Provervios chinos

706090eccb19b1ed38c514e999b2bda6

61NWdJlTxmL._AC_SX425_

El hombre no puede atormentar y oprimir a los demás hombres, porque al comportarse así pide a los demás que le presten su fuerza.

El hombre vive sólo una vez, pero la reputación del hombre sabio dura toda la eternidad.

Es en primavera cuando se hacen los planes para el año; es por la mañana cuando se hacen los planes para el día; es la armonía lo que hace la regla de la familia.

Aquellos que aman a los demás siempre serán amados.

Aquel cuyo único objeto en la vida es el comercio no tiene en sí la sabiduría.

Donde se deja sentir la ausencia de un hombre, esfuérzate por ser un hombre.

Los días del hombre están contados como la hierba de un prado. Nace y florece en primavera, y muere cuando llega la fría tramontana.

Tener bastante dominio de uno mismo para juzgar a los demás comparándolos con nosotros, y actuar hacia ellos como quisiéramos que actuasen hacia nosotros, eso es lo que puede llamarse la doctrina de la humanidad, no hay nada más allá.

¿Cómo salir de una casa sin pasar por la puerta? Entonces, ¿por qué los hombres no siguen el camino recto?

El hombre puede vencer sus mayores defectos con el trabajo. Estos son, no lo olvides: el aburrimiento, la codicia y la necesidad.

El sabio no debe mostrarse pretencioso por ser erudito; debe discutir tanto con el ignorante como con la persona cultivada.

Los hombres se deshonran con el robo, jamás con el trabajo.

El ojo del hombre sabio queda cegado cuando el destino llama a su puerta.

Cambiar ríos y montes es fácil, cambiar el propio carácter es difícil.

Si no nos asombramos al ver una cosa extraña, ya no hay nada extraño.

El sabio sabe asegurar la seguridad de su persona.

Vaya donde vaya, a paso rápido o a paso muy lento, el sabio posee siempre una mente más rápida que el viento.

El sabio afronta mayores peligros en medio de la multitud que en soledad.

Cuando el sabio que vive en la lealtad duerme el sueño del justo, su corazón le sirve de centinela contra el enemigo.

El hombre inteligente y deseoso de instruirse no se avergüenza de interrogar a un inferior.

Sólo los grandes sabios tienen los mayores defectos y saben reconocerlos.

Un hombre malo puede volver malos a cien hombres honrados, pero cien hombres honrados no bastarán jamás para volver honrado a un hombre malo.

Las promesas del hombre en peligro se cumplirán cuando los robles den limones y las plantas den flores de hierro.

El hombre que lee es muy sabio, pero no ve de lejos; el que observa es mucho más sabio, pues puede ver de muy lejos.

Vosotros que gobernáis los asuntos públicos, ¿qué necesidad tenéis de emplear los suplicios? Amad la virtud, y el pueblo será virtuoso. Las virtudes de un hombre superior son como el viento: las virtudes de un hombre vulgar son como la hierba; la hierba, cuando el viento pasa sobre ella, se inclina.

Los hombres son como los frutos: primero están verdes, luego maduran, luego se pudren, luego se descomponen. Un fruto verde se conserva, un fruto maduro no.

Cuando un hombre ha vivido hasta el fin de sus días, y luego ha muerto contento, con el corazón en paz, su materia se descompone y todo termina. Tal es la suerte del sabio.

El corazón del hombre es el corazón del Cielo y de la Tierra.

La vida humana hace referencia al Cielo.

El noble jamás escucha al villano.

El hombre insatisfecho y desgraciado vive exactamente el mismo tiempo que el hombre satisfecho y feliz.

El placer del gran hombre es poder hacer felices a los demás.

El hombre se convierte e n el más desgraciado del mundo porque no sabe que ha sido el más feliz del mundo.

La felicidad pasa deprisa como el rayo por la vida del hombre feliz, en cambio el infortunio pasa muy despacio para el hombre desgraciado y prolonga la duración de su dolor.

El hombre más feliz es aquel que puede dar la felicidad a los demás aunque sólo sea con un poco de arroz.

Si ves a un hombre al que va a atropellar un coche, no lo sujetes, ya que en lugar de agradecerte que le hayas salvado la vida te reprochará que le hayas desgarrado la ropa. Favorecer a los ingratos es malo para ellos y para quienes les prestan servicio.

Al hombre no se le mide por su estatura, sino por su fuerza y su valor.

La vida del hombre dura cien años, pero sus preocupaciones duranmil años.

El espíritu fuerte debe revelarse sobre todo en la adversidad.

Un hombre sin afecto es como una casa sin puertas ni ventanas.

En ninguna de sus edades el hombre es perfecto.

El hombre se revela cuando mete la mano en su bolsa, cuando su pensamiento se ve ofuscado por la cólera, cuando levanta demasiado su vaso.

A un hombre se le valora por su cerebro como a un cuchillo se le valora por su hoja.

Cuando un hombre bebe demasiado, no vale ni la moneda más pequeña.

El hombre que, en la vida, no sabe luchar se convierte muy pronto en un hombre de arcilla.

Para el sabio, es preferible tener mucha inteligencia y pocos honores.

Cuando el hombre nace ve de muy lejos, cuando muere, ve de muycerca.

Los hombres son como las montañas cubiertas de nieve. Hay que retroceder mucho para poder apreciar su verdadera altura y su inmensa belleza.

El hombre de tercera categoría sólo está satisfecho cuando piensa como todo el mundo; en cambio, el hombre de segunda categoría sólo está satisfecho cuando piensa como una minoría; por su parte, el hombre de primera categoría sólo está satisfecho cuando piensa como él mismo.

