Navidad


De los cuatro evangelios, solo dos nos hablan acerca del nacimiento de Jesús. No es extraño que Juan no diga nada al respecto, pues su evangelio solo está interesado en información que no aparece en los otros tres. El de Marcos, por su parte, se enfoca en la vida pública de Jesús, de modo que su nacimiento no forma parte del “plan de la obra”.

Como dos testigos que informan un mismo hecho desde puntos de vista independientes, Mateo y Lucas coinciden entre sí en puntos fundamentales, y difieren en los detalles.

Por ejemplo, ambos son categóricos en señalar que:

  • La madre de Jesús era una virgen llamada María;
  • Estaba prometida con José, un varón descendiente de David;
  • Antes de hacer vida en común, la joven se encontró embarazada de Jesús;
  • El niño nació en Belén, siendo Herodes el gobernante de Judea;
  • La familia se estableció finalmente en Nazaret de Galilea.

Al mismo tiempo, si bien no hay contradicciones entre ambos relatos, sus perspectivas son claramente diferentes. Las películas y tarjetas de la navidad tienden a mezclar ambas versiones, y ahí es cuando nos quedamos con la idea de la estrella de Belén brillando sobre el pesebre. Sin embargo, para profundizar en el texto es importante tener clara la diferencia entre uno y otro relato.Del evangelio de Mateo provienen

  • Los sueños de José y su decisión de no denunciar a María
  • La estrella de navidad
  • Los reyes magos
  • La profecía de que el Mesías debía nacer en Belén y de una virgen
  • La matanza de inocentes
  • El viaje de la sagrada familia a Egipto

El evangelio de Mateo, no es tan preciso como Lucas respecto a detalles de tiempos y lugar. Se enfoca en las experiencias de José y enfatiza el rol de Jesús como descendiente de David. Su evangelio con una genealogía que desciende a través de Salomón, nos cuenta acerca de la visita de dignatarios extranjeros y de su enfrentamiento con Herodes, el rey usurpador. Lo importante en su historia es la profecía, la tipología y las promesas del Antiguo Testamento cumplidas.

En el evangelio de san Lucas, en cambio, encontramos:

  • La aparición del ángel a Zacarías
  • La visita del ángel a María
  • La visita de María a su parienta Isabel
  • El censo de Quirino, y el viaje de Nazaret a Belén
  • El pesebre
  • La aparición a los pastores

Lucas se esmera en situar correctamente en tiempo y espacio los eventos que relata, al menos en relación a sus lectores originales. Este evangelio es lo más parecido a lo que habría escrito un historiador de la antigüedad. A cada paso se detiene para informarnos quién gobernaba en tal o cual ciudad, y qué casa sacerdotal servía en Jerusalén. Lejos de ser espacio perdido, esto demuestra el interés del autor por la precisión histórica, y por dejar claro que lo relatado realmente sucedió. En su relato de la navidad, su foco está puesto en las experiencias de María, incluso cuenta sus emociones y pensamientos ante tan extraordinarios eventos. Esto ha llevado a que muchos piensen que el evangelista se entrevistó con la Virgen María.

Los escépticos suelen decir que las diferencias entre Mateo y Lucas son demasiado importantes, y que no es posible compaginar ambas versiones en una sola historia coherente. Los cristianos, por su parte, han respondido con diversas formas en que ambos relatos pueden compaginarse sin problemas. No hay una versión definitiva de esa secuencia, porque cada evangelista está ocupado en destacar los puntos del nacimiento de Jesús que le interesan, no en confirmar o negar otra versión. A continuación, explicaremos cómo es más probable que hayan sucedido los hechos que relatan ambos evangelios.

La historia comienza en el evangelio de san Lucas con el anuncio a Zacarías que Isabel, su anciana esposa, tendría un hijo. Él pertenecía a la clase sacerdotal de Abías, lo que permitiría a los primeros lectores de Lucas establecer incluso el mes en que esto sucedió. Seis meses después, un ángel se apareció a María y le anunció el nacimiento del Salvador. Luego, ella viajó de Nazaret a la región montañosa de Judea y permaneció tres meses con su parienta Isabel. Es muy probable que en esos meses llegara a José la noticia de que su prometida estaba embarazada, y pensara dejarla en secreto. Sin embargo, cuando ella regresó a Nazaret, José ya había tenido el sueño donde un ángel le advirtió lo sucedido, y él la recibió en su casa, en Nazaret.

Entre los meses 3 y 9 del embarazo de María, ella y José viajaron a Belén, a causa del censo dispuesto por César Augusto. Muchas películas muestran a María viajando a lomos de un burro con un embarazo de 9 meses, y llegando a Belén, donde todos le cierran la puerta y sin poder encontrar un lugar donde pasar la noche del nacimiento. Esa imagen popular nos invita a reflexionar sobre el desamparo en que Jesús llegó al mundo, pero no corresponde a una descripción precisa de lo que relata san Lucas. Lucas indica que “mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre” (Lc 2, 6), por lo que es difícil pensar que hicieran el viaje el mismo día de navidad.

Jesús nace en Belén de Judea.

