Villancicos 15 Sor Juana

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SAN PEDRO APÓSTOL, 1684

Villancicos que se cantaron en la S. I. Catedral de la Puebla de los Ángeles, en los Maitines del Gloriosísimo Príncipe de la Iglesia, el Señor San Pedro, el año de 1684, en que se imprimieron.

PRIMERO NOCTURNO

VILLANCICO I

Estribillo
  1.—JURÓ PEDRO QUE A CRISTO NO CONOCE,
  y una vez, dos y tres, ratificóse.
 
  1. —¡Ay, qué dolor, qué pena, qué tormento!
  1. —¡A fe, que ha de llorarlo más de ciento!
 
  1. —Yo lo sé, yo lo sé,
  que ya en sus ojos se ve.
 
  1. —Que Pedro sabe llorar,
  eso no puede negar.
 
  1. —Porque yo se lo diré.
10 Yo lo sé, yo lo sé.
Liras
  En noche tenebrosa,
  al sobresalto de un temor villano,
  con pecho poco humano,
  con palabra más dura que amorosa,
  Pedro, el que más finezas prometía,
  entre sombras negó la Luz del día.
  Aquella noble Estrella
  a más de Signos doce señalada,
  si con la negra huella
20 del borrón de la culpa fue eclipsada,
  extinguida su luz resplandeciente,
  en el Ocaso se ocultó el Oriente.
  Por escapar la vida,
  precipitado se entregó a la muerte:
  con alma arrepentida,
  Pedro tan infelice llore suerte,
  pues huye de la Vida, y vida quiere,
  y apetece la muerte de que muere.
  Divino Sol, mirarle
30 procura con afecto muy piadoso,
  y el Ave recordarle
  del caso el vaticinio prodigioso:
  celestes luces; triste, amargo canto
  que soltó las corrientes de su llanto.
  En lágrimas deshecho,
  el corazón le liquidó la pena;
  no cabe ya en su pecho,
  y a salir por los ojos se condena:
  porque era la ocasión de sus enojos
40 para llorarla siempre con dos ojos.
  El vivo sentimiento
  labró con tal primor aquesta Piedra,
  que más merecimiento
  (llorando Pedro su delito) medra,
  quedando más triunfante, firme y santo
  que antes que en él cupiese yerro tanto.

VILLANCICO II

Estribillo
  1.—SER AMANTE Y VALIENTE
  no puede excusarse.
 
  1. —Porque es mengua de amor el ser cobarde.
  1. —¿Y si Pedro se rinde,
  valiente y amante?
 
  1. —Ojo fue de su amor: mal le hizo un Áspid.
 
  1. —¡Pero no, que otros Ojos han de mirarle,
  cuando Cristo, con ellos, le mire y hable!
Coplas
  Su buena suerte alabarla
10 puede Pedro, pues es visto
  que él no pudo negociarla,
  si se halló a vista de Cristo
  la ventura sin buscarla.
  La fineza pagará
  en el Huerto, y sin recatos
  morir por Cristo osará;
  pero en casa de Pilatos
  no sé, mas ello dirá.
  Por ahora, airoso queda
20 el buen Viejo; que alentado,
  de la una oreja le veda
  a un judigüelo, y lo obrado
  bueno va, si no se enreda.
  Echóse todo a perder
  por llegarle a preguntar
  una mujer; pudo ser
  porque él no quiso fiar
  el secreto en la mujer.
  Sus valientes pareceres
30 y su gallarda osadía
  rindió a tan flacos poderes:
  en su desgracia vería
  Pedro, lo que son mujeres.
  De mortal congoja lleno
  (si fue de alientos un mar),
  sintió en el pecho el veneno;
  miróle, para sanar,
  el Divino Nazareno.
  Copioso llanto previno,
40 tierna tórtola gimió;
  y de la gracia en camino,
  al punto le amaneció
  la Aurora del Sol divino.
  Verdadero Penitente,
  ejemplo fue de constancia
  con fe viva y celo ardiente,
  siendo en crecida ganancia
  el Mártir por lo valiente.

VILLANCICO III

Estribillo
  1.—¡AY, QUÉ TIERNO SUSPIRAR!
  Todos: —¡Ay, ay!
 
  1. —¡Ay qué llorar tan tierno!
  Todos: —¡Ay, ay!
 
  1. —Dejen a Pedro llorar,
  que la vida en ello le va.
 