 

Tres representaciones de Buda

Es posible engañar a la gente, no se engaña al Cielo.

El hombre que es firme, paciente, sencillo y natural, sobrio en palabras, se acerca mucho a la virtud de la humanidad.

Dado que los principios de conducta son diferentes, no es posible ayudarse mutuamente mediante consejos.

La suficiencia llama a la ruina, la modestia se ve colmada. El gato llora a la rata, piedad hipócrita.

Es fácil esquivar un dardo lanzado ostensiblemente, es difícil librarse de una flecha lanzada a traición.

El hombre perspicaz no trata de asuntos turbios.

Acumula el saber como acumularías las riquezas.

La pobreza no es un deshonor: el deshonor es ser pobre y carecer de ambición.

Vivir no es despreciable, pero aquel que vive modestamente porque no sabe hacer nada es despreciable.

La muerte no es causa de dolor: el dolor aflige a aquel que muere sin haber hecho el bien a su alrededor.

Si encuentras a un viejo amigo y entablas con él una conversación, la discusión se prolongará en el corazón de la noche.

Un talento permite a cada uno ganarse la vida, demasiados talentos esclavizan.

Con personas inteligentes, no son necesarias largas explicaciones; un buen tambor no exige que lo golpeen con fuerza.

Quien ama demasiado la fama debe pagarla muy cara; quien acumula demasiado sufre grandes pérdidas.

 

El amor

Es raro que el amor dure mucho; por eso, aquel que ama apasionadamente acaba sanando del amor.

Ama a tus padres como amarías a tu mujer y a tus hijos.

La joven que seduce con sus miradas no es casta; el estudioso que atrae con su saber no es honesto.

Un héroe puede estar dispuesto a perder el mundo, pero jamás estará dispuesto a perder a su mujer.

El ojo del amante ve a una diosa en su amada.

Muchacha, jamás te cases con un estudiante, pues te verás abandonada día y noche.

 

Un enemigo es demasiado, mil amigos es demasiado poco

Cuando tu marido haya hecho carrera, volverá trayendo a su concubina.

La muchacha dada en matrimonio es como agua derramada. El amor no hace distinciones entre grandes y pequeños.

Por lejos que estén, el hombre y la mujer siempre están cerca.

La medicina puede sanar el cuerpo, no puede sanar el corazón.

Sólo aquel que tiene hijos puede comprender el amor paternal.

Mientras se tiene madre, uno está bien protegido; cuando se pierde, uno se queda sin defensa.

El llanto es la fuerza del niño, la astucia es la fuerza de la mujer, las armas son la fuerza de los bandoleros, la dominación es la fuerza de los reyes, el orgullo es la fuerza de los locos, la modestia es la fuerza de los sensatos y la meditación es la fuerza de los sabios, pero el amor del hombre por su mujer y el de la mujer por su hombre son la fuerza del mundo entero.

Nació alguna vez un mal hijo, pero no existen malas madres. Si amas a tu hijo, déjale viajar.

El canto del niño es para el cuervo el canto del ruiseñor.

No formar a un hijo en una profesión es no enseñarle nada.

Cría hijos en previsión de tu vejez, acumula grano en previsión de la carestía.

Sé bueno con tus padres, tus hijos te lo pagarán cuando seas viejo.

El niño abandonado a sus caprichos será la vergüenza de su madre.

Necios son los poetas que cantan la debilidad de la mujer; ¿cómo puede calificarse de débil a aquella que con un simple guiño puede encadenar a los propios dioses?

La antorcha de la sabiduría brilla con toda su fuerza hasta que dos bellos ojos la miran; entonces se apaga rápidamente.

Criamos hijos para asegurarnos un apoyo en la vejez, plantamos árboles para disfrutar del frescor de su sombra.

El árbol envenenado de la vida lleva dos frutos de enorme dulzor: el amor apasionado y la conversación con las mujeres hermosas.

El amor da noches insomnes, sufrimientos y dolores. Pero cuando has probado el amor el mundo te pertenece.

La juventud no dura, así que no desees a la mujer de ojos brillantes como diamantes, pues pronto su mala vista la obligará a ella también a caminar con ayuda de un bastón.

Cuando un caballo salvaje vaga por las montañas es fácil capturarlo con un lazo; pero si la mujer amada se rebela, incluso las potencias sobrenaturales fracasan.

El hijo no encuentra fea a su madre, el perro no encuentra la casa de su amo demasiado pobre.

Beber agua de la mano del amante no es tener sed, sino un capricho amoroso.

Jamás te cases con una vieja, aunque se te ofrezca y te aporte mucho oro como dote. Puede que la gente diga: «¡Aún le queda mucho que vivir!». Pero no olvides que sus mejores años están ya a sus espaldas.

Todo abejorro es una gacela a los ojos de su madre.

El beso es semejante al agua salada; cuanto más se bebe, más aumenta la sed.

¡No te hagas ilusiones, oh mujer! Puedes perder tu riqueza y tu belleza; la primera en una noche, a través de tu amante, la segunda a causa de una simple fiebre.

Cuando se ama una cosa y se ve con los ojos del corazón, se olvida su fealdad.

¡No dejéis soñar a vuestro corazón, oh muchachas! El sueño os acabará invadiendo hasta el día del juicio.

Sé justo y reconoce que el amor es bello.

Se llama amor a la sensualidad, pero entre los dos hay una gran diferencia.

Quien no está ante los ojos no está ante el corazón.

Morir con la mujer amada es agradable; morir después de la mujer amada es un motivo de satisfacción para el hombre injusto.

