RUBEN DARIOAún sin cumplir los 40 años, Darío comenzó a sentirse envejecido. Su mismo aspecto físico delataba los excesos de su bohemia. No es entonces extraño que su estado anímico se reflejara en sus poemas de esa época, impregnados de recuerdos de un pasado que le parecía perdido y lejano. Los recuerdos de su infancia, de su patria pequeña y distante, más la dolorosa experiencia vital que fue siempre su errabunda existencia, afloran en su poesía.Dominado por la convicción de que se encontraba viviendo una vejez prematura, Darío da a la estampa las composiciones que integran su pequeño libro, de menos de cien páginas, que lleva por título «Poema del Otoño y otros poemas». Fue «publicado en 1910», como parte de la «Biblioteca Ateneo de Madrid», que dirigía el buen amigo de Rubén, «Mariano Miguel de Val», a quien está dedicado el libro. De Val auxilió a Darío en momentos difíciles, como cuando le cedió gratuitamente un local de la Calle Serrano para que pudiera instalar allí la Legación de Nicaragua, en momentos en que Darío dejó de recibir las correspondientes asignaciones del gobierno de Nicaragua.Rubén DaríoPoema del otoño y otros poemasTítulo original: Poema del otoño y otros poemasRubén Darío, 1910DEDICATORIAA Mariano Miguel del Val.Tú que estás la barba en la manomeditabundo,¿has dejado pasar, hermano,la flor del mundo?Te lamentas de los ayerescon quejas vanas:¡aun hay promesas de placeresen las mañanas!Aún puedes casar la olorosarosa y el lis,y hay mirtos para tu orgullosacabeza gris,El alma ahita cruel inmolalo que la alegra,como Zingua, reina de Angola,lúbrica negra,Tú has gozado de la hora amable,y oyes despuésla impresión del formidableEclesiastés.El domingo de amor te hechiza;mas mira cómollega el miércoles de ceniza;Memento, homo…Por eso hacia el florido montelas almas van,y se explican Anacreontey Omar Kayam.Huyendo del mal, de improvisose entra en el mal,por la puerta del paraísoY, no obstante, la vida es bella,por poseerla perla, la rosa, la estrellay la mujer.Lucifer brilla. Canta el roncomar. Y se pierdeSilvano oculto tras el troncodel haya verde.Y sentimos la vida pura,clara, real.cuando la envuelve la dulzura¿Para qué las envidias vilesy las injurias,cuando retuercen sus reptilespálidas furias?¿Para qué los odios funestosde los ingratos?¿Para qué los lívidos gestosde los Pilatos?¡Si lo terreno acaba, en suma,cielo e infierno,y nuestras vidas son la espumade un mar eterno!Lavemos bien de nuestra vestela amarga prosa;soñemos en una celeste,mística rosa.Cojamos la flor del instante;¡la melodíade la mágica alondra cantela miel del día!Amor a su fiesta conviday nos corona.Todos tenemos en la vidanuestra Verona.Aun en la hora crepuscularcanta una voz:«¡Ruth, risueña, viene a espigarpara Booz!»Mas coged la flor del instante,cuando en Orientenace el alba para el fragante¡Oh! Niño que con Eros juegas,niños lozanos,danzad como las ninfas griegasy los silvanos.El viejo tiempo todo roey va de prisa;sabed vencerle, Cintia, Cloey Cidalisa.Trocad por rosas, azahares,que suenan al sonde aquel Cantar de los Cantaresde Salomón.Príapo vela en los jardinesque Cipris huella;Hécate hace aullar los mastines;mas Diana es bella.y apenas envuelta en los velosde la ilusión,baja a los bosques de los cielospor Endimión.¡Adolescencia! Amor te doracon su virtud;goza del beso de la aurora,¡oh juventud!¡Desventurado el que ha cogidotarde la flor!Y ¡ay de aquel que nunca ha sabidolo que es amor!Yo he visto en tierra tropicalla sangre arder,como en un cáliz de cristal,en la mujer,y en todas partes la que amay se consume,como una flor hecha de llamay de perfume.Abrasaos en esa llamay respiradese perfume que embalsamala Humanidad.Gozad de la carne, ese bienque hoy nos hechiza,y después se tomará enpolvo y ceniza.Gozad del sol, de la paganaluz de sus fuegos;gozad del sol, porque mañanaestaréis ciegos.Gozad de la dulce armoníaque a Apolo invoca;gozad del canto, porque un díano tendréis boca.Gozad de la tierra, que unbien cierto encierra;gozad, porque no estáis aúnbajo la tierra.Apartad el temor que os hielay que os restringe;la paloma de Venus vuelasobre la Esfinge.Aún vencen muerte, tiempo y hadolas amorosas;en las tumbas se han encontradomirtos y rosas.Aún Anadiomena en sus lidiasnos da su ayuda;aún resurge en la obra de FidiasFriné desnuda.Vive el bíblico Adán robusto,de sangre humana,y aún siente nuestra lengua el gustode la manzana.Y hace de este globo vivientefuerza y acción,la universal y omnipotentefecundación.El corazón del cielo latepor la victoriade este vivir, que es un combatey es una gloria.Pues aunque hay pena y nos agraviael sino adverso,en nosotros corre la saviadel universoNuestro cráneo guarda el vibrarde tierra y sol,como el ruido de la marel caracol.La sal del mar en nuestras venasva a borbotones;tenemos sangre de sirenasy de tritones.A nosotros encinas, lauros,frondas espesas;tenemos carne de centaurosy satiresas.En nosotros la Vida viertefuerza y calor.¡Vamos al reino de la Muertepor el camino del Amor!INTERMEZZO TROPICALI.—MEDIODÍAMidi, roi des étés, como cantaba el criollofrancés. Un mediodíay el azul fuego envía.Es la isla del Cardón, en Nicaragua.Pienso en Grecia, en Morea o en Zacinto.Pues al brillo del cielo y al cariño del aguase alza enfrente una tropical Corinto.Penachos verdes de palmeras. Lejosruda de antigüedad, grave de mito,la tribu en roca de volcanes viejos,que, como todo, aguarda su instante de infinito.Un ave de rapiña pasa a pescar y tornacon un pez en las garras.Y sopla un vaho de homo que abochornay tuesta en oro las cigarras.II.