide de Antequera3

De Antequera sale un moro, – de Antequera aquesa villa,

cartas llevaba en su mano, – cartas de mensajería:

escritas iban con sangre – y no por falta de tinta.

El moro que ellas llevaba, – ciento y veinte años había;

ciento y veinte años el moro, – de doscientos parecía.                5

la barba llevaba blanca – muy larga hasta la cinta,

con la cabeza pelada, – la calva le relucía.

Toca llevaba tocada, – muy grande precio valía;

la mora que la labrara, – por su amiga la tenía.

Caballero en una yegua – que grande precio valía,                     10

no por falta de caballos, – que hartos él se tenía.

Alhareme en su cabeza – con borlas de seda fina;

siete celadas le echaron, – de todas se escabullía.

Por los campos de Archidona – a grandes voces decía:

-“Si supieses, el rey moro, – mi triste mensajería                        15

mesarías tus cabellos – y la tu barba vellida”.

Tales lástimas haciendo – llega a la puerta de Elvira;

vase por los palacios – donde el rey moro vivía.

Encontrado ha con el rey – que del Alhambra salía

con doscientos de a caballo, – los mejores que tenía.                 20

Ante el rey, cuando le halla, – tales palabras decía:

-“Mantenga Dios a tu alteza, – salve Dios tu señoría”.

-“Bien vengas, el moro viejo, – días ha que te atendía.

¿Qué nuevas me traes, el moro, – de Antequera esa mi villa?”

-“No te las diré, el buen rey, – si no me otorgas la vida.”            25

-“Dímelas, el moro viejo, – que otorgada te sería”.

-“Las nuevas que, rey, sabrás – no son nuevas de alegría,

que ese infante don Fernando – cercada tiene la villa;

muchos caballeros suyos – la combaten cada día,

aquese Juan de Velasco – y el que Enríquez se decía,                30

el de Rojas y Narváez, – caballeros de valía;

de día le dan combate, – de noche hacen la mina.

Los moros que estaban dentro – cueros de vaca comían.

Si no socorres el rey – tu villa se perdería”.

 

La mañana de San Juan4

La mañana de San Juan – al tiempo que alboreaba,

gran fiesta hacen los moros – por la vega de Granada.

revolviendo sus caballos – y jugando de las lanzas,

ricos pendones en ellas – bordados por sus amadas,

ricas marlotas vestidas – tejidas de oro y grana.                         5

El moro que amores tiene – señales dello mostraba

y el que no tenía amores – allí no escaramuzaba.

Las damas moras los miran – de las torres del Alhambra,

también se los mira el rey – de dentro del alcazaba.

Dando voces vino un moro – y mesándose la barba.                  10

Como antel rey fue llegado, – dijérale esta palabra:

– “Con tu licencia, señor, – te diré una nueva mala:

que ese infante don Fernando – tiene Antequera ganada.

Han muerto allí muchos moros, – yo soy quien mejor librara,

[cuatro] lanzadas trayo, – que el cuerpo todo me pasan”            15

Oyendo el rey esta nueva – la color se le mudara;

mandó tañer sus trompetas – y tocar todos al arma,

juntó dos mil de caballo – porque correrías haga.

En llegando en Alcalá, – que la Real se llamaba,

talando viñas y panes – unas escaramuzas traban.                      20

Fueron muchos los cristianos, – mas llevaron orden mala.

Los moros, que son de guerra, – dado les han mala carga.

Dellos matan, dellos prenden – y llevan gran cabalgada.

Con tal vitoria los moros – la vuelta dan de Granada.

Bien fue desto el rey contento – mas Antequera lloraba,             25

que lo que el Infante toma – siempre bien lo conservaba,

que la gente de Castilla – defiende muy bien la plaza.

Mandó hacer alarde luego – de la gente de Granada,

dentro de la gran ciudad – treinta mil moros juntara

y dioles por capitán – a Muley Guadalpujarra,                           30

que era moro de consejo – y bien escogida lanza,

el que mató a Pedro Hernández – y a Bocanegra ganara.

Éste hizo juramento – y sobre el alcorán jurara

de cobrar presto a Antequera – y aun a Córdoba la llana,

a prender a don Fernando o morir en la demanda,                     35

que hasta cumplir la jura – más no volviera a Granada

ni burlar más con doncellas – ni afeitar más la su barba.

 

I.3.- Álora

Romance de la conquista de Álora5

Álora la bien cercada, – tú que estás en par del río,

cercóte el adelantado – una mañana en domingo,

de peones y hombres de armas – el campo bien guarnecido;

con la gran artillería – hecho le habían un portillo.