Un buen vino y una bella mujer son dos peces deliciosos.

La mujer construye el hogar, pero la mujer, de una sola mirada, también puede destruirlo.

¿Quién rehusaría casarse con una bella viuda afligida por la muerte de su marido?

No seas cruel con tu mujer, la convencerás mejor con dulzura que con violencia. Satisface sus deseos, muéstrate atento con ella y trátala con ternura.

Una mujer acostumbrada a perder a sus hijos ya no conoce el miedo.

El amor del padre es su hijo; el amor del hijo es su propio hijo.

Si se piensa bien, el matrimonio es un mal, pero un mal necesario.

El amor no perjudica al género humano, pero acarrea los excesos.

Cólera de amantes, renacimiento amoroso.

Si los filtros pudiesen servir para capturar a los hombres, todas las viejas tendrían un amante.

Hay que alentar el amor y jamás condenarlo.

El amor comienza con los ojos y termina con la costumbre.

Como las lágrimas, el amor nace en los ojos, llega hasta los labios y luego desciende al corazón.

Sin leche, ningún niño puede alimentarse; sin amor, ningún corazón puede exaltarse.

Más vale trabajar con aquellos a los que amamos que descansar con aquellos a los que odiamos.

Disimula siempre tu amor como un caballo robado de noche; si la gente lo averigua, no dudes en llorar como si hubiese muerto.

No pidas vino muy puro más que a una niña vestida de seda.

Hoy tenemos vino; embriaguémonos hoy; mañana vendrán los pesares, mañana lloraremos.

Más vale beber buen vino y cortejar a las mujeres que hacer hipócritas ejercicios de caridad.

El vino es un veneno que perfora las entrañas, la lujuria es un cuchillo de acero que rasca los huesos, las riquezas son las raíces de las que provienen las desgracias, la cólera es el tigre y el leopardo que bajaron de las montañas.

Las heridas que nos infligen aquellos que nos aman son preferibles a los besos hipócritas que dan aquellos que nos odian.

Aquel que honra a su madre es semejante a aquel que acumula tesoros.

Si tiene usted una buena esposa, será feliz; si tiene una muy mala, se hará un gran filósofo.

Antes del matrimonio, el hombre sabio mantiene los ojos abiertos; después, cierra uno y a veces los dos.

Hacer lo que se quiere haciendo creer a los demás que se hace lo que ellos quieren es un talento raro entre los hombres y frecuente entre las mujeres.

Hay siempre un poco de locura en el amor, pero hay siempre un poco de razón en la locura.

La castidad es una virtud para algunos, pero para muchos es casi un defecto.

Le falta al hombre la voz del león para mandarle a su mujer.

Todo en la mujeres un enigma, pero todo en la mujer tiene una solución.

Hay que dejar de comer cuando aún se tiene un buen sabor; aquellos que quieren ser amados durante mucho tiempo por una sola mujer lo saben bien.

En la embriaguez, se dice la verdad.

Dentro de la casa de juego, ya no vale ni padre ni hijo.

El valor es como el amor, es hermano de la esperanza.

Ningún corazón en este mundo es capaz de amar y odiar como quiere, sino sólo como puede.

No todas las tormentas son malas para el corazón.

En el amor, no te fíes del fuego medio apagado, ya que un simple suspiro puede reavivarlo.

No existen mujeres bellas que no tengan algunos defectos; no existen mujeres feas que no tengan algunas gracias.

En la puerta de Lun Pan, manejar el hacha.

Azotado con varas, será un buen hijo; mimado, consentido, será un hijo rebelde.

Aunque las habladurías de las mujeres nunca hacen harina, son el pan cotidiano de los poetas.

La fuerza de una mujer se mide por su debilidad: cuanto más débil es, más fuerte es.

Resulta más fácil amar a una mujer que hacerse amar por una mujer.

El amor es una escalera por la que los dioses bajan hasta nosotros y nosotros subimos hasta ellos.

Quien ama sube por la escalera de la felicidad, quien no ama permanece inmóvil en el umbral de su cabaña, quien odia se hunde en el polvo del camino.

El amor es una maravillosa planta espontánea, pero no es una planta de jardín que se pueda volver a plantar.

El amor es la llave que abre las puertas de lo imposible.

Dos grandes pedestales sostienen el mundo: el amor y el oro.

El amor es el sol que ilumina el camino de todo hombre hacia su casa.

Las mujeres tienen un corazón que tiembla tanto al soplo del viento de la alegría como al desencadenamiento de la tormenta.

La sonrisa de una mujer vende siempre más mercancías que mil palabras de un hombre.

Lo que destruye el amor no son las disputas ni la fealdad, sino la ambición.

El amor y la amistad no se piden como el agua; se ofrecen como el té.

Más vale irritar a un perro rabioso que a una vieja.

El amor no puede comprarse ni venderse; el amor se da y se cambia por amor.

Quien ama a una mujer con todo su corazón no tiene tiempo de odiar.

El amor es una criatura muy extraña, dulce y absurda: se alimenta de imaginación y muere de saciedad.

Un hombre es rico no cuando tiene numerosas riquezas, sino cuando su corazón es acariciado por la ligera mano de su mujer.

Si el corazón del hombre contiene la perla del amor, que se inspire en la ostra y lo mantenga bien cerrado.

Al igual que el viento destruye y dispersa los pétalos de las flores, los celos destruyen el amor y diseminan los pétalos del corazón.

Una esposa sobria en todos los lugares y en todas las cosas no debe ser sobria con su marido.

En este bajo mundo, no hay padres desnaturalizados.

Se puede sondear el cielo, se puede medir la tierra, pero no es posible prevenirse contra el corazón del hombre.