—VESPERALHa pasado la siestay la hora del Poniente se avecina,y hay ya frescor en estacosta, que el sol del Trópico calcina.Hay un suave alentar de aura marina,y el Occidente finge una florestaque una llama de púrpura ilumina.Sobre la arena dejan los cangrejosla ilegible escritura de sus huellas.Conchas de color de rosa y de reflejosáureos, caracolillos y fragmentos de estrellasde mar, forman alfombrasonante al paso en la armoniosa orilla.Y cuando Venus brilla,dulce, imperial amor de la divina tarde,creo que en la onda suena,o son de lira, o canto de sirena.Y en mi alma otro lucero como el de Venus arde.III.—CANCIÓN OTOÑALAire de «Seminole»,
de Egbert Vanalstyre.En Occidente húndeseel sol crepuscular;vestido de oro y púrpuramañana volverá.En la vida hay crepúsculosque nos hacen llorar,porque hay soles que pártensey no vuelven jamás.COROVuela la mágica ilusiónen un ocaso de pasión,y la acompaña una cancióndel corazón.Éste era un rey de Cólquida,o quizá de Thulé,un rey de ensueños líricosque sonrió una vez.De su sonrisa herméticajamás se supo biensi fue doliente y pálidao si fue de placer.COROVuela la mágica ilusiónen un ocaso de pasión,y la acompaña una cancióndel corazón.La tarde melancólicasolloza sobre el mar.Brilla en el cielo, vésperoen su divina paz.Y hay en el aire trémuloansias de suspirarporque pasa con Céfirocomo el alma otoñal.COROVuela la mágica ilusiónen un ocaso de pasión,y la acompaña una cancióndel corazón.IV.—RAZAHisopos y espadashan sido precisos,unos regando el aguay otras vertiendo el vinode la sangre. Nutrieronde tal modo a la rara los siglos.Juntos alientan, vástagosde beatos e hijosde encomenderos, conlos que tienen el signode descender de esclavos africanos,o de soberbios indios,como el gran Nicarao, que un puente de canoasbrindó al cacique amigopara pasar el lagode Managua. Eso es épico y es lírico.V.—CANCIÓNNiñas que dais al viento,al cielo y a la marla mirada, el acentoy el olor de azaharque de vuestros cabellosbellosamamos respirar;damas de sol y ensueño,de luz y de ilusión,que anima el dios risueñodueño del corazón,por vuestros ojos cálidos,pálidoslos soñadores son.Obras de arte del sacroartista universal,tan bello simulacrodé su gracia fataly en tal estatua vibre,libre,la psique de cristal.Pues sois de la existenciala dicha en lo fugaz,y vuestra dulce cienciasuele ser eficaz,quémese uno en tal fuego;luego,puede dormirse en paz.VI.—A DOÑA BLANCADE ZELAYASeñora: de las Blancas que tenemos noticia,la primera seria Diana la Cazadora,a menos que no fuese la Diosa de Justicia,o la que nos anuncia la entrada de la Aurora.Después, hay muchas Blancas entre la negra historia,que astros de venturanza para los pueblos son,ya perlas de consuelo, o diamante de gloria;por ejemplo: la dulce Blanca de Borbón.En un fondo azul, como una estrella brilla,siendo como la reina de las flores de lis,la prestigiosa doña Blanca de Castilla,decoro de las reinas y madre de San Luis.En un ambiente de bizarría y fragancia,otra blancura viene, que prestigia y que daa la maravillosa doña Blanca de Franciala música de triunfo que por sus nupcias va.Y en lo que el cronista preciosamente narra,entre lujos de justa y reflejos de lid,nos aparece doña Blanca de Navarra,orgullosa, preclara y biznieta del Cid.Mas ante este desfile que de la gloria arranca,entre tantas blancuras siendo una regia flor,por sencilla, por pura, por garrida y por blanca.Blanca de Nicaragua nos será la mejor.VII.—A MARGARITADEBAYLEMargarita, está linda la mar,y el vientolleva esencia sutil de azahar,yo sientoen el alma una alondra cantar:tu acento.Margarita, te voy a contarun cuento.Éste era un rey que teníaun palacio de diamantes,una tienda hecha del díay un rebaño de elefantes.Un quiosco de malaquita,un gran manto de tisú,y una gentil princesita,tan bonita,Margarita,tan bonita como tú.Una tarde la princesavio una estrella aparecer;la princesa era traviesay la quiso ir a coger.La quería para hacerladecorar un prendedor,con un verso y una perla,una pluma y una flor.Las princesas primorosasse parecen mucho a ti.Cortan lirios, cortan rosas,cortan astros. Son así.Pues se fue la niña bella,bajo el cielo y sobre el mar,a cortar la blanca estrellaque la hacía suspirar.Y siguió camino arriba,por la Luna y más allá;mas lo malo es que ella ibasin permiso del papá.Cuando estuvo ya de vueltade los parques del Señor,se miraba toda envueltaen un dulce resplandor.Y el rey dijo: «¿Qué te has hecho?Te he buscado y no te hallé;¿qué tienes en el pechoque encendido se te ve?»La princesa no mentía.Y así, dijo la verdad:«Fui a cortar la estrella míaa la azul inmensidad».Y el rey clama: «¿No te he dichoque el azul no hay que tocar?