Viérades moros y moras – todos huir al castillo:                         5

las moras llevaban la ropa, – los moros harina y trigo,

y las moras de quince años – llevaban el oro fino

y los moricos pequeños – llevaban la pasa e higo.

Por cima de la muralla – su pendón lleva tendido;

entre almena y almena – quedado se había un morico                 10

con una ballesta armada – y en ella puesto un cuadrillo.

En altas voces decía, – que la gente le había oído:

-“¡Treguas, treguas, adelantado, – por tuyo se da el castillo!”-

Alza la visera arriba – por ver el que tal dijo;

asestárale a la frente, – salido le ha al colodrillo.                         15

Sacólo Pablo de rienda, – y de mano Jacobillo,

estos dos que había criado – en su casa desde chicos;

lleváronle a los maestros – por ver si será guarido.

A las primeras palabras – el testamento les dijo.

 

 

 

I.4.- Alhama

Romance de la pérdida de Alhama6

Paseábase el rey moro – por la ciudad de Granada

desde la puerta de Elvira – hasta la de Bibarrambla

-¡Ay de mi Alhama!-

Cartas le fueron venidas – que Alhama era ganada.

Las cartas echó en el fuego, – y al mensajero matara.

-¡Ay de mi Alhama!-

Descabalga de una mula – y en un caballo cabalga;                    5

por el Zacatín arriba – subido se había al Alhambra.

-¡Ay de mi Alhama!-

Como en el Alhambra estuvo, – al mismo punto mandaba

que se toquen sus trompetas, – sus añafiles de plata.

-¡Ay de mi Alhama!-

Y que las cajas de guerra – apriesa toquen el arma,

porque lo oigan sus moros, – los de la vega y Granada.              10

-¡Ay de mi Alhama!-

Los moros, que el son oyeron – que al sangriento Marte llama,

uno a uno y dos a dos – juntado se ha gran batalla.

-¡Ay de mi Alhama!-

Allí habló un moro viejo, – de esta manera hablara:

– ¿Para qué nos llamas, rey? – ¿Para qué esta llamada?

-¡Ay de mi Alhama!-

– Habéis de saber, amigos, – una nueva desdichada:                  15

que cristianos de braveza – ya nos han ganado Alhama.

-¡Ay de mi Alhama!-

Allí habló un alfaquí – de barba crecida y cana:

– ¡Bien se te emplea buen rey, – buen rey bien se te empleara!

-¡Ay de mi Alhama!-

Mataste los Bencerrajes, – que eran la flor de Granada,

cogiste los tornadizos – de Córdoba la nombrada.                     20

-¡Ay de mi Alhama!-

Por eso mereces, rey, – una pena muy doblada:

que te pierdas tú y el reino, – y aquí se pierda Granada.

-¡Ay de mi Alhama!-

 

I.5.- Baza

Romance del cerco de Baza7

Sobre Baza estaba el rey, – lunes después de yantar.

Miraba las ricas tiendas – que estaban en su real,

miraba las huestes grandes – y miraba el arrabal,

miraba el adarve fuerte – que tenía la ciudad,

miraba las torres espesas, – que no las puede contar.                 5

Un moro tras una almena – comenzóle de hablar:

-“Vete, [vete], el rey Fernando, – no quieras aquí invernar,

que los fríos de esta tierra -no los podrás comportar.

Pan tenemos por diez años, – mil vacas para salar;

veinte mil moros hay dentro, – todos de armas tomar;                10

ochocientos de caballo – para el escaramuzar;

siete caudillos tenemos – tan buenos como Roldán,

y juramento tienen hecho – antes morir que se dar”.

 

II..- Correrías de frontera

 

II.1.-                                        Romance de Fernandarias

Buen alcaide ce Cañete, – mal consejo habéis tomado:

en correr a Setenil – hecho se había voluntario.

¡Harto hace el caballero – que guarda lo encomendado!

Pensasteis correr seguro – y celada os han armado.

Fernandarias Sayavedra, – vuestro padre os ha vengado,           5

que acuerda correr a Ronda, y a los suyos va hablando:

-“El mi hijo Fernandarias – muy mala cuenta me ha dado:

encomendéle a Cañete, – él muerto fuera en el campo.

Nunca quiso mi consejo, – siempre fue mozo liviano

que para alancear a un moro – perdiera cualquier estado.           10

Siempre esperé su muerte – en verle tan voluntario.

¡Mas hoy los moros de Ronda – conocerán que le amo!”-

A Gonzalo de Aguilar – en celada le han dejado.