La amistad entre hombres siempre es rota por las mujeres y por la amistad de los demás hombres.

No juzgues a tu esposa, cuanto más la juzgues menos la amarás.

El secreto para una mujer que desea una vida agradable para ella y para los demás consiste en no hacer todo lo que le gusta, sino amar todo lo que hace por los demás.

En la vida del hombre y de la mujer, hay una estación para el amor, como hay una estación para la pesca y para dejar secar las redes.

Los celos apagan en el corazón del hombre el canto de felicidad del corazón de la mujer.

Quien no sabe llorar de pena por su mujer no sabrá llorar de alegría por su mujer.

En la vida, no hay veneno de serpiente que sea tan temible como la lengua de una mujer engañada en el amor.

La mujer hermosa que resalta su belleza y no la guarda para su marido es como un jorobado que utiliza su imperfección para explotar la fortuna y la credulidad de los hombres necios.

Entre amigos, los bienes se consideran comunes, pero no se bromea con la mujer de un amigo.

En las posadas, las muchachas son más bellas que la luna, y sus manos más blancas que la nieve, y su sonrisa subyuga a más de uno.

Los visillos de la alcoba son como los visillos de un tribunal, y el lecho de marfil es semejante a una prisión.

Las cejas arqueadas son hojas cortantes, los ojos brillantes de la mujer amada que te mira son sables, los labios púrpura que te dicen palabras de amor son espadas. Las hermosas bocas y las lenguas perfumadas son como los gusanos que roen el corazón del hombre; quien las frecuenta está destinado a terminar como el finísimo polvo del mar.

Puede decirse que el hombre y la mujer, cuando dejan de amarse, son semejantes a dos bañistas que se reprochan mutuamente su escandalosa desnudez.

El amor no se descubre, por lo que es luminoso; el amor no se justifica, por lo que es muy célebre; el amor no presume, por lo que la gente se fía de él; el amor no está orgulloso de sí, por lo que gobierna a los hombres; como el amor no lucha, nadie en el mundo puede luchar contra él. ¿No es cierto lo que decían los antiguos?

Hablar de una mujer bella es como hablar de un caballo hermoso. No hay que admirar su belleza sino su temperamento.

El hombre bonachón es el ladrón de la virtud de las mujeres.

La mujer tiene un instinto maternal y un instinto infantil, pero no tiene el instinto de la esposa. Su instinto de esposa es el fruto de la combinación de su instinto maternal e infantil.

La mujer sensata se muestra reticente a ofrecer sus mejillas, se muestra reticente a dar sus caricias y sus besos. Al actuar así, roba fácilmente el alma del hombre que quiere.

Cuando me veas muerto de amor por ti, oh mujer, y cuando mis labios estén entreabiertos y vacío de su alma esté mi cuerpo, entonces, atormentada por el dolor y el remordimiento, vendrás a mi cabecera y, con voz tierna y dulce, dirás: «Soy aquella que te ha matado y arrepentida he regresado».

Si, como el fuego, la pena de amor produjese humo, la noche perpetua envolvería el mundo durante siglos.

A una niña subida a la morera y a un joven subido al limonero: la araña del amor los obliga a encontrarse.

El perfume de los cipreses sigue la respiración del viento. Las palabras de amor de la amada orientan el curso de la vida de un hombre.

Aquel que no ama se consume solo, pero aquel que ama llega a sacrificar sus huesos por los demás.

De todos los vicios, la lujuria es el más grave; de cien virtudes, la piedad filial es la primera.

Algunos dicen que hay que buscar mucho tiempo la felicidad; otros dicen que está muy cerca, en casa; pero la felicidad perfecta se encuentra en la cuna de un niño fruto del amor.

Como la liana que enlaza el árbol por todas partes, tú me enlazas: sé mi compañera y jamás me abandones. Como el águila que, antes de alzar el vuelo, golpea el suelo con las alas, golpeo tu puerta: oh, sé mi esposa, mi compañera y no te alejes de mí.

Sólo cuando la mujer tiene hijos puede entender el amor de su madre por ella.

Unas se besan y otras se huelen: son mejillas de muchachas o manzanas perfumadas. Tanto unas como otras tienen una fragancia embriagadora.

Cuando nuestra vanidad se encuentra satisfecha, pronunciamos palabras que no son sinceras; cuando nos ciega la cólera, pronunciamos palabras que ofenden la cortesía; por ello, a menudo, deben olvidarse las palabras.

Un viaje de mil kilómetros comienza con el movimiento de un pie.

 

El pez de la venganza: talismán que protege contra toda venganza; su acción dura una luna

 

El pez de la esperanza: debe llevarse durante tres lunas

 

El pez de la fecundidad: también debe llevarse durante tres lunas

 

El pez de la pasión: se recorta pensando en la persona amada, y luego se quema

 

El pez de la sabiduría: debe coserse en la orla de una prenda de vestir y permanecer allí durante al menos cinco lunas

 

El pez del odio: talismán que protege del odio de los parientes; debe colocarse en la entrada de una casa durante una luna

 

El pez de la suerte: debe recortarse durante la luna nueva, y luego quemarse con hierbas y aceites utilizados para los sacrificios. Este rito debe repetirse tres lunas seguidas

 

La justicia

Con relaciones en la corte, es fácil llegar a ser mandarín.

Hay una categoría de amigos y una categoría de convidados que desaparecen el día en que se les necesita.

La carretera está bordeada de zarzales. Son tus enemigos. Aléjate de ellos. La carretera está bordeada de flores bellas, pero venenosas. Son tus amigas. Desconfía de ellas.