¡Qué locura! ¡Qué capricho!El Señor se va a enojar».Y dice ella: «No hubo intento;yo me fui no sé por qué.Por las olas y en el vientofui a la estrella y la corté».Y el papá dice enojado:«Un castigo has de tener:vuelve al cielo, y lo robadovas ahora a devolver».La princesa se entristecepor su dulce flor de luz,cuando entonces aparecesonriendo el Buen Jesús.Y así dice: «En mis campiñasesa rosa la ofrecí:son mis flores de las niñasque al soñar piensan en mí».Viste el rey ropas brillantes,y luego hace desfilarcuatrocientos elefantesa la orilla de la mar.La princesita está bella,pues ya tiene el prendedoren que lucen, con la estrella,verso, perla, pluma y flor.Margarita, está linda la mar,y el vientolleva esencia sutil de azahar:tu aliento.Ya que lejos de mí vas a estar,guarda, niña, un gentil pensamientoal que un día te quiso contarun cuento.VIII.—EN CASA DEL DOCTORLUIS H. DEBAYLE. – TOASTEsta casa de gracia y de gloria, me auguraen tan dulces momentos, que son de Epifanía,como el amanecer de un encantado díaque iniciase las horas de una dicha futura.Aquí un verbo ha brotado que anima y que perdura,aquí se ha consagrado a la eterna Armoníapor las rosas de idea que han dado al alma mía,en sus pétalos frescos, la fragancia más pura.Suaves reminiscencias de los primeros añosme brindaron consuelos en países extraños,y hoy sé por el Destino prodigioso y fatal,que si es amarga y dura la sal de que habla el Dante,no hay miel tan deleitosa, tan fina y tan fragantecomo la miel divina de la tierra natal.Y para Casimira,el oro de la liray las flores de lis,que junten la fraganciade Nicaragua y Franciapor su adorado Luis.VARIASANTA ELENA DE MONTENEGROHora de Cristo en el Calvario,hora de terror milenario,hora de sangre, hora de osario.La Luna, huraño humor destilaen la tumba de la Sibilay solvet seclum in favila…Hécate aullante y fosca yerra,y lanza al infierno su guerrapor las pústulas de la Tierra.El hambre medieval, va porsendas de sulfúreo vapory olor de muerte. ¡Horror, horror!Ladran con un furioso celolos canes del diablo hacia el cielo,por la boca de Mongibelo.Tiemblan pueblos en desvaríode hambre, de terror y de frío…¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Dios mío!Como en la dantesca Comedianos eriza el pelo y asediael espanto de la Edad Media.Pasan furias haciendo gestos,pasan mil rostros descompuestos;allá arriba hay signos funestos.Hay pueblos de espectros humanosque van mordiéndose las manos.Comienzan su obra los gusanos.Falta la terrible trompeta.Mas oye el alma del poetacrujir los huesos del planeta.Al ruido terráqueo, un ruidose agrega profundo, inoído…Viene de lo desconocido.Entretanto la muchedumbregrita sin fe, sin pan, sin lumbre,alocada de pesadumbre.Y bajo el oscuro destinose oyen rechinar de continolos rojos dientes de Hugolino.Y todo espíritu se pasma,al ver entre el fuego y el miasmaretorcerse al dolor-fantasma.Arruga el ceño el Deo Ignoto,y Átropos, Láquesis y Clotohacen señas al Terremoto…Ululan voces lamentables;son idénticos y espantablesmillonarios y miserables.Van rebaños dolientes… Vanvisiones de duelo y afáncual vio en su apocalipsis Juan.Y sobre ellas, ceniza avientael corazón de la tormenta,y un rincón divino revienta.Y bajo sus pies huye el suelo,y sobre sus frentes el duelocae como triste del cielo.¡Oh asombroso miedo de las Musas!¡Oh cabelleras de Medusas!¡Oh los rictus de las empusas!¡Oh amarga máscara amarilla,ojos do luz siniestra brillay escenarios de pesadilla!Acres relentes, voz que hiererepentina, gente que muere…¡Ay! ¡Miserere!… ¡Miserere!¡Jardines que hoy son cementeriosdestruidos por los cauteriosde los temerosos Misterios!Región que el espanto prefierey en donde la Muerte más hiere…¡Ay! ¡Miserere!… ¡Miserere!¡Mas oíd un celeste allegro!Es que pasa en el horror negroSanta Elena de MontenegroGAITA GALAICAGaita galaica, sabes cantarlo que profundo y dulce nos es.Dices de amor, y dices despuésde un amargor, como el de la mar.Canta. Es el tiempo. Haremos danzaral fino verso de rítmicos pies.Ya nos lo dijo el Eclesiastés:tiempo hay de todo: hay tiempo de amar.tiempo de ganar, tiempo de perder,tiempo de plantar, tiempo de coger,tiempo de llorar, tiempo de reir,tiempo de rasgar, tiempo de coser,tiempo de esparcir y de recoger,tiempo de nacer, tiempo de morir.A MISTRAL¡Mistral! La copa santa llena de santo vinoalza el mundo por ti,y lleva nueva sangre al corazón latinosu líquido rubí.¡Gran patriarca! ¡Tu canto lleva el mistral sonoro,canto de amor y fe,y alza su palma lírica tu Provenza de oropor su gran Capoulié!Provenza, que cultiva sus olivos y parras,cuida del verde laurel,y al glorioso son de liras y cigarraste corona con él.Provenza canta himnos para su rey de cantos,para su hijo inmortal,y dice odas pindáricas, o dice salmos santos,griega y pontifical.Y las hermanas de Mireia, la preciosaflor que el Arquero hirió,por su memoria ofrendan ramos de mirto y rosaa quien vida le dio.Sonad, trompetas que anunciáis la victoriade ese amado del Sol,y que entre vuestro coro se oiga tocando a gloriaun clarín español.Y que sobre los mares lleven los vientos libresla divina verdad,emperador de musas y rey de los felibres,de tu inmortalidad.EL CLAVICORDIO DE LA ABUELAEn el castillo, fresca, linda,la marquesita Rosalinda,mientras la blanda brisa vuela,con su pequeña mano blancauna pavana grave arrancaal clavicordio de la abuela.¡Notas de Lully y de Rameau!Versos que a ella recitóel primo rubio tan galán,que tiene el aire caprichoso,y que es gallardo y orgullosocomo un mancebo de Rohán.Va la manita, en el teclado,como si fuese un lirio aladolanzando al aire la canción,y con sonrisa placenterasonríe el viejo de gorgueraen los tapices del salón.En el tapiz está un amor,y una pastora da una floral pastorcito que la anhela.Es una boca en flor, la boca,de la que alegre y viva tocael clavicordio de la abuela.Es una fresa, es una guindalos labios son de Rosalinda,que toca y toca, y toca más.Tiene en su rostro abril y mayo,en su mirada brilla un rayo;con la cabeza hace el compás.