Viniendo a vista de Ronda – los moros salen al campo;

Fernandarias dio una vuelta – con ardid muy concertado,           15

y Gonzalo de Aguilar – sale a ellos denodado,

blandeando la su lanza – iba diciendo: -”¡Santiago,

a ellos que no son nada! – ¡Hoy venguemos a Fernando!”-

Murió allí Juan Delgadillo – con hartos buenos cristianos.

Mas por las puertas de Ronda – los moros iban entrando;          20

veinticinco traía presos, – trescientos moros mataron.

Mas el buen viejo Fernandarias – no se tuvo por vengado.

 

 

II.-2.-                                      Romance de los caballeros de Moclín8

Caballeros de Moclín, – peones de Colomera

entrado había en acuerdo – en su aconsejada negra,

a los campos de Alcalá – donde irían hacer presa.

Allá la van a hacer – a esos molinos de Huelma:

derrocaban los molinos, – derramaban la cibera,                        5

prendían los molineros – cuantos hay en la ribera.

Ahí hablara un viejo – que era más discreto en guerra:

-“Para tanto caballero – chica cabalgada es ésta.

Soltemos un prisionero – que Alcalá lleve la nueva;

démosle tales heridas – que en llegando luego muera;                 10

cortémosle el brazo derecho – porque no nos haga guerra.”-

Por soltar un molinero – un mancebo se les sale,

que era nacido y criado – en jerez de la Frontera,

que corre más que un gamo – y salta más que una cierva;

por los campos de Alcalá – diciendo va: -“¡Afuera, afuera!        15

Caballeros de Alcalá, – no os alabaréis de aquesta,

que por una que hicisteis – y tan caro como cuesta,

que los moros de Moclín – corrido vos han la ribera,

robado vos han el campo, – llevado vos han la presa”.-

Oído lo ha don Pedro – por su desventura negra,                       20

cabalgara en su caballo – que le decían Bocanegra;

al salir de la ciudad – encontró con Sayavedra:

-“No vayades allá, hijo, – sí mi maldición os venga;

que si hoy fuera la suya – mañana será la nuestra”.

 

II.3.-                                          Romance de Sayavedra9

Río Verde, río Verde, – más negro vas que la tinta:

entre ti y sierra Bermeja – murió gran caballería,

mataron a Ordiales, – Sayavedra huyendo iba;

con el temor de los moros – en un jaral se metía;

Tres días ha con sus noches – que bocado no comía:                 5

aquejábale la sed – y la hambre que tenía.

Por buscar algún remedio – al camino se salía.

Visto lo habían los moros – que andan por la serranía;

los moros desque lo vieron – luego para él se venían.

Unos dicen: -“¡Muera, muera!”- Otros dicen: -“¡Viva, viva!”-    10

Tómanle entre todos ellos, – bien acompañado iba;

allá le van a presentar – al rey de la morería.

Desque el rey moro lo vido – bien oiréis lo que decía:

-“¿Quién es ese caballero – que ha escapado con vida?”-

-“Sayavedra es, señor, Sayavedra el de Sevilla,                         15

el que mataba tus moros – y tu gente destruía,

el que hacía cabalgadas – y se encerraba en su manida.”-

Allí hablara el rey moro, – bien oiréis lo que decía:

-“Dígasme tu, Sayavedra, – sí Alá te alargue la vida:

si en tu tierra me tuvieses – qué honra tú me harías.”-                 20

Allí habló Sayavedra, – de esta suerte le decía:

-“Yo te lo diré, señor, – nada no te mentiría:

si cristiano te tornases – grande honra te haría,

y si así no lo hicieses – muy bien te castigaría,

la cabeza de los hombros – luego te la cortaría.”-                       25

-“Calles, calles, Sayavedra, – cese tu malencolía.

Tórnate moro si quieres – y verás qué te daría:

darte he villas y castillos – y joyas de gran valía”.-

Gran pesar ha Sayavedra – de esto que oír decía;

con una voz rigurosa – de esta suerte respondía:                        30

-“Muera, muera Sayavedra:- la fe no renegaría,

que mientras vida tuviere – la fe yo defendería”.-

Allí hablara el rey moro – y de esta suerte decía:

-“Prendedlo, mis caballeros, – y de él me haced justicia.”-

Echó mano a su espada, – de todos se defendía,                        35

mas como era uno solo – allí hizo fin a su vida.

 

 

III.-                                          Romance de Abenámar10

-“¡Abenámar, Abenámar, – moro de la morería,

el día que tú naciste – grandes señales había!

Estaba la mar en calma, – la luna estaba crecida;

moro que en tal signo nace – no debe decir mentira.”-

Allí responde el moro, – bien oiréis lo que decía:                        5

-“No te la diré, señor, – aunque me cueste la vida,

porque soy hijo de un moro – y de una cristiana cautiva.