Trata de no expresarte con lentitud. Lo harás todo con lentitud, incluso tu trabajo.

El magistrado sabio y honrado hace justicia a su pueblo. El sabio magistrado que no es sabio para su pueblo, sino para sí mismo, no hace justicia a su pueblo, y sólo le proporciona sufrimiento.

Miremos y observemos al jefe de un pueblo. Si es bueno, sus ministros serán buenos; si tiene la maldad en el corazón, encontrará maldad en sus ministros.

El médico se esfuerza tanto para la larga enfermedad como para la corta.

Un lengüetazo puede romper un hueso.

Mete un espino en tus orejas; no escuches las malas lenguas.

Cuando la virtud prevalece sobre el talento, se trata de un hombre cabal; cuando el talento prevalece sobre la virtud, se trata de un hombre mediocre.

La virtud no va sola, siempre tiene imitadores.

Quien no se preocupa por el futuro que se acerca inexorablemente sin duda no acaba de atravesar una prueba.

Cuando un visitante os cuenta una larga historia en un momento en el que tenéis prisa, si lo conocéis íntimamente, podéis liberaros diciéndole: «Hasta luego». Pero si se trata de una persona respetable, el asunto es verdaderamente detestable.

Aquel que te cuenta la vida ajena y la suya contará mañana la tuya a otros.

Las buenas palabras y las malas acciones engañan a los sabios y hacen que los locos vuelvan a casa.

Tres cosas son necesarias para la felicidad: ser ignorante, ser egoísta, tener buena salud. Pero si os falta la primera o la segunda o la tercera, todo ha terminado; y jamás tendréis estas tres cosas juntas.

Si miramos la parte superior del rosal, vemos todas las rosas en el jardín de la vida; si metemos las manos en el macizo, tendremos la sorpresa de encontrar espinas.

Si trabajas con la cabeza, descansa trabajando con las manos; si es al contrario, descansa trabajando con la cabeza.

El sabio de la montaña contestó al viajero que le preguntó si era feliz que no tenía el menor tiempo para pensar en ello.

Conformémonos con recoger la felicidad que hemos dado a manos llenas, sin pedir nada a cambio.

La confianza en la vida se adquiere en el momento en que el espíritu se siente tranquilo por completo.

Las personas muy afortunadas recuerdan a los ladrones profesionales: tarde o temprano son víctimas de la suerte como los ladrones de los robados.

Cuando la rabia te hace escupir contra el Cielo, siempre acabas escupiéndote en la cabeza.

La juventud es un hábito que todos deberíamos conservar celosamente para que el tiempo, que es ladrón, no nos la robe ante nuestros ojos.

Una desgracia nunca llega sola, la suerte sí.

Al enemigo que pide hospitalidad se le debe acoger como a un invitado. Ni siquiera a aquel que acaba de derribarlo, el árbol rehúsa darle primero sus frutos.

Al levantarte, pregúntate: ¿qué buena acción haré hoy? En efecto, el sol, que se pondrá esta tarde, se llevará un día de tu vida. Haz que no sea un fruto negro y áspero.

Como la sombra que precede al mediodía son las amistades entre malas personas. Como la sombra del anochecer son las amistades entre buenas personas. Con el tiempo, las unas disminuyen, las otras se intensifican.

Las fuerzas sensuales, por fuertes que sean, tarde o temprano nos abandonarán: ya que debemos separarnos de ellas, ¿por qué no decirles adiós nosotros mismos? Si las vemos desvanecerse, sufrimos una pena indecible; si nosotros mismos las apartamos, encontramos la paz interior y sentimos infinita felicidad.

Que nada te sea querido, la pérdida de lo que has amado es fuente de intenso dolor. No hay obstáculos para aquel que no ama ni detesta nada. No te apegues ni a las cosas desagradables ni a las cosas agradables; es triste no ver las cosas amadas, es triste no ver las cosas detestadas. Felices vivimos, porque nada poseemos. Alimentémonos, pues, de alegría, como hacen los resplandecientes dioses.

Vacía, hermano mío, este barco; vacío, navegará ligeramente.

Libérate de tu pasión y tu odio, conocerás la felicidad.

Abstente del mal, haz el bien, purifica tu corazón. Tal es el precepto de los grandes sabios.

Si encuentras a un pobre que tiene una gran deuda que pagarte, divídela en tres partes, pero divídela bien, suprime dos partes y deja una sola. Entonces te parecerá haber encontrado el camino de la vida. De noche, podrás dormir tranquilo, y, al despertar, te alegrarás.

La vida humana es breve como el rocío de la mañana.

Habla poco, pues las palabras son como las perlas preciosas: su valor aumenta con su rareza.

En la vida, hay tres grandes desgracias: en la juventud, perder al padre; en la madurez, perder a la esposa; en la vejez, perder al hijo.

No te acerques a la antorcha. Admírala de lejos. Sólo está hecha de fuego, aunque parezca hecha de luz.

Morena era mi lanza, pero el polvo de la batalla ha cubierto su cabeza de canas.

Cuando la lanza se dirige hacia el enemigo, se asemeja a la gruesa cuerda con la que se saca la sangre del pozo: el pozo en cuyo fondo se halla el corazón del héroe.

Si quieres conocerte, debes saber que estás compuesto por dos cosas: la primera es el envoltorio que constituye tu cuerpo exterior, visible a todos; la segunda es esa cosa interior denominada espíritu, corazón, que sólo puede ser vista por ojos interiores. Eso es lo que constituye tu verdadero ser: respétalo.