¡Qué linda está la marquesita!Es una blanca margarita,es una rosa, es un jazmín.Su cabellera es un tesoro;si ríe, brota un canto de oroen su reír de querubín.El cielo tiene sobre el traje:si hay una nube, es un encaje,espuma, bruma, suave tul;como ella es blanca y sonrosada,y de oro puro coronada,¡qué bien la sienta el traje azul!Ella hacia un lado inclina suavela cabecita, como un aveque casi va, que casi vuela;y alza su mano el son sutilde la blancura del marfildel clavicordio de la abuela.La niña, dulce cual la miel,canta a compás rondó y rondel,canta los versos de Ronsard;y cuando lanza en su clamorlos tiernos versos del amor,se pone siempre a suspirar.Amor sus rosas nuevas brindaa la marquesa Rosalinda,que al amor corre sin cautela,sin escuchar que en el teclado,canta un amor desengañadoel clavicordio de la abuela.¡Amar, reír! La vida es corta.Gozar de abril es lo que importaen el primer loco delirio;bello es que el leve colibríbata alas de oro y carmesísobre la nieve azul del lirio.Y aunque al terrible viaje largo,empuja el ronco viento amargocuyo siniestro nombre hiela,bien es, que al pobre viajadoranime el vivo son de amordel clavicordio de la abuela.OTROS POEMASLA CARTUJAEste vetusto monasterio ha visto,secos de orar y pálidos de ayuno,con el breviario y con el Santo Cristo,a los callados hijos de San Bruno.A los que en su existencia solitaria,con la locura de la cruz y al vuelomísticamente azul de la plegaria,fueron a Dios en busca de consuelo.Mortificaron con las disciplinasy los cilicios la carne mortaly opusieron, orando, las divinasansias celestes al furor sexual.La soledad que amaba Jeremías,el misterioso profesor de llanto,y el silencio, en que encuentran armoníasel soñador, el místico y el santo,fueron para ellos minas de diamantesque cavan los mineros serafinesa la luz de los cirios parpadeantesy al son de las campanas de maitines.Gustaron las harinas celestialesen el maravilloso simulacro,herido el cuerpo bajo los sayales,el espíritu ardiente en amor sacro.Vieron la nada amarga de este mundo,pozos de horror y dolores extremos,y hallaron el concepto más profundoen el profundo «De morir tenemos».Y como a Pablo e Hilarión y Antonio,a pesar de cilicios y oraciones,les presentó, con su hechizo, el demoniosus mil visiones de fornicaciones.Y fueron castos por dolor y fe,y fueron pobres por la santidad,y fueron obedientes porque fuesu reina de pies blancos la humildad.Vieron los belcebúes y satanesque esas almas humildes y apostólicastriunfaban de maléficos afanesy de tantas acedías melancólicas.Que el Mortui estis del candente Pabloles forjaba corazas arcangélicasy que nada podría hacer el diablode halagos finos o añagazas bélicas.¡Ah!, fuera yo de esos que Dios quería,y que Dios quiere cuando así le place,dichosos ante el temeroso díade losa fría y Resquiescat in pace.Poder matar el orgullo perversoy el palpitar de la carne maligna,todo por Dios, delante el Universo,con corazón que sufre y se resigna.Sentir la unción de la divina mano,ver florecer de eterna luz mi anhelo,y oír como un Pitágoras cristianola música teológica del cielo.Y al fauno que hay en mí, darle la ciencia,que el Angel hace estremecer las alas.Por la oración y por la penitenciaponer en fuga a las diablesas malas.Darme otros ojos, no estos ojos vivosque gozan en mirar, como los ojosde los sátiros locos medio-chivos,redondeces de nieve y labios rojos.Darme otra boca en que queden impresoslos ardientes carbones del asceta;y no esta boca en que vinos y besosaumentan gulas de hombre y de poeta.Darme unas manos de disciplinanteque me dejen el lomo ensangrentado,y no estas manos lúbricas de amanteque acarician las pomas del pecado.Darme una sangre que me deje llenaslas venas de quietud y en paz los sesos,y no esta sangre que hace arder las venas,vibrar los nervios y crujir los huesos.¡Y quedar libre de maldad y engañoy sentir una mano que me empujaa la cueva que acoge al ermitaño,o al silencio y la paz de la Cartuja!PEQUEÑO POEMADE CARNAVALA la señora de Leopoldo LugonesHa mucho que Leopoldome juzga bajo un toldode penas, al rescoldode una última ilusión.O bien cual hombre adustoque agriado de disgustono hincha el cuello robustolanzando una canción.Juzga este ser titánicocon buen humor tiránicoque estoy lleno de pánico,desengaño o esplín,porque ha tiempo no manani una rima galanani una prosa profanade mi viejo violín.Y por tales cuidadosme vino con recados,lindamente acordados,que dice que le dioprimavera, la niñade florida basquiñaa quien por la campiñaharto perseguí yo.No hay tal, señora míaY aquí vengo este día,lleno de poesía,pues llega el Carnavala hacer sonar, en gratahora, lira de plata,flauta que olvidos mata,y sistro de cristal.Pues en París estamos,parisienses hagamoslos más soberbios ramosde flores de París,y llenen esta estanciade gloria y de fraganciabellas rosas de Franciay la hortensia y la lis.