Siendo yo niño y muchacho – mi madre me lo decía

que mentira no dijese, – que era grande villanía;

por tanto pregunta, rey, – que la verdad te diría.”-                     10

-“Yo te agradezco, Abenámar, – aquesta tu cortesía:

¿Qué castillos son aquellos? – ¡Altos son y relucían!”-

-“El Alhambra era, señor, – y la otra la mezquita;

los otros los Alijares – labrados a maravilla.

El moro que los labraba – cien doblas ganaba al día,                  15

y el que no los labra – otras tantas se perdía.

El otro el Generalife, – huerta que par no tenía;

el otro Torres Bermejas, – castillo de gran valía.”-

Allí habló el rey don Juan, – bien oiréis lo que decía:

-“Si tú quisieses, Granada, – contigo me casaría;                        20

darte he yo en arras y dote – a Córdoba y a Sevilla.”-

-“Casada soy, rey don Juan, – casada soy, que no viuda;

el moro que a mí me tiene – muy grande bien me quería.”.

 

 

IV.- El ejército cristiano se aproxima a Granada11

Mensajeros le han entrado – al rey Chico de Granada;

entran por la puerta de Elvira – y paran en el Alhambra.

Ese primero que llega – Mahomad Zegrí se llama;

herido viene en el brazo – de una muy mala lanzada;

y así como llegó, – desta manera le habla,                                  5

con el rostro demudado, – de color muy fría y blanca:

-“Nuevas te traigo, señor, – y una mala embajada:

por ese fresco Genil – mucha gente viene armada,

sus banderas traen tendidas, – puestos a son de batalla,

un estandarte dorado – en aquel viene bordada                          10

una muy hermosa cruz, – que más relumbra que plata,

y un Cristo crucificado -traía por cada banda,

y el general desta gente – el rey Fernando se llama;

todos hacen juramento – en la imagen figurada

de no salir de la vega – hasta ganar a Granada;                          15

y con esta gente viene – una reina muy preciada,

llamada doña Isabel, – de grande nobleza y fama.

Veisme aquí, herido vengo – agora de una batalla,

que entre cristianos y moros – en la vega fue trabada:

treinta zegrís quedan muertos, – pasados por el espada.             20

Los cristianos bencerrajes – con braveza no pensada,

con otros acompañados – de la cristiana mesnada,

hicieron aqueste estrago – en la gente de Granada.

Perdóname por Dios, rey, – que no puedo dar la habla,

que me siento desmayado – de la sangre que me falta”-.            25

Estas palabras diciendo, – el zegrí allí desmaya:

desto quedó triste el rey, – no pudo hablar palabra.

Quitaron de allí al zegrí – y lleváronle a su casa.

 

V.- Desafíos y duelos: paladines admirados

V.1.- El maestre de Calatrava

Romance del Maestre de Calatrava12

¡Ay, dios, qué buen caballero – el maestre de Calatrava!

Cuán bien corre a los moros – por la vega de Granada,

desde la puerta de Elvira – hasta la de Bibarrambla!

Con su brazo arremangado – arrojara la su lanza.

Aquesta injuria que hace – nadie osa demandalla;                      5

Cada día mata moros, cada día los mataba

vega abajo, vega arriba, – ¡oh, cómo los acosaba,

hasta a lanzadas metellos – por las puertas de Granada!

Tiénenle tan grande miedo – que nadie salir osaba,

nunca huyó a ninguno, – a todos los esperaba,                           10

hasta que a espadas vueltas – los hace entrar en Granada.

El Rey con gran temor – siempre encerrado se estaba,

No osa salir de día, – de noche bien se guardaba.

 

V.2.- Albayaldos

Romance de la muerte de Albayaldos13

¡Santa Fe, cuan bien pareces – en los campos de Granada!,

que en ti están duques y condes, – muchos señores de salva,

en ti estaba el buen Maestre – que dicen de Calatrava,

éste a quien temen los moros, – esos moros de Granada,

y aquese que los corría, – picándolos con su lanza                     5

desde la Puente de Pinos – hasta la sierra Nevada,

y después de bien corrida – da la vuelta por Granada.

[…]

Sabido lo ha Albayaldos – allá allende do estaba,

hiciera armar un navío – pasara la mar salada.

Sálenselo a recibir – esos moros de Granada,

allá se lo aposentaban – en lo alto de la Alhambra.