Cada alegría está destinada a aquel cuyo corazón está alborozado: para aquel que lleva siempre sombrero, el cielo está hecho de sombra.

Dar un bocado al hambriento vale más que dar un celemín a quien está harto.

El rico no sabe lo que son las penas de los pobres; quien come hasta saciarse no sabe lo que es estar hambriento.

Nuestra existencia se asemeja a una barca que, al amanecer, se aleja en unos golpes de remo en la espuma del río Amarillo. Por la noche, llega al puerto y no deja rastro alguno.

Allá donde estalla el trueno de un gran descubrimiento, se ha producido el relámpago de una idea.

El estudio es como una barca que remonta la corriente, «quien no avanza retrocede».

Tratad de no conocer la edad de vuestros padres. Por un lado, os regocijaría; por el otro, os preocuparía.

Aquellos que fueron oficiales bajo los anteriores regímenes desean restaurar la antigua cultura; aquellos que son oficiales ahora desean conservar el actual estado de cosas, y aquellos que no son oficiales piden a gritos que se cambie todo radicalmente.

Cuando se habla a célebres hombres de estudios, lo mejor que puede hacerse es fingir, de vez en cuando, que no se les comprende perfectamente. Si se comprende demasiado poco se es despreciado, si se comprende demasiado se decepciona, pero si sólo de vez en cuando no se logra comprenderles verdaderamente, entonces todo irá bien.

Son las virtudes, las cualidades reunidas de los ministros de un príncipe los que consiguen la buena administración de un Estado: como la virtud fértil de la Tierra, que reúne lo blando y lo duro, produce y hace crecer las plantas que cubren su superficie. Esta buena administración de la que me habláis se asemeja a los rosales que bordean los ríos; se produce naturalmente en un suelo conveniente.

Es difícil decir si la esperanza existe o no. La esperanza existe o no existe. La esperanza es como un camino de campo: al principio, no existe ningún camino, pero a fuerza de caminar la gente traza uno.

Si por la mañana habéis oído la voz de la razón celeste, por la noche podréis morir.

A los chinos les gusta el compromiso. Si decís: «¡Esta habitación es demasiado oscura, debéis hacer una ventana!», se opondrán. Pero si decís:«¡Quitemos el tejado!», os responderán: «¡Hagamos una ventana!».

Sólo después de estudiar se conocen los límites del propio saber.

Antaño, tenía la costumbre de meditar durante varios días seguidos, pero es mejor vivir durante un breve instante; antaño, tenía la costumbre de ponerme de puntillas para mirar a lo lejos, pero es mejor ampliar los horizontes subiendo a una colina.

Aquel que enseña no debe hacer diferencias entre el rico y el pobre, entre el gordo y el flaco, entre el bajo y el alto. No debe hacer ninguna distinción entre sus discípulos. Si es sabio, deberá aportarles a todos la misma sabiduría.

Aquellos que han nacido después de nosotros son temibles. ¿Cómo saber si serán semejantes a nosotros o no?

Para gobernar, en primer lugar hay que rectificar los nombres.

Si tu amor por los demás no te es correspondido, reflexiona y pregúntate si eres verdaderamente benévolo.

No tires tu cortina vieja, podrá servirte para enterrar a tu caballo.

Un gobierno tiránico es más cruel que un tigre.

Un Estado se rige por las leyes. Una guerra se hace a fuerza de sorpresas. Pero con el no hacer se gana el mundo entero.

Sólo el dinero no debe ser fuente de placer; cuando estás vivo, no crece solo, cuando mueres, no puedes llevártelo.

Poco importa que el perro sea piojoso, siempre tiene sus discípulos. Al servir a un príncipe, tened mucho cuidado y atención para susasuntos y haced poco caso de sus emolumentos.

Quédate bajo la sombra de los bambúes y cállate. Verás cosas interesantes.

¿Para qué sirve el pan si no te quedan dientes? Confórmate con un cuenco de arroz.

Todos los espejos son mágicos. Nunca podemos ver el reflejo de nuestro verdadero rostro.

Cuando una disputa se prolonga, significa que los dos adversarios están equivocados.

Para los espíritus grandes y generosos, la curiosidad es la primera y la última pasión.

El ocio excesivo llena de la forma más completa el tiempo de una persona y la deja menos dueña de sí misma que cualquier otra ocupación.

Se pierde más tiempo discutiendo sobre cosas insignificantes que haciendo cosas importantes, pues algunos de nosotros conocen mejor esas cosas que las cosas importantes.

El tigre ruge, el viento se alza.

La creatividad es el arte de mirar con un ojo nuevo las viejas cosas.

Ser espiritual no basta, hay que poseer el suficiente espíritu para evitar tener demasiado.

Hace falta toda una vida para comprender que no es necesario comprenderlo todo.

Para rodearte de un escudo impenetrable, enciérrate en ti mismo.

Gana como si estuvieses acostumbrado a ganar. Pierde como si te divirtiese hacerlo para variar.

Un estudio sobre la economía del país suele revelar que el mejor momento para comprar una cosa ha pasado ya.

Hazte indispensable y ascenderás, compórtate como si fueses indispensable y te despedirán.

Es difícil creer que los pensamientos de los demás son tan necios como los nuestros, pero tal vez sea así.

El trabajo es lo más hermoso del mundo, por eso quisiéramos dejar un poco más para el día siguiente.

Si queréis descubrir vuestra verdadera opinión sobre una persona, prestad atención a lo que sentís al recibir una carta de esa persona.

Cuanto más queremos a nuestros amigos menos los halagamos. Cuanto menos los queremos más los halagamos.

Hay dos cosas duraderas que podemos esperar legar a nuestros hijos: las raíces y las alas.