  1. —¡Ay, déjenlo llorar! ¡Ay, ay!
Coplas
 
  1. —Aumenten mis lamentos
  de esa región lo adusto
  y pueblen mis suspiros
  la dilatada monarquía de Juno.
10
  1. —¡Ay, ay, qué tierno suspirar!
  1. —Desátense los ojos
  en crecidos reflujos,
  porque abismos de llanto
  tamaño error inunden a diluvios.
 
  1. —¡Ay, qué llorar tan tierno! ¡Ay, ay!
  El corazón deshecho
  en sus cristales puros,
  con lágrimas exprese
  lo que con voces explicar no pudo.
20
  1. —¡Ay, ay, déjenlo llorar!
  1. —Amargamente llore
  de mi culpa lo sumo,
  y en parte satisfaga
  de mi dolor el sentimiento mucho.
 
  1. — ¡Ay, ay, déjenlo llorar,
  que la vida en ello le va!

SEGUNDO NOCTURNO

VILLANCICO IV

Estribillo
  1.—A LA MUERTE HACE CARA PEDRO FUERTE.
 
  1. —Si a la muerte hace cara, poco teme.
 
  1. —Debe a Cristo la vida;
  pagársela quiere.
 
  1. —Si a la muerte se entrega,
  ni teme ni debe.
 
  1. — Aquéste sí es valor, amor es éste:
  ¡pues tal fineza, en Pedro se celebre!
Coplas
  Amante Cristo de Pedro,
10 y Pedro de Cristo amante,
  subió amor correspondido
  al mayor de sus quilates.
  Por amar padece Pedro
  tiranas severidades;
  penas que fueron de amor,
  nunca pudieron ser males.
  Aun vive más su fineza
  a más fatigas mortales:
  Fénix en el padecer,
20 que cuando muere, renace.
  ¡Qué poco siente rigores
  de un verdugo y una cárcel!
  Mas si es piedra Pedro, ¿cómo
  ha de sentir un Diamante?
  No lo acobardan tormentos,
  que es de tan alto linaje
  su amor, que le pudo hacer
  de Cristo una viva imagen.
  Del patíbulo a la Gloria
30 le dio con sus pies alcance:
  corriendo sube al martirio
  para que su fe no baje.
  De Cristo y Pedro finezas
  se extremaron tan iguales,
  que hasta en la muerte, a los Dos
  hizo el amor semejantes.
  Tierno Cisne, solicita
  en los últimos discantes
  la dulzura de una muerte
40 que sólo quien ama sabe.

VILLANCICO V

Estribillo
  1.—¡NO HA DE ENTRAR!
 
  1. —¡Sí ha de entrar!
 
  1. —¿Qué ruido es ése?
 
  1. — ¿Qué, duerme el celador?
 
  1. —Duerme, sí, duerme.
  1. —¿Pues voces en el Coro,
  quién tal consiente?
 
  1. — ¿Quién es? ¿Qué quiere?
 
  1. —Un valiente letrado
  que en el Coro se mete.
 
  1. —Pues, amigos, amigos,
  ¡que luego lo echen!
10
  1. —¡Por aquí, por allí, quiten, que viene!
  1. —¡No, que quiere cantar!
 
  1. —¡Cante, si a eso viene!
 
  1. —¡Entre, y no sea letrado!
 
  1. —¡Cante, y abrevie!
Coplas
  Quiero de vuestra victoria
  cantar, Pedro, la eficacia,
  por ser tan grande, ¡qué gracia!;
  por soberana, ¡qué gloria!
  Vengo, pues, a festejaros,
20 por más que el tiempo se atreva;
  pues aunque a cántaros llueva,
  quise venir a cantaros.
  Nada, Padre, la acobarda
  a mi voluntad y amor.
  Toquen, pues, un cardador,
  que también soy de la carda.

CARDADOR

  Aunque gracias de Pedro
  quiera cantar,
  ni sé cómo son
30 ni cómo serán.
  Tararirá, &.
  Tiene Pedro de gracias
  tanto millar,
  que por cuento de cuentos
  es nunca acabar.
  Fue, por cierto contraste,
  hombre a la mar.
  mas pescáronle el cuerpo
  yendo a pescar.
40 A par del Maestro,
  sentóse a cenar,
  echando bravatas
  que no tienen par.
  Un chirlo de Pedro
  ¿quién lo aguardará?
  Quitar sabe orejas,
  ni menos ni más.
  Linda gracia es ésa,
  mas no se reirá:
50 Gallo hubo que pudo
  hacerlo llorar.
  Mejor gracia es ésta,
  pues pudo alcanzar
  las Llaves del Cielo,
  la Silla Papal.
  La Bula de Pedro
  sus gracias dirá;
  a Roma por todo,
  quien quisiere más.

VILLANCICO VI

 
  1. —A AQUEL MAGO CODICIOSO,
  que quiso con su dinero
  comprar dones celestiales,
  como si se venda el Cielo.
 
  1. —¡Allá se lo dirá con gracia Pedro!
 
  1. —A aquel hipócrita osado,
  que a la verdad contrapuesto,
  se preció de mercader
  de lo que no tiene precio.
10
  1. —¡Allá se lo dirá con gracia Pedro!
  1. —Simón, digo, cuyo nombre
  lo dio sólo a un sacrilegio;
  si a él lo diere yo a los Diablos,
  no se llevarán lo ajeno.
 
  1. —¡Allá se lo dirá con gracia Pedro!
  1. —Excomulgado maldito,
  ¿dónde va tu pensamiento?
  O tú estás endemoniado
  o eres loco a todo resto.
20
  1. —¡Allá se lo dirá con gracia Pedro!
 
  1. —Feria quiso de la Gracia;
  ¡miren qué gracioso cuento!
  Como quien no quiere nada,
  se compró todo un Infierno.
 
  1. —¡Allá se lo dirá con gracia Pedro!
 
  1. —Tus enredos e invenciones
  no te valdrán, embustero;
  que aunque más milagros hagas,
  es todo cosa de viento.
30
  1. —¡Allá se lo dirá con gracia Pedro!
  1. —A otro Simón pagarás
  tu grosero atrevimiento,
  que le ayunan las vigilias
  los más brïosos al Viejo.
 
  1. —¡Allá se lo dirá con gracia Pedro!
 
  1. —A fe que presto lo vio:
  volar quiso el hechicero;
  y sin decir “Dios me valga”,
  estrellóse como un huevo.
40
  1. —¡Allá se lo dirá con gracia Pedro!

TERCERO NOCTURNO

VILLANCICO VII.—JÁCARA

  1.—BRAVATOS, LOS DE LA HAMPA,
  que siempre habláis con silbos,
  escuchad de un Bravo hazañas,
  los milagros, los prodigios.
  Éste sí es Bravo de fama,
  que calla callando, hizo
  que le ayunen las vigilias
  más de cuatro que no digo.
 
  1. —¡Vaya de bravatas, vaya,
10 que ya oímos, que ya oímos!
Coplas
  1. —Del Zodiaco de Pedro,
  escuchad los asterismos,
  que Éste de los doce Pares
  tuvo también doce Signos.
  El Aries, cuando llamado
  del Buen Pastor en el silbo,
  ya de su rebaño Oveja
  fue de un Verano principio.
  El fuerte Tauro, sujeto
20 y al suave yugo rendido,
  que alzó cabeza pisando
  al demonio el cerviguillo.
  El Géminis cariñoso,
  que abrazándose con Cristo,
  al Olmo enlazada hiedra,
  gozó de amor lo florido.
  El Cancro, donde las luces
  declaran del Sol divino
  aquel día que es eterno
30 por los siglos de los siglos.
  El bravo León fogoso,
  que en cierto prado, un estío,
  un rayo esgrimió su brazo,
  su cólera un basilisco.
  Signo de Virgen fecundo,
  por quien sazonado el trigo,
  si da un Pan de bendición,
  un Vino nos da bendito.
  La Libra, tan bien librada
40 que, en la estatera del mismo
  Cristo, pesó más su fe
  que aun el peso del martirio.
  El Escorpión, un asombro
  de vida austera, pues quiso
  ser antídoto al veneno
  que le picó en lo más vivo.
  El armado Sagitario,
  con la cruz y el exorcismo;
  que al amago de sus flechas
50 no le paran enemigos.
  Capricornio, en quien la noche
  padeció del Gentilismo
  menguante, y abriendo Cielo,
  se anduvo de risco en risco.
  El Acuario, cuyos ojos,
  en dos diluvios crecidos,
  mares de lágrimas fueron
  por la voz de un cocodrilo.
  El signo, en fin, de los Peces,
60 por los que, en su red cautivos,
  son dichosos prisioneros
  de este Pescador divino.

VILLANCICO VIII

Estribillo
  1.—¡ATENCIÓN A UN GRACIOSO COLOQUIO
  entre un Crítico y un Seis del Coro!
 
  1. —¡Atención, atención al coloquio!
  Crítico.—¿Por qué el día de las glorias
  se han de repetir las penas,
  siempre haciendo a voces llenas
  las de Pedro tan notorias?
  Hacer mención del pesar,
  del gozo en la posesión,
10 parece que la aflicción
  no se acabó de llorar.
 
  1. —Del llanto, que ha sido espanto,
  suene la tierna armonía:
  que son trinos de alegría
  contrapuntos de ese llanto.
  No se olviden las memorias
  de tan felice dolor,
  pues memorias del Amor
  añaden glorias a glorias.
20
  1. —Y pues tiene la duda solución,
  ¡cese, cese, pues, la cuestión!
 
  1. —¡Cese, cese en buena hora,
  que el gozo se mejora,
  siendo penas de Pedro tan crecidas,
  glorias accidentales repetidas!
Coplas
  El rigor de un sentimiento
  a Pedro tanto lastima,
  que le está matando a penas
  por dejarle apenas vida.
  Entre mortales congojas
30 sus alivios solicita,
  cuando sus dolores crecen,
  cuando crecen sus fatigas.
  Penosa y triste batalla
  prueba bien su valentía,
  animado de los golpes,
  viviendo de las heridas.
  Amargamente padece,
  y es la desgracia su dicha:
  ternezas de un pecho amante
40 muchas glorias pronostican.
  Llorando, sus males siente,
  siendo esas lágrimas mismas
  el mar de sus esperanzas,
  el golfo de su alegría.

ASUNCIÓN, 1686

Villancicos que se cantaron en la S. I. Metropolitana de Méjico, en honor de María Sma., Madre de Dios, en su Asunción triunfante, año de 1686, en que se imprimieron.

PRIMERO NOCTURNO

VILLANCICO I

Estribillo
  ¡TOQUEN, TOQUEN A FUEGO,
  que el Cielo todo en llamas encendido
  (toquen, pues, luego luego)
  de improviso a la tierra se ha venido,
  y es tan crespo el volumen de centellas,
  que son rasgos el Sol, Luna y Estrellas!
Letra
  Sube al Cielo, gloriosa
  en el Solio de luces argentado,
  la Virgen más graciosa
10 que absorto mira el escuadrón alado,
  pues el blando Favonio con que vuela
  mide ligero cuanto Apolo anhela.
  El Carro es luminoso
  de la gloria de Dios: pues es María
  el cúmulo glorioso
  en que al alto Ternario hoy a porfía
  su gloria toda liberal endona
  cuando ciñe a sus sienes Real Corona.
  Es un Etna encendido
20 el Solio todo, cuyo ardor luciente
  en lenguas despedido
  canta a María glorias reverente,
  pues goza en lo alto, por mejor blancura,
  del nevado candor de su Hermosura.
Ya de luces destellos
hermosos vibra la encumbrada Esfera,
publicando con ellos
el vivífico ardor que reverbera
en su máquina toda, a Quién le debe
la ardiente luz que de sus rayos bebe.
Ya del Carro brillante
deshecha en ojos una y otra rueda,
de hito en hito constante
mira al rostro de la que mejor Leda
el pecho roba al Jove más Sagrado,
que en Ella su poder tanto ha mostrado.
Ya caminan ligeras
las cuatro Pías, que en ardiente anhelo
talando las Esferas,
felices suben al dorado Cielo,
pues subiendo María, el mundo ufano
al Cielo escala con su propia mano.
Ya el Espíritu activo
el Carro mueve con presteza tanta,
que aquel incendio vivo
que del Cielo a la tierra se trasplanta,
tan veloz, tan ligero otra vez sube,
que hace cristal la que le estorba nube.
Ya rompe la eminencia
de los Orbes celestes, ya encumbrada
obtiene su excelencia
del alto Empíreo superior morada,
donde Angélicos coros, cara a cara,
su perfección aplauden rara, rara.
Y con dulce armonía,
en suave voz, en métricos concentos,
por su Reina a María
con sonoros la aclaman instrumentos,
sin cesar armonioso el plectro de oro
que sus glorias repite coro a coro.

VILLANCICO II

Estribillo
CAELESTIS AURIGA,
quo vehis celer Academiae Vitam?
Convolate, Doctores,
nam Caelicolae arripiunt vestrum Honorem,
atque Minervae plaustrum
vobis abstulit Laurum!
Alliciat, ergo, Academia
Aurigam voce, planctu Minervam!
Quintillas
Hodie, Virgo peregrina,
dum astra petis, ploramus;
nam cum absit Ars divina
a qua Verbum discebamus,
Lingua obmutescet Latina.
Orator iam Eloquentiam
non apparet unde sciat,
tuam requirens eminentiam,
quippe quae una voce Fiat
Dei humanasti potentiam.
Suum Camenae sacrum munus
existimantes ineptum,
Poeseos deplorabunt funus,
quia tu largiris Conceptum
qui Apollo Castaliae est Unus.
Nec Philosophia Platonem
adibit; qui etsi profusis
verbis det explicationem,
clarius tu divinae Lucis
aperiebas intentionem.
Astronomi, nisi errantes,
Stellas iam non lustrabunt,
caelesti Spherae vacantes,
nam tua lumina negabunt
radios suos coruscantes.
Per te ad vitam revocati
sumus, quae consuluisti
Pia nostrae sanitati,
e Superisque attulisti
Galenum infirmitati.
I memor nostri, Regina,
in Caelo imbuta Theosophia;
Stella eris Matutina,
Lingua, Poesis, Philosophia,
Eloquentia ac Medicina!

VILLANCICO III

1.—YA QUE DESCANSO AL ESTUDIO
nos da la Solemnidad,
y ya que medio dormido
mi condiscípulo está,
he de cantar esta noche
hasta que no pueda más,
que, en noches de asueto, tengo
mi devoción en cantar.
Va en nombre de la que al Sol
sube hoy, Águila caudal,
a beber la que en Tres rayos
Una misma Luz se da.
Tres veces entró ingeniosa,
queriéndose hoy renovar,
del Espíritu divino
al vivífico Jordán.
  1. —Duerma y no cante, pues juzgo
que le estará menos mal,
porque en pago de ese canto
la pena le he de llevar.
  1. —Si quiere llevarme pena,
nada me podrá quitar;
porque triunfante María,
no hay pena, gloria sí hay:
y esta gloria he menester
para un Manto delicado.
  1. —¡No puede ser, Sr. Licenciado!
  2. —¡Sí puede ser, Sr. Bachiller!
  3. —¿Quién usa manto de gloria?
  4. —La que en el Cielo Reina se corona.
¿Qué más gloria, que beber
rayos del Sol Increado?
  1. —¡No puede ser, Sr. Licenciado!
  2. —¡Sí puede ser, Sr. Bachiller!
  3. —Ya que con tal manto aliña
a aquesa aplaudida Niña,
¿quién usará de humo manto?
  1. —La que de humo Varita se ha encumbrado,
y a todos tras de su olor
más felizmente los lleva
que al mísero, en quien se ceba,
de la Pantera el rigor.
El Cielo, al llegar a oler
tal Vara, la ha codiciado.
  1. —¡No puede ser, Sr. Licenciado!
  2. —¡Sí puede ser, Sr. Bachiller!
¿Qué me puede responder,
si Morfeo lo ha embargado?
  1. —¡No puede ser, Sr. Licenciado!
  2. —¡Sí puede ser, Sr. Bachiller!
Ya, pues, que vuestros reflejos
me han llegado a despertar,
preciosa del Sol Venera
que hoy por Reina os coronáis,
vednos, aunque os ausentéis,
pues sois Águila Real,
y ésta mira de muy lejos
los Peces del ancho mar.
¡Ni porque os vais, se ha de ver
de Vos el mundo olvidado!
¿No es esto así, Sr. Licenciado?
  1. —¡Sí, así lo juzgo, Sr. Bachiller!

SEGUNDO NOCTURNO

VILLANCICO IV

Estribillo
¡CUIDADO, MARINEROS,
porque a las aguas sopla el Norte recio,
que se acredita amante
con ellas, pues constante
no descansa su anhelo
hasta poner el Mar en ese Cielo!
Letra
La Nave Santa María,
en quien mi esperanza fundo,
es por alto mar guïada
del más cierto Palinuro;
y el desconsuelo deja,
que la riqueza al mundo se le aleja.
Todo el erario de Ofir,
que más noble, por más rubio,
de la oculta Dánae ser
lluvia robadora pudo,
es un pelo todo esto,
porque puede envidar tres más el resto.
Dos Zafiros van, que tienen
con primoroso dibujo
dos niñas a que Cupido
diera reverente culto,
y aun diera sus despojos
por tenerlas por niñas de sus ojos.
Va de olor tanta abundancia,
que dos ventanas le puso
su Autor, por donde el cercano
Mayo diese su tributo;
por la Arabia lo siento,
que había de respirar con tal aliento.
Coral y Aljófar unidos
en un lado y otro cupo,
siendo ésta la vez primera
en que lució lo confuso;
y el Cristal primoroso
para dar Pecho al Rey más Poderoso.
Todo el Indiano tesoro
a manos llenas le supo
entrar su Dueño, que en telas
se ha acreditado Vertumno;
y es de Marfil bruñido
el Cuerpo de la Nave que ha surgido.
Y aunque libre de Piratas
siguió su acertado rumbo,
se lleva el Cielo su empleo,
mísero dejando al mundo:
pero ¿a dónde ir podías,
Nao Sagrada, con tales mercancías?

VILLANCICO V

REGINA SUPERUM
Caelestes angulos
ascendit nitida
amictu candido.
Corona Caelitum
divino calamo,
Dominam praedicant
Caelorum ambitus.
Arguta resonat
pulssata barbytos,
et blanda cithara
sonoro cantico.
Ascensum Virginis
murmure placido
decantant dulciter
festivo gaudio.
Sic ergo celeres
clamore valido
encomia celebrant
aurato classico.
Exultet inclita
throno Seraphico
electa Genitrix
Potenti Parvulo.
Ornetur fulgida
nitore maximo,
ut regat Superos
Domina famulos.
Diadema rutilum
ex Solis radio
tribuat Deiparae
Sacrum Ternarium.
Aeternum imperet
solio chrystallino,
et Dei assideat
augusto thalamo.
Estribillo
Gaudeat Terra iucunda, ingemat Barathrum:
¡ascendes aethera, Caeli Miraculum!

VILLANCICO VI

Estribillo
¡SUENEN, SUENEN CLARINES, PUES QUE TRIUNFANDO
sube del suelo el Alba del Sol humano!
¿Cómo qué? ¡Suenen, digo, antes que airado
vengue el Cielo la injuria de su Retrato!
Jácara
Aquella Mujer a quien
las tres Gracias adornaron,
porque su garbo no pudo
ser menos que de un Ternario;
la Flora hermosa que tiene
la primavera en sus manos,
pues de la Parca Diciembres
sabe convertir en Mayos;
la Fénix rara, que puesta
del Sol divino a los rayos,
renace en cuna de olores,
faltando sólo el del barro;
la que, con ser tan Mujer,
se dice que hoy no ha mostrado
ser mujer de lodo y polvo
pues del Cielo es un retrato:
esta, digo, Aurora bella,
ya que la noche ha pasado
en que durmió un breve sueño,
medio para su descanso,
para verse con el Sol
camina a muy largos pasos
con las alas del Dios Nuncio
que ya se las ha calzado.
Las flores salen a verla,
y están, como han madrugado,
desabrochadas las rosas
y ámbar bostezando el campo.
Las fuentes, ¡ay qué festivas!,
el agua le están bailando,
y por mostrar su alegría
se caen de risa en el prado.
Sube a la Etérea región,
donde las del coro alado
al punto que la divisan,
¡No, sino el Alba!, cantaron
Por su Reina la conoce
el Solecito enrizado,
y ofrece para el triunfo
con rendimiento su carro.
¡Gentil aliño, por cierto,
cuando en carro mejorado
velozmente la sublima
el Sol que no tiene Ocaso!
Que Atlante de tanto Cielo
coge sus glorias a cargo:
tal es de esta Reina el peso,
que sólo un Dios puede alzarlo,
en quien hoy de la Piedad
se ve el trasunto más raro,
sustentando con sus hombros
a La que lo ha sustentado.
Favor poderoso tiene:
porque si por Ella ha dado
en poner un Dios el hombro,
¡miren si tiene buen brazo!
Así Soberana sube
con aliento tan bizarro,
que desprecia cuanto pisa,
hollando el Cielo estrellado.
Ni es mucho tímidos huyan
aun los más erguidos Astros,
pues lleva de sus reflejos
un escuadrón bien formado.
Pero ya rompe el Empíreo,
ya no hay vista para tanto;
no la alcanzan ya mis ojos:
fuése mi asunto por alto.

TERCERO NOCTURNO

VILLANCICO VII

Estribillo
¡ESCUCHAD LOS SUSPIROS,
escuchad, Virgen bella,
los sollozos más dulces
entre lágrimas tiernas,
con que, al partiros, el Orbe se lamenta!
Endechas
De los mares los Peces
sumergidos, se quejan
de que el Mar caudaloso
de vuestra gracia inmensa
hasta el Empíreo se sube y los desecha.
Y las aves llorosas,
por el aire ligeras,
en míseros gemidos,
en muy tristes endechas,
la partida lloran de su hermosa Reina.
Las Flores se marchitan
pues el Huerto se ausenta;
pues la Flora divina
sin verdores las deja,
cuando al Cielo toda la hermosura lleva.
Los Árboles erguidos
ya sin hojas se ostentan,
pues el Árbol de Vida
tanto, tanto se aleja,
que de sentimiento yertos troncos quedan.
Afligidos los Hombres,
sin voces su tristeza,
con lágrimas sus ojos,
el sentimiento muestran,
pues no les permite hablar tan grave pena.
Y así, de mis clamores
cesen ya las endechas,
pues mejor silencioso
el corazón dijera
lo que articular no puede ya la lengua.

VILLANCICO VIII

Estribillo
¡PORTEROS CELESTÏALES,
abrid del Empíreo augusto
las puertas, pues ya María
[ocupándolo por suyo]
viene a tomar posesión
de lo que en derecho obtuvo!
Romance
La Beldad más peregrina
que el mundo todo admiró,
a las Celestes moradas
ligera se parte hoy.
Suba triunfante al Empíreo,
digna sólo habitación
de la que el Padre ab aeterno
su Escogida apellidó.
Suba la que a sus entrañas
a todo un Dios arrastró,
sublimándose a Divina
cuando tanto humana a Dios.
Suba la que del Espíritu
tanto roba la afición,
que una y otra vez por Ella
hasta el suelo descendió.
Suba la que tan Divina,
de gracias llena, nació,
que mostró no ser de lodo
su primera formación.
Suba la que, siendo Madre,
tan Pura se conservó,
que fue su Maternidad
de su Pureza el candor.
Suba la que Reina adoran,
por impulso superior,
las Angélicas escuadras
con porfiada emulación.
Suba, pues; y del Empíreo,
El que Reina la crïó,
Corona ciña a su sienes
de aquilatado esplendor.

VILLANCICO IX

Introducción
CON SONAJAS EN LOS PIES
dos Patanes han entrado,
de la Provincia que dio
antonomasia de Payos;
y así, con solemne pompa,
sin estribillo entonaron,
porque hasta ahora sus pies
de estribillos no han gustado:
Coplas
  1. —Dios te bendiga, ¡qué linda
hoy a ver a Dios te vas!
Cierto que me has parecido
lámina de Mechoacán.
  1. —Como la palma subís,
cual plátano os encumbráis,
y aun corriendo los de Uruapa
nunca os podrán alcanzar.
  1. —Si se atiende a mi razón,
verán que no dije mal:
pues sólo siendo de pluma
tanto pudiera volar.
  1. —Os prometo, que corréis
con tanta velocidad,
como en mi lugar la cierva
que va la fuente a buscar.
Prosigue la Introducción
En esto entraron dos Negras
que dicen las despertaron
de los Payos las sonajas,
no el rumor del campanario.
Los Azabaches con alma
su cántico comenzaron,
y novedad fue en Maitines
ver las Tinieblas cantando:

NEGRO.—Estribillo

1. —¡Ha, ha, ha,
buenu va!
¡Cambulé,
gulungué,
he, he, he!
2. —¡Nu va buenu!
1. —Buenu va,
e si no, la Siñola peldonalá!
Coplas
1. —Flacica, turu la Negla
hoy de guto bailalá,
polque una Nenglita beya
e Cielo va gobelná.
Ha, ha, ha, &.
2. —¡Ay, Siñola, lible Negla
que estrela pisandi está,
dame una de la que pisa,
pue que a mí me sevilá!
Ha, ha, ha, &.
1. —Di la luzu qui displesia
tu pie, la unu dalá,
polo que sin Ti quedamus
e continua eculilá.
Ha, ha, ha, &.
2. —E me envialá la aleglía,
pue que mucho tendlá ayá,
pala que con ese ayula
ganemu su libeltá.
Ha, ha, ha, &.