¡Viva la ciudad santa—de diabla que es— que encantacon tanta gracia y tantafuria de porvenir;que es la única en el mundodonde en sueños me hundocon lo dulce y profundodel gozo del vivir!Viva, con sus coronasde laurel, sus sorbonas,y sus lindas personaspérfidas como el mar:viva, con gamin listoestudiante y aristo,y el gallo nunca vistoy el gorrión familiar.Yo he visto a Venus bella,en el pecho una estrella,y a Mammón ir tras ellaque con ligero pieproseguía adelante,parándose delantedel fuego del diamantede la rue de la Paix,Creí, tras los macizosde un jardín, los carrizosoír, llenos de hechizos,de la flauta de Pan.Reía Primaverade la canción ligera:el griego dios no era.Era el pobre Lelián.Y ahora, cuando empachela fiesta, y el apachesu mensaje despachea la Alegría vil,dará púrpura a Momoen un divino asomoescapada de un tomola sombra de Banville.Las musas y las graciasvuelven de las acaciascon sus aristocraciasdoradas por el luis;y el avaro de Plautoo Moliere, irá incautotras las huellas del autoal café de París.Pero todo, señora,lo consagra y decora,lo suaviza y lo dorala mágica ciudadhecha de amor, de historia,de placer y de gloria,de hechizo y de victoria,de triunfo y claridad.¡Vivan los Carnavalesparisienses! Los maleshuyen a los cristalesde la viuda Clicquot.¡Y pues que Primaveraquería un canto, fuerala armoniosa quimeraque llevo dentro yo!Y de nuevo las rosasy las profanas prosasvayan a las hermosas,al aire, al cielo, al sol;vaya el verso con alasy la estrofa con galasy suenen cosas galascon el modo español.Así verá Lugonescómo las ilusionesreviven a los sonesdel canto fraternal,y brota el tallo tiernoen otoño o invierno.¡Pues Apolo es eternoy el arte es inmortal!Que mire nuestro Orfeocumplido su deseoy que no encuentre un reode silencios en mí,y para mi acomodono emplee agudo modo,pues, a «pesar de todo»,nuestro Hugo no era así.¡Viva Gallia Regina!Aquí nos iluminaun sol que no declina;Eros brinda su flor,Palas nos da la manomientras va soberanorigiendo su aeroplanoÍcaro vencedor.¡Ah, señora!, yo expresomi gratitud, mi excesode gratitud, y besotanto lustre laurel.Celebro aulas sagradas,artes, modas lanzadas,y las damas pintadasy los maîtres d’hôtel.Y puesta la caretaha cantado el poetacon cierta voz discretaque propia suya es;y reencontró su aurora,sin viña protectorao caricia traidoradel brebaje escocés.Sepa la Primaveraque mi alma es compañeradel sol que ella veneray del supremo Pan.Y que si Apolo ardientela llama, de repente,contestará: ¡Presente,mi capitán!VALLDEMOSAVago con los corderos y con las cabras trepocomo un pastor por estos montes de Valldemosa,y entre olivares pingües y entre pinos de Alepodiviso el mar azul que el sol baña de rosa.Y en tanto que el Mediterráneo me acariciacon su aliento yodado y su salino aroma,creo mirar surgir una barca fenicia,una vela de Grecia, un trirreme de Roma.Y me saca de mis éxtasis en la dulce mañana,el oír que del campo cercano llegan unasnotas de evocadora melopea africanaque canta una payesa recogiendo aceitunas.Pían los libres pájaros en los vecinos huertos;se enredan las copiosas viñas a las higueras,y muestra el sexual higo dos labios entreabiertosjunto al ámbar quemado de las uvas postreras.Plinio llama Baleares funda bellicosasa estas islas hermanas de las islas Pytiusas;yo sé que coronadas de pámpanos y rosasaquí a un tiempo danzaron ante el mar las musas.Y si a esta región dieron Catarina y Raimundopaz que a Cristo pidieron Raimundo y Catarina,aún se oye el eco de la flauta que dio al mundocon la música pánica vitalidad divina.LOS MOTIVOS DEL LOBOEl varón que tiene corazón de lis,alma de querube, lengua celestial,el mínimo y dulce Francisco de Asís,está con un rudo y torvo animal,bestia temerosa, de sangre y de robo,las fauces de furia, los ojos de mal:el lobo de Gubbia, el terrible lobo.Rabioso ha asolado los alrededores,cruel ha deshecho todos los rebaños;devoró corderos, devoró pastores,y son incontables sus muertes y daños.Fuertes cazadores armados de hierrosfueron destrozados. Los duros colmillosdieron cuenta de los más bravos perros,como de cabritos y de corderillos.Francisco salió:al lobo buscóen su madriguera.Cerca de la cueva encontró a la fieraenorme, que al verle se lanzó ferozcontra él. Francisco, con su dulce voz,alzando la mano,al lobo furioso dijo: —¡Paz hermanolobo! El animalcontempló al varón de tosco sayal;dejó su aire arisco,cerró las abiertas fauces agresivas,y dijo: —¡Está bien, hermano Francisco!¡Cómo! —exclamó el santo—. ¿Es ley que tú vivasde horror y de muerte?¿La sangre que viertetu hocico diabólico, el duelo y espantoque esparces, el llantode los campesinos, el grito, el dolorde tan criatura de Nuestro Señor,no han de contener tu encono infernal?¿Vienes del infierno?¿Te ha infundido acaso su rencor eternoLuzbel o Belial?Y el gran lobo, humilde: —¡Es duro el invierno,y es horrible el hambre! En el bosque heladono hallé qué comer; busqué el ganado,y en veces comí ganado y pastor.¿La sangre? Yo vi más de un cazadorsobre su caballo, llevando el azoral puño; o correr tras el jabalí,el oso o el ciervo; y a más de uno vimancharse de sangre, herir, torturar,de las roncas trompas al sordo clamor,a los animales de Nuestro Señor.Y no era por hambre, que iban a cazar.Francisco responde: —En el hombre existemala levadura.Cuando nace viene con pecado. Es triste.Mas el alma simple de la bestia es pura.Tú vas a tenerdesde hoy qué comer.Dejarás en pazrebaños y gentes en este país.