(3 October 1865, Paris – 10 October 1935, Paris) was a French Post-Impressionist painter, remembered above all for his landscapes and scenes of Paris streets
Pintores: Juan Luis Zambrano
Juan Luis Zambrano (1598-c. 1639), fue un pintor barroco español nacido en Córdoba, colaborador de Francisco de Zurbarán en Sevilla.
La supuesta formación como pintor al lado de Pablo de Céspedes, según se ha venido repitiendo desde que Antonio Palomino lo hiciera su «discípulo más adelantado», debe ser descartada pues Zambrano apenas contaba diez años cuando en 1608 falleció quien se presumía su maestro. Las pocas obras seguras que de él se conservan permiten apreciar a un artista estimable, cuyo estilo se orienta en la dirección tenebrista y expresiva de la pintura sevillana, dentro de la órbita de Juan de Roelas o Francisco de Herrera el Viejo, y enteramente ajena al tardomanierismo representado por Céspedes.
Consta que en 1634 pasó de Córdoba a Sevilla, al tiempo que Francisco de Zurbarán se encontraba trabajando en los lienzos de la Merced, en cuya ejecución cree Alfonso E. Pérez Sánchez que pudo haber colaborado Zambrano. Había fallecido ya en 1639, cuando su viuda reclamaba el pago de una obra que su marido había dejado sin cobrar.
Entre las escasas obras de atribución no discutida se encuentran El Martirio de San Esteban conservado en la catedral de Córdoba, citado elogiosamente por Palomino, en el que Angulo Íñiguez señaló la influencia de Roelas en lo compositivo y en el gusto por los tipos naturalistas de los personajes que rodean al santo, el David conduciendo en triunfo la cabeza de Goliat, del Museo de Bellas Artes de Córdoba, procedente del convento de San Pedro el Real, y La Anunciación, procedente del convento de Santa María de Gracia, actualmente en el convento de la Purísima Concepción de Jaén, cuyo último pago cobró su viuda en 1639.
También se le atribuyen San Cristóbal y el Ángel de la Guarda en la catedral cordobesa, que quizá sean los lienzos mencionados por Palomino en el Colegio de Santa Catalina de la Compañía de Jesús, y las pinturas de las Santas Flora y María, San Esteban y San Acisclo, conservadas en la iglesia de San Agustín de Córdoba, donde Palomino dice que pintó en los lunetos del coro a Flora y María, mártires cordobesas, hechas, añade, gallardamente, «por cuya causa, dicen, se descompuso con Cristóbal Vela, autor de aquella obra, y no prosiguió en ella». Además Palomino le atribuye un Martirio de San Acisclo y Victoria en el convento de los Mártires, y Ceán Bermúdez menciona en Sevilla un cuadro del Antiguo Testamento de asunto no especificado en la iglesia de San Bartolomé y tres cuadros grandes de la vida de San Basilio en las escaleras de su monasterio, uno de los cuales estaba firmado, haciendo constar en la firma el origen cordobés (fuente: wikipedia)
Pintores, van Honthorst
Nacido en una familia de artistas, van Honthorst fue alumno de Abraham Bloemaert. En la década de 1610 completó su formación en Roma, estudiando en particular la obra de Caravaggio. Posteriormente reside en Londres, acompañado de su discípulo Joachim von Sandrart, donde ejecuta para el rey Carlos I cuadros destacados. Regresa a su país, donde se convierte en el más destacado de los pintores de la «Escuela de Utrecht», seguidores holandeses del artista italiano Caravaggio.
En 1622, fue admitido en la cofradía de pintores de Utrecht. Fue pintor de Federico-Enrique de Orange-Nassau y de su hijo Guillermo II, ambos estatúderes y príncipes de Orange.
Destaca como pintor de escenas nocturnas y con luz artificial, lo que le vale el sobrenombre de «Gérard della Notte» («Gerardo de la noche»).
En la década de 1630, Van Honthorst se dio a conocer como retratista, lo que le permitió establecerse en La Haya en 1637, y pintó sucesivamente en el castillo de Ryswick y en Huis ten Bosch. El tiempo que no empleaba en producir pinturas lo dedicaba a los retratos. Sus obras eran muy numerosas, y están ampliamente representadas en museos de toda Europa. Sus piezas más atractivas son aquellas en las que cultiva el estilo de Caravaggio, esto es, aquellas que representan tabernas, con jugadores, cantantes y comensales de escasos modales. Muestra gran habilidad al reproducir escenas iluminadas por una simple vela.
De gran interés son los retratos del Duque de Buckingham y familia (Hampton Court), El Rey y la Reina de Bohemia (Hanover and Combe Abbey), María de Médici (Ayuntamiento de Ámsterdam), 1628, Los estatúders y sus esposas (Ámsterdam y La Haya), Carlos Luis y Ruperto, sobrinos de Carlos I (Louvre, San Petersburgo, Combe Abbey y Willin), y Lord Craven (National Portrait Gallery, Londres).
En 1649, fue invitado a tomar parte, junto con otros artistas, en la decoración del Orange Hall en el Palacio del Estatúder de Huis ten Bosch. En 1652, regresó a Utrecht, donde murió cuatro años más tarde.
Honthorst fue sucedido por su hermano Guillermo, nacido en Utrecht en 1604, que murió, según se dice, en 1666. Vivió en su ciudad natal, y pasó alguna temporada en Berlín. Pero dejó poca obra.
Poesia
ENSEÑA CÓMO TODAS LAS COSAS AVISAN DE LA MUERTE
Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes, ya desmoronados,
de la carrera de la edad cansados,
por quien caduca ya su valentía.
Salíme al campo, vi que el sol bebía
los arroyos del hielo desatados;
y del monte quejosos los ganados,
que con sombras hurtó la luz al día.
Entré en mi casa: vi que amancillada
de anciana habitación era despojos;
mi báculo más corvo, y menos fuerte.
Vencida de la edad sentí mi espada,
y no hallé cosa en qué poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.
Amor
AMOR CONSTANTE MÁS ALLÁ DE LA MUERTE
Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;
Mas no de esotra parte en la ribera
Dejará la memoria, en donde ardía:
Nadar sabe mi llama el agua fría,
Y perder el respeto a ley severa.
Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,
Venas, que humor a tanto fuego han dado,
Médulas, que han gloriosamente ardido,
Su cuerpo dejará, no su cuidado;
Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado.

Francisco de Quevedo y Villegas
Mas de Quevedo
Cuando decimos que todo tiempo pasado fue mejor, condenamos el porvenir sin conocerlo
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Lo mucho se vuelve poco con desear un poco más.
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La soberbia nunca baja de donde sube, pero siempre cae de donde subió.
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El agradecimiento es la parte principal de un hombre de bien.
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No es dichoso aquel a quien la fortuna no puede dar nada más, sino aquel a quien no puede quitar nada.
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El que quiere en esta vida todas las cosas a su gusto, tendrá muchos disgustos en su vida.
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Ningún vencido tiene justicia, si lo ha de juzgar su vencedor.
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Poderoso caballero es don Dinero.
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El que parece sabio entre los tontos parece tonto entre los sabios.
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La hipocresía exterior, siendo pecado en lo moral, es grande virtud política.
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El mayor despeñadero, la confianza.
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Por nuestra codicia lo mucho es poco; por nuestra necesidad lo poco es mucho.
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Una sola piedra puede desmoronar un edificio.
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Los que de corazón se quieren sólo con el corazón se hablan.
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Muchos son buenos si se da crédito a los testigos; pocos, si se toma declaración a su conciencia.
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La misma tristeza inventa por sí misma muchos motivos de sentimiento.
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No conviene mostrar la verdad desnuda, sino en camisa.
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Más fácilmente se añade lo que falta que se quita lo que sobra.
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La mayor señal de ser bueno es ni temer ni deber, y la mayor de la maldad es ni temer ni pagar.
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Mejor vida es morir que vivir muerto.
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Vive para ti solo, si pudieres; pues sólo para ti mueres, si mueres.
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El amigo ha de ser como la sangre, que acude luego a la herida sin esperar a que le llamen.
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La envidia va tan flaca y amarilla porque muerde y no come.
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El valiente tiene miedo del contrario; el cobarde, de su propio temor.
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Las palabras son como monedas, que una vale por muchas como muchas no valen por una.
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Nunca mejora su estado quien muda solamente de lugar y no de vida y de costumbres.
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Siempre se ha de conservar el temor, más jamás se debe mostrar.
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El ánimo que piensa en lo que puede temer, empieza a temer en lo que puede pensar.
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Aquel hombre que pierde la honra por el negocio, pierde el negocio y la honra.
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Aquel hombre que pierde la honra por el negocio, pierde el negocio y la honra.
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El consejo, bueno es; pero creo que es de las medicinas que menos se gastan y se gustan.
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No es sabio el que sabe donde está el tesoro, sino el que trabaja y lo saca.
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Ruin arquitecto es la soberbia; los cimientos pone en lo alto y las tejas en los cimientos.
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Si quieres que te sigan las mujeres, ponte delante.
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Todos los que parecen estúpidos, lo son y, además también lo son la mitad de los que no lo parecen.
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Nadie ofrece tanto como el que no va a cumplir.
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El amor es fe y no ciencia.
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Si haces bien para que te lo agradezcan, mercader eres, no bienhechor; codicioso, no caritativo.
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Sólo el que manda con amor es servido con fidelidad.
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Lo que en la juventud se aprende, toda la vida dura.
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Todos deseamos llegar a viejos; y todos negamos que hemos llegado.
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Hay libros cortos que, para entenderlos como se merecen, se necesita una vida muy larga.
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Donde hay poca justicia es un peligro tener razón.
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El amor es la última filosofía de la tierra y del cielo.
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El general ha de ser considerado, y el soldado obediente.
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Quien deja vivo al ofendido, ha de temer siempre a la venganza.
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Menos mal hacen los delincuentes que un mal juez.
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Muchos son los buenos, si se da crédito a los testigos; pocos, si se toma declaración a su conciencia.
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La posesión de la salud es como la de la hacienda, que se goza gastándola, y si no se gasta, no se goza.
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El ocio es la pérdida del salario.
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Bien puede haber puñalada sin lisonja, mas pocas veces hay lisonja sin puñalada.
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Más fácil es escribir contra la soberbia que vencerla.
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Apocarse es virtud, poder y humildad; dejarse apocar es vileza y delito.
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El exceso es el veneno de la razón.
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De Quevedo
Francisco de Quevedo
1580-1645. Francisco de Quevedo y Villengas. Escritor español.
Libros de Francisco de Quevedo