Nunca cierres de golpe una puerta detrás de ti. Podrías tener ganas de volver a abrirla.

Cuanto más te sirvas de tu cerebro, más tendrás que servirte de él.

La costumbre puede ser la mejor sirvienta o la peor ama. Sea comofuere, siempre somos sus esclavos.

Cuando hablar se vuelve más importante que escuchar, es preferible cambiar de amigos.

El amor por la humanidad, sin el amor por el estudio, tiene como defecto la ignorancia o la estupidez; el amor por la ciencia, sin el amor por el estudio, tiene como defecto la incertidumbre y la perplejidad; el amor por la sinceridad y la fidelidad, sin el amor por el estudio, tiene como defecto el engaño; el amor por la rectitud, sin el amor por el estudio, tiene como defecto una temeridad sin consideración; el amor por el coraje viril, sin el amor por el estudio, tiene como defecto la insubordinación; el amor por la firmeza y la perseverancia, sin el amor por el estudio, tiene como defecto la demencia o el apego a una idea fija.

La guerra es una lección de historia que los pueblos jamás recordarán lo suficiente.

Ya que es imposible ser universal y saberlo todo, hay que saber un poco de todo.

Es agradable llamar príncipe a un rey, aunque este apelativo disminuya su rango.

La alta luz de la inteligencia que nace de la perfección moral, o bien de la verdad sin mezcla, se denomina virtud natural o santidad primitiva. La perfección moral que nace de la alta luz de la inteligencia se denomina instrucción o santidad adquirida. La perfección moral supone la alta luz de la inteligencia, y la alta luz de la inteligencia supone la perfección moral.

¿Queréis que hablen bien de vosotros? ¡No digáis nada!

Hay defectos que arraigan en nosotros únicamente por culpa de los demás; al cortar su tronco, se desprenden como ramas.

Quien está cerca del mandarín obtiene honores, quien está cerca del cocinero obtiene comida.

La tigresa, por cruel que sea, no devora a sus cachorros.

Un mandarín íntegro difícilmente puede arreglar sus asuntos de familia.

Nos conocemos tan poco que muchos están convencidos de hallarse al borde de la muerte cuando están bien, y muchos creen estar bien cuando se hallan al borde de la muerte.

Los grandes y los pequeños tienen las mismas enfermedades, las mismas cóleras, las mismas pasiones. Pero los unos se encuentran en la cima de la rueda y los otros cerca del centro. Por consiguiente, son movidos por el mismo movimiento.

Corremos sin reflexionar hacia un precipicio después de vendarnos los ojos para no verlo.

Para que la pasión no ciegue, debemos imaginar que sólo nos quedan ocho días de vida.

Entre Dios, el Infierno y el Cielo se encuentra la vida, que es lo más frágil del mundo.

La concupiscencia y la fuerza son las fuentes de todas nuestras acciones. La concupiscencia genera las acciones voluntarias; la fuerza, las acciones involuntarias.

Es posible tener opiniones personales sobre todos los temas y no obstante hablar como el pueblo.

Nada absurdo ha salido jamás de la boca de un filósofo.

Cuando se es joven, nunca se sabe juzgar a los demás tal como son; cuando se es viejo, sucede lo mismo.

La planta del mal es tan fácil de hallar y trasplantar como un joven plantón de arroz. El bien constituye una pequeña planta casi única y difícil de trasplantar; es muy raro que se recojan los frutos.

Todos nosotros nos equivocamos de forma peligrosa porque cada uno de nosotros cree en su propia verdad. El error no es creer en una cosa sino no creer en otra verdad.

El sirviente no sabe lo que hace su amo, porque el amo le indica siempre la acción y no el fin.

Dormir no es un arte fácil: es necesario velar toda la jornada para alcanzarlo.

Lo que es bello de lejos a veces está lejos de ser bello.

La experiencia es una linterna que sólo ilumina a aquel que la lleva.

Podéis odiar a vuestros enemigos, pero no despreciarlos. Debéis estar orgullosos de vuestros enemigos y sus éxitos se convertirán entonces en vuestros éxitos.

Del mejor amigo, hay que tener al mejor enemigo. Debes estar más cerca que nunca de él con el corazón cuando te opongas a él.

El amigo debe saber adivinar y callar cuando hace falta; no debes querer verlo todo, tu sueño tiene que revelarte lo que hace tu amigo cuando está despierto.

No miente sólo aquel que habla negando lo que sabe, sino sobre todo aquel que habla negando lo que no sabe.

Médico, ayúdate a ti mismo y ayudarás también a tu enfermo. Nada podrá ayudarlo tanto como ver con sus ojos a alguien curarse a sí mismo.

A medida que uno aprende a alegrarse, pierde el hábito de hacer el mal y de pensar el mal.

El placer de las pequeñas maldades ahorra más de una mala acción y más de un gran remordimiento por haber cometido una mala acción.

El mandarín pone el fuego donde le gusta, pero no permite a la gente del pueblo encender una lámpara.

El mandarín no se avergüenza de golpear a su pueblo, el padre no se avergüenza de golpear a su hijo.

Quien se acerca al pescado seco apesta, quien se acerca a la orquídea huele bien.

Quien se acerca al bermellón rojo se vuelve rojo, quien se acerca a la tinta negra se vuelve negro.

La vida es una fuente de placer, pero para aquel que tiene el estómago vacío todas las fuentes están envenenadas.

Quien se acerca al fuego es el primero en quemarse.

Considerado el pasado, conocerás el futuro.

Un buen remedio es amargo al gusto, bueno para la enfermedad; un consejo saludable es penoso de oír, provechoso para conducirse.