Lucas nos cuenta que luego del nacimiento, María lo acostó al niño en un pesebre “porque no había lugar para ellos en el albergue” (Lc 2, 7). Sin embargo, el “albergue” al que se refiere Lucas, no es necesariamente una posada o taberna para hospedaje de los viajeros. Es más probable que hubiera tantas personas la casa de Jose en Belén, que no había espacio en la habitación principal para atender a una mujer embarazada. El “albergue” de Lucas, entonces se refiere a esa pieza común que había en las casas de la época. Esta es la situación los habría forzado a permanecer en la parte de la casa destinada a los animales, una habitación anexa a la casa principal con el aspecto de una gruta.

La adoración de los pastores ocurrió esa misma noche, pues encontraron al niño en el pesebre. Luego, circuncidaron al niño en al octavo día, y cumplieron con el rito de la purificación y presentación en el Templo de Jerusalén, en el día 40. Después volvieron a Nazaret de Galilea.

No es del todo claro cuándo se presentaron los magos a adorar al niño.

San Mateo dice que llegaron a Jerusalén “cuando nació Jesús en Belén de Judea”, pero no es necesario asumir que ambos eventos ocurrieron simultáneamente. Este evangelio no está tan preocupado de la precisión temporal como Lucas. Sí es claro que los magos entraron en una casa, y no en un pesebre, por lo que esto no sucedió la misma noche de navidad claro que visitaron al niño algún tiempo después del nacimiento. Por lo mismo, esa casa puede haber estado en Belén o en Nazaret. Fuente, visite: https://www.infocatolica.com/blog/esferacruz.php/1601090210-la-navidad-en-los-evangelios

Por qué soy católico

Pato Acevedo, el 13.04.11 a las 5:14 PM

Si nos preguntaran “por qué eres católico», ¿que contestaríamos? Creo que la mayoría lo consideraríamos una pregunta ruda, y seguramente daríamos razones familiares y geográficas para salir del paso: “porque es lo que me enseñaron”, “porque me bautizaron de niño” o “porque nací en un país de tradición católica”.

La respuesta correcta, desde luego, sólo puede ser una: “porque la religión católica es verdadera, es decir, enseña la verdad”, pero más interesante es la siguiente pregunta, que es lo que en el fondo se quiere averiguar: “bueno ¿Cómo lo sabes?”. Ahí, seguramente lo primero que se nos vendría a la mente sería “porque tengo fe”.

El salto de fe

Observando la época mi formación religiosa (de cursos de primera comunión, de colegio salesiano, de ser delegado de pastoral de mi curso, y asistir esporádicamente a misas), es fácil darse cuenta que yo y mis compañeros nos encontrábamos sumergidos («bautizado” si se quiere) en la doctrina  del “salto de fe“, es decir, la noción más o menos implícita de que creer en los dogmas cristianos implica la virtud de adherir a las enseñanzas de NSJC, sin contar con evidencia para ello, que bastaba la íntima convicción, e incluso que era signo de amor.

Nuestro tiempo, privado como está de catequesis, ha sido tierra fértil para este concepto, tal vez porque eso de pertenecer a cierta minoría escogida a la que Dios ha dado la fe, es simple, y a la vez halagador. También es muy funcional a cierta clase de no creyente (frecuentemente dedicado a la política) que, al ser consultado por sus convicciones religiosas simplemente responde “no me ha sido concedido el don de la fe”.

Un corolario de esta misma idea lo encontramos en cada película cuya la moraleja sea “cuando tengas dudas, sigue a tu corazón”, o libro de autoayuda que te diga que no necesitas escuchar a nadie más para saber qué es lo correcto, ciertamente no a los líderes religiosos, y que “todo está en ti”. Basta pensar en la más famosa escena de cine, aquella donde Darth Vader revela que es el padre de Luke, y se supone que nuestro héroe debe “buscar en sus sentimientos” ¡para saber si el villano le miente o no!

Que los cristianos asumamos como propia esta forma de acercarnos a la religión sería desastroso, para la misión evangelizadora y para la ética. En primer lugar, a nadie se le ocurriría pensar de ese modo en asuntos de medicina o tecnología, de modo que la conclusión lógica será que la religión es una forma inferior y menos importante de conocimiento. En segundo término, si el conocimiento acerca de las verdades más profundas es estrictamente personal y depende de las emociones, toda religión será un asunto estrictamente privado, donde lo verdadero para mí puede no serlo para ti, y la predicación no tiene sentido. Finalmente si la conciencia también bebe de esta misma fuente para conocer la verdad moral, también se deberá afirmar que nadie puede decir a otro que actúe en contra de su más íntima convicción.

En oposición al “salto de fe”, la Iglesia Católica siempre ha confiado en la filosofía y enseña que “Las facultades del hombre lo hacen capaz de conocer la existencia de un Dios personal” y ha defendido a la vez la autonomía de la conciencia, y la absoluta necesidad de su adecuada formación. Así la Iglesia se alinea con las escuelas de verdadera filosofía (en oposición a los sofistas que hacen nata hoy), y la ciencia, afirmando la posibilidad de conocer el mundo y la existencia de verdad más allá de opiniones subjetivas

¡Pruebas!

Imaginen, entonces, mi sorpresa al enterarme recién a los 20 años de bautizado que había “pruebas de la existencia de Dios”. Esto iba contra la forma misma de entender la religión que había aprendido,

Continue la lectura en la fuente original, es lo mejor que se puede leer.

https://www.infocatolica.com/blog/esferacruz.php/1104130514-por-que-soy-catolico