¡Qué Dios melefique tu ser montaraz!—Está bien, hermano Francisco de Asís.—Ante el Señor, que todo ata y desata,en fe de promesa tiéndeme la pata.El lobo tendió la pata al hermanode Asís, que a su vez le alargó la mano.Fueron a la aldea. La gente veíay lo que miraba casi no creía.Tras el religioso iba el lobo fiero,y, baja la testa, quieto le seguíacomo un can de casa, o como un cordero.Francisco llamó la gente a la plazay allí predicó.Y dijo: —He aquí una amable caza.El hermano lobo se viene conmigo;me juró no ser ya nuestro enemigo,y no repetir su ataque sangriento.Vosotros, en cambio, daréis su alimentoa la pobre bestia de Dios. —¡Así sea!,contestó la gente toda de la aldea.Y luego, en señalde contentamiento.movió testa y cola el buen animal,y entró con Francisco de Asís al convento.Algún tiempo estuvo el lobo tranquiloen el santo asilo.Sus vastas orejas los salmos oíany los claros ojos se le humedecían.Aprendió mil gracias y hacía mil juegoscuando a la cocina iba con los legos.Y cuando Francisco su oración hacía,el lobo las pobres sandalias lamía.Salía a la calle,iba por el monte, descendía al valle,entraba en las casas y le daban algode comer. Mirábanle como a un manso galgo.Un día, Francisco se ausentó. Y el lobodulce, el lobo manso y bueno, el lobo probo,desapareció, tornó a la montaña,y recomenzaron su aullido y su saña.Otra vez sintióse el temor, la alarma,entre los vecinos y entre los pastores;colmaba el espanto los alrededores,de nada servían el valor y el arma,pues la bestia fierano dio tregua a su furor jamás,como si tuvierafuegos de Moloch y de Satanás.Cuando volvió al pueblo el divino santo,todos lo buscaron con quejas y llanto,y con mil querellas dieron testimoniode lo que sufrían y perdían tantopor aquel infame lobo de demonio.Francisco de Asís se puso severo.Se fue a la montañaa buscar al falso lobo carnicero.Y junto a su cueva halló a la alimaña.—En nombre del Padre del sacro universo,conjuróte, dijo, ¡oh lobo perverso!,a que me respondas: ¿Por qué has vuelto al mal?Contesta. Te escucho.Como en sorda lucha, habló el animal,la boca espumosa y el ojo fatal:—Hermano Francisco, no te acerques mucho…Yo estaba tranquilo allá en el convento,al pueblo salía,y si algo me daban estaba contentoy manso comía.Mas empecé a ver que en todas las casasestaban la Envidia, la Saña, la Ira,y en todos los rostros ardían las brasasde odio, de lujuria, de infamia y mentira.Hermanos a hermanos hacían la guerra,perdían los débiles, ganaban los malos,hembra y macho eran como perro y perra,y un buen día todos me dieron de palos.Me vieron humilde, lamía las manosy los pies. Seguía tus sagradas leyes,todas las criaturas eran mis hermanos:los hermanos hombres, los hermanos bueyes,hermanas estrellas y hermanos gusanos.Y así, me apalearon y me echaron fuera.Y su risa fue como un agua hirviente,y entre mis entrañas revivió la fiera,y me sentí lobo malo de repente;mas siempre mejor que esa mala gente.Y recomencé a luchar aquí,a me defender y a me alimentar.Como el oso hace, como el jabalí,que para vivir tiene que matar.Déjame en el monte, déjame en el risco,déjame existir en mi libertad,vete a tu convento, hermano Francisco,sigue tu camino y tu santidad.El santo de Asís no le dijo nada.Le miró con una profunda mirada,y partió con lágrimas y con desconsuelos,y habló al Dios eterno con su corazón.El viento del bosque llevó su oración.que era: Padre nuestro, que estás en los cielos…LA ROSA NIÑAA mademoiselle
Margarita M. GuidoCristal, oro y rosa. Alba en Palestina.Salen los tres reyes de adorar al rey,flor de infancia llena de una luz divinaque humaniza y dora la mula y el buey.Baltasar medita, mirando a la estrellaque guía en la altura. Gaspar sueña enla visión sagrada. Melchor ve en aquellavisión la llegada de un mágico bien.Las cabalgaduras sacuden los cuelloscubiertos de sedas y metales. Fríomatinal refresca belfos de camelloshúmedos de gracia, de azul y rocío.Las meditaciones de la barba sabiavan acompasando los plumajes flavos,los ágiles trotes de potros de Arabiay las risas blancas de negros esclavos.¿De dónde vinieron a la Epifanía?¿De Persia? ¿De Egipto? ¿De la India? Es en vanocavilar. Vinieron de la Luz, del Día,del Amor. Inútil pensar. Tertuliano.El fin acarician de un gran cautiverioy el advenimiento de un raro tesoro.Traían un símbolo de triple misterio,portando el incienso, la mirra y el oro.En las cercanías de Belén se parael cortejo. ¿A causa? A causa de queuna dulce niña de belleza rarasurge ante los magos, toda ensueño y fe.¡Oh Reyes! —les dice—. Yo soy una niñaque oyó a los vecinos pastores cantar,y desde la próxima florida campiñamiró vuestro regio cortejo pasar.Yo sé que ha nacido Jesús Nazareno,que el mundo está lleno de gozo por él,y que es tan rosado, tan lindo y tan bueno,que hace al sol más sol, y a la miel más miel.Aún no llega el dia… ¿Dónde está el establo?Prestadme la estrella para ir a Belén.No tengáis cuidado que la apague el diablo,con mis ojos puros la cuidaré bien.Los magos quedaron silenciosos. Bellade toda belleza, a Belén tornóla estrella; y la niña, llevada por ellaal establo, cuna de Jesús, entró.Pero cuando estuvo junto a aquel infante,en cuyas pupilas miró a Dios arder,se quedó pasmada, pálido el semblante,porque no tenía nada que ofrecer.La Madre miraba su niño-lucero;las dos bestias buenas daban su calor;sonreía el santo viejo carpintero,la niña estaba temblando de amor.Allí había oro en cajas reales,perfumes en frascos de hechura oriental,inciensos en copas de finos metales,y quesos, y flores, y miel de panal.Se puso rosada, rosada, rosada…ante la mirada del niño Jesús.