Todo se aleja y todo vuelve, la rueda del ser gira hasta el infinito. Todos queremos tener una buena comida, pero aquel que quiere comer debe ponerse manos a la obra, incluso el rey.

No seas más virtuoso de lo que tus fuerzas permiten. No te exijas nada que sea inverosímil.

Dar a manos llenas es repartir en muchas partes pequeñas lo que se robó con todas las fuerzas.

Haz de la sonrisa un compañero de tu vida, te será fácil si descubres todos los buenos aspectos, por pocos que sean, que posees.

El cántaro no se ofende si es tocado por un cantarillo.

A fuerza de afilar un mazo se hace una aguja.

El agua que cae gota a gota a la larga perfora la piedra.

A veces, la ley es como una telaraña. La mosca grande pasa a través de sus mallas, mientras que la mosca pequeña se enreda en ella.

El mundo es como un gran océano. Aquel que nada demasiado cargado es demasiado pesado y se hunde.

La sabiduría es como el dinero: quien presume sin cesar de poseer una gran cantidad es sin duda aquel que posee menos.

El sabio duda de todo, incluso de su saber. Sólo el necio está seguro de todo.

Una piedra pequeña basta a veces para volcar un gran carro.

¡Acuérdate de tus pocos amigos verdaderos! Los demás, que siempre son muchos, se evocarán en tu recuerdo por sí mismos.

Aquel que llega a la mesa después de todos es el primero en llorar.

El vicio vive a veces entre nosotros, pero con una estratagema muy acertada puesto que no se muestra. En general, los necios y los jóvenes se dejan atrapar fácilmente por él.

Cuando las fuerzas del bien se elevan un palmo, las fuerzas del mal se elevan un metro.

Es muy raro que un necio se mueva solo, casi siempre va acompañado de otros necios; a este se le reconoce por sus carcajadas y porque es el único en querer nadar donde hace pie. Sin él, el sabio no podría distinguirse.

Nadie conoce de verdad la vida hasta que el dolor llama a su puerta; cuando se posee la fuerza del sufrimiento, se posee la fuerza de la audacia.

Vale más mantener la paz familiar que vender la piel del asno.

La suerte es de cristal, por eso brilla incluso en la sombra, pero es muy frágil; la suerte va al encuentro de los locos, quizá para recompensarles; la suerte también está loca: da demasiado a muchos y nada a otros.

No hagáis todo lo que queréis, pues aquel que hace todo lo que quiere hará lo que no debe hacer.

Esto es lo que dice el sabio que ha adquirido mucho hablando poco:«Quien poco tiene da mucho más de lo que tiene, quien nada tiene da a menudo y para siempre su corazón».

Aquellos que quieren el bien ajeno son como enfermos de dulce locura. Esta raramente es contagiosa, pero el tiempo es el mejor remedio contra ella, más que cualquier medicamento.

La mantis que trata de atrapar a la cigarra no se preocupa de la oropéndola que la amenaza por detrás.

Alegrarse mucho por haber tenido éxito o sentirse decepcionado por haber fracasado es ser hijo de las circunstancias.

A menudo, el verdugo es ajusticiado.

Para recompensar la cortesía con la cortesía, devolved el mal con la justicia o la severidad. Cuando la cortesía se recompensa con la cortesía, se estimula al pueblo a hacer el bien. Cuando se devuelve el mal haciendo el mal, se incita al pueblo a no hacer el mal. Recompensar el mal con el bien es signo de un carácter generoso, recompensar el bien con el mal es signo de criminalidad.

La verdad no puede ser compartida por la naturaleza humana. Si lo que se considera verdad se aleja de la naturaleza humana, ya no puede considerarse la verdad.

Encontrar la esencia moral y central de nuestro ser moral, que nos vincula al orden universal, es encontrar la armonía central. Durante mucho tiempo, los hombres raramente han sido capaces de ello.

No regreses al país si aún eres joven. Una vez hayas regresado, te morirás de pesar.

La modestia se acerca a la disciplina moral. La sencillez de carácter se acerca a la auténtica humanidad y la lealtad se acerca a la sinceridad del corazón. Si un hombre cultiva con cuidado estas tres virtudes en su comportamiento, ello no le impedirá alejarse un poco del camino recto, pero no estará lejos del ideal de la verdadera humanidad.

Que los ricos no inviertan su dinero en la compra de tierras fértiles, pues los libros permiten más abundantes cosechas; que los nobles no construyan inmensas residencias, pues los libros encierran grandes tesoros; que los jóvenes no piensen en casarse bien, pues mujeres bellas como el jade se hallan en los libros; que los viajeros no se lamenten de no tener séquito, pues los libros facilitan carrozas y caballos; que quienes quieren conocerla gloria se consagren con ardor al estudio de los libros antiguos.

Debes detestarlas cosas que tienen apariencia de verdad pero no son ciertas; debes detestar la grama, pues se mezcla con el maíz; debes detestar la música de Cheng, pues lleva el caos a la música clásica; debes detestar el color púrpura, pues cuesta distinguirlo del color rojo.

En este bajo mundo no hay nada imposible, siempre que haya hombres de corazón; en este bajo mundo no hay nada fácil, a menos que se sea negligente.

Las cosas que me trastornan y me inquietan son las siguientes: que pueda olvidarme de mejorar mi carácter, que pueda descuidar mis estudios, que pueda olvidarme de progresar por el buen camino. Podré dejar de corregirme si me doy cuenta de que me he equivocado.

El Cielo está alto, el emperador está lejos.

2 pensamientos sobre “Provervios chinos”

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados