PRIMERO NOCTURNO
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VILLANCICO I
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Estribillo
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—¡CIUDADANOS ILUSTRES DE ROMA, |
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venid, llegad, corred, |
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atended, mirad, aplaudid |
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la gloria, la empresa, la victoria, el triunfo |
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de más noble Pompeyo, |
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de César más Augusto |
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de los que en las historias |
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inútil fantasía son del mundo! |
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—¡Al Monte! —¡Al Capitolio! |
10 |
—A la Arena! —Al Teatro! —Al Circo! —Al Foro, |
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donde la tierra a Pedro |
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entrega la Corona |
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que hasta el Cielo dilata |
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el Imperio de Roma! |
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—¡Al Monte, al Capitolio, al Circo, al Foro, |
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al Teatro más feliz, |
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venid, corred, llegad! ¡Venid, venid, venid! |
Romance
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En la Cabeza del Orbe, |
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cuando muere Pedro, reina, |
20 |
fijando la suya donde |
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será perpetua Cabeza. |
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Al suelo la frente abate, |
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para que de esta manera, |
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de aquella violada Corte |
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se santifique la tierra. |
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Sus propios sentidos quiere |
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que fuertes cimientos sean, |
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adonde descanse el peso |
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de la militante Iglesia. |
30 |
Fábrica será inmortal, |
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pues desde luego se empeña |
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el mismo que la consagra |
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en ser su primera Piedra. |
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También la humildad de Pedro |
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sabe, porque es muy discreta, |
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que aun en las afrentas mismas |
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hay más y menos afrentas; |
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y muriendo en Cruz su Dios, |
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y él en otra, es reverencia |
40 |
—cuando no puede excusarla— |
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que sepa Pedro volverla. |
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Con eso, en el Vaticano |
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y el Calvario hay diferencia: |
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en un Dios, que al hombre baja, |
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y en un hombre, que a Dios vuela. |
|
Reformar la Monarquía |
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de Rómulo, Pedro intenta: |
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un homicidio la funda, |
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y un martirio la renueva; |
50 |
que como la tiranía |
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de las vidas se alimenta, |
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no se restaura sin sangre |
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lo que se usurpó con ella. |
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La púrpura de Nerón |
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desde el regio solio tiembla, |
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mirando a Pedro ilustrado |
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del múrice de sus venas. |
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De los Clavos, que la rompen, |
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teme que colgar se vean |
60 |
para las extrañas sienes |
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las más gloriosas diademas. |
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Teme bien: porque ya Pedro |
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en la triunfante palestra |
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tantas coronas consigue |
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cuantos imperios desprecia. |
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Ya la Silla Pontificia |
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coloca en tan alta esfera, |
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que pudiera otra piadosa |
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maternidad pretenderla. |
70 |
Ya en Trono triunfante sube |
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a la clara cumbre excelsa |
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del Olimpo, en cuya falda |
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son tapete las Estrellas. |
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Ya de aquellas Doce Sillas |
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llega a ocupar la primera, |
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en que a los Tribus guardada |
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está la Justicia eterna. |
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Y ya en sonoras dulzuras, |
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a solemnizar su fiesta, |
80 |
se compite en Tierra y Cielo |
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cuanto cabe en Cielo y Tierra. |
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Porque cuando es el Amor |
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quien los aplausos congrega, |
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puede mucho el suave bando |
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de las voces y las cuerdas. |
VILLANCICO II
|
Estribillo
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SI CON SUS LLAVES SAN PEDRO |
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abre y cierra, quita y pone, |
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¡vayan y vengan, entren y salgan |
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los puntos, las notas, las cifras, las voces! |
Coplas
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- —Deberse a Pedro de lleno
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celebrar por varios modos, |
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no hay duda que dirán todos |
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no será malo. 2.—¡Oh, qué bueno! |
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—Pedro, en el mayor vaivén |
10 |
de su constancia, fundó |
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su mayor firmeza, y no, |
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no le está mal. —¡Está bien! |
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—Y si en esta ocasión, pues, |
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que fue amigo infiel dijere |
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Pedro, alguno, mal lo infiere, |
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porque no es así. —¡Así es! |
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—Pues la Piedra al toque, luego, |
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así se movió, de Dios, |
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que el alma liquidó en dos |
20 |
ojos de agua. —¡Fuego, fuego! |
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—Porque a la infidelidad |
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la fe de Pedro no ampara, |
|
antes sus yerros declara, |
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porque es mentira. —¡Es verdad! |
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—Herir Pedro a Malco allá |
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en la oreja, dígan-me: |
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como misterio de fe |
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¿no está obscuro? —¡Claro está! |
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—Hoy al Cielo me avecindo, |
30 |
dijo un mago; y Pedro oró, |
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conque dio en tierra, y quedó, |
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¡oh, qué feo! —¡Oh qué lindo! |
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—¡Oh, qué corrido que vas |
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sin correr!, le dijo Pedro; |
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y el mago: Contigo medro |
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eso menos. —¿Eso más? |
VILLANCICO III
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1 |
.—CUANDO PERLAS DE RISA |
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llora la Aurora |
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dime tú, Tortolilla, |
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¿por qué lo gimes, arrulladora? |
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- —Porque, porque yo me lo sé;
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mas óyeme tú, que yo lo diré. |
Coplas
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Velero un Bajel rizaba |
|
apenas del mar la espuma, |
|
tan presumida de pluma |
10 |
su jarcia, que lo volaba; |
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duro escollo, a quien le lava |
|
con témpanos de cristal, |
|
mar aleve, el pie fatal, |
|
escalimándose en él, |
|
en trozos sembró el Bajel: |
|
naufragio que el Cielo llora. |
|
—Cuando perlas de risa |
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llora la Aurora, &. |
|
Bien volaba, y mal se vía, |
20 |
esclarecido almenaje |
|
que de airón o de plumaje |
|
a un Castillo le servía; |
|
un temblor, que sacudía |
|
los montes como una pluma, |
|
dio con el Castillo en suma |
|
por el suelo, y bien se ve |
|
que Pedro el Castillo fue: |
|
estrago que el Cielo llora. |
|
—Cuando perlas de risa |
30 |
llora la Aurora, &. |
SEGUNDO NOCTURNO
|
VILLANCICO IV
|
Estribillo
|
1 |
.—PEDRO EN LANCE NOS HA PUESTO |
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de dar al traste con todo. |
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- —¿De qué modo?
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|
- —Poniendo los instrumentos
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de pescar y de cantar |
|
en un punto y en un tono. |
|
- —¿Y por qué, por qué, por qué?
|
|
- —¡Por mi fe, por mi fe, por mi fe!
|
|
- —Pues vamos, para no errar,
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10 |
con la sonda en la mano y con el compás. |
Coplas
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|
- —Cristo a Pedro puso en lance
|
|
de hacerlo en Él, y así fue |
|
cuando en la playa las redes |
|
renunció y se fue en pos de Él. |
|
- —Esos lances se hicieron
|
|
el uno al otro, |
|
conque al cabo quedaron |
|
bien gananciosos. |
|
- —Cristo y Pedro, no debiendo
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20 |
pecho, hicieron el deber, |
|
y lo pagaron haciendo |
|
un rico lance en un pez. |
|
- —Para el pez, fue ese lance
|
|
muy apretado, |
|
luego que a sus agallas |
|
Pedro echó mano. |
|
- —En toda una noche Pedro
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no logró un lance de red, |
|
pero lo logró al instante |
30 |
que lo vino Dios a ver. |
|
- —Que se vaya a la mano
|
|
Cristo le ordena, |
|
y ésa para ese lance |
|
es la derecha. |
|
- —Cuando un buen lance en las Almas
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|
el Redentor quiere hacer, |
|
en la Nave de San Pedro |
|
se embarca, y de él sale bien. |
|
- —¿Cómo no ha de salir
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40 |
bien de sus lances, |
|
en la Fe asegurados |
|
de tanta Nave? |
|
- —El dudar Pedro en el lance
|
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de perder en el Mar pie, |
|
yendo a Cristo, aun más amor |
|
que temor arguye en él. |
|
- —Porque si se lanzó
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de amor ardiendo, |
|
¿no era fuerza, en el agua, |
50 |
templar el fuego? |
|
- —Por eso vestido a Cristo
|
|
y al Mar se lanza otra vez, |
|
porque el más calor amante |
|
más breve le lleve a Él. |
|
- —Ese lance de amor
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fuera del orden, |
|
sólo Pedro lo alcanza |
|
si a otros se esconde. |
VILLANCICO V
|
Estribillo
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¡OIGAN, OIGAN A UN HOMBRE, |
|
porque imagino |
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que su culpa con llanto |
|
y con suspiros |
|
apagarla del todo |
|
quiere, y les digo |
|
que para mí, si llora, |
|
es gran alivio! |
Coplas
|
|
De aquella humilde Barquilla |
10 |
un Pastor se desembarca, |
|
y del Mar de aquesta vida |
|
quiso pasar con bonanza. |
|
En el rigor de sus penas, |
|
la vocación que lo llama |
|
son por Cristo sus sollozos, |
|
porque pasaron por agua. |
|
Jaque de los más valientes |
|
que hubo en aquella comarca, |
|
aunque a su llanto, pucheros |
20 |
hizo, por caer en Gracia. |
VILLANCICO VI
|
Estribillo
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|
DÍGANME LOS TEÓLOGOS, DÍGANME, |
|
¿cuál será la razón |
|
de que Pedro se lleve la gloria |
|
de más docto en el ser del Hijo de Dios? |
|
- —Yo la diré,
|
|
que ésa es cosa muy fácil de responder. |
|
- —No la dirá,
|
|
porque tiene muy grande dificultad. |
|
- —¡Sí la diré!
|
10 |
- —¡No ha de poder!
|
|
- —¡Sí he de poder!
|
Coplas
|
|
- —Pedro en la Escuela sagrada
|
|
el único sabio fue, |
|
pues del Hijo de Dios Vivo |
|
sólo Pedro dijo el ser. |
|
Luego es clara la razón |
|
de que la gloria le den |
|
a él solo, de lo que él solo |
|
supo decir y entender. |
20 |
- —También los que naufragaban,
|
|
y también Natanael, |
|
Hijo de Dios al Señor |
|
confesaron otra vez. |
|
Éstos supieron lo mismo |
|
que Pedro llegó a saber, |
|
y no los vemos premiar: |
|
luego otra la causa es. |
|
- —¡Yo la diré!
|
|
- —¡No la dirá!
|
30 |
- —¡Sí la diré!
|
|
- —Natanael y los otros,
|
|
aunque confiesan, no ven |
|
el misterio, y sólo atienden |
|
los efectos del poder; |
|
y el que a la necesidad |
|
o al peligro ve vencer, |
|
no es mucho tenga por Dios |
|
a quien mira hacer el bien. |
|
Mas la bienaventuranza |
40 |
de Pedro, y de su saber, |
|
no siendo de carne y sangre, |
|
de gloria y Cielo ha de ser. |
|
Por eso en la firme Piedra |
|
del examen de su Fe, |
|
edificio, imperio y llaves |
|
quiere la Iglesia tener. |
|
- —Está bien; mas ¿qué razón
|
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es que las llaves le den |
|
con la voz ate y desate, |
50 |
que abra y cierre había de ser? |
|
- —¡Yo la diré!
|
|
- —¡No la dirá!
|
|
- —¡Sí la diré!
|
|
- —En el sagrado idïoma
|
|
una misma cosa es |
|
el desatar y el abrir |
|
el cerrar y atar también. |
|
En las cadenas y grillos |
|
hay candado, y no cordel, |
60 |
y así el cántico Virgíneo |
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dice: Solve vincla reis. |
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Fuera de esto, acá en lo humano, |
|
todo cuanto hay que tener, |
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al vigor de llave o nudo |
|
fuerza es que sujeto esté; |
|
y porque en la potestad |
|
de Pedro, se sepa que |
|
no hay excepción que indultar |
|
ni imposible que oponer, |
70 |
en las llaves y los nudos |
|
igual se le da el Poder: |
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que todo es premio condigno |
|
a su acero y a su red. |
TERCERO NOCTURNO
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VILLANCICO VII
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Estribillo
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A LA PIEDRA MÁS FIRME, QUE UN TIEMPO |
|
cual vidrio en el fuego, saltó y se quebró, |
|
nuestro afecto celebra constante |
|
sin que esta quiebra mitigue el fervor. |
|
¡Fuego, fuego, fuego de Dios! |
|
Que si el otro se ha visto abrasado, |
|
aun más el Divino a abrasarlo llegó. |
|
¡Fuego, fuego, fuego de Dios! |
|
Y así, fuentes sus ojos destilen, |
10 |
porque el incendio se temple mejor. |
|
¡Ay, ay tal ardor!, |
|
que con aguas el fuego más crece, |
|
haciendo el rocío la llama mayor! |
|
¡Ay, ay tal ardor! |
|
¡Llore Pedro, aunque incendios lo abrasen, |
|
si quiere a la Iglesia servir de crisol! |
Coplas
|
|
De San Pedro, feliz Piedra, |
|
su Iglesia Cristo erigió, |
|
que, aunque fue de sillería, |
20 |
con agua al fin se labró. |
|
Al pico de una mozuela |
|
por tres veces se quebró; |
|
dicha fue: pues que por esto |
|
dicen lo vino a ver Dios. |
|
En la humedad por cimiento |
|
puso a esta Piedra el Señor, |
|
por ver se desmoronaba |
|
estando junto al calor. |
|
Con las quiebras, no era Piedra |
30 |
de edificar; mas se vio |
|
que en labrándose, a la Iglesia |
|
sirvió de edificación. |
|
Para que en tal edificio |
|
viniese con proporción, |
|
sin hacer caso del yerro, |
|
con un canto se ajustó. |
|
Conque el Opífice sumo |
|
de tal suerte se pagó, |
|
viéndola tan ajustada, |
40 |
que en ella la clave echó. |
VILLANCICO VIII
|
Estribillo
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|
—OIGAN, ATIENDAN, ADMIREN, PERCIBAN |
|
la Jácara de más cuenta |
|
que hasta hoy escribir se ha visto |
|
de un hombre que se adocena. |
|
¡Escuchen, que va, que viene! |
|
—¡Vaya, vaya! —¡Venga, venga! |
|
—Oirán la historia sin par |
|
del hombre más singular |
|
(—¡Vaya! —¡Venga!), |
10 |
que en los mares y campañas |
|
el mundo llenó de hazañas, |
|
y anduvo altivo y ufano |
|
con el acero en la mano |
|
aun en tiempo de Pasión. |
|
¡Atención, atención! |
|
Porque es bien que cuando sólo |
|
su valor el Orbe aclama, |
|
vuele en alas de la fama |
|
desde el uno al otro Polo, |
20 |
y que su gloria se cante |
|
desde Poniente a Levante, |
|
y llegue al Septentrïón. |
|
¡Atención, atención, atención! |
Jácara
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|
Cuatro Autores de tan pura |
|
verdad, que cuanto escribieron |
|
nada se puede negar, |
|
porque es el mismo Evangelio, |
|
cuentan que un Simón, un Cefas |
|
de tan alto nacimiento |
30 |
que por gracia hay quien afirme |
|
que es de lo mejor del Cielo, |
|
porque hablando de linajes, |
|
al Hijo del Padre Eterno |
|
que era el Espíritu Santo |
|
su Padre, decir le oyeron, |
|
y que entonces, a la vista |
|
de otros once Caballeros, |
|
lo declaró el Rey Mayor |
|
por el más Grande en su Reino: |
40 |
que de Primero Ministro |
|
le dio título en su Imperio, |
|
y como si fuera Papa |
|
de Simón lo mudó en Pedro; |
|
que entre otros muchos honores |
|
le prometió que sujeto |
|
a su valor estaría |
|
eternamente el Infierno; |
|
y aunque hay claro testimonio |
|
de que una vez fue pechero, |
50 |
su mayor ejecutoria |
|
está en el tributo mesmo, |
|
porque lo pagó por sí |
|
y otro Hidalgo que, aunque exento, |
|
nunca en materia de pagas |
|
se valió de privilegio. |
|
Éste a Pescador en fin |
|
quiso aplicarse, sabiendo |
|
que en la Nobleza el mayor |
|
trabajo, es el no tenerlo. |
60 |
A los elementos todos |
|
había de vencer su esfuerzo; |
|
y por mirarlo tan vano, |
|
quiso empezar por el viento. |
|
Una vez, que por la orilla |
|
iba del Mar Galileo, |
|
lo sacó, Quien lo hizo hombre, |
|
de la red y del anzuelo. |
|
Subió tanto en la privanza, |
|
al mayor Señor sirviendo, |
70 |
que cara a cara le dijo |
|
quién era, en un grave empeño. |
|
Por sólo su parecer, |
|
osado quiso y resuelto |
|
que se fundara en un monte |
|
la Corte de todo un Reino. |
|
Contradijo una Batalla |
|
justa, llevado del celo |
|
de estorbar a su Señor |
|
que la diera padeciendo. |
80 |
Tanto lo amó, que arrojado |
|
entre las Aguas, por verlo |
|
en toda su Nave, por |
|
hombre a la mar lo tuvieron. |
|
En los negocios más graves |
|
era tal su atrevimiento, |
|
que intentaba tener parte |
|
en los más altos secretos. |
|
Nunca volvió las espaldas |
|
a la amenaza; y el riesgo |
90 |
que otro estuviera velando, |
|
él lo pasaba durmiendo. |
|
En una gran resistencia, |
|
porque lo oyesen atentos |
|
los Ministros, a la oreja |
|
les habló con el acero. |
|
De un Pontífice en la casa |
|
le sucedió cierto cuento |
|
en que se dice que hubo |
|
votos, porvidas, reniegos; |
100 |
pero era tan ajustado |
|
a la razón nuestro Pedro, |
|
que viendo que había más Gallo, |
|
luego obró como hombre cuerdo. |
|
En el día de Pentecostés, |
|
hecho el hombre un vivo fuego, |
|
les habló en su lengua a todos |
|
y la entendió un pueblo entero. |
|
A un hombre y a una mujer, |
|
sólo porque le mintieron, |
110 |
dio tal grito, que a su vista |
|
quedaron entrambos muertos. |
|
A cuatro palabras suyas, |
|
un Mago de grande esfuerzo |
|
a los abismos fue a dar |
|
con todo su encantamiento. |
|
A una voz hizo que un cojo, |
|
desde una puerta de un Templo, |
|
las nuevas de su valor |
|
llevase a todos corriendo. |
120 |
Las cadenas y los grillos |
|
en cierta prisión rompiendo, |
|
a buenas noches dejó |
|
alcaide, cárcel y presos. |
|
A su sombra se hacían hombres |
|
los malos, como los buenos, |
|
por tener igual partido |
|
los sanos y los enfermos. |
|
Tan grande dicen que era |
|
de su poder el respeto, |
130 |
que aun hasta de la otra vida |
|
hacía venir los sujetos. |
|
Últimamente, su historia |
|
es de tan largo proceso, |
|
que hasta el día del Jüicio |
|
no se sabrá por extenso. |
|
Hoy dicen que le fulminan |
|
causa de Cristiano Viejo; |
|
y si es Nerón quien la juzga, |
|
¡apelar sólo a Laus Deo! |