(Felizmente que era su madrina un hada,de Anatole France o el doctor Mardrús).¡Qué dar a ese niño, qué dar sino ella!¿Qué dar a ese tierno, divino Señor?Le hubiera ofrecido la mágica estrella,la de Baltasar, Gaspar y Melchor…Mas a los influjos del hada amorosa,que supo el secreto de aquel corazón,se fue convirtiendo poco a poco en rosa,en rosa más bella que las de Sarón.La metamorfosis fue santa aquel día(la sombra lejana de Ovidio aplaudía),pues la dulce niña ofreció al Señor,que le agradecía y le sonreía,en la melodía de la Epifanía,su cuerpo hecho pétalos y su alma hecha olor.LA CANCIÓN DE LOS OSOSOsos,osos misteriosos,yo os diré la canciónde vuestra misteriosa evocación.Osos negros y velludos del riñón de las montañas,silenciosos viejos monjes de una iglesia inmemorial,vuestros ritos solitarios, vuestras prácticas extrañas,las humanas alimañasneronizan y ensangrientan la selvosa catedral.Osos tristes y danzantes que los zíngaros de cobremartirizan; oso esclavo, oso fúnebre, oso pobre,arrancado a las entrañas de los montes del Tirol:sé leer en vuestros ojos y podemos hablar sobreAtta Troll…Osos blancos de los polos, bellos osos diamantinos,nadie sabe que venís,sobre el hielo, de un imperio de hombres blancos y divinosque coronan con castillos argentinossu país.Osos,osos misteriosos,yo os diré la canciónde vuestra misteriosa evocación.¡Arcas! ¡Víctima sangrienta! Plantas, flores, ecos, liras.—Malhadado y cruento crimen del infausto Lycaón;en Arcadia los amores y los cánticos que inspiras,y en el cielo, con Calixto, la inmortal constelación—.Los dos osos son asombro para el Toro y el León.¡Va Criniso! Muchas ansias lleva el mozo y vida mucha;si cual toro lucha fiero, como oso mejor luchaquien de Egesta será esposo;cruje el monstruo entre sus brazos en la lucha que se escucha.¡Lucha, oso! ¡Lucha, oso! ¡Lucha, oso! ¡Lucha, oso!Bellos osos de oro rojo que ya estáis en el regazodel azul donde el zodiaco sublimiza su visión:de lira hacedme oír el son;dad saludos a la Virgen en mi nombre, y un zarpazo,si podéis, al Escorpión.Osos,osos misteriosos,yo os diré la canciónde vuestra misteriosa evocación.Danzad suave y cuerdamente,que la peluda alpargatacubra la prudente patacuyo paso no se siente.Y bajo la huyente frentemirad con ojo mañeroal gitano,que canta con voz de Orienteun raro canto lejano,y hace sonar el panderocon la manocon que remienda el caldero.A los sueldos de los pobresencomienda alrededor vuestra persona,y en el parche del pandero caen los cobrespor los osos, por el perro y por la mona.Osos,osos misteriosos,yo os diré la canciónde vuestra misteriosa evocación.A vuestro lado va la gitanilla.Brillasu mirada de negros diamantes, y su boca roja es fresca;gitanilla pintoresca,gitanilla de Cervantes,o Esmeralda huguesca.Ya vosotros bien sabéis de quién os hablo,pues cien veces junto a ella contemplasteis cola y cuernosdel señor don Diablo,protector de las lujurias en la tierra y los infiernos.Osos,osos misteriosos,yo os diré la canciónde vuestra misteriosa evocación.Danzad, osos, ¡oh cofrades, oh poetas!;id, chafad en las campiñas los tomillos y violetas,y tornad entre las flores del sendero,y danzad en el suburbio para el niño y el obrero,para el hosco vagabundo de las escabrosas rutas,para el pálido bandido que regó sangre y espanto,y para las prostitutasque mastican pan de crimen y de llanto.Pues vuestra filosofíano señala diferencia ni da halago ni reprochea la mística azucena que adornó el pecho del día,o a la lúgubre mandrágora de la entraña de la noche.Osos,osos misteriosos,yo os diré la canciónde vuestra misteriosa evocación.Osos ermitañosque ponéis pavoresen pastoresy rebaños:el agudo cazador advierteque os ponéis en cruz ante la muerte,o para dar el formidable abrazoque ha de exprimir la vidacontra vuestro regazo;vais en dos patas como el adanida,es así que he admiradovuestro andar de canónigo, o bien de magistrado.Con la argolla al hocico sacudís vuestra panza.¡Osos sabios, osos fuertes y cautivos, a la danza!Osos,osos misteriosos,yo os diré la canciónde vuestra misteriosa evocación.Y al pasar un entierroos he visto en la senda con la mona y con el perro,entre el círculo formado por hombres zarrapastrosos.Grotescos enterradoresiban conduciendo el carro de podredumbre y de flores;como signo de respetodescubríanse un mendigo y un soldado.El gitano se acordó de su amuleto.Y tú, oso danzarín domesticado,se diría que reías como estando en el secretodel finado,de la losa, de la cruz y el esqueleto.Osos,osos misteriosos,yo os diré la canciónde vuestra misteriosa evocación.Mas no el réquiem, ni el oremus, ni el responso del gangosochantre llegue a vuestro oído,sabio y suave oso;mas el canto de las zíngaras, o la música del nido,o la estrofa del poeta,o el ruido de los besos, o el ruidodel amor ardiente en la carreta.Bien sabéis: la vida es corta,y teniendo en vuestras fauces una torta,o un panal,profesáis vuestros principios más allá del Bien y el Mal.Osos,osos misteriosos,yo os diré la canciónde vuestra misteriosa evocación.RITMOS ÍNTIMOSMaría, en la primavera,eracomo una divina flor.En la primavera estamos,amosde la vida y del amor.María, sé la gallarda;ardatu corazón sin razón,y ten la dicha que espero,perodentro de tu corazón.¡Oh, primavera María!Dioste diera tantos diamantescomo losamantesque te besarán los pies.Y después,con muchas cosas supremas,un palacio de oro y gemas.Y después…Un príncipe enamoradoa tu lado,para besarte los pies.Estupendos pavos realesa tus malesllevarán consolación,y soberanos lebrelessiempre fieles,soñarán tu corazón.Estatua viva y gallarda,por ti ardauna misteriosa flor.Y vibrante y anhelantesé la amantede la vida y del amor.Deshójate como rosa.Sé la esposade toda ilusión fugaz,pues el tiempo al amor muerdey la ilusión que se pierdeya no nos vuelve jamás.Y así, María, sé blanca,sé rosada y sé gentil,sé melodiosa y sé francay de mañana y de abril.Sé muy fragante y muy buena,parecida a la azucena.Sé apasionada y sé fina,parecida a la eglantina.Sé rosada y orgullosacomo si fueras la rosa.En fin, María, sé bella,sé parecida a la estrella;toda luz, toda claror.¡Vuela del mundo pequeño,sé parecida al ensueño,al ensueño y al amor!BALADA DE LA BELLANIÑA DEL BRASILExiste un país encantadodonde las lloras son tan bellasque el tiempo pasa calladosobre diamantes, bajo estrellas.Odas, cantares o querellasse lanzan al aire sutilen gloria de perpetuo abril,pues allí la flor preferidapara mí es Ana Margarida.la niña bella del Brasil.Dulce, dorada y primorosa,infanta de lírico rey,es una princesita rosaque amara a Katy Grenaway.Buscará por la eterna leyel pájaro azul de Tytil,si tú, oboe, arpa, añatil.cuando aurora a vivir convida,adorable a Ana Margarida,la niña bella del Brasil.ENVÍO¡Princesa en flor, nada en la vidahecho de oro, rosa y marfil,iguala a esta joya querida:la pequeña Ana Margarida,la niña bella del Brasil!Existe un mágico Eldoradoen donde Amor de rey está,donde hay Tijuca y Corcovado,y donde canta el sabiá.El tesoro divino daallí mil hechizos y milsueños: mas nada tan gentilcomo la flor de alba encendidaque he visto en Ana Margarida,la única bella del Brasil.DANZAS GYMNESIANAS
BOLERASDanzan, danzan los payeseslas boleras mallorquínas;forman sus ochos y esesal son de las bandolinas.Danzar veo una pareja:él danza como los majos,ella está toda bermejay tiene los ojos bajos.Cantan los músicos altoa acompasados compases,el bailarín da un saltoy hay pases y contrapases.Otra mujer se aficiona,si algo gallarda algo fea,y aunque es un poco jamonamuy bien que se zarandea.Luego va una adolescentecalipigia y de ojo brujo,con una cara inocente,de hacer pecar a un cartujo.Y al vocerío sonoroella gira y se gobiernacon tal cuidado y decoro,que apenas se ve la pierna.La payesita galanano mueve, en su fuga ariscael talle, a la gaditana,los senos, a la morisca.Sino que ella, como elcompañero payesito,desempeñan el papelcomo quien oficia un rito.Se regocija la salacuando hecha rosa y jazmínsale una alegre zagalacon un payés chiquitín.A ella en sus vueltas graciosasel dulce ritmo la impele,y a él hace unas raras cosascon sus brazos de pelele.Los mozos están gozosos,las niñas tienen ojeras,y hay indicios voluptuososen estas graves boleras.Ya no hay buenos feligreses,ya no hay beatas Catarinas…Danzan, danzan los payeseslas boleras mallorquinas.RUBÉN DARÍO. Nació en Metapa (Nicaragua) en 1867 y murió en León (Nicaragua) en 1916. Su verdadero nombre, el que aparece en su fe de bautismo, era el de Félix Rubén García Sarmiento. Él mismo ha contado en una autobiografía algunos hechos de su existencia. Aún no siendo ésta tan rica de experiencia y variada de horizontes, lo esencial de ella pudiera reducirse a unos cuantos episodios que más repercusión tuvieron sobre su vida literaria. Por ejemplo, su primer viaje a España, en 1892, alcanzando a conocer a los literatos finiseculares y dejando sembrados los gérmenes de la evolución lírica que iba a iniciarse poco después; su primer viaje a París, el mismo año, donde se puso en contacto con las corrientes y los poetas del momento simbolista, impregnándose de parisianismo cosmopolita; su llegada a Buenos Aires, un año después, congregando en torno suyo a la nueva generación.Su influencia en la poesía española resultó fecunda en permisos y libertades, pudiéndose decir que después de él, el atrevimiento en el volar y en el decir fue mucho mayor y más gracioso. A la austeridad castellana del verso añadió Rubén Darío un giro pagano, galante, faunesco y cosmopolita. Devolvió aumentada, más ágil y más desenvuelta, la lección que recibió de los clásicos. Una rara perfección, original y embriagada, le hace uno de los mejores poetas de habla española. Luego, sus numerosos viajes por toda Europa y América, bien desempeñando cargos insulares o como corresponsal literario de La Nación.Sus libros capitales en verso y prosa fueron; Azul…, que le abrió las puertas de la celebridad, tras el «descubrimiento» de Valera; Prosas profanas. Cantos de vida y esperanza, POEMA DEL OTOÑO, El canto errante. Poemas en prosa. Cuentos, Canto a la Argentina – Oda a Mitre – Canto épico a las glorias de Chile y Los raros.La importancia de esta vasta obra, su novedad de espíritu y de forma, la influencia que desde hace muchos años ejerce en las letras españolas e hispanoamericanas, es tan notoria como considerable.