Nada por lo que pedir perdón

Nada por lo que pedir perdón: La importancia del legado español frente a las atrocidades cometidas por los enemigos de España

La importancia del legado español frente a las atrocidades cometidas por los enemigos de España

En este excepcional libro, Marcelo Gullo Omodeo demuestra que, en el «Tribunal de la Historia», España ha sido juzgada por jueces parciales con testigos falsos. Y asevera:

Que América, antes de 1492, se asemejaba más al infierno que al paraíso, pues reinaban en el Nuevo Mundo los sacrificios humanos, el canibalismo, la esclavitud, el machismo y la prostitución.

Que Bartolomé de las Casas fue un mercenario disfrazado de sacerdote.

Que durante cuatro siglos, Gran Bretaña, Holanda, Estados Unidos, Francia y Alemania ―sin ninguna autoridad moral― le han exigido a España que pida perdón por los supuestos pecados cometidos durante la conquista de América, cuando, en realidad, son esas naciones las que deberían hacerlo porque sus manos están manchadas de sangre.

Que España no tiene nada por lo que pedir perdón porque la conquista de América fue uno de los mayores intentos que el mundo haya visto por hacer prevalecer la justicia y los valores cristianos en una época brutal y sanguinaria.

Que ese intento exitoso convirtió a España en una excepción en la historia de la humanidad porque ni antes ni después una nación se comportó de esa manera.

Y que precisamente por eso mismo cuando el papa Francisco era el padre Jorge consideraba que no había nada por lo que pedir perdón.

Tras la acusación a nuestro país de haber exterminado a los pueblos indígenas del antiguo territorio Anáhuac ignorando la gran cantidad de epidemias que sufrieron los indios, de virus de los que no estaban inmunizados, gripe, viruela, resfriados, tifus etc. (otras enfermedades fueron trasmitidas al viejo mundo desde america, como ciertas clases de sifilis que exterminaron en europa en un siglo mas millones de personas que indios murieron en america). Prueba de su mentira lo es el hecho de que hay hoy en México hay cinco veces más nativos originarios que en Estados Unidos (4 millones frente a 25, con una población muy superior en USA). Es más que conocido que los anglos masacraron, expoliaron y esclavizaron a los indígenas en sus colonias, igual que franceses y holandeses, las tres culturas piratas que han construido la falsa leyenda negra con el objetivo de tener ellos una mayor penetración en América latina. No les falta dinero. Las fundaciones masonas han invertido miles de millones de dólares en crear y empoderar al movimiento indígena contra España, algo que han conseguido en buena parte del continente. Pese a lo cual, a nivel de calle no existe tal aversión, salvo en contadas excepciones. Sheinbaum, lideresa comunista de raíz sefardí, haría bien en leer «Nada por lo que pedir perdón» (Espasa), del intelectual argentino Marcelo Gullo Omodeo, para entender que fue España la única excepción de la Humanidad en que los colonizadores no se comportaron como los bárbaros de Gran Bretaña, Holanda y Estados Unidos, que mataban a los indios sólo por el hecho de serlo. Ahora pretenden borrar su historial criminal comprando el pensamiento de los indígenas que sobrevivieron gracias a la cristiandad de la hispanidad. Cuenta Marcelo Gullo cómo la América anterior a 1492 se asemejaba más al infierno que a un paraíso. En las tierras que hoy ocupa México, la tiranía azteca de Moctezuma aterrorizaba a las poblaciones indígenas esclavizando a sus tribus, secuestrando bebés para matarlos en sacrificios humanos que duraban tres meses al año, tiempo en el que alrededor de 40.000 nativos eran asesinados, extraídos sus corazones, amputadas sus extremidades y cocinados sus cuerpos para alimentar a los guerreros caníbales. Hernán Cortés acabó con aquel terror sangriento gracias al ejército de cien mil indígenas que se levantaron contra la tiranía azteca. Después, los españoles se mezclaron con los indios, no los exterminaron como los anglos. Construyeron juntos el Virreinato de la Nueva España, haciendo de la ciudad de México la capital de la Hispanidad, la urbe más importante del imperio, más incluso que Madrid. Y los españoles, salvo excepciones, no se llevaron el oro, como la piratería inglesa y los saqueadores galos. El oro lo emplearon en construir universidades, catedrales, escuelas e infraestructuras que quedaron para la posteridad. Fueron las clases dirigentes del México independizado, los ascendientes de Obrador y Sheinbaum, quienes maltrataron a los indígenas y empobrecieron a un territorio que, cuando lo entregó España, ocupaba desde Costa Rica a California y Luisiana, mucho más grande que EE.UU. Hasta que esos ascendientes arruinaron el país, permitiendo que USA les arrebatara el 60 por ciento de lo heredado, oro de California incluido.