Íbaselo a ver el Rey, – el rey Alixar de Granada:

-“Bien vengades, Albayaldos, – buena sea vuestra llegada.         20

Si venís a ganar sueldo, – dar os lo he de buena gana,

y si venís por mujer, – dar se os ha mora lozana:

de tres hijas que yo tengo, – dar se os ha la gallarda!”-

-“¡Mahoma te guarde, rey, – Alá sea tu guarda!,

que no vengo a ganar sueldo, – que en mis tierras lo pagaba;     25

ni vengo a tomar mujer, – porque yo casado estaba;

mas una nueva es venida – de la cual a mí pesaba,

que vos corría la tierra – el Maestre de Calatrava,

que sin ningún temor – hasta la ciudad llegaba,

y por la puerta de Elvira – atestaba la su lanza,                           30

a que nadie de vosotros – demandar se lo posaba.

A esto vengo yo, el Rey, – a esto fue mi llegada,

Para prender al Maestre – y traelle por la barba-”.

[…]

 

V.3.- Alatar

Romance del moro Alatar14

De Granada parte el moro – que Alatar se llamaba,

primo hermano de Albayaldo, – el que el Maestre matara,

caballero en un caballo – que de diez años pasaba:

tres cristianos se le curan, – y él mismo le da cebada.

Una lanza con dos hierros – que de treinta palmos pasa:             5

hizo la aposta el moro – para bien señorealla;

una darga ante sus pechos – toda muza y cotellada,

[…]

Rogando iba a Mahoma, – a Mahoma suplicaba

le demuestre algún cristiano – en que ensangriente su lanza.

Camino va de Antequera, – parecía que volaba:                         15

solo va sin compañía – con una furiosa saña.

Antes que llegue Antequera, – vido una seña cristiana;

vuelve riendas al caballo – y para allá lo guiaba,

la lanza iba blandiendo – parecía que quebraba.

Sáleselo a recibir – el Maestre de Calatrava,                              20

caballero en una yegua – que ese día la ganara

con esfuerzo y valentía – a ese alcaide de Alhama;

armado de todas armas, – hermoso se divisaba;

una veleta traía – en una lanza acerada.

Arremete el uno al otro, – el moro gran grito daba:                     25

-“¡Por Alá, perro cristiano, – yo te prenderé por la barba!”-

Y el Maestre entre sí mismo – a Jesús se encomendara.

Ya andaba cansado el moro, – su caballo ya cansaba;

el Maestre, que es valiente, – muy grande esfuerzo tomara.

Acometió recio al moro, – la cabeza le cortara;                          30

el caballo, que era bueno, – al Rey se lo presentara,

la cabeza en el arzón, – porque supiese la causa.

 

V.4.- Ponce de León

Romance de don Manuel Ponce de León15

-“¿Cuál será aquel caballero – de los míos más preciado,

que me traiga la cabeza – de aquel moro señalado,

que delante de mis ojos – a cuatro ha lanceado,

pues que las cabezas trae – en el pretal del caballo?”-

Oídolo ha don Manuel, – que andaba allí paseando,                   5

que de unas viejas heridas – no estaba del todo sano.

Apriesa pide las armas, – y en un punto fue armado,,

y por delante el corredor – va arremetiendo el caballo.

Con la gran fuerza que puso, – la sangre le ha reventado:

gran lástima le han las damas – de velle que va tan flaco.            10

Ruéganle todos que vuelva; – mas él no quiere aceptarlo.

Derecho va para el moro, – que está en la plaza parado.

El moro desque lo vido, – desta manera ha hablado:

-“Bien sé yo, don Manuel, – que vienes determinado

y es la causa conocerme – por las nuevas que te han dado;        15

mas, porque logres tus días, – vuélvete y deja el caballo,

que soy yo el moro Muza, – ese moro tan nombrado:

soy de los almoradíes, – de quien el Cid ha temblado”-.

-“Yo te agradezco, moro, – que de mí tengas cuidado

que pues las damas me envían, – no volveré sin recaudo”-.        20

Y sin hablar más razones, – entrambos se han apartado,

y a los primeros encuentros – el moro deja el caballo,

y puso mano a un alfanje, – como valiente soldado.

Fuese para don Manuel, – que ya le estaba aguardando;

mas don Manuel, como diestro, – la lanza le había terciado.       25

Vara y media queda fuera, -que le queda blandeando,

y desque muerto lo vido, – apeóse del caballo.

Cortado le ha la cabeza, – y en la lanza la ha hincado,

y por delante las damas – al buen rey la ha presentado.

V. 5.- Garcilaso de la Vega

Romance de Garcilaso de la Vega16

Cercada está Santa Fe – con mucho lienzo encerado,

al derredor muchas tiendas – de seda, oro y brocado,

donde están duques y condes, – señores de gran estado,

y otros muchos capitanes – que lleva el rey don Fernando,

todos de valor crecido, – como ya habréis notado                     5

en la guerra que se ha hecho – contra el granadino estado;

cuando a las nueve del día – un moro se ha demostrado

encima de un caballo negro – de blancas manchas manchado,

cortados ambos hocicos, – porque lo tienen enseñado

el moro que con sus dientes – despedace a los cristianos.           10

El moro viene vestido – de blanco, azul y encarnado,

y debajo esta librea – trae un muy fuerte jaco,

[…]

Aqueste perro, con befa, – en la cola del caballo,                      15

la sagrada Ave María – llevaba haciendo escarnio.

Llegando junto a las tiendas, – de esta manera ha hablado:

-“¿Cuál será aquel caballero – que sea tan esforzado

que quiera hacer conmigo- batalla en este campo?

Salga uno, salgan dos, – salgan tres o salgan cuatro”.                 20

[…]

Los caballeros del rey – todos están escuchando:                       31

cada uno pretendía – salir con el moro al campo.

Garcilaso estaba allí, – mozo gallardo, esforzado;

Licencia le pide al rey – para salir al pagano.

-“Garcilaso, sois muy mozo – para emprender este caso;           35

otros hay en el real – para poder encargarlo”-.

Garcilaso se despide – muy confuso y enojado

por no tener la licencia que – que al rey había demandado.

Pero muy secretamente – Garcilaso se había armado

y en un caballo morcillo – salido se había al campo.                   40

[…]

El moro cuando lo vido – en poco lo había estimado

y díjole desta suerte: – “Yo no estoy acostumbrado

a hacer batalla campal – sino con hombres barbados:

vuélvete, rapaz, le dice, – y venga el más estimado”.

Garcilaso con enojo – puso piernas al caballo;                           50

arremetió para el moro, – y un gran encuentro le ha dado.

El moro que aquesto vio, – revuelve así como un rayo:

comienzan la escaramuza – con un furor muy sobrado;

cortárale la cabeza – y en el arzón la ha colgado:

quitó el Ave María – de la cola del caballo:                                55

hincado de ambas rodillas, – con devoción le ha besado,

y en la punta de su lanza – por bandera la ha colgado.

[…]

 

VI.- Granada ha sido perdida

Romance del Rey Chico que perdió a Granada17

El año de cuatrocientos – que noventa y dos corría,

el rey Chico de Granada – perdió el reino que tenía.

Salióse de la ciudad – un lunes a mediodía,

cercado de caballeros – la flor de la morería.

Su madre lleva consigo – que la tiene compañía.                        5

Por ese Genil abajo – que el rey Chico se salía,

los estribos se han mojado – que eran de gran valía.

Por mostrar más su dolor – que en el corazón tenía,

y aquesa áspera Alpujarra – era su jornada y vía;

desde una cuesta muy alta – Granada se parecía;                       10

volvió a mirar a Granada, – desta manera decía:

“¡Oh Granada la famosa, – mi consuelo y alegría!

¡oh mi alto Albaicín – y mi rica Alcaicería!,

¡oh mi Alhambra y Alijares – y mezquita de valía!,

¡mis baños, huertas y ríos, – donde holgar me solía!;                  15

¿quién os ha de mí apartado – que jamás yo os vería?

Ahora te estoy mirando – desde lejos, ciudad mía;

mas presto no te veré, – pues ya de ti me partía.

¡Oh rueda de la fortuna, – loco es quien en ti fía,

que ayer era rey famoso – y hoy no tengo cosa mía!”                 20

Siempre el triste corazón – lloraba su cobardía,

y estas palabras diciendo – de desmayo se caía.

Iba su madre delante – con otra caballería;

viendo la gente parada, – la reina se detenía,

y la causa preguntaba – porque ella no lo sabía.                         25

Respondióle un moro viejo – con honesta cortesía:

“Tu hijo mira a Granada – y la pena le afligía”.

Respondido había la madre, – desta manera decía:

“Bien es que como mujer – llore con grande agonía

el que como caballero – su estado no defendía”.                        30

 

 

 

[1].- R. Menéndez Pidal, Flor nueva de romances viejos, Madrid, 1997, pág. 9.

[2] .- Los romances, al proceder directamente de los cantares de gesta, adoptan su misma configuración métrica, es decir, una tirada de versos largos anisosilábicos monorrimos en asonante, con una fuerte cesura interna que divide el verso en dos claros hemistiquios. Desde finales del siglo XIII los cantares de gesta tienden a regularizarse en tiradas de versos de dieciséis sílabas (con hemistiquios de ocho sílabas), aspecto que se constata en los fragmentos desgajados y posteriormente independientes, que constituyen los romances primitivos. Además el octosílabo se iba abriendo camino en la poesía narrativa del mester de clerecía, alternando en algunos episodios los alejandrinos puros de 7+7 con los de 8+8, y se convierte posteriormente en el verso tradicional por excelencia de la poesía española de arte menor.

El hecho de que se escriban los octosílabos separados o formando una unidad de verso largo con el otro hemistiquio carece de relevancia, sin embargo requiere una explicación, en la que sigo a Menéndez Pidal (Romancero hispánico, I, págs. 86-99). Es muy probable que los romances más antiguos se escribieran en verso de dieciséis sílabas, pero en el siglo XV por influjo de la lírica el romance se escribe en octosílabos, aunque no siempre; así siguió durante todo el Siglo de Oro y se mantuvo hasta el XIX, en el que algunos editores emplearon el verso hexadecasílabo con cesura interna (Grimm, Milá y Fontanals y Menéndez Pelayo), si bien Wolf y Durán usaron el octosílabo. En el siglo XX Menéndez Pidal usó de manera preferente en sus obras el verso largo de dieciséis sílabas, aduciendo que éste era la base del romance cantado y no el de ocho sílabas, pues la musicalidad registrada en los cancioneros se desarrolla en melodías de dieciséis notas o de treinta y dos, pero no en tiempos de ocho; además la coherencia oracional se produce en los dos hemistiquios en vez de en uno.

La autoridad de Menéndez Pidal dio preferencia en el siglo XX a la escritura de los romances en verso hexadecasílabo, dividido en dos hemistiquios de ocho y ésta es la razón por la que en este trabajo los textos se acomodan a la trascripción preferida por el maestro.

[3].- M. Díaz Roig (ed.), El Romancero, “Introducción”, pág. 10.

[4].- R. Menéndez Pidal, Romancero hispánico, I, Madrid, 1968, pág. 158.

[5].- Apud M. Menéndez Pelayo, Antología de poetas líricos castellanos, VII, Madrid, 1944, pág. 85.

[6]. R. Menéndez Pidal, “El Romancero”, cap. V de Epopeya castellana a través de la literatura española, Madrid, 1959, pág. 149.

[7].- M. Menéndez Pelayo, op. cit., pág. 86.

[8].- Pedro M. Piñero (ed.), Romancero, Madrid, 1999, pág. 144.

[9].-Pedro Correa, Los romances fronterizos, I, Granada, 1999, pág. 28.

[10] .- Los enemigos del rey don Pedro lo llamaban “Pero Gil” con el propósito de propalar la calumnia de que no era hijo de Alfonso XI, sino retoño adulterino de doña María de Portugal y don Juan Alfonso de Alburquerque, uno de cuyos apellidos era Gil.

[11] .- El mote de tornadizo obedece al hecho de que Vanegas (que fue raptado por los granadinos y criado entre ellos) combatió contra los cristianos, pero luego se cambió de bando al pasarse al servicio del rey don Juan.

[12].- M. Menéndez Pelayo, op. cit., pág. 96.

[13] .- Parece ser, según afirma M. Pidal, que esta parte final (vv. 40-55) es un añadido al primitivo romance, debido a una mano erudita, que relata desde una perspectiva cristiana los hechos fundamentales del asalto y conquista de Antequera, aportando datos concretos, como son el número de soldados, el lugar de la batalla, las máquinas de guerra utilizadas y las condiciones de rendición. Su estilo reiterativo y prosaico contrasta con la agilidad y viveza del romance tradicional.

[14].- R. Menéndez Pidal, Flor nueva de romances viejos, Madrid, 1997, pág. 221

[15].- Lo más probable es que la causa no sea verosímil, pues entre las cláusulas de la rendición de Antequera estaba que los moros pudieran salir hacia Archidona con sus mujeres: “e que saliesen con todo lo otro suyo que pudiesen llevar, e el Infante que les diese mill e cient vestias en que fuessen las mugeres e las criaturas e lo suyo e que los pusiesen en salvo en Archidona” (Crónica de Juan II, manuscrito de la Biblioteca Colombina de Sevilla, fol. 150 v.)

[16].- R. Menéndez Pidal, Romancero Hispánico, II, Madrid, 1953, págs. 33-34.

[17].- Ibidem, pág. 34.

[18].- R. Menéndez Pidal, op. cit., pág. 32.

[19].- M. Menéndez Pelayo, Antología de poetas líricos castellanos, Madrid, 1944, pág. 94: “En tres versiones harto prosaicas y de estilo nada popular ha llegado a nosotros el romance de la muerte del alcaide de Cañete, y de la venganza que de ella tomó su padre Fernán Arias en los moros de Ronda. Es una mera paráfrasis del texto de la Crónica de Don Juan II (año 1410, caps. XIX y XX)”.

[20].- R. Menéndez Pidal, Romancero hispánico, I, Madrid, 1968, pág. 306: “Probablemente otro romance, Buen alcaide de Cañete (Primav., 73, 73 a) (encuentro fronterizo con los moros en el mismo año 1410), sirve de fuente al texto primero de la misma crónica de Juan II, y ésta nos hace ver que hubo otra versión anterior del romance, más extensa.”

[21].- J. B. Avalle-Arce, “El romance Río Verde, Río Verde”  en Homenaje a Álvaro Galmés de Fuentes, vol. I, Madrid, 1985, págs. 359-370, aporta nuevos datos históricos y arroja además luz propia a la contaminación sufrida por el romance al mezclarse en su temática el suceso de Saavedra con el de Alonso de Aguilar.

[22].- M. Menéndez Pelayo, op. cit., pág. 102

[23].- L. Spitzer, “El romance de Abenámar”, en Estilo y estructura en la literatura. española, Barcelona, 1980, pág. 126.

[24].- R. Menéndez Pidal, Estudios sobre el Romancero, Madrid, 1973, pág. 33.

[25].- J. Torres Fontes, “La historicidad del romance Abenámar, Abenámar”, Anuario de Estudios Medievales, 8 (1972-1973), págs. 225-256.

[26].- P. Benichou, “Abenámar”, en Creación poética en el romancero tradicional, Madrid, 1968, págs. 61-92., pág. 67.

[27].- P. Benichou, loc. cit., pág. 68.

[28].- J. Lara Garrido, “Introducción”, M. Alvar, Granada y el Romancero, Granada, 1990, pág. XXXVII.

[29].- M. Menéndez Pelayo, op. cit., pág. 103.

[30].- Pedro Correa, Los romances fronterizos, I, Granada, 1999, pág. 352.

[31].- Pedro Correa, op. cit., pág. 389.

[32].- M. Menéndez Pelayo, Antología de poetas líricos castellanos, vol. VII, Madrid, 1944, pág. 130.

[33].- M. Menéndez Pelayo, op. cit., pág. 133

[34].- De esta leyenda se hacen eco posteriormente entre otros autores Garci Sánchez de Badajoz en su Infierno de amor, poema inserto en el Cancionero General de 1511; Cervantes en el Quijote, II,17, en la aventura del carro de los leones, llama a don Quijote “segundo y nuevo don Manuel de León”; Jerónimo de Urrea en una de las octavas del canto XXXIV que interpoló en su traducción del Orlando Furioso de Ariosto y G. Pérez de Hita en sus Guerras civiles de Granada (parte primera, cap. XVII).

[35].- Entre estas versiones teatrales sobresalen las comedias de Lope de Vega, Los hechos de Garcilaso y el moro Tarfe (su primera comedia, escrita probablemente a los 12 años) y El triunfo del Ave María.

[36].- Así lo atestiguan, entre otros, Argote de Molina, Nobleza de Andalucía (1588), libro II, ca. LXXXII, y Gonzalo Fernández Oviedo, Quinquagenas (1555), batalla 10, quinquagena 30, diálogo 43.

1.- De este romance, probablemente el más antiguo de los fronterizos, conservamos sólo este texto, recogido por Argote de Molina en su libro Nobleza de Andalucía (Sevilla, 1588). Es el único conservado del siglo XIV.

2.- Difundido impreso en el siglo XVI en varios pliegos y en las primeras colecciones. Transcribo el texto de Cancionero, s.a., fol. 185.

3.- Corresponde a Pliego S, Salamanca, 1541, pág. 64. Romance tradicional con un final añadido inspirado en la Crónica de Juan II.

4.- Cancionero de Juan Fernández de Híjar.

5.– Pliegos Praga, II, LIV, págs. 105-106.

6.- Inserto en Ginés Pérez de Hita, Guerras civiles de Granada,1595.

7.- Conservado en el Cancionero Musical de los siglos XV y XVI, de Barbieri, n1 331

8.- Cancionero de Amberes, de 1550 (pág. 247)

9.- Versión del Cancionero de romances s.a.(fols. 174v-175v).

10.- Versión de Ginés Pérez de Hita en sus Guerras civiles de Granada (1595)

11.- El romance que no lleva título pertenece a la obra de Ginés Pérez de Hita Guerras civiles de Granada (1595).

12.- Versión de la Silva… Zaragoza 1550.

13.- Versión de la Segunda parte de la Silva…1550

14.- Versión de Aquí comienzan seis romances…

15.- Versión de Romance de don Manuel glosado…

16.- Inserto en las Guerras civiles de Granada (1595) Ginés Pérez de Hita.

17.- Versión de Tres romances…(1568).

La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados